Para cerrar el año y después de reseñar nuestros discos favoritos mes a mes, hicimos una selección de lo que pasó por nuestros oídos y que sí o sí tienen que estar escuchando antes del 31.
Esta columna comenzó el año con algunos deseos:
Que el parqueadero de Salitre Mágico no se usara para conciertos luego del desastre que fue Dua Lipa en Bogotá (check).
Que las tiqueteras dejaran de cobrar hasta 10k por enviar boletas al correo (no pasó).
Que mejorará la cultura del cuidado en los conciertos (ni fu ni fa).
Que el Coliseo Live fuera un espacio seguro para conciertos (este año no tuvieron grandes denuncias).
Que las grandes experiencias de música en vivo salieran de Bogotá y Medellín (no pasó).
Febrero y marzo fue puro Festival Estéreo Picnic. Por primera vez nos acreditamos con Cerosetenta y le pusimos la lupa a los artistas nacionales, al consumo de drogas y a las diversidades de género dentro del festival que más mueve plata en Colombia. Justo al mes siguiente se anunció la llegada del Primavera Sound a Bogotá, una apuesta gigante por uno de los festivales más grandes del mundo que desde un primer momento nos olió raro. Desde ese día nos hicimos la pregunta: “¿habrá una cantidad suficiente de asistentes que cumpla con las expectativas de los organizadores?”.
En mayo hubo que decirlo: para el gobierno progresista de Gustavo Petro la cultura volvió a ser lo último en la lista de prioridades. No andábamos emputados por el despido de la ex mincultura Patricia Ariza sino porque Jorge Antonio Zorro, un funcionario del llavero de la primera dama que quería importar el criticado sistema de orquestas venezolano, estaba de “ministro encargado” desde hace meses. Algo que finalmente cambió con el nombramiento del periodista y gestor cultural Juan David Correa en agosto.
Ya a mediados de año destacamos el Festival Caballito del Diablo de In-Correcto, una de las buenas noticias dentro de la autogestión bogotana en 2023. Luego un julio de malas noticias: bajas ventas en el concierto de The Weeknd y el Primavera Sound más la confirmación de que Live Nation, la productora de eventos más grandes del mundo, adquiría a Páramo Presenta —organizadores del Festival Estéreo Picnic— por medio de Ocesa Colombia. ¿Por qué eso es malo?
Agosto fue para la instalación dedicada a música local independiente que hicimos en Ritmos de la Intuición ((Historias Atravesadas)), la primera exposición artítica en la historia de Cerosetenta. En septiembre el maestro Teto Ocampo trascendió de este mundo. También se armó por Morat, que se pusieron la medallita por ser la primera banda bogotana en hacer sold out en El Campín sin contar que habían sido los primeros artistas en cobrar la infame tarifa dinámica en Colombia.
Octubre ya fue la tapa. Los temores se hicieron realidad y se confirmó que el Primavera Sound se cancelaba como festival y pasaba a ser dos fechas con cartel reducido. Bizarro Live, la productora encargada que hizo un trabajo pésimo de comunicaciones, decidió culpar la cancelación “al periodo de inestabilidad que atraviesa ahora mismo Colombia”. Por otro lado el concierto de Karol G en Bogotá se anunció con precios hasta de $25M por palco y fuimos juiciosos a agotar en el primer día y dejarle la caja bien llena a Diomar García, el famoso productor elegido por las estrellas de reggaetón que ha estado envuelto en lavado de activos.
Lo último fue el alcalde electo de Bogotá, Carlos Fernando Galán, anunciando en redes que desde el distrito se hará el intento de traer de regreso al FEP argumentando que “uno de cada tres millennials asiste a conciertos”. Fue el primer statement político de un futuro alcalde que no ha sido explícito acerca del presupuesto que se le dará a la cultura durante su mandato pero ya está poniendo fichas sobre el sector cultural privado.
¿Qué nos quedó faltando?
Después de echarles todo este carretazo de nuestro cubrimiento de música nacional en 2023, les invitamos a escuchar nuestros discos favoritos del año.
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En horario laboral, es Gustavo Casallas, otro joven bogotano hincha de Millos que trabaja en el negocio de su familia, el asadero Pollo al Horno ubicado en el centro de Bosa. Cuando cae la noche y como si fuera un superhéroe de la bandola llanera, agarra su instrumento y se hace llamar Gato e’ monte, un cantautor que ha calcado la música de los abuelos para llevarla a los oídos de una nueva generación. El sonido campesino del altiplano cundiboyacense y de los llanos orientales son el sello del Gato, un tipo del barrio, popular, que en este segundo disco le dedica canciones a la papa sabanera, al tejo y a los árboles de guayabo. Quince cortes tanto para bailar con el sombrero en la cabeza y la pola en la mano como para lamentarse por los amores perdidos y las víctimas que ha dejado este país. Edson Velandia y La Muchacha, dos nombres claves de la cantautoría nacional, acompañan este trabajo que fue nuestro favorito del 2023.
Una de las artistas más prolíficas de la movida alternativa nacional presentó su primer disco como solista. Son nueve temas en los que Ponce –también conocida por su trabajo como cantante y clarinetista en Buha2030 y Verbalia– nos da un recorrido por las sonoridades andinas del sur colombiano mezcladas con una marcada influencia del rock alternativo y experimental. En el camino celebra la movilización social en “Ocio para todos”, homenajea sus raíces nariñenses en “Tierrita de mi madre” y denuncia a los abusadores dentro del arte en “Posmodernillo depredador”. Un disco con una energía femenina omnipresente, con la mirada bien puesta en el sur y que pone en perspectiva lo que significa Gabriela Ponce para la música independiente nacional en 2023.
A sus 20 años, Juan Sebastián Álvarez Sierra, oriundo de Bello, Antioquia, fue el elegido para recibir el legado que dejaron en la última década artistas paisas como Crudo Means Raw, Doble Porción o Gordo Sarkasmus. Este Gen-Z que pasó su infancia escuchando a los últimos referentes del “rap de la montaña” podría ser la gran revelación del rap nacional y con beats que emanan pura frescura, y está dando de qué hablar en Colombia y Latam. En su segundo álbum de estudio dice “this is not West Coast, esta es la montaña pirobo” y nos muestra una manera especial de juntar dos eras doradas: la de USA en los noventa y la de Medallo en los 2010’.
Los inicios de Mestizo se pueden rastrear al Festival Jazz al Parque de 2019 en Bogotá, cuando el British Council —organización que fue también clave para el primer disco de Ondatrópica— trajo a algunos músicos del Reino Unido para que improvisaran con músicos locales en uno de los slots del festival. De ahí se armó el puente entre el multiinstrumentista Ahnansé y Daniel Mitchel, el productor detrás del sello Mambo Negro ubicado en el barrio Palermo. Una pandemia, muchos intercambios de canciones por Internet por cuatro años y finalmente una grabación con toda la banda desde Bogotá dieron como resultado este disco: la unión definitiva entre el sonido tradicional colombiano y la escena jazz-hip hop londinense. Este es un disco vital y enérgico que reúne a músicos del celebrado colectivo Steam Down con nombres claves para entender la música colombiana contemporánea como Diana Sanmiguel de La Perla, Marco Fajardo del Frente Cumbiero, el propio Mitchel y N. Hardem, el MC bogotano que supo conectar con la rapera SHANTÉH a la vez que hace de frontman cuando Mestizo se presenta en vivo. Probablemente esta sea la gran joya de este 2023.
El disco debut de Lalo es una introspección profunda acerca de su identidad como una mujer negra bogotana que, como ella explica, se compone de siete cortes para reencontrarse con ella misma. Bajo esa impronta R&B que la ha puesto en la órbita de otros artistas locales como TSH Sudaca y la maga Briela Ojeda, Lalo va creando un universo discursivo en el que se para frente a los patrones hegemónicos de belleza en “No se ve”, reivindica su propia infancia en “Faltaron páginas” o le hace un homenaje junto a N. Hardem a otras personas negras que, como ellos, crecieron en las grandes urbes, lejos de su ascendencia Caribe o Pacífica. Además de ser la muestra de su rango vocal impresionante, Re-Encuentro fue la tésis de grado de Lalo en la Universidad Javeriana con la que logró mención meritoria.
Con la cumbia como eje transversal, Orjuela ha presentado discos orientados hacia la música electrónica. Lo hizo en formato de banda de rock con La Nueva Estudiantina Electrónica y ahora como solista, aunque acompañado por una constelación de artistas nacionales como Gato e’ Monte, Gabriela Ponce o Iván Medellín, reconocido maquinero en Romperayo o El Conjunto Medialuna y que fue la mano derecha de Orjuela en este proyecto. Este derroche de ritmos tropicales pasa por la guaracha cubana en “El Derroche (La Brisa)”, nos transporta a la estirpe tropicanibalista de la cumbia en “Manos limpias (Cuentas claras)” y se va a la sabana y al acordeón en “Cumbia boyera (Para mis Felos)”. Un trabajo lleno de chistes internos y referencias futboleras pero sobre todo de influencias que abarcan el amplio espectro de la tropicalia y que caben y se unen en la cabeza de un tipo tan versado en estos temas como lo es Felipe Orjuela.
Este trabajo junta a la voz comprometida y poderosa de La Muchacha con el contrabajo de Miguel Velásquez (Rap Bang Club, Conjuro Epiléptico) y la batería de Camilo Bartelsman (Los Niños Telepáticos, 1280 Almas). Lo que bautizaron El Propio Junte es realmente un súper grupo con tres de los músicos colombianos más destacados de la actualidad. En ese sentido, Los Ombligos se siente como una versión potenciada de La Muchacha, manteniendo esos colores místicos y letras de denuncia social con una instrumental que pega duro en el pecho y lo pone a uno a conmoverse y cabecear. Otra joyita del Sello In-Correcto de Bogotá.
De la entraña del indie rolo, los Juliana Quédate Otro Día presentan un álbum que resume bien lo que ha sido el movimiento alterno capitalino desde 2017 y 2018. Guitarras reverberadas, una voz melódica que canta sobre la cotidianidad del joven bogotano y en general esta sensación de estar caminando por un parque en un día soleado parece la apuesta de este trabajo en el que se siente fuerte la influencia que ha dejado una banda tan importante como Nicolás y los Fumadores.
El icónico dúo Julián Salazar-Franklin Tejedor regresa a las canchas después de dos años de silencio y con una nueva banda en vivo que incluye a los bogotanos Felipe Orjuela en el bajo y Duplat en los teclados. Astra es un disco totalmente atado a los rasgueos de guitarra eléctrica, las percusiones tradicionales y los finos detalles electrónicos que los ha consolidado como una de las bandas alternativas más queridas de esta época. Además de tener temazos pensados para el baile como “Nene” o “Toloquetiame”, se destacan las dos colaboraciones con la cantante bogotana Loyal Lobos que le dan un nuevo color más tirado hacia el pop alternativo a Mitú.
dj +1 es Gregorio Hernández, productor bogotano y una de las cabezas del Sello In-Correcto. En noviembre del año pasado publicó Conflicto e Interés, su álbum debut tirado hacia el ambient, dispuesto hacia la fiesta pero también hacia la escucha cuidada. Ahora presenta Aromáticas, un trabajo minimalista en el que cada track es un ingrediente del universo musical de Hernández: la “Menta” es el toque de drum n’ bass, “Hortela” es la experimentación ambient y “Curuba” es el toque housero, por poner algunos ejemplos.
