Drogarse en un festival: testimonios de consumidores en el Estéreo Picnic

Cerosetenta recorrió el Estéreo Picnic para preguntarle a usuarios de drogas cómo es su consumo en estos espacios de fiesta, un tema del que cada vez más se preocupan organizaciones y organizadores de eventos masivos. Hablamos con consumidores y con Échele Cabeza para entender cómo se puede consumir responsablemente bajo un mercado ilegal y clandestino.

por

cerosetenta


28.03.2023

Fotos y videos por Diego Forero.

Las drogas están prohibidas, pero la gente las consume. Sobre todo en festivales de música y fiestas donde el consumo se percibe como parte de la experiencia del baile, del gozo y de la alteración del cuerpo y la consciencia. El problema es que en medio de un mercado clandestino, que se mueve bajo la prohibición y la ilegalidad, encontrar constancia en la calidad y la oferta de sustancias no es sencillo.

La preocupación por el acceso a la información sobre drogas y por la seguridad del consumo en la fiesta no es solo de los usuarios, es también un asunto del que cada vez más se ocupan organizaciones y organizadores de eventos masivos como el Festival Estéreo Picnic —y que resulta urgente ante cada muerte que se conoce en medio de una fiesta, producto de una sustancia insegura o de malas prácticas como la falta de acceso al agua o a la atención médica—. 

En Colombia, y de hecho en Latinoamérica, el tema de la seguridad en el consumo de sustancias y la reducción de daños lo ha liderado Échele Cabeza, un proyecto colombiano que ya es reconocido entre un grueso de los usuarios de drogas como la alternativa para saber si lo que consumen es seguro y cuál es la mejor forma de hacerlo. Desde hace varias ediciones, el Festival Estéreo Picnic le ha abierto un espacio a Échele Cabeza para ofrecer gratuitamente el servicio de testeo de sustancias durante los días del festival. 

El servicio que ofrecen es el siguiente: el usuario entrega su sustancia, de la que se toma una muestra pequeña para analizar, y se le hacen unas preguntas sobre lo que le dijeron al comprarla (qué sustancia es, la referencia, el precio) y junto a qué otras sustancias se planea su consumo. La muestra pasa luego a un testeo con reactivos colorimétricos que reaccionan en colores específicos dependiendo si hay o no presencia de la sustancia que dice ser. Unos minutos después, el usuario recibe el resultado final y algunas recomendaciones sobre el consumo —que en el caso de resultados negativos el mensaje es no consumir— y sobre la combinación con otras sustancias.

Este año, Échele Cabeza contaba además con una máquina de FTIR —espectrofotómetro de transformada de Fourier, en español, y que fue traída por invitados estadounidenses que también se dedican al testeo y a la seguridad de sustancias— y que usa radiación infrarroja para detectar la presencia de otros componentes con los que se corta o se rinden las sustancias. Este año quienes testearon sus drogas en la carpa de Échele Cabeza en el Estéreo Picnic no solo podían saber si la sustancia era lo que decía ser o no, sino además qué otros elementos contenía el papel, la pepa o el polvo.

“Así logramos identificar sustancias de muy alta toxicidad y que tienen muertes asociadas, como el PMA [para-metoxianfetamina] o la N-dimetilpentilona, y que nos han llevado a sacar alertas inmediatas para decirle a las personas que no consuman”, asegura Daniel Rojas Estupiñán, psicólogo de Échele Cabeza y quien agrega que también encontraron pastillas que aseguraban ser éxtasis y que terminaron siendo una combinación de viagra y cafeína. “El riesgo, más allá de que la persona tenga una simple erección, es que los estimulantes generalmente tienen una alta frecuencia cardíaca y algunos tienen vasoconstricción, mientras que el viagra es un vasodilatador. Entonces el esfuerzo físico y circulatorio se intensifica y hay un riesgo mayor para la persona”.

Según Rojas, de los más de mil testeos que hicieron durante los cuatro días del Estéreo Picnic lo que más vieron en la carpa de Échele Cabeza fue éxtasis, seguido por el LSD y en tercer lugar el tusi, una sustancia que, asegura, ya es bien sabido que no se trata de 2C-B, o Nexus, sino de un preparado a base de ketamina, MDMA, cafeína y varias otras sustancias que obedecen al criterio de quien lo prepara. Según el psicólogo, la mayoría de los testeos que hicieron dieron resultados positivos que indicaban la presencia de la sustancia esperada.

Este fin de semana, Échele Cabeza estuvo además articulado con un nuevo espacio bautizado Oasis, una zona dentro del Estéreo Picnic en la que además del servicio de testeo de sustancias había un puesto de atención de la Policía, un puesto de atención en salud, un lugar de acceso libre a agua y una carpa dedicada a la atención diferencial para mujeres e identidades disidentes. La idea surgió de la necesidad de conjugar todas las estrategias que ofrecieran un espacio seguro para quien necesitara atención a violencias, en salud o psicoactiva. Échele Cabeza implementó además por primera vez en ese festival una zona de recuperación para los malviajes: unas 10 carpas destinadas a acoger a quien necesitara un momento para tranquilizarse y recuperarse.

“Debemos llevar más de 40 o 50 personas atendidas, probablemente”, contó Daniel Rojas sobre el espacio de recuperación. “Más que nada, ha sido por consumo de alcohol, las personas no se están midiendo frente al consumo de alcohol. Y segundo han sido casos por consumo de marihuana, sobre todo de comestibles, brownies, galletas. Y tercero, hemos acogido a personas que están utilizando hongos. Hay que tener en cuenta que los hongos, aunque son un psicodélico, para estos espacios con tanta estimulación pueden ser demasiado intensos y llevan a estados de crisis con facilidad”. 

Cerosetenta estuvo recorriendo el festival para preguntarle a los usuarios cómo es su consumo en estos espacios de fiesta y encontramos que, en general, quienes planeaban consumir en el Estéreo Picnic toman medidas especiales y se prepararon desde antes. Además, la mayoría aseguró que lo consideraban un lugar que ofrece mayores garantías para el consumo informado y responsable gracias al testeo de Échele Cabeza y a los servicios que en esta edición se ofrecían en el “Oasis”.  Esto es lo que algunos de ellos nos contaron desde el anonimato —por obvias razones—.

Flores de marihuana y porros.

¿Esto es algo que compras por primera vez? ¿Conocías a la persona que te lo vendió?

Fue por primera vez y lo compré para venir acá. Pero compro regularmente flores buenas. 

¿A qué dificultades o barreras te enfrentas al comprar esto?

Yo creo que hay un tipo de marihuana, que es la regular, que es de mucho más fácil acceso, hay muchos dealers que surten de eso entonces no es tan difícil el acceso, es más de preguntarle a conocidos. En mi caso que me gustan más las flores pues sí es un poco más difícil pero creo que igual el acceso a la bareta es súper fácil.

Respecto a la calidad es prueba y error, pero sí hay un auge de mayor calidad en la bareta en Bogotá.

¿Crees que en este tipo de espacios tienes una relación distinta con el consumo? ¿Cambia tu manera de consumir o tomas otras medidas o precauciones?

Creo que colectivamente hay más disposición a estar drogado y eso lo hace más fácil y más accesible también porque hay mucha gente haciéndolo, el espacio se presta resto para eso. Hay mucha más libertad, uno acá está fumando al frente de los tombos. Sí hay mucha más libertad por la gente, colectivamente hay ese esfuerzo de normalizar estar acá pasándola bien drogado. Me trabo más tranquilo.

A la izquierda sobre de MDMA, a la derecha sobre de cocaína.

¿Esto es algo que compras por primera vez? ¿Conocías a la persona que te lo vendió?

Se lo compré a la persona a la que le compro hace 10 años las drogas. 

¿A qué dificultades o barreras te enfrentas al comprar esto?

Siempre como el video de hacer la transacción, que puede ser re densa en la calle. Y pues chimba poder testear más fácil las cosas, como que hubiera más vueltas de Échele Cabeza o algo así. Siempre le compro a la misma persona y cuando compro algo nuevo voy y lo testeo.

¿Crees que en este tipo de espacios tienes una relación distinta con el consumo? ¿Cambia tu manera de consumir o tomas otras medidas o precauciones?

Pues es diferente. Creo que uno se droga un poquito más pero también me cuido mucho más. Tomo mucha más agua de la que tomaría en un día normal de droga.

Sobre de MDMA y pastilla de éxtasis.

¿Esto es algo que compras por primera vez? ¿Conocías a la persona que te lo vendió?

Con un dealer de confianza. Ya he comprado varias veces con él, lo hago para varias fiestas.

¿A qué dificultades o barreras te enfrentas al comprar esto?

Pues obviamente la persecución, uno se siente cometiendo un crimen inmenso cuando va a comprarle al dealer. Aunque el man lleva a domicilio, pero siempre es todo a escondidas. Ese obviamente es uno de los retos.

Él ya es un dealer de confianza y sé que la calidad va a estar buena. Cada tanto testeo las drogas con Échele Cabeza y siempre me salen re bien, entonces he dejado de testearlas. Estas las testeé ayer y salieron bien. No me gusta comprarle a gente dentro de los festivales, o dentro de las fiestas, porque es muy arriesgado, y siento que uno definitivamente debería saber qué se está metiendo. Obviamente el reto es la educación, que ya se está hablando harto pero todavía toca seguir. Creo que ese es el reto más grande para que la gente se cuide y se bajen los estigmas frente a la gente que consume.

¿Crees que en este tipo de espacios tienes una relación distinta con el consumo? ¿Cambia tu manera de consumir o tomas otras medidas o precauciones?

Siento que en un festival es mucho más arriesgado porque mucha gente está consumiendo desde temprano. De pronto en una fiesta es más fácil, también porque uno está en Bogotá, aquí uno está completamente fuera de la ciudad y necesita pensar en cómo llegar a su casa. Eso lo hace diferente y uno tiene que ser más cuidadoso. 

De pronto también el mood en general de festival hace que haya más riesgo para que uno se malviaje, porque hay mucha gente, es más fácil perderse de los amigos. Depende de la droga también, para los que consumen ácidos probablemente es más riesgoso porque es fácil embobarse con cualquier cosa y perderse de los amigos.
Acá mi consumo es probablemente mucho más mesurado y dependiendo del momento tomo la decisión de consumir o no: si se acerca ya el final pues no me voy a meter una pill para no estar loco cuando me tenga que devolver a la casa. También me aseguro de cuadrar todo con los amigos desde antes, de cómo nos vamos a ir a la casa para no estar pensando en eso mientras uno está drogado, que también eso puede ser para un malviaje. Tener esas cosas claras desde el inicio ayuda un montón.

Porros de marihuana y MDMA.

¿Esto es algo que compras por primera vez? ¿Conocías a la persona que te lo vendió?

Ya había consumido de esa persona que lo vende, pero es un amigo el que normalmente lo compra y me lo da. Tengo marihuana y MD.

¿A qué dificultades o barreras te enfrentas al comprar esto?

En general uno normalmente se está enfrentando al riesgo de no saber lo que está consumiendo, porque no existe Échele Cabeza en todas partes. Uno asume que el dealer que tiene es de confianza, pero no hay cercanía real con de dónde sale la droga que uno está metiendo. 

Y también siento que somos incultos al respecto, que a veces la pasamos muy mal con la droga y creemos que es culpa de nuestro cuerpo, como que ese día nos cayó re mal, pero realmente puede es que nos estamos metiendo algo que no es. Y sobre conseguir, pues igual es difícil. Siento que en general conseguir un buen dealer es difícil, está muy satanizado. Entonces si por ejemplo yo ya estoy acá y quiero pedirle a alguien que le llegue a él y lo traiga es imposible. Tiene que ser muy tú a tú o es complicado.

¿Crees que en este tipo de espacios tienes una relación distinta con el consumo? ¿Cambia tu manera de consumir o tomas otras medidas o precauciones?

MD creo que solo lo he hecho acá o en fiestas, pero en general no soy alguien que consume constantemente MD. Y pues uno sí fuma mucho más marihuana, pero igual creo que es similar a lo que podría llegar a fumar un fin de semana. 

Siento que acá hay mucha más libertad, 100%. Prender un porro acá no despierta las dudas de si será que alguien va a oler, si será que alguien se va a molestar, creo que queda peor al que le molesta que el que está consumiendo, que me parece chistoso e irónico pero interesante. Lo veo mucho. Acá hay una cultura que está mucho más abierta, que se puede fiestear así, se puede estar así sano. Entonces me parece un ambiente muy bueno para hacerlo.

MDMA.

¿Esto es algo que compras por primera vez? ¿Conocías a la persona que te lo vendió?

Se lo compré a mi amiga, que siempre es la que me lo da de confianza. Ella se lo compra también al mismo man que es de confianza. 

¿A qué dificultades o barreras te enfrentas al comprar esto?

Es de las sustancias más costosas, como lo más finito. No es tan fácil conseguirlo, por eso mismo. Trato siempre de conseguir el que no me haga daño.

¿Crees que en este tipo de espacios tienes una relación distinta con el consumo? ¿Cambia tu manera de consumir o tomas otras medidas o precauciones?

Yo siento que el consumo es más riesgoso y también está más aceptado. No sé si es diferente por ejemplo a una fiesta normal de la 85 o de casa, ahí no hay medidas de seguridad de ninguna clase. Acá uno se siente medio seguro por los espacios que crearon como Oasis, Échele Cabeza también a uno le da cierta tranquilidad en el consumo también.

Y de resto fijamos puntos de encuentro, siempre tener agua, que alguien del grupo siempre tenga algo de tomar.

MDMA.

¿Esto es algo que compras por primera vez? ¿Conocías a la persona que te lo vendió?

Es la primera vez que lo adquirimos de esa persona. Somos de Costa Rica, el dealer que conseguimos aquí fue por otra amiga. El precio nos parece que está súper barato, la cantidad está súper bien y la calidad del producto también está muy buena. Al día siguiente no te sentías mal, no te da bajón, tal vez sí cansancio pero lo normal por estar aquí, no como el bajón que uno siente cuando se manda un MD que verdaderamente no es MD.

También siento que fue porque lo testeamos que estamos así seguros, testeamos todo en Échele Cabeza y todo salió positivo.

¿A qué dificultades o barreras te enfrentas al comprar esto?

Ha sido demasiado fácil, aquí adentro también nos vendieron un ácido, no sé si puedo decir esto pero fue una persona de seguridad la que nos lo vendió el primer día, el jueves. Nosotros igual ya traíamos otro, ese día hicimos candy flip, pero para conseguirlo fue demasiado fácil, solo íbamos caminando y nos lo ofrecieron.

Y con el MD igual, con un contacto. Pero las otras personas que también venían de Costa Rica y no tenían contacto lo consiguen igual súper fácil, es lo que he escuchado.

¿Crees que en este tipo de espacios tienes una relación distinta con el consumo? ¿Cambia tu manera de consumir o tomas otras medidas o precauciones?

Totalmente. Estamos más atentos de todo lo que está pasando alrededor porque no conocemos. A pesar de que seguimos siendo latinos y tenemos muchas cosas en común, no sigue siendo la misma cultura. Entonces estamos atentos a lo que está pasando, cómo se comporta la gente también. 

Y también lo importante de conocernos. Nosotros en nuestro grupo sabemos nuestros límites, entonces sabemos que ya cuando nos sentimos muy extasiados, que estás high, ahí ya paramos el consumo.

LSD a la izquierda y MDMA a la derecha.

¿Esto es algo que compras por primera vez? ¿Conocías a la persona que te lo vendió?

Era la primera vez, pero estaba referido por unos amigos. Yo no le había comprado, pero había consumido una vez un ácido que un amigo le compró. El MD lo compré por primera vez confiando en la buena referencia de mis amigos que ya le habían comprado ese producto a esa persona.

¿A qué dificultades o barreras te enfrentas al comprar esto?

Yo creo que, por un lado, el precio. Este último par de años ha subido de precio, como todo. Ya comprar algo que uno sabe que es de calidad no es tan asequible como hace tal vez 10 años. 

En segundo lugar, la comunicación con los dealers a veces no es tan directa y sobre todo no es tan inmediata. No es buena idea llamar a un dealer si uno tiene afán, hay que contar con que la transa sea en los términos y tiempos de esa persona. Y a veces he encontrado dificultades en tratar de hacerles preguntas sobre las sustancias, como si saben la dosis o la referencia o la potencia. Varias veces me he encontrado con respuestas muy por vender, como que lo que ofrecen está re fuerte, o que tiene tres gotas de no sé qué, o que es 90 % de pureza, lo que en últimas termina siendo una patraña para vender más caro. Creo que la comunicación horizontal es difícil, uno llega con mucha prevención de no parecer novato, por pena o por miedo a que le vendan algo que esté picho por no saber de lo que le están hablando. Entonces otra prevención que he tenido es sentirme en confianza de preguntarle al man lo que yo le quiera preguntar. Siento que eso se ha generado gracias a que he comprado varias veces con las mismas personas, pero a la primera vez siento que es una cosa muy transaccional, entre menos información haya más fácil, lo que siento puede ser problemático.

Desde hace unos años trato de testearlos siempre. Me he “casado” con ciertas personas a las que les compro y que después de testear varias veces siempre han salido de la misma calidad: el producto se ve igual y tengo un poco de certeza de que es un buen producto el que estoy adquiriendo. Igual siempre trato de testearlos, sobre todo en festivales y sobre todo cuando cambio de persona.

¿Crees que en este tipo de espacios tienes una relación distinta con el consumo? ¿Cambia tu manera de consumir o tomas otras medidas o precauciones?

Yo no tengo un consumo tan alto, de frecuencia o cantidad, en ese sentido es parecido. Pero tal vez sí hay más preparación, porque hay que tener en cuenta que lo tiene que transportar, que lo tiene que esconder, que lo tiene que dividir entre varias personas. La diferencia de hacerlo en una casa o en un espacio más chiquito es que hay acceso fácil a lo que necesite, a baños, a agua, a un trago si se quiere, a descansar, a recostarse. Acá hay que saber que de pronto esas necesidades o facilidades no las va a tener por un tiempo o en general y tratar de prepararse para eso. Yo trato de comprar más agua o lo que piense que voy a necesitar yo y mi parche. Entonces mi consumo cambia en el sentido en que me preparo un poquito más, planeo esa experiencia mientras tengo la experiencia del festival o de la música.

Arriba MDMA, abajo cocaína.

¿Esto es algo que compras por primera vez? ¿Conocías a la persona que te lo vendió?

Pues esto nos lo regalaron. Estábamos ahí bailando y se nos acercó un man, un francés, y nos pregunta si a nosotros nos gustaba meter (haciendo el gesto de inhalar por la nariz). Yo la verdad al perico sí le tengo como estigma, pero nos dijo que quería regalárselo a alguien y le dijimos que bueno. Pero para eso vinimos acá a Échele Cabeza, para testearlo muy responsablemente.

También tenemos M, ese se lo compré a un químico muy bueno que conozco en Medellín, yo vivo allá.

¿A qué dificultades o barreras te enfrentas al comprar esto?

Pues me he dado cuenta de que Medellín sí está configurada para que el consumo sea muy fácil. Allá no hay tanto estigma como acá, vos ves que la gente fuma con mucha más tranquilidad, que se comparten drogas con mucha más confianza. Y eso se permite estructuralmente con las zonas de tolerancia, hay un acceso mayor incluso para el turista y la gente puede ignorarlo y tapar el sol con un dedo, pero pues Medellín está construida sobre drogas.

Todo el mundo sabe que la rumba es para disfrutarla y qué pereza el trolo que se cae tostado porque no sabe qué está haciendo, y también el bobo que no lo acompaña porque esto es un tema de co-responsabilidad. Cuando uno se va a drogar por primera vez o cuando va a acompañar a alguien la idea es estar ahí, tratar de pilotear la situación, porque al fin y al cabo es un estado alterado. Hay que ejercer un poco más de control cuando se presentan este tipo de situaciones. Es decir, uno tiene que saber aterrizar y dar una entrevista de calidad porque uno no sabe en qué medio va a salir.

¿Crees que en este tipo de espacios tienes una relación distinta con el consumo? ¿Cambia tu manera de consumir o tomas otras medidas o precauciones?

La verdad es que quienes vienen a los festivales se vienen a drogar, siento que eso es parte de la experiencia. Y todo el mundo está en una especie de sintonía que, de alguna forma, cual sea la cosa que consumás en ese ambiente —incluso azúcar o café— te va a llevar a cierto nivel de éxtasis, porque somos seres psicosociales y nos entendemos en conjunto y se gesta esa energía que indiscutiblemente te va a llevar al éxtasis y a la euforia. 

Yo soy súper planificador, trato de que mi viaje tenga el mayor bienestar posible, tengo muy claro que a mí me gusta conservar la tensión de “quiero más” —porque la droga siempre te va a pedir más— y que lo que hay que hacer es volverse amigo de esa sensación, que es rico estar ahí.  En ese momento uno construye un poco de dominio sobre la droga para controlar el hecho de que vos estás en función de un psicotrópico que te distorsiona un montón la realidad, tus emociones y el mensaje que te llega. De esa manera uno se contextualiza y sabe qué cantidades de qué va a consumir. 

Para mí la baretica es crucial como pasante natural, algo que te baje y te deprima de manera tranqui. Y tratar de no combinar, si estás manejando estimulantes no los bajés con depresivos como el trago. Y tener un lugar donde aterrizar bien, la cama limpia, el agua al lado, acostarse y estar bien acomodado. Sé que ese no es el común denominador, que la gente no consume de esa manera, porque el consumo se gesta en la clandestinidad y así la práctica se vuelve antihigiénica. Creo que en Medellín, donde la droga es algo cotidiano que se comparte, se tienen conversaciones sobre el tema de forma normal. En un trabajo que tuve en un banco hablábamos del tema, y en esas conversaciones siento que hay responsabilidad y se tiene una práctica mucho más higiénica.

Nosotros somos una generación un poquito más consciente en estos temas y acá tenemos la  facilidad de consumir sin clandestinidad, sin que el policía te estigmatice en la entrada y que te requise como un criminal, eso gesta una atmósfera más pacífica para el festival y para el consumo. Pero eso es reflejo del nivel de privilegio que tenemos acá respecto al consumo y las drogas, es muy distinto lo que pasa en el meridional pacífico donde hay coca por kilómetros y es un negocio industrializado en el que hay campesinos trabajando para que nosotros consumamos. Pero creo que cada vez hay más consciencia sobre el ecosistema de las drogas, de la experiencia de consumo y de la política de drogas y el papel de las autoridades. Siento que eso se va a ir resolviendo con el tiempo, es inevitable.

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