Entre lo urbano electrónico y lo rural folclórico, en este nuevo episodio de Sudakas con Sebastián Narváez, una de las revelaciones de la música ecuatoriana de los últimos años: Mateo Kingman.
Su nombre artístico es su mismo nombre de pila. Su historia se empezó a narrar desde la zona rural de Yaruquí, en un páramo cerca de Quito, en Ecuador.
Creció contemplando la vida que surge de la tierra y en la adolescencia se trasladó a la capital. Así, entre lo tradicional orgánico y lo experimental sintético se unieron para darle paso al concepto de la armonía caótica, donde ciudad y selva son uno, dónde la nostalgia de montaña y bosque buscan abstraerse del frenesí citadino, dónde lo urbano electrónico y lo rural folclórico son los puentes para la introspección, para hablar de la naturaleza palpable, del cosmos lejano, del yo que se encuentra en la soledad.
Hoy, en Sudakas, Mateo Kingman, una de las revelaciones en la música ecuatoriana de los últimos años.
