Día #47

«Decidí mostrar que este orden que parece tan «natural» podría venirse abajo con un grano de polvo.»

por

Varios


10.05.2020

Jeanne Dielman 23, Quai du Commerce 1080 Bruxelles, (3h 51m) Chantal Akerman

Vea la película aquí > https://zoowoman.website/wp/movies/jeanne-dielman-23-quai-du-commerce-1080-bruxelles/

O aqui > https://ok.ru/video/1613493504713

«Martes, 22 de abril de 1975. Me piden que escriba una nota de intenciones que no sea el relato de la película. Pienso que no tengo otra intención que contar lo que le ocurre a Jeanne Dielman del martes a las 17h al jueves a las 18h de la misma semana… Entonces me acordé, primero muy furtivamente, luego como un recuerdo fuertemente impuesto, de que quería dedicar esta película a mi madre, de que quería decir: “Para mi madre Natalia conocida como Nelly” -y que dejé de lado esta idea por pudor o censura, mientras que ahora pienso, sin saber por qué, que las palabras “declaración de intenciones” no se pueden ajustar a mi película. También pienso que si no hubiera conocido a mi madre, no habría hecho esta película -que para nada es el retrato de mi madre».

Extraído del catálogo de la Quinzaine des réalisateurs, festival de Cannes, 1975.

Mi madre me dijo: «Chantal, en el plano de las patatas está todo». Es todo lo que me dijo.

Cuando mostramos a una mujer lo que hace, deja de lado lo demás y, al mismo tiempo, no le proponemos otras cosas, es espantoso.

Esta película es la materialización de todas las películas que hice antes.

Tenía 18 años cuando hice mi primera película; era una película sobre una chica de 18 años en una cocina; ella era lo contrario de Jeanne Dielman; tiraba todo al suelo, y al final se suicidaba. No había resignación, aceptación, pero filmaba gestos cotidianos, desfasados también: por ejemplo, daba cera a sus zapatos hasta llenarse de cera las piernas; una película burlesca, bastante divertida, bastante chirriante, que ya tenía como tema lo cotidiano.

Mi segunda película contaba la historia de una joven de 25 años que se daba cuenta de que el matrimonio no tenía nada que ver con el encantador príncipe de sus sueños. Una especie de Madame Bovary. Y luego otras películas. En ésta, Jeanne Dielman, hay una historia. Al principio quería hacer una película con una amiga. Queríamos hablar de una mujer de 45 años, del matrimonio, de la prostitución. Escribimos un guión: una mujer en un apartamento, sus dos hijos mayores, las habitaciones ordenadas. La veíamos hacer el amor con su marido, rápidamente, y por la mañana el marido dejaba dinero en la mesilla de noche. Después de la boda de uno de los hijos, la mujer se iba de casa y se instalaba en otra parte; pero reconstruía el mismo mundo; y como no sabía de qué vivir, recibía a los clientes en su casa.

El cine, es el cine

Era un guión para hacer una película «feminista», donde cada escena ilustraba una idea, una película de «toma de conciencia». Había recibido dinero del Ministerio de Cultura belga para este guión; y cuanto más tiempo pasaba, más me daba cuenta de que no funcionaba. Pasaron meses, estaba muy angustiada. La película no iba a ninguna parte, era una simple ilustración de ideas, no venía de mis entrañas. Y un día, le conté a un amigo la historia de mi madre y de mi tía, y también la de otra tía; y estas historias eran mucho más fuertes que todo lo que había escrito. Una noche toda la película se formó en mi cabeza. La escribí de un golpe. Todo brotaba como en una fuente, era muy extraño, todo se imponía, no era inspiración, sino una maduración de varios meses.

Mis primeras películas tenían ya un aspecto medio-realista, medio-reportaje. Eran fallidas: el reportaje en las películas de ficción es repugnante. Pensé: el cine es el cine, la vida es otra cosa. En Jeanne Dielman, el cine está presente todo el tiempo, vemos de dónde viene la mirada, dónde está la cámara, hay una impresión de verdad, pero nunca permito que se olvide que hay una puesta en escena. En una película, no basta con mostrar la cámara de repente para poner en cuestión el cine. La contradicción debe ir de la imagen al espectador, no debe estar en el interior de la propia imagen.

La ocupación del tiempo

Con esta película, tuve la sensación de llegar lo más lejos posible. Varios meses después de haberla acabado, comprendí su importancia; al principio, pensaba que estaba contando simplemente tres días de la vida de una mujer, pero luego me di cuenta de que era una película sobre la ocupación del tiempo y la angustia, sobre una serie de gestos para no pensar en lo fundamental, que es estar ahí, incluyendo también toda la contradicción de estos gestos; cuando vemos a esta mujer, pensamos que no es posible; al mismo tiempo, hablo de una mujer a la que quiero, que es mi madre. Todo eso resulta muy ambiguo; para mucha gente, Jeanne Dielman puede representar a la mujer ideal, pero cuando vemos la vida de una mujer ideal, es insoportable; sin embargo, no hay ninguna toma de posición por parte de la cámara que diga que es insoportable, es completamente evidente. Para mí es algo muy antiguo y me envía a imágenes de mi madre de cuando yo era pequeña.

«Un segundo, una hora o veinte años…»

Decidí mostrar que este orden que parece tan «natural» podría venirse abajo con un grano de polvo. Porque no es cierto que no haya un esfuerzo por parte de las mujeres por aceptar su condición. Estamos atrapadas en las contradicciones. Yo misma, que he «elegido» vivir de una manera distinta a la de Jeanne Dielman, siento el deseo de formar una familia. Cuando es demasiado fuerte, me pongo enferma, me desequilibro.

En cierto momento, salta. Saltó aquel día porque lo decidí, pero creo que puede saltar en cualquier momento en la vida de una mujer, un segundo, una hora o veinte años. Una mujer es «adorable», de repente tiene una crisis nerviosa, luego vuelve a ser «adorable». No importa de qué mujer se trate, puede ser incluso la más conforme con lo que debe ser, esta mujer se sale de su papel en ciertos momentos. Se suele decir que las mujeres son histéricas, no es por nada. Pero en el caso de la película, es irremediable. Las defensas de Jeanne Dielman han saltado, y me pareció interesante mostrar eso en el momento más fuerte de su opresión: la prostitución; porque las cosas suelen explotar a menudo en relación con la sexualidad. Jeanne Dielman mata para recuperar su orden, no porque haya tomado conciencia de algo. En cierto modo, mantenía una vida adaptada a lo que ella misma había organizado. Había llegado a una forma de equilibrio, no se dejaba llevar, se cuidaba, se vestía. Evidentemente, se levanta por las mañanas por su hijo: es una película de amor, ama a su hijo, por ejemplo, cuando compra botones para su chaqueta, es una gran escena de amor. Y también le gusta hacer ciertas cosas: cuando prepara los escalopes o cuando mezcla la carne picada, por ejemplo. Un placer casi robado, del que apenas se da cuenta. Pero muchos gestos de mujeres pueden ser agradables; hacer la cama puede ser agradable o lavar los platos, pero lo que en este caso acaba con lo agradable es la repetición.

Publicado originalmente en Libération, el 9 de febrero de 1976.

Traducción del francés de Francisco Algarín Navarro.

Publicado en > http://elumiere.net/especiales/akerman/entrevistaakermandielman.php


[N. de la E.]: Tiempo después de la publicación de este contenido fue removido un retrato de la fotógrafa Marion Kalter que fue usado sin autorización por parte de la artista para su reproducción. Pedimos excusas por la infracción y aclaramos que esta es una publicación de difusión sin ánimos de lucro

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