“Veo los festivales de música como una oportunidad para hablar sobre el cambio climático de una manera más creativa”: Mohsen Gul

En el marco del EcoForo 2025 el especialista en finanzas climáticas: Mohsen Gul, explica cómo los festivales de música pueden convertirse en espacios reales de sostenibilidad y acción frente al cambio climático. Desde su trabajo con el British Council Colombia y el Ministerio de las Culturas, propone ver estos eventos como microciudades donde la cultura, la economía y el ambiente se encuentran.

por

Isaac Vargas


23.10.2025

El Doctor Mohsen Gul insiste en una idea muy necesaria: la sostenibilidad en festivales de música no termina en vasos retornables y discursos. Para que exista de verdad, ésta debe tocar cómo nos movemos, qué compramos, a quién le compramos y quién se beneficia cuando el festival termina.

Gul es consultor del British Council Colombia y especialista en finanzas climáticas, innovación sostenible y justicia ambiental. Por ahora trabaja acompañando al Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes en el diseño de indicadores ambientales para el nuevo Plan Nacional de Cultura 2024–2038, una hoja de ruta que busca mirar la cultura como motor de justicia ambiental y sostenibilidad.

En ese sentido, el Doctor Mohsen Gul propone mirar los festivales como “microciudades” donde se ensayan soluciones reales: movilidad más limpia, compras con criterio, gestión de residuos con inclusión de recicladores, medición transparente y beneficios para las comunidades que habitan los parques y barrios donde ocurre el evento.

Pudimos hablar con él en el marco del EcoForo 2025: Festivales de música comprometidos con el medio ambiente, un evento organizado por el Instituto Distrital de las Artes, en alianza con el British Council Colombia. Nos contó sobre el ecosistema completo que hace posible que un festival sea sostenible (organizadores, proveedores, patrocinadores, Estado y público), de la responsabilidad compartida en eventos masivos y gratuitos, de los límites y posibilidades del sur global —con sus problemas sistemáticos— y de por qué la conversación debe madurar del “verde” al “regenerativo”. 

Acá la entrevista para 070:

En Bogotá y otras ciudades de Latinoamérica se están promoviendo cada vez más festivales con enfoque en la sostenibilidad, como el festival Petronio Álvarez en Cali, Selvámonos en Perú y se ha convertido en un objetivo a perseguir por parte de los Festivales al Parque en Bogotá. ¿Qué significa realmente para ti que los festivales de música y los eventos culturales se sumen a la conversación sobre el medio ambiente?

Veo tres razones por las que los festivales importan en este debate. Primero, son muy visibles, miles de personas se reúnen, los medios prestan atención. Es un lugar de gran valor y prestigio. Nos permite comunicar sobre el clima de forma amena. Segundo, aborda diversos aspectos de la sostenibilidad y la acción climática, desde la alimentación hasta los viajes, los residuos y las actuaciones, y el contenido técnico disponible. Y tercero, para mí, los festivales se convierten en una especie de laboratorios de sostenibilidad, donde se pueden probar, por ejemplo, opciones de alimentación ecológica, mejores opciones de viaje, mejores maneras de gestionar los residuos, cómo podemos hablar sobre diferentes aspectos de los problemas ambientales a través de actuaciones técnicas, utilizando el arte, la cultura y diversas vías, como la música y la danza. Es una forma muy creativa de resolver, o al menos animar a la gente a resolver, los problemas climáticos.

Además, un festival es una gran ocasión para levantar datos y entender comportamientos del público: con encuestas en la compra de entradas o preguntas en el acceso se pueden mapear patrones y tomar mejores decisiones. Hablar del clima desde la cultura nos permite salir del lenguaje científico y volverlo experiencia. Pero necesitamos ampliar la perspectiva y comprender por qué los festivales o diferentes instrumentos culturales son importantes para la sostenibilidad o la acción climática como debate. 

¿Y cómo se relaciona esto que hablamos con el Plan Nacional de Cultura de 2024 a 2038 en el que estás colaborando con el Ministerio de Cultura?

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El Plan Nacional de Cultura de 2024 a 2038 es histórico. Es la primera vez que reconoce explícitamente la biodiversidad o la biocultura, así como los enfoques territoriales necesarios, que buscan celebrar la sabiduría de los pueblos indígenas, los afrocolombianos, las comunidades locales, junto con las industrias creativas. Y eso nos permite pensar en los festivales y en estos instrumentos creativos de las plataformas, esos laboratorios vivos donde las personas pueden reunirse y compartir sus experiencias vividas sobre las cosas que viven juntas. Por ejemplo, las inundaciones, las olas de calor, todos los riesgos climáticos que viven a diario. Pero también hay que pensar en oportunidades creativas para resolver algunos de estos problemas, ¿no? Así es como veo los festivales, como una oportunidad realmente emocionante para hablar sobre el clima de una manera no científica ni tradicional, sino mucho más creativa.

Un festival concentra multitudes, mueve toneladas de insumos, genera residuos y depende de infraestructura temporal. ¿Tiene sentido hablar de “festival sostenible”? ¿Acaso los hay totalmente? ¿Es posible que un evento masivo sea completamente responsable con el ambiente?

Pensemos en ecologizar cualquier festival —tenga o no discurso ambiental—: revisar cadena de suministro, logística, energía, residuos, alimentación. No todo será “verde” porque hay factores fuera del control del organizador (por ejemplo, la disponibilidad de materiales o políticas sobre plásticos de un solo uso), pero sí se pueden mejorar tramos clave de la cadena de valor.

Ahora, los festivales con foco climático. Su auge es positivo, pero a veces se interpreta que solo “vale” lo que se nombra explícitamente como “verde”. No es así. Se trata de definir la sostenibilidad, lo ecológico o la acción climática. A menudo, la gente ve la sostenibilidad desde una perspectiva muy física: residuos, logística y cadena de suministro de alimentos. Así es como ven los festivales ecológicos. Hay todo un aspecto (…)económico y ambiental, que son componentes clave de la sostenibilidad. Cualquier festival podría, en esencia, centrarse en la sostenibilidad de diversas maneras.  Por ejemplo, un festival que visibiliza músicas indígenas o afrocolombianas, que fortalece economías locales o que integra a recicladores, también está haciendo sostenibilidad, aunque no lo etiquete así. La idea no es encasillar la creatividad, sino integrar componentes sostenibles en lo que cada festival ya hace —y hacerlo con responsabilidad y métricas.

El foco suele ponerse únicamente en el organizador. ¿Quiénes más deben estar en la mesa para que el esfuerzo no sea simbólico?

Es un ecosistema: organizadores, proveedores, patrocinadores, sector público, academia, organizaciones comunitarias y sociedad civil. Por ejemplo, el British Council Colombia fue un socio clave en el EcoForo. Esto demuestra cómo la sociedad civil y las organizaciones internacionales de desarrollo también pueden apoyar este mandato. También se trata de pensar cómo los académicos, universidades y escuelas pueden formar parte de este proceso, cómo pueden involucrarse las organizaciones comunitarias, cómo podemos pensar en involucrar realmente al gobierno en la toma de decisiones.

Lo que creo, lo que he percibido que realmente falta es que los organizadores de festivales se unan para tener una especie de voz unánime en este espacio. Porque a menudo lo que sucede es que en cualquier festival, todos trabajan solo para su festival, pero ¿cómo podemos aprender unos de otros? ¿Cómo puede el próximo festival ser más ecológico que el anterior? ¿Cómo puedo no generar tantos residuos basándome en el aprendizaje de otro colega que lo habría hecho en otra parte del país o en otro lugar? Necesitamos ese tipo de aprendizaje, intercambio de conocimientos y coordinación dentro del sistema para que se unan.

El sector privado también es un componente clave. No deberían ser vistos solo como patrocinadores, sino también como socios para impulsar algunos de estos objetivos, desde un mejor control de las emisiones de carbono hasta una mejor gestión de la cadena de suministro. ¿Cómo puedo reducir mis emisiones de alcance uno, dos y tres durante todo el proceso del festival? ¿Cómo puedo asegurarme de que los proveedores de los que obtengo mis alimentos, verduras y alimentos, sean de origen ético y neutrales en carbono? Estas cosas no solo deben provenir de los organizadores, sino también de otros actores del sistema. 

Tú has estudiado este tema de la sostenibilidad de los festivales y eventos culturales en distintos países, ¿en dónde, dentro de todo este entramado de instituciones, suele romperse la cadena?

Creo que es una cuestión de dinero. Al final, lo importante es el resultado final, ¿no? Si algo va a costar mucho más por ser respetuoso con el medio ambiente, que por algo más fácil de conseguir y más barato, los organizadores optarían por una alternativa más económica porque no cuentan con la presión legal ni regulatoria. Si, por ejemplo, el gobierno lo exigiera, solo se podría producir electricidad solar en el recinto. Pero si no se cuenta con ese tipo de estándares o presión regulatoria, ¿para qué molestarse? (…) Se trata de reconocer que, al final, es una decisión financiera. Y la única manera de impulsar esto es incentivarlos, ofreciendo alternativas. 

¿Qué tipo de incentivos conoces que ya hayan funcionado?

Primero, las alternativas son importantes y el sistema debe producirlas. Por ejemplo, si fueran pequeñas empresas en Colombia que proporcionaran alimentos ecológicos, etc., entonces el organizador tendría un proveedor al que recurrir. Pero si no tienen un proveedor, ¿por qué se molestarían en crear una nueva cadena de suministro? Debe crearse una cadena de suministro asequible donde la financiación sea más fácil de obtener. Y en tercer lugar, necesitamos cumplimiento normativo. Necesitamos estándares. Necesitamos el impulso de los gobiernos locales. Incluso los patrocinadores y socios deberían decir: «Solo trabajaremos si X, Y, Z se hace bien». Eso presionaría a los organizadores para que lo hagan mejor. 

Hablemos de lo público. Esta conversación ocurre en el marco del EcoForo de Idartes, la entidad distrital detrás de los Festivales al Parque en Bogotá. ¿Qué responsabilidades adicionales tiene el Estado al organizar eventos gratuitos y masivos? ¿Y cómo debería exigir criterios ambientales y de justicia climática a privados como las promotoras Páramo Presenta u Ocesa?

Esa es una muy buena pregunta, la verdad. Creo que se trata de comprender realmente cómo su responsabilidad va más allá de los logotipos, las alianzas y la logística. Se trata de cómo pueden ayudar a establecer estándares, modelar ciertos comportamientos y ayudar a construir ese ecosistema que nos permitirá utilizar los festivales como queremos. Un par de responsabilidades, creo, son el liderazgo estratégico y, en cierto modo, la alineación de políticas. Por ejemplo, los artistas… ¿Se puede hablar de cómo los objetivos de sostenibilidad de los festivales se alinean con las estrategias climáticas de las ciudades o nacionales, o con el Plan Nacional de Acción Cultural? ¿Cómo puede el festival demostrar la contribución de las culturas a la mitigación y adaptación climática? Lo importante es hablar el idioma. Luego viene el establecimiento de estándares y modelos de contratación.

Por ejemplo, podemos introducir contratos obligatorios de pérdidas de sostenibilidad y contratos con proveedores, o considerar la presentación de informes de carbono y recursos como un requisito clave para contratistas y proveedores. Pero esto no se puede lograr simplemente diciendo que se ofrece un palo y no una zanahoria.

También es necesario fortalecer la capacidad del sector. Por lo tanto, se pueden utilizar múltiples festivales para preparar y capacitar a pequeñas organizaciones culturales o a actores más grandes, como mencionaste, en producción sostenible, gestión de residuos y prácticas de economía circular. También se trata de asociarse con el público. Su comportamiento impulsa el éxito de más festivales de este tipo. Por lo tanto, es fundamental colaborar con escuelas, universidades, ONG locales, diferentes museos creativos, clubes, etc., para impulsar ese comportamiento en este espacio. Y creo que es fundamental medir e informar.

Por ejemplo, con el trabajo del Ministerio de Cultura en el Plan Nacional de Cultura hasta 2038, estamos trabajando en el desarrollo de indicadores clave que nos permitan medir el impacto del sector cultural en este ámbito. Porque lo que no se puede medir, lamentablemente, a menudo no se puede vender. Y para conseguir esa demanda, dinero y recursos, los festivales deberán estar más organizados en este ámbito.

También deberán medir de forma más sistemática y luego deberán informar. Si las instituciones públicas pudieran informar sobre los festivales y las oportunidades que reciben apoyo, podríamos usar esa evidencia para impulsar una mayor financiación y movilización de recursos en este ámbito. Y, finalmente, debemos contagiar aprendizajes: compartir experiencias a nivel nacional y regional para acelerar la curva del sector.

Hablando de experiencias a nivel regional, ¿cuáles son los principales desafíos del Sur Global —y de Colombia— para lograr festivales sostenibles?

Lo primero es sobre este entorno propicio que mencionaba, la falta de una cadena de suministro, la falta de alternativas en la economía circular, porque nunca hemos invertido realmente en este aspecto de la economía, en la economía regenerativa, no nos hemos centrado realmente en eso. Por lo tanto, dependemos de alternativas más baratas, asequibles y no respetuosas con el medio ambiente que existen en nuestro sistema. Ese es el principal obstáculo para lograr un festival verde y sostenible. Por otro lado, para muchos países del sur global, como la mayoría de los países del mundo, se trata de tener un sistema de políticas más fragmentado. Por ejemplo, el Ministerio de Cultura debería trabajar con los Ministerios de Clima, Educación y Salud, y todos juntos para realmente cumplir con estos esfuerzos colectivos.

La financiación, de nuevo, es un gran problema. La mayoría de estos festivales pueden estar patrocinados por grandes empresas privadas, pero serán más como conciertos o menos centrados en la sostenibilidad y el clima. Sin embargo, los festivales orientados a la sostenibilidad a menudo dependerán de subvenciones o patrocinios a corto plazo. Así que sí, realmente no hemos pensado en los incentivos de los beneficios fiscales y las cosas que suceden en muchos otros países para impulsar a los organizadores a priorizar acciones respetuosas con el medio ambiente y la organización de festivales.

Como también dije, los datos son un gran problema. Nunca hemos pensado realmente en que tengamos que recopilar datos de todos los eventos culturales de los festivales sobre emisiones, movilidad, viajes y alimentación. Debido a eso, realmente no tenemos puntos de referencia para comparar el progreso. Así que se trata más de una cuestión improvisada y de rutina, en lugar de un esfuerzo sistemático para usar festivales en este lugar. Además, en el sur global, debemos reconocer que existe una gran brecha entre zonas rurales y urbanas. La mayoría de estos festivales suelen celebrarse en centros urbanos, ¿verdad? Y los festivales fuera de las grandes ciudades, como, por ejemplo, Bogotá o Cartagena, necesitarán depender de generadores diésel o materiales de un solo uso, porque fuera de las grandes ciudades, es posible que no tengamos la infraestructura adecuada para ofrecer festivales ecológicos. Así que la sostenibilidad no se puede lograr a nivel de eventos sin eliminar algunas de estas barreras a nivel de infraestructura, especialmente en zonas periurbanas, rurales o pequeñas localidades, ya que, para empezar, tienen acceso limitado a proveedores, servicios de reparación e incluso transporte público adecuados para el público.

Por último, me gustaría destacar la equidad y las barreras a la equidad en nuestras comunidades. Si bien los festivales pueden no ser una experiencia muy económica para muchos, la gente podría necesitar financiación, reconocimiento y apoyo para asistir a estos festivales. Se trata de asegurar que nadie se quede atrás, ya que serán verdaderamente sostenibles cuando también incorporen la sostenibilidad social. Sin inclusión, estos festivales solo serían una agenda elitista. 

Mirando adelante, en cinco a diez años, ¿cómo imaginas el panorama de los festivales de sostenibilidad en la región?

Que en los próximos cinco años pasemos de estos festivales verdes a festivales realmente regenerativos que realmente impulsen el cambio climático y que causen menos daño al medio ambiente. Que tengan un impacto positivo en la comunidad. Que realmente estén restaurando los ecosistemas locales. No solo compensamos las emisiones según X, Y, Z, sino que realmente intentamos hacerlo de forma sostenible. Espero que en los próximos 5 a 10 años nuestra comprensión y la naturaleza de las conversaciones sobre clima y medio ambiente hayan madurado. No se limitarían a, por ejemplo, sesiones de concienciación sobre la acción climática, clubes y demás. Se habrían desarrollado acciones reales sobre el terreno donde se puede participar activamente.

Que se trate de espacios creativos, espacios seguros donde nos reunimos, por ejemplo, para crear música con botellas de plástico del océano, basándonos en la experimentación y la participación activa, en lugar de simplemente decir: «¿Deberíamos conocer los Objetivos de Desarrollo Sostenible?», «¿Sabes qué es el cambio climático o el efecto de los gases de efecto invernadero?». Vayamos más allá. Se trata de profundizar en la compleja conversación, porque se está convirtiendo en una realidad. Es una realidad cotidiana vivir con los riesgos climáticos actuales. Así que cuanto antes aprovechemos estas oportunidades para resolver problemas, mejor que simplemente hablar de ellos.

Finalmente, me encantaría ver cómo la digitalización podría utilizarse para mejorar las experiencias de los festivales, desde la IA hasta la realidad virtual y las tecnologías de vanguardia. Cómo podemos usar la tecnología para que sean respetuosos con el medio ambiente y permitir esa modalidad híbrida.

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