¿Qué #$%& pasó ayer en Bogotá?

Estudiantes acorralados por el Esmad, un policía envuelto en las llamas de una molotov, una marcha que se tomó por primera vez las calles del norte de Bogotá, el retumbar de las bombas y los medios hablando de rutas para volver a casa, fútbol y “vándalos”. Cinco columnistas invitados trataron de explicar el caos de la marcha de los estudiantes.

por

cerosetenta


09.11.2018

¿Qué le pasó a los medios?

Por Omar Rincón, crítico, profesor y periodista

No hubo sorpresas. Todo sigue las mismas rutinas de siempre. Cerca del poder institucional (a favor de la policía y los gobiernos), lejos de las demandas sociales (los estudiantes) y sin comprensión de la complejidad de las realidades. Se privilegia el directo por eso se transmite sin contexto y sin datos como si fuera un partido de fútbol: de un lado las fuerzas del orden y del otro los desadaptados (estudiantes, hinchas, ciudadanos). Se narra desde el caos, se busca el culpable en el débil.

Y si es en directo, los modos de informar son comprensibles y válidos porque los periodistas y medios ponen el énfasis en la mayoría que sufre:  

(1) Los ciudadanos que no pueden usar Transmilenio, que no se pueden mover por la ciudad, que se desesperan con esta ciudad que no los quiere. Los medios expresan, entonces, esta frustración ciudadana de habitar una ciudad que colapsó. Y se informa en directo ese caos desde las calles y estaciones de Transmilenio.
(2) Las fuentes del poder. El periodismo narra al poder y si nuestros gobernantes no entienden ni empatizan con los dolores ciudadanos, no se interesan en saber qué pasa con la bronca social y solo saben reaccionar con fuerza… pues se informa de igual modo. Por eso lo importante es contar que el Alcalde exige reprimir y el presidente anda de farándula con Maluma, Fonseca, Vives, Silvestre Dangond… y que viva la fiesta.
(3) La ciudad colapsó. Bogotá es la ciudad inmóvil, cínica y arrogante que han construido al autoritarismo y arrogancia de Petro y Peñalosa. En ese caos, los ciudadanos queremos creer y nos aferramos a la posibilidad del fútbol, pero tampoco hay esperanza ahí porque Santafe y Millonarios, como la ciudad, fracasaron.

Los medios deberían ser mejor que nuestros gobernantes y ciudadanos, pero para eso habría que: contextualizar (¿Por qué las marchas? ¿Qué piden? ¿Qué respuestas concretas y no retóricas da el gobierno?); comprender (¿Qué hace que haya esa bronca violenta de los jóvenes?, ¿Cuál es el papel de la policía en provocar violencias?, ¿Tal vez no sería mejor que no hubiese robocops reprimiendo y dejar expresarse a los jóvenes?); y explicar con datos, documentos y fuentes qué es lo que está pasando en una ciudad como Bogotá.

Los medios no pueden hacer más que lo que hacen nuestras élites: reprimir, ignorar al ciudadano, gozar con Maluma y gritar gol cada vez que un político gana su corrupción del día. No todo es culpa de los medios.

¿Por qué salieron a marchar con tanta bronca?

Por Khristian León, representante estudiantil Universidad Nacional

Es lamentable que lo que se  llevó el protagonismo de la manifestación no fueron los reclamos de los estudiantes sino los actos violentos que llenaron las redes sociales y los medios. Nosotros sabíamos que iba a haber congestión de vías: la autopista norte es una de las principales arterias de la ciudad. Sabíamos que íbamos a llamar mucho la atención.

La decisión de ir a la calle 100 fue consciente. Se planteó en una asamblea de estudiantes en la sede de la Nacional como una manera de llegar a otros sectores de la ciudad: que más gente se entere de lo que está pasando y no siempre interpelar a las mismas personas. Una movilización se hace en tanto es efectiva.

Pero la bomba molotov que lanzaron a RCN, y que los medios difundieron, se convirtió en una justificación para que nos atacaran. Se supone que el ESMAD representa la fuerza legítima del Estado, pero en este caso su respuesta no fue legítima: hubo sevicia, hubo barbarie. Los estudiantes que quedaron encerrados en el Éxito de la calle 97 estaban siendo amenazados y solo los dejaron salir después de tomarles foto, pedirles sus documentos de identidad y guardar sus teléfonos de contacto. Eso no debe ser.

Lo de ayer también es una especie de toma de la ciudad, al irnos por varias vías diferentes. Se pensó en esos términos. Pero a todos nos levantaron. Nos iban a levantar con capuchos o sin capuchos, con rayones o sin rayones, con tropel o sin tropel.

Hubo un uso desmedido de la fuerza. La orientación de “levantar” a los estudiantes tuvo respuestas violentas, y eso terminó de azuzar la marcha. Pero ellos hicieron la agresión inicial. Hubo heridos de lado y lado. A nosotros, los de la Nacional que estábamos en la calle 100, nos levantaron a pesar de que no teníamos ni ping pones de pintura, ni encapuchados. Parece que llegaron con la orden de levantar. La prueba es que algunos estudiantes empezaron a aplaudir cuando sonaron las explosiones de las bombas de gas: pensaron que era pólvora. Eso muestra que en ese momento no había tensión. Luego se dieron cuenta que no era pólvora sino que estaban haciendo una levantada desmedida, correteándonos por todas las calles como podían, nos encerraron en el barrio en el que estábamos.

Lo de ayer también es una especie de toma de la ciudad, al irnos por varias vías diferentes. Se pensó en esos términos. Pero a todos nos levantaron. Nos iban a levantar con capuchos o sin capuchos, con rayones o sin rayones, con tropel o sin tropel.

¿Estuvo bien reventar RCN Radio?

Por Luisa Isaza, Asesora legal de la Coordinación de Defensa y Atención a Periodistas

A algunos manifestantes en las protestas del paro nacional estudiantil se les volvió costumbre atacar las instalaciones de RCN Radio con bombas, primero de pintura y ahora explosivas. Las pinturas y graffitis de octubre generaron el rechazo de varios medios de comunicación y periodistas. Sin embargo, también proponen una pregunta: ¿son estos rayones un ejercicio válido de la libertad de expresión o son sólo vandalismo?

Para un grupo que reclama mayor espacio en la prensa, un graffiti justamente en las paredes de un medio de comunicación puede ser un poderoso acto de comunicación y de protesta. Por esos días un tuitero, en apoyo a los estudiantes dijo: «¿querían que hicieran sus críticas en letra Times New Roman 12 y justificada?» En efecto, reducir el graffiti al vandalismo en estos casos sería trivializar la crítica que han hecho los estudiantes al cubrimiento que los medios han dado a sus protestas.

Agarrarse de las acciones de violencia minoritarias y olvidar el cubrimiento de la esencia de las protestas también perjudica la calidad del debate y el pluralismo informativo.

Lo anterior cambia cuando pasamos de los graffitis a los explosivos. Acá ya nos paramos por fuera de los límites de la libertad de expresión. Hay quienes justifican incluso estos hechos y recuerdan algunas acciones violentas de mayo de 68 en Francia. Mi opinión es distinta: la violencia es poco estratégica y más conseguirían los estudiantes teniendo a los medios como aliados. Esta mañana en entrevista en La W, Jennifer Pedraza, líder estudiantil del paro, rechazó estas acciones sosteniendo que ellas «solamente le hacen daño al movimiento» y que «todos quienes las usen dañan la causa de la universidad pública, son enemigos de este movimiento». Desde mi punto de vista, estas acciones no le hacen ningún favor a la causa estudiantil y le dan excusas a aquellos, como el Ministro de Defensa, que quieren meterle mano y «regular» la protesta social.

Sin embargo, lo anterior tampoco pretende quitarle toda la responsabilidad a los medios de comunicación. Agarrarse de las acciones de violencia minoritarias y olvidar el cubrimiento de la esencia de las protestas también perjudica la calidad del debate y el pluralismo informativo. Es necesario que los medios profundicen su cubrimiento más allá de los violentos y que den voz a las otras voces que quieren (y que reclaman que se les permita) intervenir en el debate.

¿Se salió de madres el ESMAD?

Por Hugo Acero Sociólogo, experto en seguridad urbana y Subsecretario de Seguridad de Bogotá en tres administraciones.  

Hay un uso legítimo de la fuerza por parte de las instituciones del Estado. Las policías en general y el ESMAD en particular, reciben un entrenamiento y unos protocolos claros sobre el uso de la fuerza. Dentro de ellos se determina el nivel de gradualidad y proporcionalidad de la misma. La acción es siempre preventiva y disuasiva. Cuando encuentra en la calle algún problema lo primero que debe utilizar es el medio disuasivo y eso supone su presencia y su palabra. Y es preventiva en la medida en que hay policía presente en el recorrido de la marcha, desde que empieza, fluye y termina.

Con los casos de violencia que se presentaron ayer, la policía comienzan a usar niveles de fuerza que, desde el punto de vista de la proporcionalidad, son producto de entrenamiento: el policía sale a la calle con su bolillo, su uniforme y un arma de fuego. Si la persona o las personas a las cuales se dirige gritan, él tiene que mantener la calma. Si esas personas, en cambio, ejercen algún tipo de violencia con las manos o con algunos elementos, él puede utilizar también las manos, pero lo debe hacer ante la amenaza real o ante la acción de fuerza o violencia ejercidas por la otra persona. Pero sigue utilizando su bolillo que, entre otras cosas, está entrenado para utilizarlo y con él inhabilitan o someten. Si, en otro caso, la persona tiene un arma cortopunzante, la policía está alerta de no ser agredido pero también de utilizar su arma de fuego porque puede ser herido o asesinado él u otra persona, entonces puede utilizarla con el fin de que no pase.

El ESMAD es un organismo que existe, básicamente, para controlar multitudes. Están entrenados para tal propósito. Error grande del presidente estadounidense Donald Trump mandar fuerzas armadas y no policías entrenados para frenar multitudes. Error grandísimo del mismo decir que frente a las piedras de los migrantes, responderá con bala. Ahí hay un delito de lesa humanidad. En los países desarrollados se pide un permiso para realizar una protesta y el Estado contesta si efectivamente lo otorga indicando la vía, el sitio, dentro de qué perímetro y de dónde a dónde.

Con respecto a los videos en los que se ve al ESMAD lanzando bombas a protestantes que piden que no se los trate con violencia, hay que decir que donde haya actos de abuso de la fuerza pública deberán ser investigados y, desde luego, juzgados y condenados de manera ejemplar. Cualquier autoridad, en este caso la policía, si comete abusos, debe someterse a la indagación. Son autoridades que también están entrenadas para respetar los derechos humanos y no para lo contrario. Internamente deben investigar cuando pasa algo anómalo y se debe hacer desde el punto de vista legislativo. Si hay un delito, desde luego la Fiscalía y los jueces determinarán si se cometió o no con pruebas y con elementos que permitan, a los competentes y a quienes hacen control interno, poder tomar decisiones. Una protesta o una marcha tampoco es una excusa para abusar del poder.

¿Nos creemos el mito de los infiltrados en las marchas?

Por Jennifer Pedraza, vocera de la marcha universidad Nacional

Yo sí creo que son infiltrados que existen en todos los países y en todas las movilizaciones sociales. La movilización de ayer fue completamente pacífica la de la nacional hasta que llegamos y el ESMAD nos agredió. Las cosas que yo vi ayer no hacen parte del espíritu de los estudiantes y de los profesores. Es muy claro también que hay una decisión política del Gobierno Nacional. Hoy, por ejemplo, salió el alcalde de Bogotá a decir que mano dura contra cualquier movilización. Es difícil porque al tiempo que el gobierno es intransigente en la mesa de negociación, al tiempo que manda a los rectores a cancelar los semestres, ahora los alcaldes nos van a levantar con el ESMAD cada vez que queramos movilizarnos. Eso es asfixiar el derecho a la protesta pacífica que nosotros defendemos y no sólo afecta a los estudiantes sino a cualquier colombiano que quiera movilizarse por una causa. Lo mismo le puede pasar al partido del presidente Iván Duque que también ha llenado las calles en movilizaciones pasadas. Yo defiendo su derecho a movilizarse, la de todos los sectores sociales, a hacerlo de manera pacífica. 

Nosotros estamos pensando estrategias para mitigar la violencia, pero pedimos tiempo para conversar y blindar nuestro movimiento de las manifestaciones violentas que solo sabotean nuestra causa. Provenga de donde provenga, nosotros rechazamos el uso de la violencia. ¿Autocrítica? Yo considero  los estudiantes tenemos mecanismos para blindar nuestra manifestación como gritar «Sin violencia», entre otras cosas. Hay medios de comunicación que me preguntan por qué no sacamos a las personas encapuchadas. Eso es ponernos en peligro. Estamos hablando de gente que ni siquiera es de la comunidad universitaria. Pararse ante esta gente y enfrentárseles es asumir un riesgo. Esta sí es una labor de la fuerza pública.

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