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La Naranja Mecánica (1971) / Stanley Kubrick

Trauma Tormentoso. Sí, así lo recuerdo. Inicia una mirada penetrante, un gesto macabro que se percibe por los ojos, ¡y qué ojos! Azules y profundos, maquillados. Qué digo maquillados, como si fueran dos. No, era sólo uno, una pestaña postiza que adornaba su ojo, no digo ni izquierdo ni derecho pues se confundiría usted. Si […]

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Curso Arte & Cine


27.10.2018

Trauma

Tormentoso. Sí, así lo recuerdo. Inicia una mirada penetrante, un gesto macabro que se percibe por los ojos, ¡y qué ojos! Azules y profundos, maquillados. Qué digo maquillados, como si fueran dos. No, era sólo uno, una pestaña postiza que adornaba su ojo, no digo ni izquierdo ni derecho pues se confundiría usted. Si le digo izquierdo, mirará usted a su izquierda, pero ignorará que al ser él quien lo está mirando, en realidad resulta ser el diestro. Pero qué ocurrió después, qué tiene que ver un ojo medio pintado en todo este asunto, ¡todo! En una sola mirada se abre la perversión, se revela la esencia del individuo.

El cuadro se abre y oh infamia de la que son víctimas mis ojos, un lugar tan perverso y erótico, lleva a la mente a comprender el lío en el que se metía. El tiempo fluye como un río tortuoso, donde el tiempo avanza pero no avanza. La agresión perpetrada, el irrespeto al cuerpo y a la esencia del ser; imagínese usted, que sólo lee esto, de lo que estoy hablando. Imagínese un acto de violencia carnal tan fuerte que la mirada se resiste a ver, mientras la música de fondo disminuye el impacto de la imagen. Una curiosa combinación que se hace presente durante todo el filme.

¡Ah! Ahora entiende usted de lo que hablo. Sí, un filme. Una escena que impacta tanto que impulsa a hablar de ello, un personaje tan perverso que justifica una tortura que le será aplicada. Pero qué es esa corrupción del ser ¿ah? “habrase visto”. Dígame usted señor lector: ¿Le parece justo a usted deshumanizar al hombre y separarlo de su capacidad de decisión por medios torturantes, por el hecho de ser un ser abominablemente cruel? ¿No es esa forma una forma de perpetuar la crueldad bajo diferentes nombres?

Para exentarme de una respuesta simplemente diré que cumplo el papel de narrador omnisciente y en mí no cabe obligación alguna de responder esas preguntas. Sólo recalcaré el trauma que, quizás, ver esto me haya dejado.

— Diana Carolina Rodríguez

El miedo que hay en SER un ser humano

El miedo puede considerarse como un buen motor de destrucción o de impulso. El miedo nos recorre con frecuencia, desde miedos efímeros hasta grandes miedos que cargamos constantemente, incluso hasta la sociedad o su organización o el mismo arte son impulsados por el miedo.

Mientras observaba la película solo pensaba que estaba siendo succionada por una cantidad de violencia, de todos los tipos, que me consumía, pero al mismo tiempo y de manera ominosa sentía cierta empatía con Alex y temía. Es increíble el miedo que nos recorre al pensar que no somos la persona que desea la sociedad, que no debe ser, que no es buena ¿Hasta dónde van los límites de lo bueno y lo malo? ¿Quién lo determina? Todos somos un poco muy grises, llenos de contrastes de “bien” y “mal”, con la carga de un pasado, de una crianza, de una lengua, de un comportamiento, de unos valores morales, llenos de miedo de experimentar en y con los otros durante el proceso de transformación propia.

Alex no es una buena persona.

Alex no es una mala persona.

Alex es una de las muchas representaciones del ser humano, de la cosa extraña que implica ser un ser humano, tal vez por eso nos genera tanta empatía, dolor y hasta ternura. Obviamente respecto a esa lógica esta película no estaría haciendo nada excepcional ya que básicamente eso es lo que hacen la mayoría de películas y de manifestaciones artísticas. Pero lo interesante y particular, que diferencia a esta película y su representación de lo humano, es que a través de acciones transgresoras es posible poner en juego el miedo y la necesidad de ejercer un control sobre esa liberación. Alex es un problema para las diferentes instancias de control (familia, Estado, religión, ciencia) porque no es lo que se espera que sea, por ello genera temor y es peligroso. El verbo ser es el primer verbo que aprendemos cuando estamos aprendiendo otro idioma, ya que es fundamental que sepamos y podamos verbalizar lo que somos. Y mientras tratamos de seguir un montón de leyes y ser un montón de cosas que realmente no somos simplemente estamos dejando de SER seres humanos por miedo, para que otros sean por nosotros.

— Maria Alejandra Cubillos

El Autómata

La película La Naranja Mecánica es una película de 1971 dirigida por Stanley Kubrick basada en libro del mismo nombre escrito por Anthony Burguess. La película cuenta la historia de Alex, un joven británico adicto al placer que le genera los actos de ultra violencia en especial las peleas clandestinas y la violación. La película es una visión distopica del Reino Unido y emplea la violencia para hablar de varios temas sociales como la delincuencia y la moralidad.

La película está llena de simbolismos desde la música de Beethoven la cual es pieza importante en la narrativa de la película, el nombre del protagonista, la representación de la mujer y hasta el mismo título de la película. El título de la película y el libro en español es A Clockwork Orange lo que en realidad significaría algo como el hombre mecánico o el autómata ya que en malayo la palabra Orang significa persona o hombre, el título de la película hace alusión a cuando a Alex lo someten al experimento Ludovico (Ludwig Van Beethoven) y lo intentan rehabilitar al programarlo para sentirse enfermo al cometer y ver actos de violencia, dejándolo así sin la capacidad de decidir entre el bien y el mal y no poder actuar de acuerdo a lo que él quiera hacer. El nombre del personaje se podría asociar con Alexander The Great (Alejandro Magno), el nombre del personaje es introducido como Alex DeLarge mientras que en el libro el personaje se refería a el mismo como Alexander The Large.

Una particularidad de la película es la omisión del último capítulo del libro, en el último capítulo se muestra que Alex si se reformo en realidad pero no por el tratamiento sino porque el ya no encontraba placer y gusto por la ultra violencia, al final se mostraba a un Alex que ya había madurado. La omisión de esa parte de la historia me pareció una elección adecuada ya que quizás el final “alegre” que tiene el libro puede hacer que la historia de Alex se hiciera menos importante y se llega a un final cerrado. El final ambiguo de la película presenta una idea de que en realidad la esencia humana o la personalidad de los seres humanos no se puede cambiar y que la “maldad” no es redimible.

—Daniel Triana

 

 

 

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