Vuelve GACETA, ¿un salvavidas al periodismo cultural desde el Estado?

El Ministro de Cultura, Juan David Correa, anunció el regreso de GACETA, una revista financiada con plata pública que llega en un momento en el que el periodismo cultural tiene cada vez menos espacios en el país. Un anuncio que ilusiona al gremio pero que deja preguntas sobre las manera en las que un medio cultural pueda funcionar dentro de un ministerio.

por

Eduardo Santos Galeano

@edusantosg


19.04.2024

Arte por Nefazta.

En 2020, durante los primeros días del encierro por la pandemia, se supo la noticia: Revista ARCADIA, el referente máximo del periodismo cultural en lo que vamos de siglo, quedaba suspendida y todo su equipo editorial era retirado por los altos mandos de Semana. Esa prestigiosa casa periodística ahora era el nuevo juguete en la repisa de los banqueros Gilinsky, que no vieron en el proyecto ARCADIA algo que les beneficiaría en su idea de formar el “Fox News colombiano”. 

La “breve pausa” en el impreso ya cumplió cuatro años y lo que fuera una web robusta, cargada con reportajes, crónicas y espacio crítico sobre el acontecer cultural colombiano, pasó a ser otro apéndice del punto com de Semana. Su desmantelamiento es otro de los hitos de la crisis del periodismo cultural colombiano, que también se enmarca en el cierre de otros medios como VICE y Diario Criterio, del que ya no queda rastro en Internet. 

Gaceta revive

A falta de espacios, el ministro de Cultura, Juan David Correa –quién fuera editor de la propia ARCADIA entre 2005 y 2009–, anunció en una entrevista para CAMBIO el regreso de GACETA. Esta publicación estuvo a cargo de Colcultura, predecesor del recientemente rebautizado Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, entre 1976 y 1984 en su primera etapa y entre 1989 y 2001 en su segunda etapa. Su fundador fue el poeta, crítico y periodista Juan Gustavo Cobo cuando trabajó como asesor de Gloria Zea en Colcultura. Cobo también dirigió la revista Eco (1960-1984) donde hizo escuela junto a Ernesto Volkening –ensayista y crítico alemán radicado en Bogotá– y también en Mito (1953-1962) del poeta santandereano Jorge Gaitán Durán, ambas consideradas publicaciones referentes del periodismo cultural colombiano en el siglo XX. 

“El país se merece una publicación cultural que tenga ambición. (…) Es una manera de fortalecer a un gremio que hoy en día no tiene donde escribir”, dijo Correa en esa entrevista, en la que además aseguró que invertirán en pauta en los medios culturales que siguen en pie y fue enfático en que no se tratará de un órgano de propaganda. Una declaración coherente con la historia de una publicación que desde sus inicios se caracterizó por abrir sus páginas a la actualidad cultural colombiana y por cuyas páginas pasaron figuras de la literatura colombiana del siglo pasado como Albalucía Ángel y Jaime Manrique Ardila. Es, además, una afirmación que intenta desmarcar a GACETA de las críticas que han recibido otros medios públicos durante el gobierno Petro: el periodico VIDA de presidencia y más recientemente, la RTVC ahora bajo la dirección de Hollman Morris.

"El tamaño y la complejidad del sector impiden que un solo medio pueda reflejar la totalidad de lo que pasa", Mario Jursich.

“En ningún caso se trata de una revista de propaganda o divulgación de los quehaceres del ministerio. La revista lo que busca proponer es un espacio de diálogo, una conversación. Y esa conversación no puede ser bajo ninguna circunstancia algo endogámico”, recalca Daniel Montoya, editor de GACETA, que ya publicó el primer número dedicado a la selva, y que fue lanzado en la Feria del Libro de Bogotá que empezó hace pocos días. Además de ARCADIA, Montoya menciona a El Magazín de El Espectador, a El Malpensante, a la revista de la UNAM en México, Salvaje en España y Orsai en Argentina como referentes importantes para lo que quieren hacer. “En Colombia existe una tradición de periodismo y crítica cultural que en GACETA deseamos recoger”. 

Otro referente, por supuesto, es la misma GACETA. Aunque no es fácil dar con ediciones de la revista por fuera del catálogo físico del Archivo General de la Nación, una nota de El Tiempo de 1993 da cuenta de una línea editorial amplia en la que profundizaban sobre el arte, la literatura y la filosofía por medio de ensayos, entrevistas y reportajes. Llama la atención cómo desde entonces, sus encargados hablaban de una crisis de la revistas culturales en Colombia y de lo importante que era contar con el respaldo del Estado para poder mantenerse. Aquí habría que mencionar a la Revista Senderos de la Biblioteca Nacional y la Revista de las Indias –que círculo entre 1936 y 1954 con el apoyo del Ministerio de Educación–, otros referentes claves de publicaciones culturales editadas por el Estado. 

Para Nicolás Morales, director de la Editorial de la Pontificia Universidad Javeriana y quien fuera miembro del Comité Editorial de ARCADIA, el regreso de GACETA está enmarcado en un deseo del ministro Correa de hacer al Estado editor y darle el derecho a ser participe de la escena cultural. Sin embargo, dice que es normal que algunos miren esta propuesta con sospecha. “Puede ser problemático en el sentido en que el Estado editor siempre es acusado de canalizar las energías políticas de los gobiernos de turno. No importa que esto venga de una revista de carácter cultural”. Pero agrega que el hecho de tener un ministro de Cultura, que ha sido editor, puede ser una oportunidad para una cartera que en los últimos 20 años ha sacado libros en desorden y no ha contado con una expresión editorial constante. 

Más allá de la promesa del ministro Correa y del editor Montoya sobre una línea editorial independiente sobre la que trabajarían periodistas, fotógrafos y críticos externos al organismo oficial, cabe preguntarse por la razón por la que el Estado debe ser el que lance un salvavidas a un periodismo cultural colombiano cada vez más disminuido. Catalina Ceballos –que ha liderado proyectos periodísticos culturales de raíz estatal en Canal Trece, RTVC o el extinto programa Debate la Cultura de Canal Capital– dice que hay un deber desde lo público de asumir la divulgación de los temas culturales frente a la ciudadanía.

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“Es claro que los medios hegemónicos en este momento de la historia se niegan a poner en la agenda asuntos de interés público y ese es un tema meramente de carácter político. Igual no creo que nos deba preocupar que este tipo de iniciativas vengan del Estado. Las disciplinas artísticas, las prácticas culturales y el patrimonio son en su forma un camino o un medio para poner en la agenda asuntos políticos y sociales y en su fondo invitan a la reflexión, a asumir posición crítica. No importa desde qué orilla ideológica” dice Ceballos. 

Sobre esta misma pregunta, el escritor y periodista cultural Mario Jursich confía en la intención de que GACETA sea una revista plural y que incluya las voces de distintas ideologías, como dijo el ministro Correa en esa entrevista con CAMBIO. Sin embargo, no cree que sea la única gran solución para la crisis de los medios culturales que viene desde hace varios años. “El tamaño y la complejidad del sector impiden que un solo medio pueda reflejar la totalidad de lo que pasa. Ayudará, sin duda, a tener más canales de divulgación para el sector, pero no conviene esperar que resuelva definitivamente problemas que vienen de la educación y de la concentración de los medios en unos cuantos grupos”. 

¿Puede un medio público criticar políticas públicas?

¿Pero qué pasa en caso de que un contenido que sea propuesto para GACETA le haga una crítica a las políticas culturales que vengan del propio MinCultura? Un ejemplo reciente de este tipo de contenidos críticos con el poder, desde medios culturales (aunque privado en este caso), fue el número 161 del impreso de ARCADIA en marzo de 2019. En la portada había una cita de Antonio Caballero que decía “La economía naranja es una visión muy limitada de algo que cubre todo el abanico de lo humano”. En este número, distintas voces criticaron el proyecto de la economía naranja, bandera del gobierno de Iván Duque. 

Sara Malagón, entonces editora de ARCADIA, le dijo a Cerosetenta que en ese entonces la portada no cayó bien en el Ministerio de Cultura dirigido por la abogada Carmen Inés Vásquez. “Obviamente eso no gustó para nada y hubo mucha presión, pero al final logramos sacar la publicación que queríamos”. Una tensión que para Malagón es natural entre los poderes del Estado y el periodismo que quiere ser crítico con la gestión pública. 

Montoya, editor de GACETA, le aseguró a Cerosetenta que un contenido como este sí podría llegar a las páginas de la revista, así esta esté financiada por la propia institucionalidad. Esto en cuanto se trataría de que las discusiones sobre el poder y las políticas culturales tengan un espacio entre los colaboradores de cada número. “Tiene sentido que existan estos temas en la revista porque necesitamos poner en discusión nuestras propias ideas. Conversar y poner en duda nuestras reflexiones nos hace plantear una serie de discusiones posibles. Proponer una conversación entre las páginas es también proponer ser críticos con nosotros mismos. Las ideas crecen y se alimentan del diálogo”.

Una intención de independencia valiosa, a la que el periodista Jursich le suma dos desafíos: encontrar cómo reflejar el estado actual de la cultura de un país que ha cambiado mucho desde la publicación del último número de GACETA en 1997 y dar cuenta de las metamorfosis en el concepto de cultura en ese tiempo. Además, tener la visión para analizar la cultura desde el periodismo abriéndose a disciplinas que le son transversales como la economía, la botánica, la lingüística, la filosofía, la arqueología y la ecología. Por eso, asegura, “no es posible volver a la GACETA de los años setenta, cuando la dirigía Juan Gustavo Cobo Borda, ni a la de los noventa, cuando la tuvo a su cargo Guillermo González”.

"Que el Ministerio lo haga me parece un salvavidas. Un Estado justo y democrático abre caminos y hace innovaciones radicales", Catalina Ceballos.

Al ser una iniciativa tan ligada al propio ministro Correa, editor de profesión y nostálgico de la historia de GACETA, vale la pena preguntarse: ¿qué pasará con la revista una vez que salga del cargo? ¿O cuando este gobierno termine en 2026? Para María Paula Martínez, periodista e investigadora en el Centro de Periodismo de la Universidad de los Andes y parte de Presunto Podcast, la continuidad de GACETA dependerá de su propia calidad editorial y de la respuesta del público. “Si logra ser una revista periódica que de aquí al final del gobierno de Petro tome mucha fuerza, mantiene lo que parece que apunta y se apropia entre las personas, va a ser muy difícil eliminarla. Esa es la forma de blindarla y que continúe en los próximos gobiernos”. 

Sobre esto Catalina Ceballos, quien ha trabajado en medios culturales públicos en distintos gobiernos, dice que la clave está en dos cosas. Primero que la financiación venga integramente del Estado y no de inversores externos y segundo, que al ser publicada refleje el gran entramado del ecosistema cultural colombiano, algo que tiene todo que ver con la apuesta por la descentralización del ministro Correa. “Si en efecto es reflejo de ese entramado de las culturas, las artes y saberes de todo el país, mal haría su sucesor/a en no continuarlo», sentencia. Vale recordar que durante sus dos etapas, GACETA estuvo activa durante doce períodos presidenciales distintos, hasta su cierre en la antesala del gobierno Uribe. Esta clausura, según Nicolás Morales, tuvo que ver con “principios hiper políticos gubernamentales de corto plazo” que no permitieron que la publicación lograra mantenerse durante este siglo. 

GACETA llega con la intención firme de tener una línea editorial independiente de los intereses del gobierno nacional, como ha sido la constante en su intermitente historia. Mientras el ministro sea Juan David Correa hay la esperanza de que estará entonada con un gremio de escritores y periodistas culturales fuertemente golpeados por el cierre de medios en los últimos años. “Que el Ministerio lo haga me parece un salvavidas. Un Estado justo y democrático abre caminos y hace innovaciones radicales”, comenta Ceballos. 

¿Qué trae la nueva Gaceta?

Esta primera edición viene con ensayos, ficciones y crónicas de nombres claves de la literatura y el periodismo colombiano como Juan Cárdenas, Patricia Nieto y Jaime Monsalve. Todos los trabajos que vienen en esta primera edición de la nueva GACETA están enmarcados en la selva como ese lugar desde el que se puede reflexionar sobre La vorágine de Rivera en su centenario, meterse en la cotidianidad del pueblo Muinane o contar la historia del archivo que contiene las sonoridades selváticas de Colombia. «GACETA inicia el relato de nación propuesto desde el MinCulturas con una selva históricamente excluida», comenta al respecto de este número Catalina Ceballos. 

Fiel a la promesa del ministro sobre descentralizar la cultura, hay espacio por ejemplo para Wendi Andrea Kuetgaje Muñoz, indígena uitoto del clan Fieraiai que da un testimonio crudo acerca de las memorias perdidas de las abuelas indígenas a manos del sistema de esclavitud cauchero. También hace un ejercicio potente contrastando las diferentes concepciones sobre la selva que tiene un curandero del Chocó, un guía turístico de aves en el Guaviare y un descendiente del pueblo Tatuyo del Vaupés, entre otros personajes. Testimonios que llegaron a GACETA gracias a la colaboración con periodistas que trabajan en los departamentos del Vaupés, Caquetá, Chocó, Guainía, Amazonas y Meta. 

GACETA será una publicación bimestral –por la que se tienen programados cuatro números más para el 2024–, habrá 10,000 ejemplares por número, se está entregando de manera gratuita en la Filbo, en las más de mil bibliotecas públicas del país, en eventos del Ministerio y llegará a las principales librerías independientes. En este momento la página web de GACETA se encuentra en construcción y estará disponible hasta mediados de año. Mientras tanto se podrá consultar en un PDF abierto.

“Juan David está en este ámbito también un poco nostálgico de tener una revista de cultura en Colombia, porque es que actualmente no la hay”, dice Nicolás Morales de la actual GACETA, en cuyo comité editorial se encuentran nombres como Marta Ruíz, Mauricio Builes, Sergio Zapata y Simón Uprimny. María Paula Martínez, que dispone de varios de los números clásicos de la revista que no se encuentran online, concuerda en la importancia de este regreso para llenar un hueco en el periodismo cultural colombiano: “no se trata solo de revivir un sello como GACETA, sino que en el campo cultural hacen falta más reflexión, más opinión y más historias. Desde el cierre de Arcadia son muy pocos los espacios para esto”. 

GACETA es un salvavidas para el periodismo cultural colombiano que además de representar las buenas intenciones del ministro de turno, deberá encontrar la manera de sostenerse en el tiempo y apostarle a una línea editorial que no pueda ser modificada por los políticos (de turno) en el poder. 

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Eduardo Santos Galeano

@edusantosg


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