Henry Holguín, el periodista al que la Machaca lo picó

Él encontró la historia de la Machaca, él encontró a un nazi en el Putumayo. Omar Rincón, director del CEPER, eligió a Henry Holguín como su periodista colombiano.

por

Omar Rincón


09.02.2016

Famoso cronista sensacionalista del no amarillismo. Tanto que su muerte lo cogió siendo el editor del periódico de mayor venta en el Ecuador: el Extra, el diario del pueblo, donde el título sabroso gana. En Colombia trabajó en varias radios como TodelarRCN y Super. Se volvió famoso en Cromos. Su relato sobre la toma guerrillera de San Pablo (Bolívar) por el comandante del ELN, Fabio Vásquez, enero de 1972, pasó a la historia en la Antología de grandes reportajes colombianos de Daniel Samper Pizano. En Cromos se debía pelear cada semana las seis páginas de relatos con Juan Gossain. Y por eso con la realidad en la mano creó una de las obras mas inolvidables del periodismo colombiano: “Si lo pica la machaca tiene que hacer el amor… o muere”. Luego alucinó a Colombia con sus titulares y relatos en VEA, la revista de lo extraordinario. [¡Lástima, ahora lo extraordinario en VEA y en el periodismo es la farándula!]. Aquí no lo quisimos y se fue a Ecuador y gobernó la crónica sensacionalista NO amarillista. Henry Holguín, un grande del periodismo que nos dejó historias y alucinaciones por herencia. Nació en 1949 y murió en el 2013.

Su periodismo

Holguín es un referente de la ‘crónica roja’ en los años setenta. Fue el creador de la escuela sensacionalista NO amarillista y por eso firmó un manifiesto que envió con otros 91 periodistas a la Sociedad Interamericana de Prensa, en el que proponían un tercer camino entre la prensa seria y la amarillista. Un sensacionalismo que no inventara ni utilizara a niños y enfermos.

Desde siempre reconoció la sangre, y aprendió a quererla y sacar noticia de ella. Gossain dice que también sabía distinguir el olor de la muerte. Tanto que cuando su inauguración periodística en tono sensacionalista fue con la historia de La bella Judith. Y cuenta la prensa que Holguín contó que “una mujer me llamó y me dijo que de la casa de al lado salía un mal olor. Llegamos con el fotógrafo, saltamos una tapia y encontramos el cadáver de una bella mujer acuchillada 19 veces. Hicimos las fotos y cuando salimos le dijimos a la señora que no se preocupara, que tan solo era un gato muerto. La historia la queríamos solo para nosotros, pero cuando la Policía supo que habíamos mentido, nos pusieron presos”. Pero cumplió: ser el primero, quería ser el primero que publicara una historia.

Según, se lee, Holguín diría:

1. Suerte.

2. Nuestro deber es gritar donde otros susurran.

3. Inventar fantasías periodísticas: titular e interpretar de manera única.

4. Generar sensaciones al usar el tono emocional, explosivo y sensitivo.

5. Productividad: se va a hacer un reportaje y traer cuatro.

6. Daniel Samper, su jefe en El Pueblo, de Cali, dijo: «Cualidad: no se varaba ante nada. Defecto: no se varaba ante nada».

 

El nazi y la machaca

– En 1970, entró a Cromos y se encontró con Juan Gossaín, con el que se peleaban las seis primeras páginas de la revista. Y Holguín se puso a reportear e imaginar.

– Encontró al criminal nazi Martin Bormann en plenas selvas del Putumayo. Tenía el nombre de Juan Harmann. Le encontró 31 coincidencias. Entre ellas, la fecha y el lugar de nacimiento, que habían peleado en la Primera Guerra y que ambos tenían una cicatriz que les dejó una herida de bala debajo del ojo derecho. A Juan Harmann, el presunto criminal, lo hizo encerrar en Pasto y la prensa de todo el mundo fue hasta allí. Pero cuando llegaron las huellas dactilares se comprobó que no era. Holguín insistió en la veracidad de su escrito. Porque, ¿qué carajos hace ese viejito allá en la selva escondido? De todas maneras, fui portada de varios periódicos internacionales que titularon: Este encontró a Bormann.

– Pero fue la MACHACA, la marca de su éxito.

– Descubrió la machaca, un insecto que mataba a quien picaba, si este no hacía el amor en las siguientes 24 horas. Alucinamos con el cuento: camisetas, llaveros, canciones, postres, bebidas, ungüentos. La machaca fue la moda en nombres para fuente de soda, buses o moteles. Había hasta bailes sobre la machaca. Pero un científico demostró que el maldito bicho no picaba. No importa el mito quedó.

– Y así comienza esta crónica-invención del grande HENRY HOLGUIN:

“Cuidado… no se deje picar de la machaca”. La advertencia, que escuchamos en una maliciosa voz de mujer, en el Putumayo, nos intrigó. Y preguntamos por la “machaca”. Es un insecto grande (puede medir hasta 10 centímetros de largo y sus alas abiertas alcanzan de extremo a extremo hasta 5 centímetros), que habita selva adentro, donde la tierra se convierte en masa verde y espesa.

Según la leyenda, “a quien pica la machaca… tiene que hacer el amor o de lo contrario muere”. En un principio creímos que se trataba de tonterías inventadas por la gente, pero poco después debimos convencernos de que la leyenda tiene algo de verdad.

En el Putumayo la gente cree firmemente la historia de la machaca, el insecto del amor y el sexo. Se narran infinidad de casos de personas incrédulas que murieron revolcándose en la tierra con terribles dolores, por no creer en las extrañas cualidades del animalito.

El animal más feo después de muchos días de búsqueda, descubrimos que Jairo Ríos, el jefe de ventas de la Texas Petroleum Company en el Putumayo, tenía entre su colección de insectos dos machacas disecadas. Inmediatamente nos pusimos en contacto con él y gracias a su colaboración fotografiamos los peligrosos animales.

Escuche una entrevista de Holguín sobre la Machaca. Lea acá la novela de Henry Holguín Diario de un reportero condenado a muerte.

 

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