Alfredo Molano: El Anti-Periodismo

Molano hizo anti-periodismo, ese que no está en los manuales, ese que no se usa en el mainstream colombiano, ese que está prohibido en las clases de universidad. Pero, tal vez, ese es el periodismo que debemos hacer

por

Omar Rincón


04.11.2019

Foto: Sergio González

Murió Alfredo Molano. Lo recordamos como un intelectual de esos que existían antes y se les llamaba “orgánico” porque no contaban la realidad sino que la vivían con cuerpo y mirada propia. 

Sabremos que es de la estirpe de Fals Borda, Torres y Umaña: “Orlando nos abrió la puerta al país real; Camilo, al país posible, y Umaña Luna, al mundo de la ética”, dijo de sus maestros. Será recordado por haber estado siempre comprometido con la paz, ser comisionado de paz, por sus tenis y mochila, por su desparpajo y pasión por sus historias e ideas. 

Y será mencionado como periodista ganador del premio Simón Bolívar a vida y obra. Raro esto de un premio de periodismo a quién hacia anti-periodismo.

1] No fue objetivo, no lo intentaba. Era militante en sus empatías con los pobres, los habitantes de los territorios, los dolores de las víctimas, la ausencia de Estado.  Y el periodismo de academia dice que eso no se hace, que hay que eliminarse como sujeto para narrar la realidad. Molano era duro, muy duro, con los villanos, el statu-quo, los dueños del país, los cínicos del poder, la moralina de los ineptos. Y el periodismo de medios dice que no, que eso no está bien porque se quedan sin pauta y sin licencias.

2] Pensó con su propia cabeza. Y eso es raro en el gremio del periodismo donde pensamos con la cabeza del dueño, del poder, de las fuentes, de los anunciantes y de nuestros privilegios, tanto que periodista parece ser quién obedece a muchos. Una cabeza desobediente y disidente no gusta a los dueños de los medios y los políticos autoritarios.

3] Narraba desde su subjetividad y con su mirada. En el honoris causa que le dieron en la Nacional  dijo “permítanme hablar ahora en primera persona porque es en ella en la que yo he contado lo que me cuentan”. Y eso hizo. Se atrevió a salirse de la mirada oficiosa de la academia, los medios y el poder. Y dijo “escribí en primera persona… No se podía distinguir entre la verdad y la fantasía. Para mí, la cuestión no era de método sino de ética”. Y el periodismo está lleno de métodos para todo, menos para la ética, eso no se enseña, eso se vive. Creía en lo que veía, oía y sentía. Creía en la gente, creía en otro mundo, buscaba siempre poner su mirada en el relato.

Dijo: Permítanme hablar ahora en primera persona porque es en ella en la que yo he contado lo que me cuentan”. Y eso hizo. Se atrevió a salirse de la mirada oficiosa de la academia, los medios y el poder.

4] Le fascinaba joder al poder. Su pasión era molestar al poder, ponerlo en evidencia, denunciarlo. Y eso es el periodismo que nos apasiona, ese reportear y escribir y narrar para joder al poder; ese de no salir en la foto con las fuentes, ni los poderosos. Pero eso que era el periodismo, ahora, ya no es la norma. El periodismo colombiano hace parte del poder y la institucionalidad desde siempre, existe para legitimar el estatus quo. Y los periodistas cuando salimos en letras, imágenes y sonidos ya nos creemos parte del poder, somos unos igualados con el poder y no con la ciudadanía. 

5) Era parte del poder. Él era parte del poder: fue a la Universidad, estudió en París, podía conversar con los poderosos. Tenía el poder de tener donde decir su verdad en los medios, el poder del reconocimiento académico, el poder de la institucionalidad política en la Comisión de la Verdad. Además, tenía el poder de poder narrar como se le diera en gana. Y eso es mucho, los periodistas colombianos no podemos decir, ya que tenemos poco poder y reconocimiento de la academia, la institucionalidad, el narrar. Molano fue poder para hackear al poder, y eso lo hizo distinto.

6] Fue un personaje. Su mirada, su estilo, su modo de vestir y narrar creó una figura pública con identidad. No era indiferente para nadie. Tenía seguidores y detractores. Fue capaz de ser sí mismo en un gremio donde todos somos masas llamados periodistas.

7] Creó un lenguaje. Narraba como el pueblo para contar popular: haciendo oralidades. “Para no usurparlas (las palabras de la gente), había que escribirlas en el mismo tono y en el mismo lenguaje en que habían sido escuchadas”, dijo. Y ese lenguaje de escuchas lo usaba para hacer política y enervar al lector contra las miserias de este país. Su escritura era una lengua con pasiones, y eso, al periodismo de referencia, se lo prohíben.  

8] Hizo política. No se escondió en la careta de periodista para olvidarse de lo político, sino que puso la cara siempre: y eso es muy político en un país “off the record” como Colombia. Los manuales de periodismo dicen que no hay que hacer política, sino cubrir a los políticos. Y, además, el hacer política es pecado en Colombia porque va contra la buena educación. 

No se escondió en la careta de periodista para olvidarse de lo político, sino que puso la cara siempre: y eso es muy político en un país “off the record” como Colombia

9] No contaba desde la sala de redacción. Asumió “la mirada campesina” porque “para conocer, señor, hay que andar”. Por eso, fue un periodista en y desde el territorio, la realidad directa, la vida en cotidiano, el poder en acción. “Escuchar es casi escribir. Se tiene miedo de escribir porque se tiene miedo de escuchar, porque se tiene miedo de vivir. Quizá por eso son más seguros los conceptos y los prejuicios”. De territorio y de escuchas, de eso poco hacemos los periodistas que, ahora, esperamos en las salas de redacción para que la realidad nos llegue vía twitter.

10] Creía en la libertad por eso dijo e hizo lo que quiso. La libertad de expresión es un derecho humano que hace mejor la democracia. Y que debe ser ejercida al extremo. Y esta libertad fomenta el disenso, la diversidad de culturas, la pluralidad de opiniones sin matarnos y sin odio. Molano hizo de la libertad su política del pensar. “Opté a conciencia por contar lo que me habían contado, diría mejor, lo que me habían confiado”. 

Molano hizo anti-periodismo, ese que no está en los manuales, ese que no se usa en el mainstream colombiano, ese que está prohibido en las clases de universidad. Pero, tal vez, ese es el periodismo que debemos hacer, el periodismo que hay que hacer, el periodismo que necesita nuestra democracia. Tal vez, Molano hizo hace mucho tiempo el periodismo que debemos hacer para reinventar el oficio en el siglo XXI. Tal vez, Molano es nuestro nuevo modo de hacer periodismo y lo practicó hace mucho tiempo. 

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