Ya hay Viceministerio y viceministra de las Mujeres

Desde el pasado 14 de septiembre, la antropóloga e historiadora Diana Gómez Correal es la primera viceministra de las Mujeres en Colombia. En una nueva entrega de Voces Ultravioleta, hablamos con ella sobre lo que planea para su gestión.

por

Lina Vargas Fonseca


02.10.2023

Ilustración: Nefazta

La primera viceministra de las Mujeres del primer viceministerio en marcha del primer Ministerio de Igualdad y Equidad de Colombia se llama Diana Gómez Correal. 

Es antropóloga, magíster en Historia y doctora en Antropología, profesora universitaria —asociada al Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Desarrollo de la Universidad de Los Andes— e investigadora en temas de género y feminismos, paz, justicia transicional, derechos de las víctimas, memoria, desarrollo y transformación social. A su nombramiento el pasado 14 de septiembre en un acto presidido por la vicepresidenta Francia Márquez, también ministra de Igualdad y Equidad, Gómez Correal llegó con una amplia y reconocida trayectoria en la academia y el movimiento social, pero también en el sector público donde trabajó en la elaboración de políticas públicas para las mujeres en las alcaldías de Luis Eduardo Garzón y el hoy presidente Gustavo Petro en Bogotá. 

En una nueva entrega de la serie de entrevistas Voces Ultravioleta, Gómez Correal contó a Cerosetenta que trabajará junto a un equipo de 78 personas de las que por ahora prefiere no decir ningún nombre. Sí adelantó que son en su mayoría mujeres con experiencia en política pública y defensa de los derechos de las mujeres, que provienen de distintas regiones del país y de sectores y saberes diversos. Diversidad, interseccionalidad y diálogo parecen ser las claves de una gestión que recién comienza y que se propone la difícil tarea de sentar las bases de transformaciones estructurales para las mujeres.   

Usted llega a un viceministerio nuevo en un ministerio nuevo. ¿Qué referentes va a tomar? 

En Colombia llevamos tres décadas elaborando políticas públicas para las mujeres y tanto yo como el equipo de trabajo partimos de ahí y de experiencias locales, municipales y departamentales. Yo parto de mi propia experiencia en la construcción de la primera política pública de mujer y género en Bogotá durante el gobierno de Luis Eduardo Garzón y luego en la Secretaría Distrital de la Mujer en Bogotá. Además tomamos como referente lo que la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer ha hecho en este gobierno y ahí quiero reconocer el trabajo de la consejera Clemencia Carabalí y de su equipo. 

¿Qué pasará con la Consejería? ¿La consejera Carabalí seguirá en el Viceministerio? 

La Consejería funcionará hasta el 31 de diciembre porque tiene unas tareas pendientes, pero no va a permanecer más porque eso sería tener dos entidades con la misma competencia. Lo que estamos haciendo es un empalme para recoger el trabajo que se ha hecho. La consejera Clemencia Carabalí no va a seguir en el Viceministerio por decisión propia. 

¿Cómo define al Viceministerio de las Mujeres? ¿De qué se encarga? 

Hace parte del sector de igualdad y equidad y es la entidad rectora de política pública para las mujeres. Lidera, formula, sigue y evalúa las políticas públicas, planes, programas y proyectos que promuevan y garantizan los derechos de las mujeres. Eso no quiere decir que pondrá en marcha todo y solo: su gran tarea es articular con el resto de los sectores. No se puede concebir a este Viceministerio —ni al Ministerio— como los únicos ejecutores de políticas públicas para los sujetos históricamente discriminados de los que se ocupan. Esa es una tarea de coordinación interinstitucional. 

Hasta ahora el Viceministerio ha formulado seis líneas de trabajo que corresponden a los compromisos del Plan Nacional de Desarrollo, a lo que viene haciendo la Consejería, a lo estipulado en el Conpes 4080 [la política pública para la equidad de género] y a compromisos internacionales. La primera línea es en torno a la promoción de la autonomía económica de las mujeres. La segunda es salud, derechos sexuales y reproductivos. La tercera es saberes, conocimientos y cambio cultural porque las transformaciones que requerimos pasan por lo simbólico y por la construcción de otros imaginarios sobre las mujeres. La cuarta es la participación de las mujeres en las esferas de lo político: lo electoral, el Estado, lo comunitario, lo organizativo y la construcción de paz. La quinta es el abordaje integral de las violencias contra las mujeres. Y la sexta es la gobernanza de género.  

¿A qué apunta la gobernanza de género? 

Busca fortalecer la capacidad institucional para dar una respuesta efectiva a la garantía de los derechos de las mujeres a través de la transversalidad del género en el orden nacional y territorial con lineamientos técnicos y políticos. Eso permite avanzar hacia transformaciones y no solo registrar a las mujeres como un indicador más o usar la categoría de género como un elemento descriptivo. Implica también lo que tiene que ver con el trazador presupuestal, es decir, identificar dónde están los presupuestos designados para las mujeres y cómo esos presupuestos impactan las seis líneas de trabajo. En general se trata de una incorporación del género en todas las políticas públicas sectoriales de las que tenemos responsabilidad como Estado. 

Y esa transversalidad, impulsar el enfoque de género en la estructura estatal, llegar a todo el territorio, ¿cómo van a implementarla? 

Es importante reconocer que en varios sectores, no sé si en todos, pero en varios hay unidades de género y proyectos pensados para las mujeres. Agricultura es uno de ellos. Existe cierta institucionalidad e incluso una asignación presupuestal para avanzar en la materialización de los derechos de las mujeres. Ahora la tarea del Viceministerio son los diálogos con los sectores. Estamos proyectando reuniones con los ministros. Así comienza la transversalidad: reconociendo que existen cosas, construyendo instrumentos y orientaciones técnicas y políticas concretas. En cuanto a gobiernos municipales y departamentales tenemos diagnósticos y vamos a consolidar el trabajo en aquellos lugares donde existen oficinas de mujeres y a dialogar y colaborar con los gobiernos donde no existen. Es decir, comenzaremos con las reuniones, pero también a proponer instrumentos, metodologías y estrategias para que la transversalidad sea efectiva porque sabemos que como gobierno contamos con poco tiempo. 

¿El Viceministerio cuenta con un respaldo político, técnico y presupuestal que le permita coordinar esas acciones territoriales? 

Político lo tiene porque una de las banderas de este gobierno es avanzar en la materialización de los derechos de las mujeres y porque la ministra es también la vicepresidenta. El respaldo técnico lo va a tener porque estamos conformando un equipo que combina experiencia en construcción de políticas públicas para las mujeres con personas que se han dedicado a la defensa de los derechos de las mujeres, aunque no necesariamente dentro del Estado. Y tenemos una asignación. Ya hay una cifra para el presupuesto del Ministerio para 2024 y en torno a esa cifra una asignación específica. Nuestro presupuesto se complementará con los presupuestos destinados a los derechos de las mujeres de otros ministerios y entidades. 

¿De cuánto será esa asignación dentro del presupuesto ministerial? 

Preferiría no decirlo porque aún está en negociación. 

El Ministerio es el corazón de este gobierno, parece que todo pasa por ahí. ¿De qué manera trabajarán con los otros viceministerios sin perder fuerza y autonomía? 

El Ministerio está conformándose y la orientación es que cada viceministerio responda por unas tareas puntuales. En nuestro caso es la directriz de política pública para las mujeres, pero no podemos pensar a las mujeres aisladas. O sea, este viceministerio tiene que trabajar en articulación con el de jóvenes, el de territorio, el de diversidades, porque nos interesa una compresión de las mujeres en su complejidad, cruzada por múltiples realidades y problemáticas que vienen de territorios distintos y de procesos identitarios con necesidades concretas. Imaginamos el Ministerio en completa articulación, diálogo y cooperación. 

Por ejemplo, el Sistema Nacional del Cuidado no está solo ligado al Viceministerio de las Mujeres, sino a todo el Ministerio por una razón política importante y es reconocer las labores del cuidado que hemos hecho las mujeres, pero también se apunta a la redistribución que es competencia del Ministerio en su conjunto. 

La vicepresidenta y ministra Francia Márquez encomendó al Viceministerio trabajar por los derechos de todas las mujeres en su diversidad y diferencia. ¿Cómo se logra la interseccionalidad en políticas y acciones para el 51% de la población? 

Lo primero es partir de que las realidades de las mujeres están cruzadas por diferencias y desigualdades. La Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer ha avanzado en diálogos con mujeres afro, indígenas, campesinas y de sectores populares y nosotras vamos a retomar eso. Nos interesa dar respuesta a las necesidades de las mujeres teniendo en cuenta otras variables de opresión que incluyen lo étnico-racial y las dimensiones de clase. No vamos a plantear acciones universales para todas las mujeres, sino acciones que tengan un cimiento en esas particularidades. No queremos partir de una visión universalista ni desde un escritorio. Tampoco nos vamos a dedicar a hacer miles de diagnósticos, pero sí a que lo que planteemos en política pública reconozca unas necesidades específicas. 

La ministra también habló de trabajar en medio de posturas ideológicas contrarias. ¿Es posible integrar esas posturas? 

Vamos a garantizar los derechos de todas las mujeres, independientemente de su ideología, porque de una u otra manera todas vivimos las discriminaciones de género y los efectos del patriarcado y de manera diferenciada los efectos de otros sistemas de opresión. Esa es una cosa. Otra cosa es que este Viceministerio tiene orientaciones técnicas y políticas concretas. Entonces, por ejemplo, en términos del debate “provida” ya hay un derecho reconocido para las mujeres a la interrupción voluntaria del embarazo y tenemos que responder a la realidad de mujeres que todavía siguen muriendo por practicar una IVE sin las condiciones debidas o de las que quedan embarazadas a causa de una violación. Cualquier política pública responde a una visión particular del mundo.  

Pero también dentro del feminismo hay posturas en tensión y hay voces feministas que han manifestado su crítica y desacuerdo con este gobierno. 

Sabemos que los feminismos son diversos y aquí partimos de los feminismos decoloniales que reconocen que las mujeres están cruzadas por distintos sistemas de opresión que pasan por el patriarcado y el género, pero también por el colonialismo, el racismo, el capitalismo y el antropocentrismo. Son feminismos que reconocen las desigualdades entre las mujeres y la necesidad de transformar su realidad y la de otros sujetos históricamente discriminados. En ese sentido se alejan de otros feminismos que no veo sentido de nombrar. Más bien me parece importante mencionar desde dónde partimos. 

Las transformaciones que proponen toman tiempo. ¿Cómo compaginar eso con la necesidad de mostrar resultados? 

El equipo está pensando en cómo nuestro accionar contribuye a transformaciones en el largo, mediano y corto plazo y eso significa que tenemos que priorizar acciones de implementación inmediata. Yo no sé si estoy demasiado esperanzada, pero creo que vamos a lograr avanzar en transformaciones al interior del Estado y que vamos a dejar cimentados lineamientos de la institucionalidad. Por ejemplo, frente al Sistema Nacional de Monitoreo de Violencias mi primera preocupación es cómo vamos a avanzar en prevención, que es una pregunta guía para el resto del año. Sabemos que es importante el diálogo con el sistema de justicia para poder ir más allá de reportar las violencias. ¿Cómo pasamos del reporte a respuestas eficaces y de ahí a la prevención? 

¿Le costó tomar la decisión de aceptar el cargo de Viceministra de las Mujeres? ¿Cómo es el paso de la academia y el movimiento social al Estado? 

No, yo lo acepté fácilmente porque es una oportunidad histórica para mí, para el conjunto de las mujeres y para el avance de la sociedad. Creo que es un gran reto que me siento orgullosa de asumir. Yo he tenido experiencia en política pública y también tengo la capacidad de comprender que una cosa es lo que uno hace en la academia, otra en los movimientos y otra en el Estado. Una las primeras cosas que hice luego del nombramiento fue salirme de varios chats de movimientos sociales porque creo que cuando uno asume un cargo público debe asumirlo con rigurosidad que para mí parte de saber que vengo de los movimientos sociales y de la academia, pero que ahora soy Estado y que tengo que responder como tal a las necesidades y demandas de las mujeres. 

¿Qué no quisiera dejar de hacer como viceministra? 

Uno, avanzar de manera contundente en la prevención de las violencias. Dos, la gobernanza de género, dejar las bases para que el Estado pueda orientar mejor la política a favor de las mujeres. Tres, la autonomía económica. Ya hay bastantes aprendizajes en torno a lo que no se debe hacer: sabemos que si nos centramos en préstamos o en transferencias monetarias lo que hacemos es endeudar a las mujeres sin lograr cambios estructurales. Cuatro, la participación de las mujeres en la política de la vida y de la paz, lograr que estén cada vez más en espacios de toma de decisión. Y luego hay otras transformaciones más complejas como tener territorios libres de violencias armadas porque si algo ha impedido el fortalecimiento de las mujeres como sujeto político es el conflicto armado y ese es uno de los grandes retos que tiene este gobierno. 

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