Si Trump fuera una serie de televisión…

Las redes son tontas, los medios son estúpidos, Trump es televisión entretenida, Trump es espectáculo.

por

Omar Rincón


16.06.2016

Si Trump fuera una serie de televisión, lo amaríamos como a Walter White (Breaking Bad) o Frank Underwood (House of cards), pero como es una realidad, lo detestamos como candidato y para la democracia. Y es que una cosa es ver estos cinismos en televisión y sentirnos irreverentes estúpidos pero cool, y otra es tener que aguantarlos. Trump es lo que es porque su relato de referencia es muy gringo: la televisión de reality, los deportes: el beisbol, el espectáculo: el stand up comedy y tiene un mito detrás: el sueño americano que no requiere de inteligencia sino de grandeza. Y la otra razón, es un candidato de redes sociales que atraviesa el muro mediático de la prensa de referencia.

Trump odia todo lo que ha hecho de los Estados Unidos una gran cultura de diversidades: los migrantes, las mujeres, las diferencias sexuales, las libertades, los derechos humanos

Las redes son tontas

Los optimistas de redes dicen que son democráticas, ciudadanas, horizontales, fluidas, interactivas, hipertextuales. Y que ahora si seremos libres, hipermodernos y que ganamos el cielo de las revoluciones. Pero la realidad es terca: un empresario del odio domina las redes (¡agrede, miente, ataca!), y al dominarlas domina a los grandes medios (¡es la noticia!), y crea las agendas públicas, determina la política y la conversación democrática.

 

Trump odia todo lo que ha hecho de los Estados Unidos una gran cultura de diversidades: los migrantes, las mujeres, las diferencias sexuales, las libertades, los derechos humanos. Y lo ha podido hacer porque ha encontrado en las redes digitales donde difuminar su estupidez. Siempre es tendencia con lo que dice, tiene más clicks, más likes, más de todo. Es el candidato más mencionado en Twitter, el que genera más discusiones en Facebook, el más buscado en Google. Las redes digitales le han ahorrado más de 200 millones de dólares en visibilidad, dicen.

 

Trump es un fenómeno de redes. Y para hacerlo se comporta como tal: provoca emociones, dice cosas efectistas, produce escándalo, mueve morales y sentimientos… y hace uso del recurso más efectivo de la popularidad en redes: el bullying, el mentir, el agredir, el ofender. Las redes son óptimas para militaren el yo y hacer “yornalismo” (una idea de Marcelo Franco, director de la maestría en periodismo del Icesi). Por eso, Trump, quien es un militante del yo, emociona a masas irascibles y a los “yoperiodistas”. Y triunfa la estupidez.

 

Los medios son estúpidos

 

En política para que los fenómenos digitales se conviertan en opinión pública e incidan en el debate público y en gobierno, se requiere que sean retomados por los medios masivos. Al comienzo los medios comenzaron cubriendo a Trump como el exótico que ponía emoción; luego cuando su incontinencia verbal lo llevó a ofender sin pudor a minorías, mujeres y valores modernos se intentó mandarlo a la zona de farándula como lo hizo el Huffington post. Pero, luego se convirtió en el líder de la campaña republicana y se le devolvió a la política. Trump está en el centro de lo mediático porque su idea es él. No se analizan sus propuestas sino sus odios y estupideces, a las cuales se les da valor de opinión pública. No hay debate, hay marca Trump para hacer la controversia.

 

Trump es televisión entretenida

Las series son lo mejor del mundo y se refiere a seres extraños, estrambóticos, oscuros, autoritarios y exitosos. Desde esa idea Trump es una excelente serie. La tesis dramática es que si Obama devolvió al sueño americano (un negro presidente), Trump quien es marca del sueño americano (de pobre a rico) promete devolver la grandeza a los Estados Unidos (Make America Great Again!). Luego, abdica de los políticos y promete lo empresarial como solución (¡Marca Trump!). En su actuación reniega de los referentes de Washington y asume los televisivos y los deportivos: showman (brinda espectáculo, siempre), stand up comedy (mas que proponer hace reír) y participante reality (donde la actitud gana al talento). En lo deportivo, es beisbol, por eso una de sus frases más contundente con todo lo que no le gusta es exclamar “out” como si fuese un ampáyer.

 

Trump es espectáculo

 

Trump demuestra que las ideas no importan, que basta con ser un fascinante troglodita por redes y medios, odiar lo intelectual y los valores de la diversidad cultural, hacer reír, estar en tv, emocionar deportivamente y pensar que los empresarios son mejores para la política. Los referentes culturales son made in USA pero esta alta dosis de estupidez política no podría existir sin redes digitales, series, tv y deporte. Su potencia está en que el empresario, el show, la tv, el stand up, el reality y el deporte son los referentes culturales de interpretación de la realidad que tiene el pueblo norteamericano.

 

*Esta nota fue publicada previamente en la Revista P&M

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