Los resultados de las pruebas Saber presentan un descenso sostenido desde 2017. Los promedios de 2021 han sido los más bajos desde el rediseño y nueva implementación de la prueba en 2014. La puntuación de estos exámenes se hace sobre un total de 500 puntos, este año el puntaje obtenido a nivel nacional fue de 250 puntos para calendario A. En 2016, el promedio obtenido fue de 264 puntos, mientras que en 2014 el puntaje fue de 350. ¿Qué factores resultan determinantes para entender estos indicadores?
A pesar de la vuelta a las aulas y de la reactivación de la educación después de más de dos años de pandemia, las consignas por una justa y efectiva educación en Colombia siguen siendo las mismas: la conectividad no respalda a muchos estudiantes, las brechas educativas se hacen más amplias, los estudiantes son enfrentados a una realidad distinta a la suya, entre otras. Pareciera que nada cambia, que las esperanzas por enfrentar los desfases y superar las necesidades educativas son mínimas.
Indudablemente, la pandemia hizo que muchas brechas escolares se exacerbaran, pero también iluminó otras problemáticas educativas, que hoy en día se entienden y analizan como factores determinantes en el proceso educativo y formativo. Con un ánimo soñador, es allí donde podemos identificar posibles estrategias para mitigar los rezagos de nuestro sistema educativo.
Uno de los factores que más afectó a les estudiantes de educación primaria, media y secundaria fue la lenta capacidad de reacción de los colegios frente a los hechos de la pandemia. En algunos casos, les niñes simplemente no tenían clase. Según el informe del Banco Mundial en educación de 2020, Colombia fue el segundo país de Latinoamérica con más días escolares (150 días) acumulados en los que los colegios estuvieron completamente cerrados. A otros niños les mandaban cartillas, que igual no eran verificadas. A esto se le suma la poca conectividad —el 62% de los estudiantes no tienen conexión a internet— y como resultado obtuvimos un alto porcentaje de deserción, que con un mal esquema de seguimiento hizo que muches niñes y adolescentes nunca volvieran al colegio.
Esto incrementó la brecha entre los colegios privados y los oficiales, que aumentó 7 puntos de 2019 a 2021. Y se demostró una vez más que quien tiene los recursos, en este caso un computador y conexión a internet en su hogar, es quien tiene el privilegio de poder manejar efectivamente su educación.
Además, la salud mental empezó a volverse prioridad. En el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o informe PISA de 2018, el 50% de adolescentes de 15 años de edad, manifestó sentirse triste a veces o siempre. Evidencia anecdótica de padres, estudiantes y colegios indica que esas emociones negativas se agudizaron durante la pandemia. La pausa indeterminada en la rutina y en las interacciones sociales hizo cuestionar las capacidades sociales, también muchos estudiantes sufrieron una constante exposición a violencia intrafamiliar.
Por otro lado, las Pruebas Saber nos dan resultados que permiten conocer la situación de los colegios en cuanto a dimensiones cognitivas. Pero no nos permite conocer otros indicadores no cognitivos como el bullying, discriminación o deserción dentro de los colegios, que se convierten de particular interés para la comunidad educativa.
Para enfrentar este problema unidimensional de las pruebas estandarizadas, en el Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana hemos tenido en cuenta seis dimensiones de la educación: logro académico, inglés y conectividad, permanencia y bienestar, docencia, mejoramiento y población estudiantil. Lastimosamente, en Colombia no existe información acerca de la salud mental de les estudiantes. Es hacia esa dirección que deberíamos movernos, hacia pruebas multidimensionales. Además, sería ideal tener pruebas para dimensiones no cognitivas como en artes plásticas, oratoria, civismo y habilidades emocionales.
Ello significa que se deben dejar atrás mallas curriculares estandarizadas y empezar a diseñarlas según las necesidades y realidades territoriales.
Ello significa que se deben dejar atrás mallas curriculares estandarizadas y empezar a diseñarlas según las necesidades y realidades territoriales.
La creación de estas nuevas mallas necesitan un ambiente propicio para ello, lo que incluye mejorar las condiciones laborales y el bienestar de los docentes. Y no se trata solo de equilibrar los salarios de los docentes, sino de abrir los espacios que han perdido los docentes en la pandemia para debatir, socializar y repensar los objetivos de cada año escolar.
Desde el Ministerio de Educación colombiano se están dando nuevos saltos hacia la normalización de la educación, es decir, hacia una nivelación académica. En enero de 2022, inició una estrategia que pretende complementar el regreso al aula de los estudiantes. «Evaluar para Avanzar» es el nombre de esta estrategia que valorará los aprendizajes obtenidos hasta el segundo trimestre del 2022 y que, basado en estos resultados, establecerá planes de fortalecimiento académico y pedagógico para los grados que lo necesiten. Esto significa que durante 2022 se volverán a impartir las Pruebas Saber en los grados 3°, 5°, 7° y 9° y se creará un piloto para las pruebas del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) 2022.
Esto, en parte, es un buen comienzo de año para la educación, pues el primer paso hacia una mejora es la nivelación. Y los planes de nivelación sólo se podrán trazar una vez se identifique todo lo les estudiantes perdieron durante la pandemia, incluyendo la afectación emocional, salud mental y pérdida en las habilidades sociales; de lo contrario seguiremos en la unidimensionalidad de la educación tradicional.
* economiadelaeducacion.org
* mineducacion.gov.co