Hasta ahora, el 2021 parece ser el año de la vacuna. El año del regalo prometido. Así parecen indicarlo las noticias diarias de países que ya inician sus jornadas de vacunación. Pero también son diarias las noticias de lo que ya empieza a salirse de los planes: Italia, por ejemplo, anunció que tomaría acciones legales en contra de Pfizer por la demora en la entrega de las vacunas. También es cada vez más evidente que son los países ricos los que gozan del panorama optimista de esta historia, a costa de los países pobres: la OMS explicó recientemente que se han distribuido cerca de 39 millones de dosis de la vacuna en 49 de los países más ricos, frente a las 25 dosis que en promedio ha recibido un país de ingresos bajos.
En la mitad de los dos extremos está Colombia, un país de ingreso medio en el que todavía no inician las vacunaciones y aún nadie sabe, ni al parecer el mismo Gobierno, cuándo podrían llegar las primeras dosis. Por el momento, el Gobierno colombiano, que ya hizo acuerdos de compra con Pfizer, AstraZeneca, Janssen y Covax (el mecanismo de acceso equitativo mundial a la vacuna de la OMS), ya socializó un Plan Nacional de Vacunación en el que explica cómo se llevaría a cabo la vacunación en el país. En total, según los anuncios del Gobierno, ya se adquirieron 49 millones de dosis para vacunar a 29 millones de personas, cerca del 70% de la población que, según el Gobierno, garantizaría la inmunidad de rebaño.
Sin embargo, aún falta información detallada sobre cómo será ese plan.
Una de las organizaciones que le ha hecho comentarios y seguimiento a los anuncios del Gobierno es el Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder de la Universidad Nacional de Colombia. Cerosetenta habló con Carolina Gómez, una de sus fundadoras e investigadoras, para entender qué se puede esperar de la vacuna en Colombia en 2021.
¿Cómo ve la llegada de la vacuna a Colombia en comparación con otros países donde ya la vacunación ha iniciado?
Sinceramente no puedo decir que el Ministerio de Salud de acá haya sido negligente en ese tema, como dice mucha gente, y que el hecho de que no tengamos la vacuna se deba a que no han hecho el esfuerzo que toca. Los países de la región que ya están vacunando es porque son países que tienen alguna capacidad de producción, lo que les da capacidad de negociación, y seguramente fueron priorizados por las empresas que están vendiendo vacunas.
También hay otros países que se arriesgaron más, que tal vez tomaron decisiones más a ciegas que Colombia y que invirtieron recursos con mucha más incertidumbre sobre la eficacia y seguridad de las vacunas, países que seguramente pagaron precios más altos.
¿En todo caso está demorada la llegada? ¿Cuándo se puede esperar que llegue?
No sabemos. El Ministro de Salud admitió que no había fecha precisa de entrega de las vacunas. Por eso tampoco hay un cronograma de cuándo podrían empezar las vacunaciones. Y la información que llega va construida por rumores o por lo que el Ministro o el Presidente van diciendo en entrevistas.
El plan que hasta ahora tenían, según lo que tengo en la cabeza, era que a finales de febrero iniciarían unos planes piloto y que la vacunación masiva empezaría a finales de marzo o abril. Pero es tan incierto que incluso el Plan Nacional de Vacunación dice que la vacunación tendrá varias etapas pero no se sabe cuánto va a durar cada una. El Plan dice que será el Gobierno quien declarará cuándo se pasa a la siguiente etapa.
Varias personas y organizaciones le hicimos una veeduría a ese Plan y hemos pedido formalmente al Gobierno que haga públicos los contratos y las fechas, el cronograma. Hasta ahora no han entregado nada, porque no lo tienen. En todo caso esto no se soluciona este año, eso sí olvidémoslo. Siendo muy optimistas, pero son cálculos totalmente especulativos, si empezáramos ahora la vacunación tal vez a final de año se empezaría la última etapa, la del público no priorizado.
¿Seguimos entonces amarrados a las decisiones de las farmacéuticas?
Estamos totalmente a merced de unas empresas privadas. Totalmente. Ni siquiera los países más poderosos están pudiendo contrarrestar este poder que tienen las empresas. En Europa, por ejemplo, ya Pfizer ha empezado a demorar sus entregas.
Italia ya anunció que iba a interponer medidas legales contra Pfizer por esas demoras. ¿Podría ser eso una luz sobre cómo los gobiernos podrían contrarrestar el poder de las empresas?
Puede ser, pero también dependerá de cómo negoció cada país, que no lo sabemos porque es secreto. Puede ser que Italia haya podido negociar ciertas cosas que le permitan decir que hay incumplimiento. Esperamos que acá haya sido igual pero no lo sabemos. Es cierto que los países pueden tomar ese tipo de medidas, o amenazar con hacerlo, pero pues al fin y al cabo no tienen la vacuna. Le podrán poner a Pfizer sanciones y Pfizer las pagará o se defenderá, pero al final no hay vacuna.
Este año vamos a empezar a ver esto, los incumplimientos de las empresas y los gobiernos teniendo que enfrentarse a eso.
Es decir que este año la pulla por la vacuna se seguirá dando a puerta cerrada entre gobiernos y farmacéuticas.
Este año lo que se espera es que entren más jugadores a este juego, que son empresas más serias y que tienen mucha más experiencia en hacer vacunas, como Merck Sharp & Dohme y GlaxoSmithKline. Esas son empresas que sí saben hacer vacunas. El CEO de Merck Sharp & Dohme ha dicho unas cosas muy sensatas que le dan a uno cierta esperanza de que puedan llegar algunos jugadores que alteren el status quo.
También la llegada de Joe Biden cambia la geopolítica de las vacunas. No estoy diciendo que ahora Estados Unidos va a dar su puesto en la fila, ellos van a seguir acumulando vacunas, pero su rol en la solidaridad global va a ser muy distinto. Ya el nuevo Secretario de Estado dijo que Estados Unidos se va a unir a Covax, el mecanismo de la OMS, que no lo había hecho. Eso implica que le va a entrar una inyección de plata a Covax.
Este año va a ser interesante por eso. Hay oportunidades de cooperación y de solidaridad. Van a seguir las peleas por la transparencia y porque las vacunas sean bienes públicos globales. Y el Ministerio también va a tener más oportunidades de elección y negociación porque ya hay nueve vacunas aprobadas, con aprobaciones de emergencia.
¿De esas nueve vacunas qué se puede decir?
El rol de estas vacunas por ahora es muy limitado: todas actúan como un tratamiento profiláctico, es decir preventivo. Hasta el momento no tenemos evidencia suficiente de que estas vacunas prevengan el contagio. Lo único que sabemos es que previenen que se agrave la enfermedad, que no llegues a una UCI o que te mueras.
En este momento las vacunas no están teniendo el rol clásico de intervención en salud pública colectiva, sino es más un tratamiento para ti, individual, donde a ti se te va a evitar que se te agrave la enfermedad. Por eso, por el momento, estas vacunas no nos van a sacar de la pandemia como nos imaginamos, y que es lo que lleva a que mucha gente le diga al Ministerio “compre ya” por encima de cualquier cosa.
Eso quiere decir que si la vacuna no previene el contagio, hay que seguir tomando las otras medidas para evitar que se contagien los que no han sido vacunados: los aislamientos, los tapabocas, el lavado de manos. Y no son sólo las medidas en salud pública, también las medidas de protección social: toca seguir pasando los subsidios porque de esto no vamos a salir este año mágicamente con las vacunas.
¿Es decir que al esperar que la pandemia tenga solución rápida estamos pidiendo algo imposible?
Sí. No es magia. Por ahora las vacunas no nos van a llevar al mundo prepandémico. Puede ser que con el tiempo veamos que estas vacunas sí sirven para prevenir el contagio y ahí pues es el fin de la pandemia. Pero este año no va a ser, porque así ya supiéramos con certeza que previenen el contagio, en un año no se vacuna a todo el mundo, es imposible. En un año ni siquiera se vacuna a toda la población colombiana.
A pesar de que sea temprano para saber qué vacuna se podría comportar mejor, ¿sí se puede hablar de una mejor vacuna de las ya disponibles? Al menos basándose en las prácticas de las empresas que las hacen.
Creo que sí. Hay unas que se portan mejor que otras, definitivamente.
AstraZeneca, por ejemplo, ha sido un poco más sensible a la opinión pública. Pfizer es de un cinismo total, tiene a todo el mundo en contra criticándole su falta de transparencia y el grado de inestabilidad de su vacuna, que en últimas lo hace un producto que farmacéuticamente no está terminado. Y a Pfizer no le importa, sigue adelante. AstraZeneca ha hecho las cosas un poco diferente, ya dijeron que su vacuna también se la iban a dar a Covax y han revelado unos precios a los que se la va a vender. CureVac, una empresa alemana que también está en esa carrera, hizo un contrato con la Unión Europea y permitió que el contrato se conociera, aunque parcialmente.
Claro que hay unas que pueden ser mejores que otras. Pero no necesariamente eso se traduce en que tengan un mejor producto. Por ejemplo el CEO de Merck Sharp & Dohme ha dicho que estas vacunas que ya existen se aprobaron muy rápido. Bill Gates también lo dijo, aunque también hasta cierto punto les puede convenir decir que no confiemos en las vacunas de sus competidores.
Además de haber asegurado compras con Pfizer y AstraZeneca, Colombia anunció la compra también a Janssen (Johnson y Johnson). ¿Qué se sabe de la vacuna y la negociación con esa empresa?
Ni idea. La de Janssen, al igual que la de AstraZeneca, tiene una ventaja sobre Pfizer y es que es de refrigeración normal. Pero tiene una desventaja y es que de la vacuna de Janssen no sabemos nada, ni siquiera hay una información preliminar de comunicado de prensa ni resultados preliminares de eficacia. Cuando se anunció el acuerdo del Gobierno con Janssen en diciembre no había nada. Esa sí fue una compra hecha completamente a ciegas.
¿Y tendría el derecho un ciudadano a escoger qué vacuna se pone?
Sí, puede escoger. A nadie le pueden obligar a recibir ningún tratamiento médico ni medicamento. La persona tiene total libertad de decidir si se quiere poner una vacuna específica. De hecho en el Plan Nacional de Vacunación tiene una parte sobre el consentimiento informado que dice explícitamente que a la persona se le debe explicar el procedimiento y obtener su consentimiento.
Lo que pasa es que en Colombia escoger una vacuna sobre otra va a implicar esperar más en algunos casos, porque acá ya se compraron unas vacunas específicas. Entonces si una persona quiere otra le toca esperar a que Colombia la consiga.
Eso ya es una realidad que existe, incluso en el mercado sin pandemia. Hay medicamentos que solo están en otros países y si uno se lo quiere poner pues le toca traerlo de ese otro país o ir allá a que se lo pongan. O esperar a que lo traigan acá y lo registren.
Mientras esperamos que las empresas vayan entregando las vacunas, y vemos sus resultados, ¿hay otras cosas que se pueden ir haciendo desde el nivel local?
Sí, varias cosas. Tener las vacunas es una partecita, el tema de logística para aplicarlas es una parte dura y es algo sobre lo que puede ir trabajando el Gobierno.
En Colombia la vacunación está a cargo de las entidades territoriales, que no es el sistema de las EPS. Esas entidades territoriales son las que saben hacer las campañas de vacunación, las que llevan los indicadores y se encargan de las mesas de cobertura. Pero el Plan de Vacunación dice que para las vacunas de Covid las encargadas van a ser las EPS, que no han hecho esto nunca.
Hay que usar la red de las EPS, porque esto es grande y la red pública de vacunación no va a dar abasto, pero la coordinación debería estar en las entidades territoriales porque ellas son las que conocen la logística. O que al menos haya un diálogo entre las dos, no sacar a las entidades territoriales.
Por otro lado, el Plan dice que va a haber una lista maestra de vacunación con la que la gente va a poder ver su turno de vacunación a través de una aplicación. Eso supuestamente se va a construir con las bases de datos que les van a pasar las EPS. Pero las bases de datos de las EPS no son tan buenas. Algunas lo hacen mejor que otras, pero en general las EPS no tienen claro quién es su población hipertensa o con diabetes. Esas bases de datos se tendrían que cruzar con otras bases como las de Ingreso Solidario. Porque además basarse en la información de las EPS es sesgar el acceso al régimen contributivo, no la gente del subsidiado que tiene aún peores sistemas de información.
¿Y qué tan dispuesto está el gobierno a escuchar e implementar esas sugerencias?
Por ahora parecen abiertos. Hace un par de semanas se vencía el plazo para mandar comentarios al proyecto del Plan de Vacunación y sé que hubo muchísimos comentarios. Con lo que el Gobierno decida implementar y cambiar veremos qué tan abierto está a acoger esos comentarios y qué tipo de transparencia tendrá. Eso está por verse, pero por ahora mi percepción es que parecen abiertos.
En resumen, esto todavía se demora.
Yo creo que ese sentido de realidad de que “esto sigue”, que parece pesimista, es también un sentido que baja la urgencia. No para dejar de actuar, sino para dejar de actuar bajo ese sentimiento de que “es ya o nunca”. No es así, lo que quiere decir que los gobiernos no tienen que rendirse a las empresas de la manera en que lo han hecho, porque esto sigue.
Verlo así también les puede dar a los gobiernos cierto sentido de: podemos hacer más, podemos unirnos, podemos tener más poder juntos, exigirle a Covax, a las empresas, podemos hacer alianzas regionales para producción local de la vacuna. Todas esas opciones siguen sobre la mesa y son posibilidades que no deberían asustar.