La salida de tres ministros del gobierno de Gustavo Petro (Educación, Cultura y Deporte) sorprendió a unxs, alegró a otrxs y preocupó a otrxs más. Les presentamos no conclusiones, sino preguntas veloces que, en esta oportunidad, les hicimos a expertos: una persona que trabajó con Petro en la Alcaldía de Bogotá y que ha estado cerca a su actual gobierno; una persona experta en salud y cercana al ahora exministro Alejandro Gaviria, y dos profesores universitarios expertos en política colombiana y en cultura, Miguel García y Lucas Ospina, respectivamente, para entender estas movidas en el Gobierno “del cambio”. Las mismas que han sido catalogadas como la primera crisis ministerial de la era Petro.
¿Deberíamos estar alarmados?
Los cambios en los gabinetes presidenciales son habituales como una forma de darle aire a la gobernabilidad de un líder. Pero, usualmente, no se hacen tan temprano —el Gobierno de Petro hasta ahora cumple 8 meses en el poder—. Tampoco se suelen anunciar en alocuciones presidenciales, que generalmente se reservan para anuncios de urgencia o interés nacional. En este caso, las formas dan la impresión de que dentro del gobierno hay una crisis.
Pero, según las fuentes, esta es una crisis creada para bajarle la temperatura al debate de la reforma a la salud. El presidente saca a los ministros “más sacrificables”*, en una actitud de mostrarse fuerte, pero aprovecha la crisis para abrir el espacio a la negociación con los partidos y sectores que se habían opuesto. Así, la noticia no debería preocuparnos, dicen las fuentes, porque esto abre la puerta a una reforma de la salud más consensuada.
*ver las siguientes preguntas.
¿Por qué estos ministros y no otros?
Antes que los nombres de Urrutia y de Ariza (Ministra de Deporte y de Cultura, respectivamente), otros nombres sonaban más proclives a salir del gobierno. El de Irene Vélez, Ministra de Minas, por ejemplo, quien posiblemente se enfrente a un segundo debate de moción de censura en el Congreso y a quien le han hecho varios debates de control político. O el de Cecilia López y José Antonio Ocampo (Ministros de Agricultura y Hacienda, respectivamente) quienes, junto a Alejandro Gaviria (ahora ex ministro de educación) y Jorge Iván González, (director del Departamento Nacional de Planeación, DNP), firmaron una carta que se filtró en días pasados en la que mostraron sus reparos a la reforma a la salud.
En cambio, ni Patricia Ariza (ex MinCultura) ni María Isabel Urrutia (ex MinDeporte) se opusieron de frente a la reforma a la salud. Entonces, ¿por qué salieron esos ministros? Según las fuentes, estos eran los “fusibles más fáciles de quemar”: Ariza y Urrutia han tenido una gestión coja en sus carteras, y Gaviria se había vuelto muy incómodo para Petro, que ha criticado lo que él representa (la tecnocracia y una mirada económica neoliberal).
Además, los otros dos ministros, Ocampo y López, son piezas claves para el Gobierno Petro que no se puede dar el lujo de sacar tan rápido: Ocampo genera tranquilidad y confianza en los sectores económicos del país y al final aceptó la reforma a la salud, y Cecilia López es una ficha clave para tramitar la reforma agraria en camino y tampoco es una pérdida que el gobierno pueda permitirse.
¿El “cambio” será más de lo mismo?
El gobierno de Petro y su bandera de “cambio” ha generado muchas expectativas, y la decisión de sacar a estos tres ministros también da paso a la pregunta de si el “cambio” se logra jugando el juego de la política tradicional. Hasta ahora, el Gobierno Petro ha logrado aprobar reformas como la tributaria usando las formas clásicas de hacer política: haciendo pactos y negociaciones con sectores de casi todos los colores políticos y que incluyen repartición de burocracia. Ahora, con la reforma a la salud, parece que va a ocurrir lo mismo. ¿Se puede lograr el cambio así? El profesor de Ciencia Política, Miguel García, dice que sí y que no debería preocuparnos tanto: “Las grandes transformaciones en la política colombiana se han logrado a través de coaliciones y pactos”, dice. Le preocupa, en cambio, lo poco que le importan a Petro la burocracia y los funcionarios “más técnicos”.
¿Qué hacer con los símbolos exprés?
Las dos ministras y el ministro que salieron representaban símbolos en un gobierno que, hasta ahora, parecía muy preocupado por mantenerlos: Patricia Ariza, sobreviviente de la UP y medio siglo dedicada a la vida cultural contaba con un discurso militante que promueve la paz; María Isabel Urrutia, una deportista retirada que ha vivido en carne propia las necesidades del sector; y Alejandro Gaviria, un académico, economista con ideas neoliberales y conservador en materia económica que representaba, como contó La Silla Vacía, la tecnocracia en el Gobierno Petro. ¿El gobierno Petro pasará a preocuparse más por la práctica que por los símbolos? Por ahora, según las fuentes, parece que sí.
¿La Cultura será siempre el comodín?
Cuando a Patricia Ariza la designaron para el Ministerio de Cultura, ella indicó a prensa que su nombramiento le tomaba por sorpresa. Ese, dice el profesor y artista Lucas Ospina, fue el primer síntoma de algo que se notó después: por un lado, la asunción de un cargo sin preparación técnica en políticas institucionales y, por otro y en sus palabras, la democratización de la mediocridad. “Fue una decisión inmediatista la de su nombramiento que no tuvo en cuenta méritos, pero tampoco la posibilidad de una continuidad política cultural”. Para Ospina, a la exministra no le permitieron una curva de aprendizaje, ella no se rodeó bien y sus conocimientos sobre el sector fueron endebles. “Ariza fue una cuota política que patinó un discurso gubernamental, el de “la paz total” y “el estallido cultural”, pero descuidó el progreso cultural estatal”, concluye el artista. Ese es uno de los grandes sinsabores, ¿habrá una política cultural clara o seguirá siendo el ministerio cenicienta de cada gobierno?
¿Petro seguirá con el teléfono roto?
Laura Sarabia, Jefe de Despacho de la Presidencia, desmintió las declaraciones de las ministras Ariza y Urrutia en prensa y aclaró en su Twitter que ellas, así como el ministro saliente, conocían la decisión de su salida antes de la alocución presidencial. En 070, sin embargo, corroboramos que el único que habló directamente con Petro fue Gaviria, las otras dos ministras recibieron la noticia a través de Sarabia y por teléfono.
Queda en evidencia que dentro del Gobierno hay teléfono roto o, al menos, una comunicación fraccionada y que Petro no habla mucho con su gabinete. Al punto, según una fuente, que en el avión presidencial se sienta solo, mientras sus ministros van detrás. ¿Petro seguirá con el método de balcón que usa más el altoparlante unilateral que el debate y la discusión interna? ¿Tiene tiempo para contestar en Twitter pero no para hablar con su gabinete?
