Luz Fabiola le viene bien a mucha gente

En las marchas del 26 de septiembre, contra el gobierno de Petro, Luz Fabiola Rubiano se hizo visible después de decir en cámara insultos racistas y discriminatorios contra Francia Márquez y contra la población negra. La Policía reaccionó con un cartel de «Se Busca», pero ¿qué hay realmente detrás de ese aparente amplio rechazo contra las declaraciones racistas de la mujer?

por

Julián Santiago Grueso

@juliansantiagog

Profesor y gregario del movimiento social afrocolombiano. / https://www.facebook.com/julian.santiago.grueso


12.10.2022

Ilustración: Nefazta

La arena es un puñadito, pero hay montañas de arena.

Atahualpa Yupanqui

Aquí todo va de mal en peor. Así empieza Juan Rulfo un relato que me viene a la cabeza cada vez que empiezo a escribir este texto. Miro el Twitter y cuanta red social tengo en el teléfono para saber qué pasó con Luz Fabiola Rubiano, una mujer que vi en un cartel de “Se Busca” que había puesto en circulación el comandante de la Policía. 

La mujer, durante la marcha uribista del pasado 26 de septiembre, había dicho lo que suele decir cualquier racista burdo, había apelado a los prejuicios más manidos para escupir toda clase de estupideces contra Francia Márquez y contra toda la gente negra. La policía necesitaba su nombre. Necesitaba saber de su paradero para someterla ante la Ley. 

Y yo vuelvo y me asomo a las redes para saber qué pasó de nuevo con ella. Para ver si ya será llevada a juicio. Pero también me asomo para saber qué dice la gente, qué opinan los grandes opinólogos, qué opina el periodista gomelo conocedor de los últimos manuales de comportamiento antirracista, qué dice el activista negro harto ya de decir lo mismo porque casi siempre pasa lo mismo. 

Me asomo entonces a ese ruidazal que es Twitter y, como a los sobrinos de Jacinta, los del cuento de Rulfo, me pasa que junto al río desbocado solo veo gente que quiere decir algo pero no se oye nada. Cojo algunos fragmentos e intento comprender.

1.

Veo el video que se hizo viral. Conozco bien la mirada de esa mujer. Conozco bastante bien su rostro desencajado y la boca atragantada de los desperdicios de la sinrazón. La baba seca no dice palabras sino que las deja caer como un moribundo delirante. Ella solo ve Negros y yo solo veo una cosa completamente alienada: no hay pedagogía que valga ni cachetada que la restituya. Es una cosa encerrada en un cuarto de espejos, que ya es la peor de las condenas: la imposibilidad de verse en el rostro de otro. Yo no pido cárcel; pido abolir esta gran cárcel de la avaricia, la estupidez y la crueldad que es el sistema racista. 

2.

Mucha gente exige cárcel. Unos porque aún creen que sirve como castigo ejemplarizante, una admonición para que algo que esté mal no se repita. Y otros, menos candorosos que los otros, aun sabiendo que la cárcel no corrige nada, esperan al menos que no se vaya de rositas quien quiso agredir la humanidad de todo un pueblo. Una pequeña venganza en el mar de la impunidad. Para mí no sirve de nada. Pero conciliar tampoco.

3.

El comandante de la policía interviene. Pide que le ayudemos a identificar a la mujer racista para que sea llevada a los estrados. En este renovado ambiente nacional donde parece que las instituciones quieren hacer mejor las cosas y empezar a corregir todo lo que se ha hecho mal durante dos siglos de vida republicana, la policía se une al clamor popular y emprende una cruzada antirracista. 

4.

En otras noticias, unos policías irrumpen en casa de una familia afrocolombiana y golpean a las mujeres que estaban allí. Otros policías destrozan de un disparo la pierna de Juan José Valencia, un joven negro que no tenía orden de captura y estaba en completa indefensión. Pero el comandante de la policía sigue buscando a la mujer racista que atentó contra la humanidad del pueblo afrocolombiano. Y la gente pide cárcel.

5.

La mujer de rostro desencajado nunca olvidará la marcha, aunque la marcha uribista pasó al olvido. Los grandes medios y sus periodistas lamecheques quisieron darle valor: una marcha pacífica, de gente proba bien vestida de blanco o camisetas de la selección Colombia, honorables patriotas y mujeres de bien, defensores del Orden y la Ley, ningún CAI incinerado, ningún policía atacado, sin afectaciones al servicio de transporte público. Una marcha sin violencia. 

6.

Una cosa es la marcha y otra cosa es el comportamiento de esa mujer que es completamente condenable, dice Vicky Dávila sumándose así a esta gran oleada de buena conciencia blanca. Pero ella, acaso por su incapacidad para conectar cosas entre sí o acaso con la deliberada intención de no hacerlo, pasa por alto que la marcha es justamente lo que representa esa mujer. Es el país que invoca a Castaño y extraña el plomo y las cruces sobre el agua. El país que había asumido que la violencia era la protesta social y no la profunda desigualdad, el despojo sistemático y el racismo que ha sido causa y consecuencia de los más grandes crímenes contra la humanidad. El país de la doctrina del enemigo interno.

7.

Aquí todo va de mal en peor. Luz Fabiola le viene bien a mucha gente. Los uribistas critican que la vicepresidenta no concilie con la mujer de rostro desencajado, pero sí que impulse la paz total. No han entendido que un proceso de paz se fundamenta en la reparación y la no repetición. Conciliar un delito de odio racial no ha reparado el daño y evidentemente no ha garantizado la no repetición. Francia Márquez había conciliado en otras ocasiones. 

8.

Luz Fabiola le viene bien a quienes, conscientes o no, ayudan a perpetuar el sistema racial. Sus palabras son hirientes, tienen el potencial de socavar la autoestima de tantos niños y niñas afrodescendientes, de promover violencia contra nuestros cuerpos, como bien da cuenta de ello la violencia policial. Pero la eficacia del racismo manifiesto, o de la discriminación racial, pasa por la capacidad de ocultar la fuerza sistémica del racismo como productor de violencia y desigualdad. Luz Fabiola alimenta el imaginario de que el racismo es una cosa de buenos y malos, de que el racista es la quintaesencia del mal o simplemente un conglomerado de ignorancia, prejuicios y mala fe. 

9.

Entender el racismo como algo de buenos y malos dificulta entender la potencia de la ideología racial. Creer que es posible solucionar el problema partiendo de la disyuntiva de si conciliar o no, o esperar que nazca la vergüenza y la condena social como mecanismos que eliminen la violencia racista, es pasar por alto que la ideología no funciona tanto como lo pensó Marx (“no lo saben, pero lo hacen”), sino que la gente, aún sabiendo lo que hace, sabiendo que está “mal”, lo hace. Es decir, a pesar del consenso de que el racismo está mal, se ejerce y funciona. 

10.

No hay una realidad oculta tras el velo de las ideologías racistas (todos somos una misma raza, tenemos el mismo pasado común mitocondrial, etc, etc). La ideología misma construye una realidad que hace a los cuerpos negros insultables, explotables y asesinables. Dentro de esa realidad no existe la vergüenza como regulador moral. Habrá que ver cómo damos la lucha ideológica sin apelar al sentido moral de los opresores, para parafrasear a Assata Shakur, y sin asumir que sentimientos como el odio son leitmotiv de sistemas de opresión. El odio puede ser motor para profundizar la opresión o para combatirla. 

11.

Lo que más odio de las Luz Fabiolas de turno es que sirvan de bálsamo a la buena conciencia blanca. Qué boleta esa mujer, marica, eso ya pasó de moda, reconoce tu privilegio, parce… Me parece escuchar entre la riada de trinos. 

12.

Odio por eso a las Luz Fabiolas. Odio que las discusiones sobre el racismo se vuelvan cátedras de moralinas y de buenas maneras. O que la imaginación política esté restringida a repetir los debates y las consignas del norte que no nos permiten pensar mejor en cómo combatir la violencia racista y cómo reparar el daño sin quedarnos entre la impunidad de siempre y el castigo efímero.

13.

Odio que el problema sea el odio y no el racismo que va más allá del discurso de odio. 

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Julián Santiago Grueso

@juliansantiagog

Profesor y gregario del movimiento social afrocolombiano. / https://www.facebook.com/julian.santiago.grueso


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