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Los anti-personajes del 2019

Esta es la selección oficial [de Cerosetenta] de los personajes que fueron una zancadilla para el país en este 2019, que fueron protagonistas de las malas noticias o, en general, que marcaron el año de una manera negativa.

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cerosetenta


27.12.2019

Una fuerza que cumple 20 años y muchos quieren que desaparezca. Un ex guerrillero con vocación suicida queda libre y termina fugado y alzado en armas. El viacrucis de tener a un negacionista del conflicto en la institución que tiene que narrarlo. Esta es la selección oficial [de Cerosetenta] de los personajes que fueron una zancadilla para el país en este 2019, que fueron protagonistas de las malas noticias o, en general, que marcaron el año de una manera negativa.

Nota 1: Todas las listas son incompletas y sabemos que se nos quedan personajes por fuera. Por favor, dejen sus nominados en la zona de comentarios. 

Nota 2: No es por aguar las fiestas, sino para que no se nos olvide.

El Esmad

El año en el que el Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía cumplió 20 años de existencia fue, también, el año en que muchos empezaron a pedir su desmonte o, al menos, que se replantee su alcance. 

Todo comenzó en octubre. Estudiantes de varias universidades se tomaron las calles luego de que se hiciera público el caso de corrupción de la Universidad Distrital sobre el mal manejo de unos 11 mil millones de pesos. Entonces, una escena se hizo viral en redes: estudiantes de la Universidad Javeriana de Bogotá se manifestaron en la carrera séptima de Bogotá cuando el ESMAD entró a reprimir la movilización en lo que, para muchos, significó un exceso de fuerza.  

Luego, en noviembre, se anunció que el 21 de noviembre habría paro nacional. Entonces, la Policía Nacional emprendió una serie de acciones que, de nuevo, parecieron excesivas y que incluyeron el allanamiento de la revista Cartel Urbano y una comunicado oficial a esta revista en la que solicitaron censurar nuestro Manual de Autoprotección contra el ESMAD. En ese ambiente tan caldeado se inauguró la jornada de protestas más larga que este cuerpo, creado en en 1999 como una medida provisional, ha tenido que enfrentar en su historia. Durante los días que lleva el paro, se registraron detenciones irregulares, manifestantes que heridos y, como un clímax lamentable de las represiones, la muerte del joven Dilan Cruz

El  ESMAD, una fuerza en teoría “no letal”, llega a sus 20 años con cifras que para muchos ameritan que se replantee su existencia: al menos 34 muertes asociadas a sus acciones, 986 detenciones arbitrarias, 54 condenas al Estado que han significado más de $9.052.911.240 en reparaciones directas; 85 agentes sindicados o judicializados por lesiones personales, 4 agentes sindicados y judicializados por abusos de autoridad; 9 agentes sindicados y judicializados por homicidio, unas 86 acusaciones de tortura; 45 casos de desapariciones forzadas. En sus 20 años, 6 agentes del ESMAD han muerto en servicio. 

El ESMAD, encargado de regular y proteger el derecho a la movilización, terminó convertido en una de las razones por las que las personas salieron a las calles a protestar y se espera que, una vez retomado el paro en 2020, se discuta su futuro. 

Jesús Santrich & Co.

Este año el ex guerrillero Jesús Santrich protagonizó una verdadera telenovela. Pero una mala. Que puso a sufrir, sobre todo, a los defensores del Acuerdo de Paz

El año comenzó con una decisión que tenía que tomar la Justicia Especial para la Paz, JEP, el tribunal que se creó para juzgar los hechos cometidos durante el conflicto armado: comprobar si Santrich intentó enviar 10 toneladas de cocaína  a Estados Unidos antes o después de que el Gobierno firmó el Acuerdo de Paz con las Farc. Si la JEP decía que fue antes de diciembre de 2016, el caso quedaría en sus manos. Si no, quedaría en manos de la justicia ordinaria, entonces en cabeza de Néstor Humberto Martínez, entonces fiscal, que quería extraditarlo. 

El 15 de mayo, después de muchos ires y venires, finalmente la JEP decidió: frenó la extradición y ordenó la libertad inmediata de Santrich, recluso en ese momento en La Picota. Martínez, por su parte, renunció (en medio, por cierto, de muy fuertes cuestionamientos por sus actuaciones en el caso de la corrupta Odebrecht). Dos días después, el país entró en conmoción: justo cuando Santrich estaba saliendo de la cárcel –en silla de ruedas y después de intentar suicidarse–, el CTI de la Fiscalía lo recapturó, basados en una nueva acusación de concierto para delinquir con fines de narcotráfico. Todo sucedió en vivo y en directo. 

El exguerrillero duró menos de 15 días recluido, hasta que la Corte Suprema de Justicia volvió a ordenar su libertad. Una vez libre fue al Congreso a recuperar su curul y dijo que estaba comprometido con el Acuerdo de Paz. Sin embargo, el 30 de junio volvió a desaparecer. Abandonó el esquema de seguridad que lo acompañaba en el César y no se supo más de él. Tampoco se presentó ante la Corte Suprema el 9 de julio para responder por el caso de narcotráfico que tiene aún encima.

Sólo se le volvió a ver el 29 de agosto cuando apareció junto con Iván Márquez, Romaña y El Paisa, en un video en el que Márquez pronunciaba un discurso lleno de contradicciones y con el que pretendía justificar ‘la refundación de las Farc’. Pero, como dijo Gonzalo Sánchez en esta historia de Cerosetenta: “Con todo lo que sufrimos para llegar hasta donde estamos con el Acuerdo de Paz, ¿quién les va a creer? Su única opción y que es la más terrible de todas, es volverse un grupo narcotraficante más”. 

Darío Acevedo

“Los hechos son los que hablan por uno, no solamente las palabras. No soy de los que impongo lo que pienso”, dijo Darío Acevedo, el director del Centro Nacional de Memoria Histórica a Cerosetenta antes de tomar posesión de su cargo. En los 10 meses que ha estado al frente del Centro, sin embargo, ha hecho todo lo contrario. 

El nombramiento de Acevedo fue un viacrucis. Fue el ‘plan c’ del Presidente Iván Duque, después de que se cayeron sus primeras dos opciones: Mario Pacheco, un férreo opositor al trabajo del Centro, y Vicente Torrijos, un académico que dijo tener un doctorado que resultó ser falso. El nombre de Acevedo tampoco cayó bien desde el principio: iba a dirigir el Centro de Memoria Histórica que está a cargo de escribir la historia del conflicto colombiano desde la mirada que lo niega. Según él, el conflicto ‘no podía convertirse en una verdad oficial’. 

Una vez posesionado, su punto de vista ha definido varios mapas de ruta en el Centro. Primero, engavetó un informe que ya se había hecho con los sindicalistas de los cultivos de palma de aceite en el Cesar. Luego, anunció que el Centro iba a tercerizar las investigaciones sobre el conflicto armado a través de un convenio con Colciencias porque según Acevedo, “el equipo de dirección del Centro es insuficiente para ser visto como el autor de la verdad hallada o al fin revelada”. Además, criticó investigaciones que realizó el Centro en el pasado como el informe ¡Basta Ya!, que según él, “fueron adelantadas por un pequeño grupo de intelectuales que no representan el amplio espectro de investigadores nacionales”.

Además, censuró el piloto del guión del Museo Nacional de Memoria Histórica llamado Voces para transformar a Colombia, una exposición itinerante sobre el conflicto armado en nuestro país, construida en diálogo continuo con las víctimas y que ha implicado, como contó La Pulla, ocho años de trabajo más unos 3.600 millones de pesos de recursos públicos invertidos. Según la Revista Arcadia, la muestra ya había estado en Bogotá y Medellín pero, cuando llegó a Cali, Acevedo decidió eliminar los textos introductorios de la exposición, cambió el contenido del folleto impreso y suprimió palabras como “guerra”, “despojo”, “resistencia” y “resiliencia”. Aunque pretendió borrar el capítulo entero sobre la Unión Patriótica, su equipo se lo impidió. 

Un audio publicado por Noticias Uno dejó claro su plan con el Museo: “Va a haber cambios en el guión? Sí. ¿Voy a barrer con todo? No. ¿Tendré en cuenta algunas cosas de la conceptualización? Sí, pero siempre y cuando seamos consecuentes con lo que se dice”. Y sigue: “lo que yo estoy pensando es en conformar un equipo con unas cinco personas que revisen todo lo que se ha hecho, que evalúan. Seguramente encontrarán aporte. Lo importante es diseñar una concepción que le sirva a todo el mundo”. 

Sus decisiones han llevado a que algunos grupos de víctimas retiren sus informes y archivos del Centro por miedo a ser revictimizados. Acevedo, sin embargo, ha procurado escuchar otras voces como las de los empresarios (algunos con cuestionamientos) y los militares (Acevedo ha dicho, además, que los falsos positivos no fueron una política de Estado). 

Gustavo Petro

Gustavo Petro pareció lograr lo impensable en las pasadas elecciones presidenciales, en las que se eligió a Iván Duque como presidente de Colombia. Su derrota en segunda vuelta pareció más una victoria: con ocho millones de votos (casi el 42 % de los votantes) la Colombia Humana se configuraba como una fuerza política poderosa, capaz no solo de hacerle frente al uribismo sino que, además, dejó bien atrás al centro (representado por Sergio Fajardo) y a las maquinarias tradicionales (en cabeza de Germán Vargas Lleras). En segunda vuelta, la diferencia de votos entre Petro y Duque fue de 2 millones. 

Durante décadas, la inmensa mayoría de candidatos presidenciales de izquierda o de movimientos alternativos no lograban ni acercarse a los 8 millones de votos de la Colombia Humana. Antonio Navarro obtuvo en las elecciones de 1994 el 3,8 %; Lucho Garzón, en 2002, el 6 %; Carlos Gaviria, del Polo Democrático, tuvo poco más de 2 millones y medio de votos. Los 3,587,975 votos que obtuvo Antanas Mockus en 2010 fueron, hasta el 2018, la votación más más alta de un candidato con banderas progresistas. 

Alrededor de la campaña de Petro —con propuestas propias de un movimiento contemporáneo de izquierda que iban desde políticas sociales, énfasis en el medio ambiente, un apoyo abierto a los acuerdos de paz y un enfoque de género impulsado por Ángela María Robledo, su fórmula presidencial— se tejió una nueva base de votantes que pedía un nuevo modelo de Colombia, gobernada desde siempre por la derecha. 

Sin embargo, un año después y bajo una coyuntura electoral bien diferente, esa promesa en la que se había convertido la Colombia Humana pareció echar agua. Todo empezó cuando Ángela María Robledo decidió no ser candidata a la Alcaldía de Bogotá para luchar por el escaño que se había ganado en la Cámara gracias al estatuto de la oposición. Petro, entonces, decidió apoyar a Hollman Morris. Su apoyo tuvo como reacción una carta de rechazo a su candidatura firmada por 74 personas, en su inmensa mayoría mujeres de la Colombia Humana, por las denuncias de violencia intrafamiliar que ha hecho la expareja de Morris. Petro, sin embargo, defendió a su candidato, lo que creó una fractura dentro de su movimiento y que lo alejó de dos de las mujeres más importantes que tenía a su lado: Ángela María Robledo y María Mercedes Maldonado (que terminó renunciando a su puesto como coordinadora programática de la Colombia Humana). 

Y no sólo eso, muchxs votantes sintieron traicionada la vocación feminista que el mismo Petro había defendido durante las presidenciales, y la candidatura de Hollman (que quedó en el fondo de la tabla en un empate técnico con Miguel Uribe) pasó sin pena ni gloria. Para muchos, como Sara Tufano, su decisión pareció confirmar muchas de las críticas que se le han hecho a Petro: un político que trabaja para él mismo y que poco o nada tiene en cuenta las opiniones de sus co-equiperos y alrededor del cual nunca podrá existir un verdadero movimiento. 

Álvaro Uribe 

Este año el teflón de Álvaro Uribe se peló. Su imagen negativa superó la de todos sus contrincantes (menos la de Nicolás Maduro), seguido muy de cerca por la de su pupilo, Iván Duque. 

Fue un año en el que el expresidente recibió muchos golpes: tuvo que rendir indagatoria en la Corte Suprema de Justicia, que tiene un proceso en su contra por manipulación de testigos. Su abogado en ese caso, Diego Cadena, el abogangster –o abohamster–, está a punto de ser imputado por sobornar a testigos y será enviado a prisión preventiva. 

Perdió abruptamente las elecciones regionales de octubre de este año y su partido sólo logró dos alcaldías en cuerpo propio y en ciudades intermedias (Bello, Antioquia con un candidato que, por cierto, tiene brazalete del INPEC, y Soledad, Atlántico). Él mismo reconoció la derrota y se echó la culpa

Mientras tanto, el presidente que él apadrina no levanta cabeza, y recibe incluso, fuego amigo de su propio partido. Uno de sus ministros más cercanos, Guillermo Botero, ex mindefensa, salió del cargo justo antes de que el Congreso aprobara una moción de censura en su contra por un bombardeo en el que murieron 18 niños reclutados. Su hermano, Santiago Uribe, sigue preso y está a punto de ser juzgado por paramilitarismo. Y para completar, en pleno paro nacional donde se oye en coro popular ‘no más Uribe’, Twitter le cerró su cuenta y el país, por primera vez en muchos años, vivió varios días sin las opiniones del expresidente. 

Bonus Track – Marta Lucía Ramírez

No queríamos cerrar este conteo sin incluir a una mujer. Aunque fue difícil escoger entre la Ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez (y su #NoPudieron)o la periodista Claudia Palacios (y sus columnas xenófobas en El Tiempo), nos decidimos por la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, que este año tuvo varios desatinos en sus declaraciones. 

Fueron muchas salidas en falso pero aquí recogemos las más ‘famosas’. La abuchearon en el Festival de Cine de Cartagena, Ficci, por defender la economía naranja. Dijo que Rusia estaba infiltrando el paro nacional. Mató a Belisario Betancur antes de tiempo. Lamentó que unos niños de India fumaran, asumiendo que eran colombianos. Defendió el error de Iván Duque cuando afirmó que ‘los padres de la patria de Estados Unidos contribuyeron a la independencia de Colombia’ y mostró su doble moral apoyando las protestas y cacerolazos de Venezuela pero criticando las de Colombia. Para completar, trajo al país a Ivanka Trump, una persona que no ha sido reconocida por la defensa de la igualdad de género, en un esfuerzo por ‘empoderar’ a las mujeres colombianas.

¿Se le ocurre alguien más?

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