La toma del MAMBo

Le preguntamos a Lucas Ospina qué haría si pudiera arrendar el MAMBo y contestó que no está interesado. En cambio, habló de la obra, de los poderes que se mueven detrás del museo y de lo que podría ocurrir en ese espacio cultural.

por

Lucas Ospina


12.02.2018

 El MAMBo no se puede arrendar porque hay indicios de que sigue arrendado. Por ejemplo, no se sabe si Fernando Botero Zea, el hijo de la que fue directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá, Gloria Zea, sigue ahí o ya devolvió el espacio que usó para organizar su campaña a la Alcaldía de Bogotá en los años noventa, la política cultural al servicio de la cultura de la política.

Tampoco se sabe si Alfonso Rodríguez, conocido como “El Gordis”, el contador que colaboró durante años arreglando libros y que conoce bien la verdadera historia contable del museo, ya se fue. Menos sabemos si la Junta Directiva del MamBo, encabezada por el expresidente Belisario Betancur y por Jorge Cárdenas —el papá del actual Ministro de Hacienda del Gobierno Santos—, ya cedieron el contrato a perpetuidad que tenían para liderar ese comité. Uno no arrienda lo que ya está arrendado, el MAMBo ya tiene arrendatarios y tal vez esta situación sirve para eso, para ver quienes lo tienen arrendado, pues se puede tratar de gente muy poderosa, y si hay un interés genuino en que otros sean sus arrendatarios.

El revuelo del arriendo del MAMBo no fue algo que la gente pensara imposible. Mucha gente se creyó lo que estaba pasando ¿Qué demuestra que incluso medios como la W y que Enrique Peñalosa, el Alcalde Mayor de Bogotá, cayeran en la trampa?

Primero, nadie nos engaña. En realidad queremos ser engañados. Y para eso basta con hacer algo muy sencillo: no leer, o sólo leer titulares, o leer, pero no interpretar, quedarse en la magia, creer con fervor o indignación ciegamente en ella y no ver más allá de la ilusión. Los magos que hicieron ese truco nos mostraron la magia con varios letreros de “Se arrienda”, un número de teléfono, y con un actor, entre pasmado y soberbio, que hizo de asesor inmobiliario en un performance de antología:

Y luego de hacer la magia y de ver cómo esta se difundía por las redes sociales y era replicada por los medios de comunicación, nos mostraron el truco, la ilusión: se trataba de una campaña para buscar fondos y membresías y llevar ese mensaje a una gran audiencia. La campaña puede parecer obvia o repetitiva, en arte pareciera que todo ya se ha hecho, pero en términos de comunicación fue efectiva y el MAMBo como marca tuvo un pico de popularidad momentáneo en que su Directora —que está haciendo de buena voluntad lo que sabe y lo que puede—, pudo enviar un mensaje alegórico en una rueda de prensa: “Hoy el MAMBO se arrienda, para que todos los colombianos puedan llevarse una parte de él, donde sea que vayan y esta es la forma como todos podrán hacerlo…”.

Si lo vemos como una competencia, la publicidad le ganó al arte, pero también lo podemos de ver de forma menos maniquea y comprender que estamos ante una nueva versión de una polémica que sacudió al MAMBo hace unos año.

Y luego pasó a hacer un performance donde ella mostró una tarjeta de membresía que usó para abrir un simulacro de puerta que lleva a un espacio virtual tan museal como metafórico.

Ahora, es importante resaltar que la obra “Se arrienda” fue hecha por publicistas de la Agencia DDB. No sabemos si sólo dieron la idea o cobraron por ella y por su ejecución, pero en la biografía de sus dos directores, que aparecen en su página, destaca su interés por el arte. Sobre uno de ellos, Leo Macías, la página cuenta: “cuando no está en la agencia, se encuentra dirigiendo una exitosa Galería de Arte desde su departamento” y “como artista plástico (su lado B) realizó muchas exposiciones en Brasil en los últimos 8 años”. El otro jefe, Mauricio Serrano, es “casado y padre de 2 hijas, pintor amateur, estudioso de las facetas de la personalidad humana, y afiebrado por la aviación militar”. Estos son los responsables de la obra que se tomó al MAMBo.

Paralelo a esto, en el mismo museo, por estos días, hay un grupo de artistas que organizó La toma del MAMBo, un evento de tres días donde, como lo explica su nueva y eficaz página de internet, la institución será tomada “por 12 colectivos y organizaciones culturales que a través de sus proyectos desbordan el límite institucional y proponen formas de pensamiento colectivo dentro de la escena artística de la ciudad”. Este evento gratuito y colectivo es patrocinado con fondos de la Alcaldía de Bogotá por una beca que ganaron sus organizadores, el Colectivo Aurelio y la Fundación Más Arte Más Acción. En otras palabras, “La toma del MAMBo” es una curaduría externa y autofinanciada que le fue propuesta al MAMBo, pues, como ya se sabe, en ese museo en este momento no hay muchos recursos o imaginación para contar con un área definida de curaduría o para contratar a un curador.

A la luz de lo que pasó con “Se arrienda”, la obra de los publicistas parecía salida de la curaduría del “La Toma del Mambo” pues lucía como un preludio o una campaña de expectativa a ese evento, algo bueno en términos de comunicación, pero molesto para algunos de los organizadores y doce colectivos de artistas que vieron cómo su trabajo zonal de meses de activismo y crítica institucional fue tomado por la institución: “La toma del MAMBo” fue tomada por el MAMBo para ejecutar su campaña de autopromoción. Una inversión de roles donde el arte, lo que da origen al museo, termina en función de la publicidad del museo, y donde unos artistas, los publicistas de la Agencia DDB se “tomaron” la labor de sus otras colegas para sacar su obra adelante y picar en punta.

Si lo vemos como una competencia, la publicidad le ganó al arte, pero también lo podemos de ver de forma menos maniquea y comprender que estamos ante una nueva versión de una polémica que sacudió al MAMBo hace unos años cuando la curaduría le cedió espacio al arte de la publicidad y se hizo una exposición de muñecas Barbie que arrendaba el espacio del museo a una empresa para un informercial museográfico –descarado– sin el menor atisbo crítico y donde la empresa importadora de los productos de una multinacional de juguetes le dio aura y un bronceado de cultura a sus muñecas anoréxicas.

A la luz de este antecedente, podría decirse que estamos ante un miniescándalo “Barbies 2.0”. Un eterno retorno de lo mismo, que muestra como al MAMBo, más que recursos, le hace falta cuidado y curaduría: el cuidado y curaduría que tuvo en sus comienzos y que a partir de los años noventa entró en declive. En el caso de “Se arrienda” esto es evidente pues faltó un mediador capaz de comprender la necesidad económica del museo, pero también de evitar que este impulso de supervivencia presupuestal se lleve por delante el trabajo de los artistas y colectivos que van a exponer ahí en “La toma del Mambo”. Alguien que cuidara la naturaleza del museo: un curador.

en la gloria
El arriendo bienpensante que plantea la campaña publicitaria del MAMBo no se ha dado, está en proceso, pero difícilmente se dará mientras la institución sea incapaz de romper esos contratos antiguos que todavía la atan a la administración pasada y a la visión del arte y la cultura que tiene una élite arribista, endogámica y condescendiente.

El MAMBo cuando quiere, y puede, exhibe cosas muy buenas. Por ejemplo, en la exposición reciente “Ríos y silencios”, que lideró y patrocinó Juan Manuel Echavarría con un grupo amplio de trabajo, vimos un recuento de las iniciativas que ha tenido ese artista y su equipo por más de dos décadas, que sólo habían sido mostradas de forma dispersa y, a veces, bajo un criterio más galerístico que documental. Ahora, aquí, en las salas del museo, con una acertada museografía, todo ese material logró convertirse en un documento sinfónico, comprensivo, fuerte, constante y generoso de la violencia reciente de los ejércitos y la guerra en este país. Este “arriendo” fue todo un acierto y muestra la relevancia del espacio del museo y le da luces a otro museo, el Museo Nacional de Memoria que está en proyecto, sobre como pueden ser sus exposiciones.

Esperemos que algo de público y cubrimiento periodístico le arrastre la obra “Se arrienda” a “La toma del Mambo”, un evento que seguro traerá un público diferente al museo, de otras zonas de la ciudad, más cercano al activismo y al trabajo sectorial en zonas distantes a los ejes de las galerías o de Artbo, y que traiga jóvenes diferentes al sector de los “jóvenes coleccionistas” que bien hace en cultivar la dirección del MAMBo para ampliar a futuro su ramillete de donantes.

No puede ser que para pedir fondos del estado y del Estado el MAMBo se autodefina como espacio público y democrático pero que para atender el llamado crítico de décadas de revisar su historia, de abrir su constitución, sus acciones sean opacas y que ahí invoque su carácter de privado para evitar cualquier cuestionamiento: “¡Eso son estupideces de los puristas!”, era una de las respuestas de Gloria Zea ante la crítica. No sobra recordar cómo, en el año 2013, un político despistado en lo cultural como Juan Lozano, pedaleado por las buenas relaciones de Gloria Zea con el político German Vargas, pretendía pasar una ley que le diera al MAMBo $40.000 millones de pesos por derecha, saltándose toda la política de espacios concertados y apoyo del Ministerio de Cultura. La acción eficaz del Ministerio de Cultura y un sector de la crítica cultural frenaron esta iniciativa acomodada que, bajo el “fast track” de la alcurnia de la directora del MAMBo y su junta directiva, pretendía burlar la legislación cultural.

El arriendo bienpensante que plantea la campaña publicitaria del MAMBo no se ha dado, está en proceso, pero difícilmente se dará mientras la institución sea incapaz de romper esos contratos antiguos que todavía la atan a la administración pasada y a la visión del arte y la cultura que tiene una élite arribista, endogámica y condescendiente.

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