La despedida al Varón del Sol: el patrimonio arqueológico de Suacha en riesgo

El pasado viernes 3 de mayo, las y los habitantes de Suacha se enteraron de que el Varón del Sol, la pieza arqueológica más querida del municipio, había sido cubierta con pintura negra. Aún no se sabe quién lo hizo ni si el pictograma podrá recuperarse. Esta es la historia de un símbolo, hoy perdido, que dio a Suacha su identidad.

por

Lina Vargas Fonseca


21.05.2024

Ilustración: Nefazta

Ahora el Varón del Sol, el símbolo de Suacha,  —en lengua muisca xua es sol y cha señor—, la pieza arqueológica más querida del municipio, la figura prehispánica dibujada sobre una piedra en lo alto de la montaña que representa a un hombre, una deidad o una lechuza, está cubierto con pintura negra. Sobre la pintura, en rojo, las letras FCR que aún no se sabe a qué corresponden.    

La mañana del pasado viernes 3 de mayo integrantes del equipo de patrimonio de la Secretaría de Cultura de Suacha que hacían una ronda de inspección vieron la pieza vandalizada y dieron aviso. Esa misma mañana, la periodista suachuna Angie Bermúdez, fundadora del colectivo de comunicaciones Telescopio de papel, se enteró de lo que había pasado. Junto a una compañera emprendieron el trayecto hasta la piedra, ubicada en el límite de la comuna 6 y el primer corregimiento rural, en la vereda Fusungá. Subir caminando les toma casi dos horas, así que esta vez fueron en carro. Como suelen hacer, bordearon Altos de la Florida, un sector con distintas carencias donde el colectivo ha trabajado con niñas y niños para que reconozcan su patrimonio arqueológico y a partir de él elaboren material audiovisual, sonoro y fotográfico. Al mediodía las chicas se aproximaron a la cima de la montaña.

“Cuando vas llegando reconoces el Varón del Sol a la distancia y se veía que estaba tapado, pintado de negro. Tenía varias capas de pintura. Sentí un ambiente diferente al de otras veces, ya no era de respeto ni de imponencia”. Mientras habla, Angie envía por WhatsApp las que posiblemente sean las últimas fotos de la figura: la nariz triangular, como de ave nocturna, los brazos extendidos, la cabeza con ojos pequeñitos y alegres, coronada de rayos. No mide más de 15 centímetros. En el documental Xuacha Rupestre también se la ve en su esplendor como símbolo del arte rupestre de Suacha, es decir, de las pinturas hechas sobre piedras en entornos naturales. “Es la huella de un momento”, dice en el documental el investigador Diego Martínez y añade que, por la cantidad de afloramientos rocosos, Suacha es uno de los sitios con más arte rupestre en Colombia. La cámara muestra un conjunto de piedras blancas y redondas como reptiles jóvenes que entre matorrales custodian a la piedra mayor. Hay muchas rocas desperdigadas y entre ellas, más abajo, unas pocas casas de madera y chapa tapadas con polisombra. A lo lejos está el resto de Suacha envuelto en una capa de polución. Eso fue en 2015. 

Pero hoy, en las fotos que Angie envía, la piedra del Varón del Sol parece una garra negra bajo el cielo gris. La pintura también fue esparcida en las piedras aledañas y en todas agregaron las letras FCR. El conjunto, que hace pensar en la brea o el carbón, supura violencia. “Nosotras llegamos y a los cinco minutos llegó la Alcaldía, la policía y personal del Museo Arqueológico”, recuerda Angie y dice que la escena, con todos los funcionarios, podría haber sido el levantamiento de un cuerpo. 

Fotos y video: Telescopio de papel.

“Es como si se hubiera muerto alguien cercano”, lamenta, por su parte, el historiador y museólogo Everardo Herrera, exdirector del Museo Arqueológico de Suacha y coordinador de procesos de identificación y gestión del patrimonio cultural del municipio. Ese 3 de mayo, él estaba en Santa Marta, en el Congreso Colombiano de Arqueología, a punto de presentar una ponencia sobre los retos y fortalezas del Plan de Manejo Arqueológico de Suacha, cuando recibió la noticia. “Al principio no creía, pero luego me mandaron la foto. Es la ansiedad, la tristeza. No sabes qué pensar porque son muchos años de estar pendiente del Varón del Sol”, dice. “Entonces empecé la charla así: ‘Voy a hablar de retos y fortalezas. Y frustraciones’”.  

“Estábamos en el Congreso de Arqueología y Everardo inició su presentación diciendo: ‘Hoy me enteré de que pintaron el Varón del Sol’ y nos mostró la foto”, cuenta Anny Catalina López, coordinadora del Grupo de Patrimonio del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH). López explica que al ver la foto en Santa Marta supieron enseguida que no se trataba de una afectación cualquiera en una piedra —el nombre formal es Sitio con Arte Rupestre (SAR)—, asuntos más usuales como inscripciones de nombres, declaraciones de amor o invitaciones a unirse a un culto religioso. No. “Lo que vimos fue una fuerte intención de cubrir la roca y borrar ese símbolo de Suacha”, comenta. 

“El ICANH rechaza los daños causados”, abre el comunicado que el instituto publicó el viernes en la noche. Allí se lee que la pintura fue aplicada con brocha y que un diagnóstico preliminar determina que el daño podría ser irremediable. “Por ahora nos mantenemos en eso”, dice López una semana después. “La roca es muy porosa y quedó completamente negra, lo que hace mucho más difícil una restauración. La pintura, además, es a base de aceite y eso requiere usar solventes que pueden ser dañinos”. El lunes 6 de mayo funcionarios de los equipos de afectación al patrimonio, conservación-restauración y museología del ICANH subieron hasta la piedra del Varón del Sol. Por su valor arqueológico, la zona es una de las 92 áreas de conservación identificadas en Suacha e incluye alrededor de 15 sitios de arte rupestre repartidos en una veintena de predios. A esa visita también fueron el alcalde y otras entidades públicas y de la sociedad civil. “Se interpuso de inmediato la denuncia ante la Fiscalía General de la Nación”, asegura a Cerosetenta el secretario de Cultura encargado, Carlos Andrés Tobón, porque aún no se ha nombrado a nadie en esa secretaría. “No hemos obtenido retroalimentación alguna”.   

El próximo viernes 24 de mayo el ICANH hará una nueva visita al Varón del Sol para exponer los resultados de su análisis del daño y anunciar con certeza si es posible repararlo.  

*

Hoy en Suacha hay rastros del Varón del Sol en todas partes. Está, por ejemplo, en la escultura del cacique muisca instalada en la plaza principal. En el logo de los taxis. En los uniformes de equipos de ciclismo y patinaje. En la primera estrofa del himno oficial. En artesanías, restaurantes y cafés. En murales en las casas de Altos de la Florida. “Yo vivo en la comuna 1 y en la mañana el sol sale por el costado donde está el Varón. Cuando estás abajo ves el amanecer en la montaña”, recuerda la realizadora audiovisual Katherine Ramírez, integrante de la organización Suacha Conexión. 

Pero hay que ser cautos. Quién hizo al Varón del Sol, por qué, para qué y cuándo son preguntas difíciles para las que no hay una respuesta exacta, aclara Anny Catalina López, del ICANH.  

Everardo Herrera da pistas. Se sabe que la pintura es prehispánica, o sea, anterior a la llegada de los españoles, por lo que, al menos, tendría 600 años. En ese momento los muiscas habitaban el territorio hoy comprendido por Suacha, pero atribuirles la autoría de la pieza tampoco es confiable. Lo que se entiende como muisca va del año 600 al 1600 de nuestra era, cuenta Herrera. Empezó como una comunidad que hizo cerámica, tejió, cultivó maíz y tuvo una mitología y lengua común. Iris Medellín, candidata a doctora en Historia, suachuna e hija y nieta de suachunos, agrega que la confederación muisca alcanzó su complejidad social hacia el año 1000 y que ya entonces la importancia de Suacha residía en ser la frontera entre el altiplano y las tierras cálidas del valle del Magdalena y un lugar rico en agua que se conectaba con otros puntos a través del río Bogotá. Sin embargo, las huellas arqueológicas encontradas en el territorio datan de hace 12.000 años, lo que permite afirmar que hubo grupos humanos anteriores a los muiscas.       

En todo caso, el Varón del Sol entró en la vida de las y los suachunos mucho después, en el siglo XX. Ocurrió cuando el ingeniero e historiador bogotano Miguel Triana, considerado un pionero de la investigación de arte rupestre en Colombia, publicó los libros La civilización chibcha y El jeroglífico chibcha en los que no solo volcó sus hallazgos arqueológicos, sino que reivindicó el valor de la sociedad muisca. Dice Herrera que en uno de esos libros aparece la imagen de un pictograma a la que Triana tituló “El dios Suacha viendo el valle de Fusungá”. La imagen, sin embargo, pasó desapercibida durante años hasta que los libros fueron republicados y a lo largo de las décadas del 70, 80 y 90 se activó la conexión entre la palabra Suacha y el Varón del Sol. “No hay explicación, fue la gente que lo empezó a decir”, señala Herrera. “Y entonces se volvió un símbolo del municipio y de lo muisca”.  

*

Con 92 áreas de conservación, 192 sitios de arte rupestre y 100 sitios de hallazgos de material arqueológico entre cerámicas, fragmentos líticos, caminos, puentes y muros, Suacha, con sus 184 kilómetros cuadrados, 14 veredas rurales y seis comunas urbanas que apenas ocupan 19 kilómetros cuadrados, es un lugar privilegiado. De hecho, es el primer municipio de Colombia que cuenta con su propio Plan de Manejo Arqueológico, elaborado por el ICANH en 2020 para definir las medidas de manejo y protección del patrimonio. En 2018 el municipio inauguró su Museo Arqueológico con hallazgos del Sitio Nueva Esperanza, cerca del Salto del Tequendama, donde se construyó una subestación de energía eléctrica. Contrario a los parques de San Agustín o Tierradentro, esa riqueza está tan ahí, pegada a Bogotá.  

Aun así, de Suacha no se puede hablar sin mencionar sus problemas estructurales. 

El comunicado del ICANH anota que en noviembre de 2022 el instituto avisó a las autoridades locales que el Varón del Sol estaba en inminente riesgo de afectación por la construcción de viviendas cercanas, vandalismo, fogatas, explotación de piedra, tala, deforestación y manipulación inadecuada de basuras. 

Angie Bermúdez recuerda que en sus últimas visitas al sitio vio la línea de asentamientos urbanos irregulares cada vez más cerca. Cuenta que en Suacha y de manera no oficial se dice que los responsables del daño a la piedra fueron los tierreros, gente que lotea la montaña y la vende y revende a personas con necesidad de vivienda. Iris Medellín está de acuerdo: “Los tierreros son mafias que acaparan la tierra, la ocupan, lotean y venden. Se piensa que la pintura fue un mensaje que sucedió días después de que la Alcaldía realizara un desalojo a una ocupación en ese predio”. 

“¿Cuál fue la acción que tomó el secretario de Gobierno después del desalojo?”, se pregunta, por su parte, la representante a la Cámara por Suacha, Alexandra Vásquez en entrevista con Cerosetenta. “¿Cómo es posible que desalojen para proteger al Varón del Sol y no se tomen medidas posteriores? Se sabía que ellos iban a atacar y no digo la comunidad, sino los tierreros. Aunque yo pienso que las letras que pusieron fueron para desviar la atención”. 

FCR. La versión que circula en el municipio es que esas letras no obedecen a nada porque no se habían visto antes en ninguna parte.  

«Se sabía que ellos iban a atacar y no digo la comunidad, sino los tierreros. Aunque yo pienso que las letras que pusieron fueron para desviar la atención”. 

Pero la urbanización irregular es solo un problema. Porque en Suacha también hay una acelerada expansión de la urbanización legal. Se está construyendo en todos lados, incluso sobre los humedales que atraviesan el territorio y no siempre respetando los bienes patrimoniales, comenta Katherine Ramírez. Muchas de las nuevas urbanizaciones se llaman, con cierta ironía, Varón del Sol. Y hay minería. Dos áreas que se pueden ver desde la piedra hoy vandalizada como enormes huecos en la montaña de los que se extrae arcilla y arenilla para construir más y más y que, según el Plan de Manejo, coinciden con sitios arqueológicos. Quizás por eso la noticia reciente de que —por aprobación del Concejo, pero sin una consulta popular— Suacha entró a la región metropolitana de Bogotá, se recibe con escepticismo. “Nos venden la entrada a la región metropolitana como la panacea para planificar ciudades, pero a qué van con esa planificación: pues a construir”, dice la representante Vásquez.     

Con un territorio en un 70% rural, Suacha tiene, en teoría, mucho espacio para crecer. Es más barato que vivir en Bogotá. Sin embargo, por ahora, esa expansión no ha venido acompañada de una mejora en la infraestructura. En hospitales, escuelas y medios de transporte, por ejemplo. Como dice Iris Medellín, quizás en un rezago colonialista, Suacha le da mucho a Bogotá y al país —trabajadoras y trabajadores, agua, patrimonio arqueológico—. Pero recibe poco.  

*

“Es complejo decir que el Varón del Sol estaba desprotegido”, apunta el historiador Everardo Herrera. Al considerarse de especial interés para la comunidad, el patrimonio de la nación está resguardado por la Constitución que lo declara como inalienable, imprescriptible e inembargable. Su protección, además, se basa en una reglamentación que parte del principio de corresponsabilidad: es tarea de todas y todos cuidarlo, del Estado nacional, de las alcaldías, del ICANH, de la gente. A eso, explica Herrera, para el caso particular de Suacha, se suma la protección administrativa contemplada en el Plan de Manejo Arqueológico. Pero entonces aparece una duda en forma de sigla: POT. Se supone que el Plan de Manejo Arqueológico, que entró en vigencia en 2021, debe integrarse al Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Suacha con el fin de tener cabida en las decisiones que se tomen respecto al territorio. Pero sucede que ese POT no se actualiza desde el año 2000. “Por eso la necesidad de integrar el Plan de Manejo, para que el POT entienda dónde está su patrimonio arqueológico y qué debe y no debe hacer con él”, subraya Herrera. 

Con cada nueva alcaldía el POT se discute y rearma, aunque pasan los años y nunca queda listo. 

El Plan de Manejo Arqueológico sí se ha implementado, asegura Herrera. Pero, por otro lado, ¿qué hacer en un predio como el de la piedra del Varón del Sol que ni siquiera es del Estado, sino que tiene dos dueños privados que están en disputa? ¿Cómo intervenir? ¿Que la Alcaldía lo compre? ¿Poner un policía en cada piedra? ¿Prohibir la entrada? ¿Incentivar recorridos turísticos? ¿Hacer una réplica del Varón del Sol? ¿Un holograma? ¿Cómo mover 192 rocas, patrimonio inmueble, a un museo? 

Katherine Ramírez estuvo en la despedida que el domingo 5 de mayo se hizo al Varón del Sol. Fue una marcha por las calles de Suacha, integrada en su mayoría por gente de organizaciones culturales y medioambientales. Sí, muchas personas que vivían en Suacha, ya en los años 70 subían la montaña para ver las piedras. Sí, muchas personas reconocen al Varón del Sol como un símbolo. Sí, habitantes de Altos de la Florida organizan recorridos turísticos y están pendientes por si algo afecta a su patrimonio. Pero, al ser un municipio que recibe a cientos de migrantes colombianos y de países vecinos, eso mismo no sucede con toda la población. Mientras la marcha recorría el estadio Luis Carlos Galán, tomaba la carrera séptima hacia el centro y se instalaba en la plaza principal, junto a los puestos de almojábanas y garullas —también símbolos suachunos—, otros que pasaban por ahí no entendían que ocurría, por qué tanto dolor. Quienes marchaban y encendían velas lo entendían o entienden bien, aunque, como pasa ante una pérdida reciente, aún no saben si hablar del Varón del Sol en presente o pasado. Quizás el 24 de mayo el ICANH les dé una buena noticia. 

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