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Hablar desde: los datos

Somos seres racionales, y a menudo los datos inundan nuestras conversaciones, ¿por qué? ¿Se puede hablar usando los datos de distintas formas? ¿Cómo podemos hacer para que esta conversación sea más abierta y respetuosa? ¿Cuál es el impacto que tendrán los datos en Tenemos que hablar Colombia?

por

cerosetenta


12.04.2022

Tenemos que hablar Colombia es el espacio que ahora se está dando para activar las conversaciones entre ciudadanos; es una iniciativa que tiene como objetivo adelantar diálogos masivos, representativos, rigurosos e incluyentes. Es una apuesta ambiciosa por hablar con miles de personas en todos los rincones de Colombia, para celebrar sus encuentros y divergencias, y así revelar una visión común.

Dentro de los aspectos que pueden afectar a todos los colombianos como individuos, los datos entran para complementar el lenguaje que, sin importar cuáles han sido nuestras experiencias, todos usamos para hacernos entender. Por eso, entrevistamos a Juan Carlos Rodríguez, codirector del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, para que nos explicara por qué los datos siempre tienen lugar en nuestras conversaciones. 

Es común que cuando dos o más personas están conversando sobre distintos temas usemos datos. ¿Qué tan frecuente es que las personas mencionen en sus conversaciones datos que hayan visto o escuchado? ¿Por qué sentimos la necesidad de siempre respaldar lo que decimos con datos?

Yo creo que es natural tratar de imponer algún principio de autoridad en alguna discusión, apelando a datos, a la evidencia. Parecería que los argumentos tuvieran más validez o más solidez si están respaldados por datos, aunque yo no estoy muy seguro de que eso sea muy fructífero. Si en una discusión el objetivo es “ganar la discusión”, apelar a los datos o a la evidencia hace sentir que puede contribuir a ese objetivo. 

Si cambia en algo la conversación, o le da fluidez, creo que depende mucho de la naturaleza del diálogo que se esté teniendo, y del nivel de cercanía entre las personas. Yo creo que puede generar distintos efectos. Por ejemplo, la persona B puede sentirse convencida de la posición de la persona A si le aportan datos. Puede pasar que la persona B use sus propios datos para contrarrestar. O puede pasar que la persona B se sienta intimidada o alienada por ese despliegue de erudición en términos de datos o de referencias. 

¿Hay temas de conversación en los que los datos son más importantes que en otros temas?

Sí, sin duda. Por ejemplo, si estamos hablando de un tema que toca fibras morales de las personas, los datos ahí no tienen mucho efecto; cambiar la posición de alguien cuando esa posición está basada en el sentimiento moral o en un sentimiento en general es muy difícil.

Los datos pueden contribuir a convencer o a acercar las posiciones. Uno quisiera que los diálogos fueran una construcción colectiva de conocimiento. Pero me temo que muchas veces termina en una confrontación porque en un diálogo no solamente está en juego el argumento, sino también el ego de las personas. Ahí me parece que las cosas son más complicadas y la construcción colectiva de conocimiento es más difícil. 

¿Cómo podemos usar los datos del informe de los diálogos de Tenemos que hablar Colombia para presentarle de manera efectiva los resultados al próximo Congreso y Gobierno?

Yo creo que depende de la naturaleza del tema, pero en general yo creo que los datos deberían siempre estar acompañados de una narrativa que no necesariamente apela a historias de personas reales, pero sí hay que contar una historia con los datos. Eso no es fácil. Nosotros, desde el Observatorio de la Democracia, que trabajamos con datos desde hace mucho tiempo, nos ha costado trabajo aprender la necesidad de contar una buena historia con esos datos. 

Los datos puros y duros pueden servir para que alguien más cuente una historia, pero ahí uno deja en manos de otras personas esa narrativa cuando vale la pena hacer el esfuerzo de contarlo uno. Los datos deberían ser como los soportes. Si uno va construir un puente, ese puente está anclado en columnas que son los datos, pero el puente hay que construirlo con una historia y una narrativa para tratar de, siguiendo con la metáfora, tender puentes y convencer al otro. 

Los datos tienen una aspiración de objetividad. Obviamente, cada interpretación de los datos lleva consigo los sesgos de quien los interpreta, pero de alguna manera los datos sí deberían contribuir a abrir unas discusiones más informadas. Uno sí quisiera que los debates y los diálogos tuvieran un nivel distinto al que tendrían si no hay datos detrás. Yo creo que los datos deben contribuir a que las discusiones sean más ricas, más informadas y a llegar a conclusiones, especialmente si uno está pensando en diálogos que produzcan políticas públicas. Hay que tener cuidado con que los datos no se utilicen para invalidar las posiciones de otras personas que pueden tener igualmente elementos clave para aportar a esa construcción colectiva.

En esta época de elecciones, ¿qué podemos decir de la forma en la que los y las candidatas están usando los datos en sus debates?

Hay que partir de la base de que el principal objetivo del candidato es ganar la elección, y que se hace más o menos cualquier cosa con ese objetivo. Otro supuesto que hay que tener, yo creo, es que la mayoría de los ciudadanos no tienen ni el tiempo ni la capacidad de corroborar si lo que les están diciendo es cierto o no. Muchas veces los datos se usan para apelar a predisposiciones o emociones o actitudes ya establecidas en las personas. Pueden ser instrumentalizados de manera muy fácil en una elección, porque en una elección los candidatos no están en la búsqueda de la verdad, sino en la búsqueda de los votos.

Uno sí quisiera que haya un contraste de datos para que los ciudadanos en su falta de tiempo y de recursos para invertir en adquirir la información, puedan sopesar las diferentes evidencias que le muestran y puedan contrastarlas contra sus propias actitudes. Pero los datos también pierden eficacia, porque cada quien tiene formadas unas opiniones y muchas veces los datos para algún ciudadano son desechados si contradicen las predisposiciones, o son recibidos si las refuerzan. Eso es algo inevitable y no hay mucho que se pueda hacer más allá de presentar diferentes perspectivas y diferentes datos. 

¿Qué recomendaciones podría darle a los y las colombianas sobre usar datos en sus conversaciones para evitar estos sesgos que menciona?

Yo creo que uno puede tratar de sugerir diferentes interpretaciones a un dato, diferentes explicaciones, diferentes narrativas. Eso genera de alguna manera algún tipo de posibilidad de recepción de ese dato. 

También hay que tener cuidado pues uno puede caer en dos extremos. El extremo ‘anticientífico’ de rechazar cualquier evidencia, atribuyéndole fines perversos a los científicos o a quienes emiten esas evidencias, o el extremo de venerar los datos sin tener en cuenta qué o quién hay detrás de los datos. Por eso yo digo que los datos hay que tratar de rodearlos de una narrativa que vincule a las personas que están oyendo, y saber que hay diferentes interpretaciones y ser conscientes de eso, y no creerse poseedor de la verdad absoluta porque uno tiene datos y el otro no.

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