Claves para repensar la economía nacional en época de crisis

Las crisis económicas son momentos de cambio. La recesión —que nos respira en la nuca— puede ser una oportunidad para repensar el consumo, el concepto de progreso y la solidez del capitalismo post pandémico. Colombia, según expertxs, podría hacer transiciones que produzcan algún alivio de cara al futuro: aquí presentamos siete retos.


Ilustra: Nefazta

En Colombia empezó a circular una moneda de edición limitada: la de diez mil pesos, una propuesta conmemorativa del Bicentenario de la Independencia que en una cara lleva la imagen de Policarpa Salavarrieta, basada en un retrato de 1855 del pintor José María Espinosa. La otra cara de la moneda muestra un rumor verificado: una inflación nacional del 13,36 %, la más alta en 23 años. La nuestra, además, y según cifras del índice LACI (Latam Currency Index), es una de las monedas más devaluadas de América Latina. 

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Para ajustar cuentas, hay que sumar a este panorama los temores de una recesión mundial provocada por una guerra (Ucrania – Rusia) y los efectos en los bolsillos tras dos años de una pandemia que produjo un endeudamiento estatal que todavía arroja deuda. El panorama local no es más alentador, pues en un anuncio que hizo Gustavo Petro al empezar el año, reunido con micro y pequeños tenderos del país en la Casa de Nariño, advirtió: “Tengo la sensación, y sobre todo ahora, que estamos en crisis, que todos sabemos, hay hambre, crece el hambre, que no es aquí, es en todo el mundo, que crecen las tasas de interés, va a haber recesión en el mundo, no solo en Colombia”. Y, asimismo, aseguró que bajarán los índices de empleo.

En Cerosetenta consultamos a Paula Herrera, profesora de economía de la Universidad Javeriana y feminista y a Juan Camilo Vega, economista de la Universidad de los Andes y periodista, para saber qué análisis no podemos perder de vista cuando se avecina una época económicamente difícil. 

¿Habría que cuidar los recursos de otra manera para estar mejor preparados en una eventual escasez? ¿Pasar de una economía basada en el extractivismo a una limpia y circular puede ofrecer soluciones en poco tiempo? ¿A quién podría afectar más una recesión: jóvenes, mujeres? ¿El gobierno podría empezar a remunerar el cuidado? ¿Es momento de implementar la renta básica?

Especular sobre cuál podría ser el panorama económico de 2023 no es sencillo, incluso lxs expertos no se atreven a dar un diagnóstico certero. Frente a la dificultad de hacer un pronóstico infalible, consultamos a expertxs para presentarles retos (y un par de alternativas) que se vienen discutiendo de tiempo atrás, y que ahora podrían cobrar relevancia:

Es momento de – deuda y + ahorro 

¿Recuerdan cuando en la pandemia los bancos llamaron para ofrecer retanqueos de deudas —es decir, recoger el saldo de una deuda en otro crédito más largo— pero con tasas de interés supuestamente más bajas? No cumplieron su promesa. Y podría pasarnos una vez más. Según Juan Camilo Vega, este año no es bueno endeudarse porque las tasas de interés ya están en niveles altos pero aún no han llegado a su tope: seguirán subiendo. “Evitar endeudarse y evitar las compras de cartera porque quienes compraron hace más de un año, saben que están pagando deudas más costosas a las iniciales”. Según el experto, quienes de todas formas vayan a endeudarse, es mejor que lo hagan hacia el tercer trimestre del año que es cuando usualmente el Banco de la República baja sus tasas de interés. Esa disminución en los intereses impactaría positivamente los créditos que consumen los hogares. “Lo que sí es bueno ahora es ahorrar. Hay unos rendimientos interesantes en ciertos productos bancarios y se podría consultar cuáles son para poner a rentar los recursos dentro de una cuenta de ahorro”, concluye Vega. 

A generar + empleo para mujeres

Usar la bola de cristal para predecir qué va a pasar con las brechas de género en la empleabilidad en Colombia, en tiempos de inflación, no es posible. Pero los datos históricos de las brechas han demostrado que estas han sido persistentes en el tiempo. Según los datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares del DANE para el trimestre móvil septiembre a noviembre de 2022, las mujeres en Colombia presentaban una tasa de desempleo 4.7 puntos porcentuales por encima de los hombres.

Lo que permitiría hacer predicciones y evaluaciones sobre el estado económico del país, al menos en términos de empleo, depende de unos datos sobre los que ha habido cambios metodológicos. Los datos en este campo los ofrece la Gran Encuesta Integrada de Hogares, GEIH, del DANE, que solicita información anual sobre trabajo, tipos de trabajo, salarios, cobertura en seguridad social, entre otras características de la población colombiana. 

Pero la GEIH hasta el 2021 se hizo con marco geoestadístico y proyecciones poblacionales construidas a partir del Censo de 2005, explica Paula Herrera. “En el 2021, el DANE hizo una actualización con el marco del Censo 2018. Solo durante el año 2021, de forma paralela, el DANE hizo la encuesta haciendo uso de los dos censos y va a ser difícil saber cuál va a ser el año con que nos vamos a comparar cuando entremos en crisis: ¿va a ser el 2019 o el 2022? Si es en el 2019, por ejemplo, hay una pregunta abierta sobre si nos hemos recuperado del todo de la crisis de la pandemia? En niveles agregados todo parece indicar que sí, pero no es del todo claro si otras estadísticas por género han logrado llevar a las mujeres a los niveles del 2019”.

En un eventual panorama de crisis no es simple concluir si se verán más afectados los hombres o las mujeres. De acuerdo con Herrera, todo depende de las dinámicas de los sectores económicos que se vean más afectados en una posible recesión, puesto que la proporción de empleabilidad de hombres y mujeres varía. Además, los primeros lideran la ocupación en el país y también ganan, en promedio, más que las mujeres. Hay que aprender del pasado y si lo que se quiere es reducir las brechas de género, se tienen que producir iguales incentivos en sectores masculinizados, como el de la construcción, y en sectores feminizados como el del cuidado”.

A repensar la inversión pública 

¿Debería en una crisis haber un cambio de prioridades en la inversión pública? Según ambos expertos, sí. Para Herrera es importante hacerse la pregunta de qué es lo que un Estado y su ciudadanía entienden por uno de los temas que más demanda atención económica en el país: la  infraestructura: “La infraestructura es un término revaluado por el feminismo y empezó a ser llamado como estructura de cuidado de una sociedad”. La académica explica que más allá de las obras de asfalto que asociamos con el concepto, hay obras que son a su vez infraestructura para el sostenimiento de la vida. “Los sectores como el de la educación, el de la salud, el de servicio social, entre otros, son sectores que tienen a cargo a niños, personas de la tercera edad, enfermos, pero también adolescentes en proceso de aprendizaje y son relevantes para las crisis”, dice la académica. Lo que preocupa de que no se entienda así es que el Gobierno no propone iniciativas con mayor cobertura para estas instituciones que sí prestan cuidado remunerado. En su análisis, es evidente que hay una crisis de infraestructura física. “Las carreteras y los daños por invierno lo hacen más visible. Pero, lo que no es tan visible es la infraestructura social. Necesitamos mejores indicadores de eso para que cuando se autorice políticas públicas veamos cuánta inversión hay en ladrillo y cuánto en nosotros como personas”, concluye Herrera. 

"Más allá de las obras de asfalto que asociamos con el concepto de infraestructura, hay obras sociales que son, a su vez, infraestructura para el sostenimiento de la vida".

Hay que cuidar a quienes nos cuidan 

Para Herrera es importante empezar a pensar en lo que menciona la economista feminista Diane Elson en momentos de crisis económica. Usualmente hay dos ítems a los que se les presta mucha atención: el sector financiero y el sector productivo. Sin embargo, queda por fuera el sector reproductivo que es, a juicio de la académica, donde caben tanto las actividades del cuidado no remunerado como las ocupaciones de cuidado remunerado: salud, educación, servicio doméstico.

“En el ámbito financiero caben, por ejemplo, los créditos y las discusiones sobre los instrumentos que emplea el banco central para controlar la inflación (casi siempre subiendo las tasas de interés); pero en el otro aspecto, que también se estudia mucho, que es el de la producción, hay un ámbito invisible que tiene que ver con la esfera reproductiva y, en esa esfera, caben todas las mujeres que tienen actividades de cuidado no remunerado que, si fueran pagadas, representan cerca del 20 % del PIB”. Este último aspecto del cuidado no remunerado no se le presta especial atención en momentos de crisis.

La puesta en marcha del Sistema Nacional de Cuidado bajo este gobierno es una meta urgente. Según la economista Herrera, necesitamos que se reconozca que si hay mujeres que necesitan salir a trabajar o buscar trabajo, por las necesidades de su hogar, no se pueden sobrecargar con dobles o triples jornadas. “Hay mujeres con una alta pobreza de tiempo, la cual se acentúa cuando por la triple jornada que incluye el trabajo remunerado, el oficio doméstico y el cuidado de los hijos. El trabajo no remunerado del hogar es pesado y, si no hay muy buenos servicios que ayuden a aliviar la carga, se vuelve peor”. 

El sistema nacional de cuidado, para la experta, podría empezar con priorizar la educación pública a través de la extensión de la jornada continua en todo el país y con esquemas sólidos de alimentación escolar. “Los hogares van a estar enfrentados a limitaciones económicas que se van a reflejar en niños y niñas asistiendo al colegio sin desayunar y regresando a su casa sin qué comer. Por tanto, vamos a estar enfrentados a un contexto exigente porque requiere garantizar una asistencia educativa y seguridad alimentaria”. 

Preparémonos para la deserción escolar y el efecto de trabajadorxs añadidxs

Durante la crisis económica por el Covid, Herrera encontró junto a su equipo de investigación que, tras la reactivación económica, la recesión tuvo rostro de mujer. Para una siguiente crisis, no es posible aventurarnos a si serán solo las mujeres quienes soportarán la carga. Sin embargo, la académica explica que en la medida en que las familias empiecen a percibir menos ingresos van a pensar en la posibilidad de que haya más de un solo proveedor en el hogar: “aquellas mujeres que no se encontraban trabajando o participando activamente en el mercado laboral, probablemente van a tener que salir a buscar empleo. Además, es probable que en un escenario de alta inflación, tanto los hijos como las hijas también deberán salir a hacer lo mismo”. Eso quiere decir que muchas personas que ante esta necesidad ya no puedan pagar estudios, probablemente deserten y se conviertan en nuevos empleadxs. “Este efecto del trabajador añadido va a poner más presión sobre el mercado laboral en tanto van a haber más personas buscando empleo, y la pregunta es qué tan capaz va a ser el mercado laboral de soportar el aumento en la oferta”, dice Herrera.

Arriba la renta básica

El gobierno anterior, durante la pandemia, sentó las bases de lo que podría llegar a ser la renta básica universal en Colombia y de hecho este gobierno continúa trabajando en lo mismo. Aunque falta que lo estructure y anuncie formalmente, hacia allá va gran parte de la política pública en materia de economía de este gobierno. “Lo que sí creo es que se puede ser más eficiente, se puede focalizar mejor, por ejemplo, cuando la tasa de desempleo en mujeres es más alta en Colombia creo que se puede hacer algo con eso y es seguir fortaleciendo programas focalizados en madres cabeza de familia”, afirma Vega.

Según el experto, se pueden integrar mejor las ayudas para los hogares, haciéndolas además más eficientes y dispersas. “Los auxilios estatales están atomizados y eso quiere decir que, aunque se avanzó mucho en bancarización, sigue habiendo millones que reclaman las ayudas por medio de la red de supergiros y la dispersión, por ejemplo, podría integrar las ayudas para hacerlas más incluyentes y eficientes y que no haya familias recibiendo más de un subsidio”.   

Por su parte Herrera ve en la renta básica o renta universal una solución, en sus palabras, para contener el efecto del trabajador añadido porque podría ser una medida bajo la cual los hijos y las hijas no salgan a buscar empleo y puedan continuar sus estudios.

Trabajemos por una economía circular

De acuerdo con Vega, la economía circular tiene un papel muy importante en todo lo relativo a migrar hacia una economía más sostenible. “Hay que revisar el tema del reciclaje con más seriedad, esto quiere decir, con una política de aprovechamiento de residuos”, dice el experto. Para él, las políticas públicas sobre el tema se han estancado por problemas técnicos que han impedido que lo que pasa en grandes ciudades se replique en municipios pequeños y demás. “Básicamente me atrevería a decir que solo hay tres grandes ciudades que están al frente del tema y sí aguanta una política que articule esfuerzos a nivel nacional. Incluso, una política que repiense el papel de otros actores en la sociedad, como el de los recicladores, y que reciban estímulos por lo que hacen”. 

El economista cree que las políticas de aseo han sido demasiado tibias y no se les ha dado a las iniciativas populares el papel que merecen dentro de la cadena. “Por eso es que muchas personas que pertenecen a ese sector han estado protestando en el último año, porque no reciben soluciones de facto para su trabajo. Y, si hubiera estímulos, más personas entrarían en la era del aprovechamiento”.  

Podemos caminar hacia una economía + limpia 

Emprender el camino hacia una economía con fuentes menos extractivistas y más limpias es posible. Según Vega, las crisis son momentos de cambio en los que las políticas públicas juegan un papel relevante para enfocarse, por ejemplo, en acelerar la transición energética. “Hay cada vez más evidencias de que el cambio climático está impactando la economía y la vida de las personas. El mejor ejemplo es el fenómeno de la niña, que ya va para tres años, y ha tenido consecuencias desfavorables en Colombia y en la región”.

El experto cree que sí tiene que haber una política pública integral para acelerar el cambio energético en Colombia y migrar hacia una economía más limpia, pero reconoce que es un cambio que tomará años. “Tal vez décadas, y se tiene que hacer con mucho cuidado porque gran parte de los recursos públicos de inversión vienen de industrias extractivas, entonces no se puede cerrar el grifo tan rápido para seguir invirtiendo en los problemas sociales del gobierno”.

Vega asegura que hay un consenso en todas las políticas públicas del mundo en que ya es hora de migrar a economías más sostenibles, solo que no va a ser nada fácil ponerle un alto en el camino de tajo al capitalismo como está pensado. “Incluso la Unión Europea, que era la que estaba liderando el tema de las energías verdes y que no eran capaces de reemplazar lo que hace el petróleo y el gas, ha reculado. Hasta el gas se considera como una energía verde. Va a ser complicado y tardará mucho tiempo, pero hacia allá caminamos”.

La economista Herrera cree que lo menos contaminante es la economía del cuidado. “Apostarle a esta, es apostarle al medio ambiente porque cuidar del otro produce un efecto mínimo si lo comparamos con otras actividades económicas, y todxs lo necesitamos”.

* N. de la E.: después de publicar esta nota se agregaron nuevas citas e información a petición de una de las fuentes. Los cambios no alteran el contenido del reportaje, en cambio, complementan lo que fue publicado originalmente.

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