Ciberacoso: resonancia compleja para el periodismo (y consejos para evitarlo)

Proponer la conversación adecuada desde los medios de comunicación es más complejo de lo que parece y, en redes sociales, el panorama no mejora: entre bots, trolls, ciberanzuelos y matoneo en línea, Pilar Sáenz, de la Fundación Karisma, propone pautas para la reflexión.

por

Pilar Sáenz

Coordinadora de proyectos en la Fundación Karisma


13.02.2020

El 29 de enero de 2020 esta revista publicó una columna de opinión de la periodista María Alexandra Cabrera. En ella expuso, a manera de testimonio y con apoyo de fuentes, su experiencia laboral durante catorce meses de trabajo en el programa Los Informantes, dirigido por María Elvira Arango. Tras la publicación, sin embargo, la nota se viralizó en redes con la etiqueta #MariaElviraArango —convirtiéndola, de paso, en tendencia nacional— y el rechazo que produjo la declaración de Cabrera devino en comentarios denigrantes, intimidaciones e incluso amenazas en contra de Arango. 

Cerosetenta rechaza de manera enfática este tipo de ataques y formas de ciberacoso, un tema que entre otras ya hemos cubierto. Luego del episodio, consultamos a Pilar Sáenz, coordinadora de proyectos de la Fundación Karisma, una organización dedicada a apoyar y difundir el buen uso de las tecnologías en los entornos digitales, quien analizó el caso y propuso algunas recomendaciones para que los periodistas podamos mitigar este tipo de situaciones. 

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Los medios son responsables de lo que publican en su plataforma, también de lo que publican en redes sociales, pero no del debate que se genera ni de las respuestas u opiniones de su audiencia. Sin embargo sí pueden contribuir a mantener un debate constructivo.

La audiencia espera, que se genere conversación a partir de una publicación y quiere ser parte de ella.  Cerosetenta publicó una opinión de María Alexandra Cabrera para reflexionar sobre la precarización laboral en el periodismo y cómo esas precariedades tienen sesgos de género —un tema muy importante—. Pero la reacción de la audiencia fue otra. Sin embargo, controlar la discusión equivaldría a decirle a los demás cómo tienen que pensar o sentir, y eso está en contra de la libertad de expresión. Por eso, no es un tema sencillo. 

De otra parte, el artículo que se publicó era un testimonio, que se puede considerar una columna de opinión donde prevalece el punto de vista de alguien y su experiencia. No es un artículo periodístico en el cual se espera que haya información contrastada, diferentes fuentes, varios ángulos.

Audiencias y participación:
nuevas formas de interacción

Antes, en la prensa escrita, el editor elegía qué tipo de artículos y también qué cartas del lector se publicaban y esa era la única discusión posible en el medio. Con la llegada de internet y en particular con las redes sociales, la comunicación dejó de ser unidireccional y controlada por los medios para dar entrada a una conversación más participativa.

El primer intento de esto se puede ver en los comentarios a los artículos en las páginas de los medios. El resultado es desconcertante. Muchos de estos comentarios  no aportan a la discusión, son expresiones más parecidas a los comentarios que parecen escritos en los baños públicos, donde cualquiera se puede desahogar. Pero, ¿qué peso tiene eso frente a un trabajo de un periodista que presenta su investigación o de un experto que está dando una opinión? Muy poca. Los medios, por lo general, ni siquiera responden a los comentarios en sus plataformas. 

Pasemos ahora a lo que pasa en las redes sociales. 

Las redes sociales son un espacio abierto para que cualquiera opine. Sin embargo la opinión que parece prevalecer no es la más informada o respetuosa sino la que haga más ruido. En las redes también se reproducen los patrones de estigmatización, violencia y prejuicios que se ven en otros espacios analógicos. Es muchísimo más fácil irse en contra de alguien que abordar los problemas que implica una discusión profunda.

"No seguimos a personas con opiniones diferentes sino a personas con quienes compartimos las mismas ideas y principios. Eso genera muchas veces cámaras de eco".

Cuando no hay argumentos, cuando la calidad de la discusión se degrada, lo que queda son los gritos, los llamados de atención y las ofensas. El que pueda hablar “más duro”, el que pueda decir las cosas con lenguaje más soez o el que pueda acusar sin ningún tipo de fundamento, es quien gana notoriedad y por la forma como se priorizan los mensajes en las redes sociales, son los mensajes que se vuelven más preponderantes. En estos casos encauzar la discusión es difícil porque no se tienen los mecanismos de control de los medios tradicionales. Además, en redes es fácil que se propague desinformación e incluso que se manipule la conversación, por ejemplo con la utilización de bots o de las famosas bodegas. 

Sumado a lo anterior, no seguimos a personas con opiniones diferentes sino a personas con quienes compartimos las mismas ideas y principios. Eso genera muchas veces cámaras de eco. En esas cámaras o sistemas se producen fenómenos complejos, difíciles de identificar. Es un espacio fértil para generar desinformación. Por su naturaleza cerrada, en ellas se impide conocer los puntos de vista o argumentos con posturas diferentes. Muchos de estos espacios reproducen también sesgos sexistas o machistas. Sin duda, son un espejo de la sociedad. 

Ataques y matoneo en línea

La primera investigación que hicimos en la Fundación Karisma sobre violencia en línea tuvo a las mujeres periodistas como grupo focal. Queríamos determinar cuáles eran las características de la violencia que recibían en línea. Lo que constatamos es que el mismo tipo de ataques que se tienen en el mundo físico pasan al mundo digital. La particularidad tiene que ver con los alcances y con lo que genera: en la calle un piropo “muere” al cruzar la esquina, pero un comentario intimidante en línea, a menos de que se bloquee, va a seguir ahí y puede desencadenar más comentarios del mismo tipo. Se puede amplificar.

La violencia en línea, igual que la violencia física, también es atravesada por el género. Por ejemplo, los ataques que recibe María Juliana Ruiz Sandoval, la primera dama, son diferentes a los ataques que recibe el presidente. Los de este último están concentrados en su posición de poder, en sus declaraciones y no en su género, a pesar de que hay muchos que están asociados a su físico, estos reflejan otras cosas.

Los ataques hacia la mujer son por la forma como se viste, como habla, por ser mujer y no se debate su postura política, su posición frente a algún tema o sus actos, sino al hecho de ser mujer. Los ataques hacia el aspecto físico también son matoneo y pasan por la estigmatización o la burla fácil, por discriminaciones de raza, género, ideología, clase, por preferencias políticas o religiosas, en últimas, por los prejuicios. Y nos quedamos ahí y no avanzamos hacia la discusión de las ideas. 

"Mucho de lo asociado al uso de ciber anzuelo (click bate, en inglés) o de poder tener tráficos muy altos está en detrimento de la calidad periodística".

Para tener una discusión adecuada, sin duda hay que saberla plantear. Es triste ver en las urnas virtuales de los noticieros que hacen preguntas del tipo: ¿Cree usted que las personas tienen derecho a opinar diferente? Y la pregunta que deberíamos hacernos sería precisamente qué tipo de pregunta es esta. Un ejemplo de la vida real, el 29 de junio de 2017, esta fue la pregunta del día en Caracol Noticias: #SíoNo A propósito del #OrgulloGay, ¿cree que la población LGBTI debería seguir teniendo los derechos a casarse y adoptar?” Desde el planteamiento de la pregunta hay una negación de derechos adquiridos y esto hace que toda la discusión de la audiencia se vaya por ese cauce. Así no hay manera de construir una conversación acertada. 

Chivas, ciberanzuelos y tendencias para  conseguir más audiencias

La chiva es necesaria. Tener una primicia y desarrollarla implica olfato e investigación. Se trata de periodismo juicioso, riguroso, serio y curado. Ese periodismo que plantea un tema del que nadie sabía y luego pone al país a debatirlo. Pero la idea de la chiva en redes sociales puede implicar otras cosas. Por ejemplo hay un montón de información circulando que no es verídica y cuyas fuentes no son verificables. 

Ahora los periodistas, en muchas ocasiones, sacan información de las redes para llevarla a los medios. Pasa con frecuencia: definen su agenda con el argumento de “esto fue la mayor discusión de la gente” y no están haciendo la tarea de investigación. La gente puede estar hablando de un chisme que no contribuye a una conversación adecuada y un chisme, es un chisme. Si se amplifica, se vuelve más problemático. 

Cada vez más los medios tratan de producir noticias con rapidez y obtener atención y esto genera prácticas que no son sanas para un periodismo serio, como hacer del clic el fin más importante. Mucho de lo asociado al uso de ciber anzuelo (click bate, en inglés) o de poder tener tráficos muy altos está en detrimento de la calidad. Priorizar contenidos que generen sensación y que la gente haga clic, va desde tener títulos escandalosos o llamativos hasta plantear debates que ni siquiera existen para atraer la atención de los usuarios.

Lo que parece una tendencia en los medios de comunicación es esa búsqueda permanente de estrategias para ampliar la audiencia, tener mejores cifras y más réditos. De alguna manera, esto se termina vinculado con el tipo de conversaciones que generan. Pero eso no siempre sale bien: los titulares escandalosos, las noticias sensacionalistas y las informaciones a medias, terminan por degradar la conversación. 

Algunas recomendaciones

Volvamos al comienzo, hay una responsabilidad de los medios con el tipo de debates que plantea y cómo proponen la conversación. Si es un debate sobre los derechos de la población LGBTIQ+, por ejemplo, un medio no debería hacer un debate entre un pastor cristiano que solo aporta desinformación, estigmatización y prejuicios y un activista que, ante ese panorama, solo podrá usar el tiempo para  desmentir esa desinformación. Ese debate no aporta, no permite al medio desarrollar el tema de los derechos, lo que hace es perpetuar posiciones. En la medida en que los medios le dan un micrófono a la desinformación, un parlante a opiniones homofóbicas por ejemplo —que no se tratan como opinión, sino como hechos fundados, que todo el mundo debería conocer y creer— amplifican los problemas. Una recomendación:

⓵ En temas complicados, que pueden derivar en estigmatización y violencia, es más importante el papel de quien modera, de la persona, el o la periodista, que intermedia el debate. Esta persona debe prepararse muy bien, asesorarse y aprender para guiar la conversación y permitir que la audiencia identifique comentarios, opiniones, datos, hechos, evidencias. 

Ahora bien, si un artículo genera matoneo en redes sociales, el medio no solo debe tener muy claras las condiciones bajo las cuales amplifica o no ciertos mensajes sino también si vale la pena prestarles o no atención. 

El tratamiento clásico de los trolls consiste en no alimentarlos y esa es una regla habitual. Pero podemos ir más allá. Les propongo algunas recomendaciones adicionales:

⓵ Es importante pautar las normas del debate y seguirlas. No se aceptan insultos, no se responden a puntos de vista prejuiciosos, no se responden señalamientos que pasen por discriminación, etc. Al final, los trolls desaparecen ante la pérdida de atención.

⓶ Así mismo, se puede proponer reglas para el debate, pedir a quienes participan que presenten  argumentos en forma respetuosa, con datos, más información, ejemplos e incluso enlaces. Se trata de invitar a la audiencia a que tenga argumentos o los construya. 

⓷ Si se recibe un ataque de una persona, y se le quiere responder, manifestar una posición en desacuerdo, hágalo pero mida el esfuerzo. Responda solo  una vez, no veinte con lo mismo. Por la repetición el ataque se reproduce y crece.

⓸ El medio que está moderando el debate puede usar también las normas de la comunidad o de la plataforma que usa. Así, si evidentemente hay un perfil que está yendo en contra de las normas de la comunidad o de la plataforma donde se está dando la discusión puede ser denunciado para que se restrinja su participación. Cuando suceden ataques reiterados de usuarios específicos éstos pueden ser bloqueados como una forma de frenar el ataque. Sin embargo, tenga presente que el bloqueo no siempre es una buena forma de actuar frente a todos los casos. También se puede usar la opción de silenciar una conversación o unas palabras. Silenciar, no es callar, es bajarle el volumen y decidir a qué conversaciones se les presta atención y a cuáles no. 

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Pilar Sáenz

Coordinadora de proyectos en la Fundación Karisma


Pilar Sáenz

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