La escritora y periodista mexicana estuvo de visita en la Universidad de los Andes, donde leyó apartes de su obra. Escuche algunos fragmentos en la voz de una de las figuras más relevantes del periodismo latinoamericano.
Alma Guillermoprieto es una referencia obligada para cualquier persona que le interese el periodismo narrativo. Sin embargo, esta mexicana criada en Nueva York, no empezó su vida profesional como reportera, sino como bailarina. En 1970, y luego de que la rechazaran en una compañía de danza en Nueva York, viajó a Cuba para dar clases en las Escuelas Nacionales de Arte en La Habana. Allá, la revolución que por entonces efervecía y el clima político de la capital cubana, le dieron un vuelco a su vida. “Nunca volvería a ser la misma”, escribiría después en el prefacio para su último libro Desde el país de Nunca Jamás, “… la danza me pareció de repente una disciplina frívola”.
Pero no fue ésta revolución la que la arrastró a las salas de redacción, sino la que habría de ocurrir ocho años más tarde en Nicaragua. Guillermoprieto asegura que para ese momento nunca había pensado en ser periodista, pero por “casualidad, por desgracia, por accidente, por suerte”, conocía a uno de los editores del Latin American Newsletters, que se editaba el Londres. “Estalló la revolución en un país del que nadie había oído hablar, faltaron corresponsales, y ahí fui a dar”.
Gran parte de la obligación de los periodistas es enseñar a ver. Hay que buscar lo que no está viendo la gente
Lo que ha seguido a esa ‘casualidad’ es una carrera dedicada al periodismo. Alma Guillermoprieto ha trabajado para The Guardian, The Washington Post, The New Yorker, The New York Review of Books y diferentes medios de América Latina. Ha escrito de manera indistinta en inglés y español, pero siempre sobre Latinoamérica. Ha escrito sobre su México natal, sobre las guerras sandinistas y sobre el narcotráfico en Medellín. Sus crónicas son muestra, no sólo de una reportería valiente y responsable, sino de una capacidad especial para diseccionar una cultura, de entender una problemática por encima de las cifras.
Es autora de más de media docena de libros publicados en inglés y en español. Se estrenó con Samba (1990), en el que narra una temporada en una escuela de samba en Río de Janerio y ahora acaba de publicar Desde el país de Nunca Jamás (2011), una antología de crónicas que hablan de ‘La masacre más grande de América Latina’, de Sendero Luminoso, del grupo de pop Menudo y de las sectas religiosas en el Brazil, entre otras. Sobre Colombia, Guillermoprieto ha escrito diferentes crónicas que se pueden encontrar en la antología Al pie del volcán te escribo y Las Guerras en Colombia: tres ensayos.
Alma Guillermoprieto es además miembro del consejo ejecutivo de la Fundación Nuevo Periodismo que ella misma, a pedido expreso de su fundador Gabriel Garcia Márquez, inauguró con un taller en Cartagena en 1995.
El pasado 13 de octubre, Guillermoprieto estuvo de visita en Universidad de los Andes, donde leyó en exclusiva algunos pasajes de su libro La Habana en un espejo. En Cerosetenta les dejamos tres fragmentos de esa conferencia más una selección de citas en las que Alma Guillermoprieto habla de ese oficio que, de no ser por el rechazo de una escuela de danza en Nueva York, pudo nunca haber ejercido: el periodismo.
«Mi experiencia en La Habana ocurre en un momento histórico para la revolución cubana»
Giullermoprieto lee un pasaje de La Habana en un espejo
Tuve que traducirme en Revolucionaria
“Entre las cosas que nunca me propuse: ser reportera; pasar una vida completa recorriendo el tremebundo latinoamericano; vivir sin sosiego; padecer –no meses, sino años– el calor del trópico al que soy tan poco afín; considerarme escritora; encontrarme frente a set acumulación enorme de artículos viejos y recientes y reconocer que, sin querer queriendo, a tontas y a locas y muchas veces a salto de mata, los escribí yo.”
(Desde el País de nunca jamás)
“No hay nada más sabroso que juntarse en una cantina un jueves por la tarde una vez al mes a comentar todos los textos de la semana. Eso es un taller. Un taller mío, por lo menos.”
(El País, 2009)
“Para ir a reportear me levanto más temprano de lo que quisiera. Si me ha ido bien, tengo unas cuatro citas o sé a dónde ir. Veo que tenga suficientes lápices y plumas, que tenga un cuaderno y que no lo haya perdido (alguna vez me ha tocado) y voy al lugar donde tengo que estar. Y si tengo la oportunidad de ir a un lugar que a mí me conmueva pues voy lo más temprano que me acepten y procuro estar ahí hasta que me corran. La pila se me puede acabar a la media hora, pero yo procuro estarme seis. Cuando puedo, me hago a un ladito y escribo todo lo que se me ocurre a lo largo de ese día”.
Después de la matanza de 72 inmigrantes centroamericanos en Tamaulipas, el año pasado, Alma Guillermoprieto coordinó un grupo de periodistas y escritores para redactar los perfiles de los asesinados.
«A mí, por ejemplo, siempre me ha interesado la moda, la alta costura, y la alta costura se hace por medio de detalles, los detalles son importantísimos en la moda, se hace a partir de ellos. Por otro lado, yo empecé mi aprendizaje como reportera despistada al lado de una fotógrafa, Susan Misellas, y para los fotógrafos realmente las conferencias de prensa no valen nada porque no hay nada que ver. Uno tiene que llegar al sitio donde hay algo que ver.»
«Una cosa he aprendido, y es que la gente quiere vivir en paz. Hubo un tiempo en que se creía que querían hacer la revolución, pero la gente es muy temerosa de perder la vida y hace lo que sea por no arriesgar la vida de sus hijos. Algo ha cambiado, ahora una persona indignada puede sentir miedo a saltar sola a la calle, pero Facebook permite que se formen grupos de actuación.»
«Te cuento lo que he aprendido reporteando en este mundo en el que vivo. En América Latina la inmensa mayoría de la población es pobre, y yo por una simple cuestión de representatividad democrática le he dedicado treinta años a escribir sobre esa mayoría. La gente a la que yo he reporteado ha resultado siempre más mañosa, más capaz de sobrevivir, más llena de humor, más irreverente y más sagaz de lo que nosotros pensamos. No viven en la autocompasión, de manera que he intentado no escribir nunca buscando que mis lectores digan: «¡Ay, pobrecitos de los pobres!» Es una región muy vital, llena de gente absolutamente decidida a salir adelante.»
«A lot of memoir writing has to do with growing old. Suddenly you are walking down the street and you think, “Jesus Christ, I’m nearly dead. Or on the other side of the hill towards being dead and what did I make of my life?” And, ”Where did it all go so differently from what I expected.” Because nobody’s life goes the way they expected it to go, I think»
“Empiezo a sentir un poco que adivino lo que va a pasar, pero llevo 30 años en esto, sería duro que después de quince años me hubiera sucedido lo mismo. Yo creo que el periodista no pierde la capacidad de sorprenderse si se queda el tiempo suficiente en una situación porque superficialmente siempre ocurre lo mismo, pero cada vida es diferente y hay que descubrirla. Gran parte de la obligación de los periodistas es enseñar a ver. Hay que buscar lo que no está viendo la gente.”
(El Universo, 2011)