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Un aprendiz (Semana) esforzado (El Tiempo) sin rumbo (El Espectador) y tímido (La Silla Vacía)

A Duque, “el aprendiz”, los medios nacionales lo juzgaron como profesores benevolentes. Esta es la entrega de notas que, para el académico y crítico Omar Rincón, hicieron del primer año los grandes medios de Colombia.

por

Omar Rincón


09.08.2019

El presidente Duque cumplió un año de gobierno y cómo fueron de pluralistas, equilibrados e imparciales nuestros medios de referencia. Todos lo evaluaron como profesores. Aunque el estudiante sea calavera, lo apoyan porque es buena onda y viene de buena familia y hay que darle otra oportunidad. Por eso, a pesar de sus bajas notas, los medios de referencia escritos creen en el muchacho Iván, que no es ni Gustavo ni Álvaro, los ‘bullyies’ de la clase a los que es mejor evaluarlos con severidad. 

Los medios parecen estar de acuerdo con que lo importante no es “Equidad para todos” (promesa inicial de Duque y que ataca el eje del mal en Colombia) sino “Aquí estamos y pa’ante vamos” (o sea, la nada. Duque no promete nada, solo afirma un valor de vengador de vereda).

Recordar es vivir. Recordar que los medios de comunicación son los narradores de la democracia, y que eso significa que buscan conformar una opinión pública diversa y plural;  que los medios de comunicación ejercen activamente la libertad de expresión como derecho de todos, por lo tanto, informan de manera libre, autónoma e independiente; que los medios de comunicación existen para vigilar al poder y no para acostarse con él. Y para hacer posible toda esta belleza, deben hacer “un periodismo indispensable, un periodismo irremplazable” como dice Jaime Abello de la Fundación Gabo. Abello agrega que “hay gente que gusta del periodismo de militancia y eso no se puede generalizar, el periodismo también puede tomar posiciones, pero los medios que quieren cubrir amplios sectores tienen que ser pluralistas, equilibrados y ojalá imparciales”. Por eso, en medios y periodismo por sus modos de informar los reconocerás.

Duque sacó sobresaliente porque al profe Semana le importan más las intenciones que las acciones.
 

REVISTA SEMANA: El aprendiz  

Semana actúo como un profesor que evalúa a su estudiante como si fuera el compinche de la clase. Sacó a relucir al profesor buena leche que lleva adentro, aquel al que le importa mucho más lo buena gente del muchacho que sus saberes, aprendizajes y actuaciones. Por eso, el profe Semana quiere seguir creyendo en Duque y afirma de manera cariñosa y cómplice que “al cumplir su primer año de gobierno, todavía no hay mucho que mostrar. Pero el presidente Duque tiene las condiciones y tres años para enderezar el rumbo”.

Semana es profesor al que poco le importa que Duque haya sido un mal estudiante, que cree que con buenaondismo y voluntad, el estudiante va a salir adelante (¡un modelo educativo de creer es saber!).

La buena nota se basa en que el estudiante es “joven, inteligente, centrado, conciliador, responsable y trabajador” y que “la mayoría de los colombianos tienen un buen concepto de él como persona y quieren que le vaya bien”. Si la mayoría creemos eso o no, es debatible. Pero el profe cree que el muchacho va a poder porque es bondadoso. Aún así, cuando llegan los exámenes de lo que tenía que hacer frente a su capacidad de gobernar al país, sobre cómo maneja la paz, la economía y la coca, y su obsesión sobre Venezuela,  “tiene reservas sobre su liderazgo”. El profe Semana se la juega por Duque porque es un buen muchacho, aunque no tenga liderazgo ni gobernabilidad. 

En su texto, el profe Semana explica que Duque llegó al poder por cuatro razones: “1) por ser el candidato de Uribe, 2) por ser una figura refrescante y carismática, 3) por su extraordinaria facilidad de palabra, 4) por el miedo a Petro”. Y si esos son los criterios de la victoria, pueden ser los mismos para evaluar al alumno en su primer año:

1) Uribe gobierna mientras él hace de primera dama que se reúne con Maluma, aviva deportistas, promueve conciertos pop para tumbar vecinos, toca la guitarra, viaja por el mundo y repite un chicle pegajoso e insípido con sabor a naranja.

2) Duque sigue siendo una figura refrescante, tanto que es un presidente que no se mete en problemas con nada que pase en el país. Va mucho de paseo y pide que por favor le dejen ver las oficinas de Apple en Cupertino.

3) Su extraordinaria facilidad de palabra le da para decir mucho. Por ejemplo, en la celebración del 7 de agosto dijo palabras de decir impune como “No funciono con pilatunas ni secretismo ni intercedo por presos”. Hablaba sobre la pilatuna judicial de Uribito Arias (aunque los hechos demuestran lo contrario).  Pide “superar polarización en Colombia” y pensar «en el tricolor nacional» aunque en su primer año con su jugadita ante la JEP logró polarizar más que nunca. Y logró ponerle tinte deportivo a sus decisiones: “Nunca antes había estado tan cerca la caída de Maduro como ahora”. ¡¡¡Qué facilidad de palabra!!!

4) En lo que mejor le ha ido es en mantener el miedo a Petro porque Petro no se ayuda. Sus erráticas actuaciones y decires son la única justificación para seguir creyendo y apostando por Uribe.

Duque sacó sobresaliente porque al profe Semana le importan más las intenciones que las acciones.

 

EL TIEMPO: Lo que cuenta es el esfuerzo

El Tiempo, también, es un profe riguroso en los comentarios pero chévere con el estudiante. Es más, le cae bien.  

“En la libreta de calificaciones hay materias con notas altas, otras en la cuerda floja y aquellas que merecen atención urgente”. Saca altas en el manejo de la paz, las drogas, las Tic, la educación y los indígenas; bajas en economía, desempleo y salud; y se raja en asesinato de líderes sociales, inseguridad, relación con el legislativo y su economía naranja que no cuaja.  

El profe le pide que deje ver su liderazgo. Pero, tan mal año “no puede ocultar sus logros meritorios”.  Su “mensaje conciliador y constructivo”, por ejemplo. 

El Tiempo es un profe que no da cuenta de que las notas bajas y pérdidas han sido propiciadas por el propio alumno, ya que con sus objeciones a la JEP llevó al país para atrás y que sus proyectos de ley más que construir y consensuar llegaron a dividir.

El profe cree que el estudiante puede y va a salir adelante, y que hay que apoyarlo. En su texto de análisis dice que “debe apostar a mejorar indicadores como la obesidad y la salud mental”. (¡Sin palabras!, esperamos que no sea la obesidad y salud mental del mismo presidente, que RCN le deje poner impuestos a la gaseosa y quitar los subsidios al azúcar y que Uribe no lo enloquezca con tantas órdenes y desplantes). El profe El Tiempo es buena papa.

 

El profe El Espectador lo raja pero cree que puede, que sus buenas intenciones pueden salvarlo de sus malos aprendizajes. Y recomienda, sobre todo, un cambio de amigos en los estudios para llevarlo por mejor camino.

EL ESPECTADOR: Lo raja.

 

El profe El Espectador es cuchilla: el estudiante anda “sin rumbo fijo” porque tiene un comportamiento bipolar: “desde los mensajes, la administración Duque se ha querido posicionar como una oportunidad de unión nacional, que es necesaria y bienvenida”, pero “en la práctica hemos visto a un Gobierno maniatado por el resentimiento del Centro Democrático, su partido, y por un debate público que se ha enfocado en todos los temas que dividen al país”.

Su nota es fuerte: “hasta ahora, el saldo es el de una agenda infructuosa, un país plagado de odios y un puñado de buenas intenciones que se han quedado en discursos inconsecuentes con la práctica”. Aún así cree en el estudiante porque “todavía le queda oxígeno para hacer los ajustes necesarios que nos permitan saber cómo es que vamos a recordar la administración Duque”.

El profe El Espectador lo raja pero cree que puede, que sus buenas intenciones pueden salvarlo de sus malos aprendizajes. Y recomienda, sobre todo, un cambio de amigos en los estudios para llevarlo por mejor camino.

 

LA SILLA VACÍA: el estudiante tímido

La profe La Silla dice que “Iván Duque llegó a la Casa de Nariño sin haber ocupado nunca un cargo en el que tuviera la última palabra sobre temas cruciales. Y su primer año en la Presidencia deja la imagen de que parece que todavía no la tiene”. Así, califica a Duque como el estudiante tímido, que no se compromete, sobre todo en situaciones polarizadas en las que se enfrenta a dos expectativas. “En ese tipo de situaciones”, dice el examen, “su última palabra o no es última, pues queda en manos de otros, o no es clara, pues termina mezclando posiciones en un juego pragmático que no deja clara cuál es la suya”. Por eso, porque Duque llegó con la expectativa de cambio pero “ha sido más administrador que líder”, lo raja: “Con una popularidad inferior a la de Santos, sin un proyecto bandera atractivo, con un gabinete técnico sin representación política más allá del uribismo y sin repartir mermelada, ha sido incapaz de forjar un pacto político con los partidos”. 

 

Entrega de notas

Estas evaluaciones de los medios de referencia no muestran “un periodismo indispensable, irremplazable” ya que poco aportan al debate público. Son apuntes que un lector sin información podría hacer pero que adolecen de análisis en profundidad. Y tal vez no es culpa de los medios: es que un Gobierno de la nada obliga a una nada de análisis.

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