Una puta guerra

Coquette dice que es víctima y victimaria. Coquette siente asco de algunos de sus clientes. Coquette asegura que no fue reparada ni reintegrada a la sociedad. Coquette fue paramilitar y ahora es prostituta.

por

Julián David Ramírez


18.08.2015

Foto: Oliver @ Flickr

A las 4 de la tarde, en medio de una fuerte lluvia, llegué a la calle 22 con carrera 16. En el barrio Santa fe, tan conocido por sus calles llenas de sensualidad, lujuria y hombres que buscan satisfacerse sin ningún compromiso, en una de las zonas de tolerancia, más grandes y concurridas de Bogotá. Caminé algunas cuadras hacia el Hotel Santa fe, una edificación con una fachada que refleja la realidad del barrio: desgastada y en pie. Hasta una letra de su nombre hacía falta. En la puerta algunas mujeres trans llamaban clientes, mientras Coquette esperaba al fondo de la recepción, donde hay un escritorio con una mujer de muy mal genio y un pequeño televisor. Al verla, noté que era bastante joven y tímida, pero con una mirada bastante intrigante, apenas consecuente con su historia de vida.

Coquette asegura haber dejado su familia a los 12 años en Coyaima (Tolima), porque dice haber sido violada por su padre y su tío a los 10 años. Hoy, algunos años después, es desmovilizada del Bloque Central Bolívar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), un grupo paramilitar de extrema derecha que operó en el sur del departamento de Bolívar, contó con 9 frentes y 7.603 miembros que se desmovilizaron gradualmente durante finales del 2005 y principios del 2006.

Las AUC sumaron nuevas dimensiones al conflicto armado, según el informe Basta Ya, cometieron 880 masacres y desaparecieron entre 17.000 y 25.000 personas, cifras fáciles de contar e imposibles de dimensionar.

Un cigarrillo y un pequeño recorrido por el hotel fue suficiente para entrar más en confianza. Coquette no habla mucho, ella dice que de tantas cosas vividas sus recuerdos son lo único que aún continúa vigente en ella. Sus tatuajes, su ropa, algunas viejas fotografías, cicatrices y marcas en el cuerpo son testigos y “marcas de vida”, como ella les llama. En uno sofá rústico y con luz tenue proveniente del corredor comienza nuestra charla.

 

¿Cómo nació Coquette? ¿Cuál es su historia?

Creo que no hace falta contar mucho sobre quién soy, es evidente.  Llegué a ser prostituta a los 11 meses después de haberme desmovilizado de los ‘Paras’ y haber estado una pequeña temporada en la cárcel. Pertenecí al Bloque Central Bolívar, estuve con la columna de alias Julián Bolívar  –Rodrigo Pérez Álzate, comandante del Bloque– en algunos corregimientos del Sur de Bolívar y Norte de Antioquia. Al desmovilizarme, a finales del 2005, y no encontrar más actividad por hacer empecé a venderme en Medellín, de allí me fui a Bucaramanga; y luego llegué a Bogotá en 2008.

 

¿Y su familia?

Dejé mi casa muy temprano, a eso de los 12 años, la vida no fue fácil a partir de esa edad. Sufrí abusos por parte de mí papá y mi mamá me trataba con odio, siempre me repetía que había sido un error en su vida. Eso no era fácil de llevar para una niña.

 

¿Qué la llevó a las AUC o a ejercer la prostitución?

No, yo entré a las Autodefensas cuando tenía 25 años. Durante los años posteriores a mi partida de Coyaima, me fuí a Medellín. Allá llegué a un internado de monjitas. ¡Ehh! Fui muy tremenda en ese lugar. Estuve hasta los 17 años. Luego conocí a un hombre que me sacó a vivir Poco después él fue asesinado por pertenecer al recién creado Bloque Metro  en la Comuna 13 y allí viví hasta que la situación se puso cada vez más aguda. Tuve que irme del sector y decidí seguir a las filas, algunos decidieron quedarse con ‘Los Caciques’ (Bloque Cacique Nutibara), yo partí al norte de Antioquía a ser parte del Bloque Calíma  que estaba al mando de Carlos Castaño. Desde allí la coordinación militar me obligó a desplazarme al sur de Bolívar.

 

¿Cuáles eran sus funciones en el Bloque Central Bolívar?

En el Bloque siempre fuimos pocas mujeres, nosotras nos encargábamos de las tareas de inteligencia, comunicación y coordinación. Yo fui enfermera, también estuve en coordinación de proviciones.

 

¿Nunca tomó armas? 

Sí… en algunas ocasiones estuve en combate. Siempre tenía el fusil de defensa propia, siempre dormía con él.

 

En el 2009 alias Julián Bolívar dijo al informe  de VerdadAbierta “Nos convertimos en una máquina de matar” ¿Usted nunca hizo parte de esa “máquina”?

Asesiné a quienes mataron a Jhonny, mi primera pareja. Lo hice por venganza y rabia, aunque hoy considero que esa no era la solución.

 

¿Aquellos sentimientos de venganza la llevaron hasta las filas del Bloque Central de Bolívar?

Bueno, no fueron esas las únicas razones. También, me motivó la idea de saber que sería acogida en un lugar y dejaría de pasar por muchas necesidades cotidianas.

 

¿Esta era la única manera de satisfacer esas necesidades?

Seguramente había otras maneras, pero elegí seguir el camino de los paras y no fui la única. Muchas peladitas hicimos lo mismo. Ellos nos trataban bien, nosotras teníamos muchos privilegios en comparación a otras chicas.

 

Los Bloques de Autodefensas, a diferencia de otros grupos al margen de la ley, se caracterizaron por incluir pocas mujeres en sus filas. ¿Eso fue una ventaja o desventaja?

No sé si sea una ventaja o desventaja. Por mi parte tuve una experiencia positiva, muchos me llamaban nena o coqueta, creo que da ahí viene la costumbre de ser llamada así. Tenía al que quería a mi lado y además, una tienda junto a la del comandante. A otras no les fue tan bien. Algunas terminaron embarazadas o en el peor de los casos con alguna enfermedad de transmisión sexual.

 

¿Qué pasaba con aquellas mujeres?

Las embarazadas evidentemente debían abortar, las normas eran claras. Y aquellas que tenían alguna enfermedad, eran dejadas en alguna población. Algunas murieron por la falta de tratamientos y antibióticos.

 

¿Alguna vez sufrió un abuso sexual?

¡Eh..he!… pues sí, abusaron sexualmente de mí, eso ocurrió en los primeros años de mi ingreso a ese Bloque. Esa experiencia me marcó, sobre todo por las cosas que me decía. ¡Eh! ¿Y uno a quién se le queja? Igual aquel comandante murió en combate, sólo de esa manera me pude librar de él. La primera vez él me llamaba puta, me decía que para él no era más que eso.

 

¿Todas las mujeres sufrían de esa clase de violencia?

No sé si todas, pero conocí muchos casos en los cuales las mujeres habían sido violadas y fueron obligadas a abortar en varias ocasiones.

 

Después de escuchar parte de su historia ¿Se considera una víctima o una victimaria?

¡Qué difícil!… Yo creo que fui las dos cosas: no puedo decir que fui una víctima en todo momento de mi vida, porque también fui victimaria. He pasado por esas dos categorías en mi vida. Perder a mi primera pareja y hacer sufrir a muchas personas a causa de eso.

 

¿Se arrepiente de algo?

Sí. A veces me pregunto qué hubiera pasado si no hubiera entrado a las AUC, y sí, me arrepiento de algunas cosas que hice en mi vida y nos las volvería a hacer.

 

Frente al cuestionado proceso de Justicia y Paz del 2005 (en el marco de la Ley  975 de 2005) ¿Usted cree que hubo justicia y reparación?

Creo que la Ley de Justicia y Paz no alcanzó muchos de los objetivos que tenía. Quedaron víctimas sin reparar y algunos victimarios sin castigar. Pero en general se cometieron muchos errores que un futuro no se pueden repetir, además no nos ayudaron a todos, en la tarea de reintegrarnos a la sociedad.

 

¿Qué errores principalmente?

La asignación de penas, la búsqueda de la verdad y la responsabilidad sobre los hechos cometidos. Además a muchos desmovilizados el Gobierno no nos cumplió, las promesas se quedaron sólo en eso.

 

La Favorita y el Santa Fe son sectores que tienen una gran presencia paramilitar que controla las redes de tráfico y mantienen algunas chicas ligadas a sus matronas. Aun así el olvido del Estado por esta zona es evidente

 

El incumplimiento del apoyo de reintegración social, ¿es lo que hoy la tiene aquí?

En parte, al no tener mucho dinero y ninguna oportunidad de empleo estable, pues uno decide hacer lo más fácil para sobrevivir. Al menos soy una sola persona, algunos excamaradas tienen familias y a ellos les tocó con más dificultad. Muchas empresas no contratan desmovilizados y las oportunidades son muy pocas. Otros están al servicio de las Bacrim o volvieron al campo.

 

Mucho se ha especulado sobre la presencia de exparamilitares en el barrio Santa fe, algunos dicen que dirigen casas de citas y otros el negocio de las drogas en esta zona de Bogotá. ¿Hasta qué punto es cierto?

 [Coquette hace señas para bajar el tono de voz] Gran parte de lo que dices es cierto. La Favorita y el Santa Fe son sectores que tienen una gran presencia paramilitar que controla las redes de tráfico y mantienen algunas chicas ligadas a sus matronas (mujeres de mucha experiencia en la prostitución, generalmente se llevan parte del pago). Aun así el olvido del Estado por esta zona es evidente. Esto es tierra de nadie… pero… aquí hay unas reglas claras y es que ninguna puede llegar sin estar sujeta a una red o una ‘matro’ (matrona), quienes ejercemos por nuestra cuenta es bajo nuestro riesgo.

 

¿Seguirá en el Santa Fe?

Por ahora sí. Aunque probablemente entre a un club en Ibagué. El trabajo es mejor y menos riesgoso. Aquí cada día llegan más y todas con las esperanzas de tener más clientes, pero cada vez es más complicado. Además el ambiente es muy pesado, hace una semana una compañera amaneció muerta en la esquina de la 21 con 15. Algunas dicen que es un ajuste de cuentas con unas trans y aquí, esa es la forma en la que se arreglan las cosas.

070 RECOMIENDA...

Recomendamos ver el informe ¡Basta ya! del Centro de memoria histórica.

Click acá para ver

 

¿En un futuro lejano se ve ejerciendo la prostitución?

Esto ya no es una opción, es muy difícil dejarlo. Uno no puede ignorar que esto ya es parte de uno, de lo que hace y es. A veces algunos clientes te tratan mal, te dicen cosas como puta o zorra. ¿Y qué puedes hacer? ¡Umm! Mirar al techo y evitar ver sus asquerosos rostros, que muchas veces nos dicen verdades como esas. Nadie niega que eso somos, al menos yo ya no tengo ningún problema en que me llamen así, cambiarle el nombre a uno no le devuelve la dignidad que la sociedad le quitó.

 

*Esta entrevista se hizo en el marco de la clase Guerra, paz y periodismo de la opción en Periodismo del Ceper.

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Julián David Ramírez


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