Somos arrechas, no pingas: las feministas santandereanas no votan por Hernández

Es machista, se comporta como un patrón, no controla su ira, durante su alcaldía en Bucaramanga la política de género no avanzó. Esto nos contaron las integrantes del movimiento de mujeres y feminista en Santander sobre el candidato Rodolfo Hernández.

por

Lina Vargas Fonseca


06.06.2022

Ilustración: Nefazta

Hacia las 5:30 pm del jueves 2 de junio, se anunció que el candidato Rodolfo Hernández no asistiría al Debate Feminista Colombia 2022, convocado por 36 organizaciones de mujeres, feministas y LGBTIQ+ para esa noche a las siete. El empresario santandereano y exalcalde de Bucaramanga —que obtuvo casi seis millones de votos en la primera vuelta presidencial— ya había dicho, en un video publicado en redes, que no iría a ningún debate para no participar “en dinámicas polarizantes y de odio”. Esto incluso ocasionó que un grupo de seis mujeres encabezado por la exrepresentante Ángela María Robledo solicitara al Consejo Nacional Electoral que le exija a Hernández presentarse en los debates para que la ciudadanía conozca sus propuestas.

Pero el Consejo Nacional Electoral no se ha pronunciado y Hernández incumplió la cita al debate. El candidato Gustavo Petro, que sí asistió, respondió a las preguntas sobre temas urgentes en la agenda de mujeres y disidencias sexuales como los derechos sexuales y reproductivos, la economía del cuidado, la implementación de la sentencia sobre la IVE y la erradicación de las violencias basadas en género. 

Dos días antes, el 31 de mayo, se realizó la Reunión Nacional Feminista, un encuentro virtual convocado por la colectiva Mujeres Enruanadas, al que asistieron alrededor de 45.000 mujeres de todo el país con el objetivo de organizarse e impedir que una “agenda antiderechos” llegue a la Presidencia. La Reunión Nacional Feminista, el Debate Feminista y el próximo Pañuelazo Nacional, previsto para el 11 de junio, son resultado del esfuerzo conjunto de activistas y organizaciones de mujeres que han visto en el paso de Hernández a segunda vuelta una amenaza a la garantía de sus derechos. 

Una de las formas de esa articulación es un chat público de incidencia política conformado por más de cien mujeres santandereanas donde circulan análisis de las propuestas de ambos candidatos, canciones, volantes y chequeos de noticias falsas sobre la contienda electoral. Allí a Hernández no se le llama “abuelo Rodolfo” o “viejito”, como suele hacerse en Santander, sino “ese señor”, y cada tanto se recuerdan sus declaraciones machistas: 

“El ideal sería que las mujeres se dedicaran a la crianza de los hijos”. 

“La mujer metida en el gobierno a la gente no le gusta”.  

“Más manoseado que prostituta de Puerto Wilches”.  

“Las venezolanas son una fábrica de hacer chinitos pobres”. 

“El gobierno se inventa delitos” (refiriéndose al feminicidio). 

En contraste, en uno de los mensajes del chat se lee: “Las mujeres de Santander tenemos un papel definitivo: estamos en tierra rodolfista, machista y misógina. Por eso debemos unirnos”. El 29 de mayo, la participación electoral en Santander fue la más alta del país (dos de cada tres personas acudieron a las urnas), y la mayoría votó por Hernández, quien ganó en el departamento con el 66,9 % frente al 20,9 % de Petro. Consultadas por Cerosetenta, varias participantes del chat —algunas activistas y referentes del movimiento de mujeres y conocedoras de primera mano de la forma de hacer política de Hernández— consideran que muchxs votaron por regionalismo, sin conciencia política, que los viejos le tienen miedo al cambio, que el discurso y comportamiento violentos de Rodolfo Hernández son aprobados por un sector de la población, que no maneja su ira, que es un camaleón. 

Es un patriarca castigador

“Ese señor es un patriarca, un gamonal. Él nunca hizo un partido ni tuvo un equipo. Su partido es él”, dice Cristina Obregón, defensora de derechos humanos santandereana. Ese es quizás el aspecto que más la inquieta: que no haya una apuesta colectiva, que sea “su voz la que manda”. La consecuencia, dice, es que cuando alguien no se somete a sus condiciones le castiga. “Para él la violencia es un medio de sanción: pegarle una cachetada en público a un funcionario está bien”, explica Obregón y agrega: “Su gobierno no le favorecería a nadie, ni a los ricos ni a los pobres. Yo creo que los empresarios que lo apoyan están haciendo una mala lectura porque el día que él se levante con las pepas reventadas se va a pelear con el planeta y va a cerrar las puertas del país”. 

«El día que él se levante con las pepas reventadas se va a pelear con el planeta y va a cerrar las puertas del país” — Cristina Obregón

Adriana Lizcano, música e integrante de la Batucada Guaricha —colectiva feminista del municipio de Piedecuesta donde también nació Hernández— concuerda en que el candidato encarna la figura del patrón “al que todo el mundo le rinde pleitesía porque es el de la plata y el que me da trabajo, pero a qué costo”. En respuesta a quienes matizan su comportamiento argumentando que es “viejo” o “de otra época”, Adriana objeta que un presidente como Pepe Mujica también era viejo, pero tenía claro el funcionamiento del Estado: “El problema de ese señor es que no tiene idea de lo que es un Estado, de las leyes, de los bloques constitucionales que defienden derechos. Esas justificaciones sirven en un plano familiar para comprender al viejito que nos tocó mamarnos en la casa. Pero quien dirige un Estado tiene que conocer al país y no hablo solo de estudio o academia, sino de las necesidades de las minorías”. 

Lizcano lo conoció hace unos años, cuando un grupo de mujeres se reunió con él para que la Alcaldía agilizara los trámites para realizar un festival el 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Recuerda que se comportó como un patrón. “Nosotras le decíamos: necesitamos que nos presten la plazoleta y él llamaba a un empleado, le gritaba, lo regañaba… cosas que podrían verse como: ‘ay, cómo resuelve’. Mientras hacía las llamadas nos contaba cuáles eran sus procedimientos para combatir la corrupción o que la concejala nosequiencita se había acostado con tal otro. Nadie más que él hablaba y hablaba mucho de dinero”.  

Olga Materón, defensora y activista santandereana por los derechos de la población LGBTIQ+, apunta que la forma escueta de hablar de Hernández es algo que a la gente le gusta y que va respaldado, además, por un equipo de comunicación “brutal”. “A Rodolfo le entiende el más rico y el más pobre, él no habla con cifras ni tecnicismos y eso hace que su discurso sea digerible, pero es un discurso que carece de memoria histórica y de una mirada aterrizada en la realidad de las comunidades históricamente olvidadas y violentadas”. 

Banaliza la violencia

El movimiento de mujeres en Santander cuenta con una larga historia de lucha —incluso desde la época independentista— representada en procesos campesinos, urbanos y comunitarios y organizaciones como la Fundación Mujer y Futuro, la Ruta Pacífica de las Mujeres y la Organización Femenina Popular fundada en Barrancabermeja. Esta última tiene una sede en Puerto Wilches, el municipio que Hernández mencionó al comparar a un político local con una supuesta “prostituta” de ahí.  

La abogada e integrante de la Organización Femenina Popular, OFP, Silvia Yáñez comparte la preocupación de las feministas en torno a los rasgos misóginos del candidato y a un patrón de violencia contra las mujeres arraigado en el departamento. “Puerto Wilches está en un corredor donde los grupos armados han utilizado a las mujeres, migrantes y jóvenes para la explotación, la trata y la violencia sexual. No es un hecho aislado que él se refiera de esa forma, que constituye una manera de ver al municipio y a las mujeres del Magdalena Medio que están en un contexto de absoluta vulnerabilidad”. 

Las mujeres de Puerto Wilches enfrentan las mayores tasas de violencia sexual e intrafamiliar del departamento, a su vez puntero en Colombia en esas violencias. Las mujeres de Puerto Wilches no tienen trabajo porque las empresas que desarrollan grandes proyectos extractivistas de petróleo y palma en la región no les ofrecen oportunidades. Las mujeres de Puerto Wilches estuvieron a merced de los paramilitares y ahora de nuevos grupos armados. Ellas, sin embargo, no se quedan calladas: “La próxima vez que se refiera a Puerto Wilches diga que acá hay mujeres cabeza de hogar que luchan día a día por llevar el sustento a su casa”, le increpan a Rodolfo Hernández en un video. “Señor, Rodolfo, ¿a usted se le olvida quién lo parió?”. 

Se compromete, pero no financia

A pesar de los logros alcanzados —como la Política Pública de la Mujer y la Equidad de Género de Santander, la elaboración de tres Agendas Políticas de Mujeres y la creación del Consejo Consultivo para temas de género—, las mujeres entrevistadas señalan que el suyo ha sido un camino difícil y que durante la administración de Rodolfo Hernández se avanzó muy poco. 

“Cuando Rodolfo fue candidato a la Alcaldía firmó y se comprometió con esa agenda de mujeres [firmada en septiembre de 2015] que tiene alrededor de nueve puntos sobre los temas que nos impactan: empleo, violencia, participación política, construcción de paz, hábitat. Él se comprometió a que esa agenda hiciera parte de su plan de desarrollo, cosa que no ocurrió”, explica Silvia Yáñez, de la OFP, y menciona que, en los tres años hasta la renuncia de Hernández en 2019, no se cumplió lo acordado en la agenda, ni se actualizó la política pública ni se activó el Consejo Consultivo. Algunas de estas fallas están registradas en un informe de la Contraloría que auditó la eficacia de la implementación de los objetivos de desarrollo sostenible en Colombia, con énfasis en el que contempla la igualdad de género.  

«Él se comprometió a que esa agenda [de mujeres] hiciera parte de su plan de desarrollo, cosa que no ocurrió” — Silvia Yáñez

El alcalde Hernández tuvo como asesora, sin embargo, a Isabel Ortiz, abanderada en temas de género y con una larga trayectoria en el movimiento de mujeres. Pero, dice Yáñez, a falta de presupuesto Isabel Ortiz se vio obligada a trabajar con las uñas. 

“Isabel Ortiz es una mujer dinámica, crítica, que hizo lo que pudo, sin plata. Le tocó pegarse a las demás secretarías para que cumplieran con alguna cosa. Ella trabajó mucho, pero en materia de derechos los recursos son fundamentales para desarrollar una política”, comenta la defensora de derechos humanos Cristina Obregón. Según ella, las demandas más importantes de las mujeres en Santander siguen siendo la formalización del trabajo, el acceso a la salud y la participación política. 

Para Olga Materón, hacer activismo LGBTIQ+ en el departamento es necesario, pero también desgastante. No en vano fue allí donde se forjó el discurso antiderechos de la llamada “ideología de género” por parte de políticos como Ángela Hernández y Alejandro Ordoñez. 

Silvia Yáñez recuerda que un caso que podría describir la desidia de la alcaldía de Hernández en cuanto a género es el de Marisol Rodríguez Osorio, una mujer que fue víctima de feminicidio a manos de su expareja. El 15 de octubre de 2018, Marisol fue asesinada a pesar de haber denunciado que estaba en riesgo en comisarías, Fiscalía y Policía e incluso en una carta en la que dice que él la va a matar. Ninguna de esas entidades le brindó un apoyo oportuno. El homicida está condenado, pero la abogada Yañez adelanta un litigio contra la alcaldía de Bucaramanga por ser también responsable al no haber actuado. 

“Es muy triste escuchar los voladores en la montaña celebrando el triunfo de Rodolfo Hernández”, comenta la música Adriana Lizcano. Pero al rato cuenta que en Santander hay muchas mujeres jóvenes y creativas —ella misma publicó en redes una canción crítica a raíz de la declaración del candidato sobre el “hombrecito” que le debe pagar intereses durante quince años—. Mujeres campesinas que defienden el agua y el territorio en la provincia de Soto, en Suratá, Matanza, Charta y en el páramo de Santurbán. Mujeres estudiantes, universitarias. Mujeres jefas de hogar. Y dice que el movimiento es fuerte, que aplacarlas va a ser difícil. 

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