Mayra Ramírez es lo que se conoce en el mundo del fútbol como una clásica ‘9 de área’. Una jugadora con un porte físico impresionante que gana de cabeza, pivotea con el balón delante de las defensas rivales, es fuerte en el uno contra uno y tiene un misil en la pierna derecha. 

Dio sus primeros pasos en el fútbol en su nativa Sibaté y hoy aterriza en Londres, por pedido expreso de una de las mejores entrenadoras del mundo, Emma Hayes; y llega a ocupar el hueco que dejó la lesión de Sam Kerr, una jugadora de élite. Además, en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, que se jugó el año pasado y en el que la Selección Colombia femenina hizo historia llegando a cuartos de final, demostró su entrega defensiva y polivalencia en todos los puestos del ataque, así el gol no la haya acompañado. Es una jugadora completa con medallas de oro en Panamericanos y Bolivarianos y, a sus 24 años, todavía está muy lejos de su techo. 

Con todas estas credenciales encima era lógico que un grande de Europa fuera por ella, como ya le ha pasado a otras de sus compañeras de Selección como Ana María Guzmán (Bayern Munich), Leicy Santos (Atlético de Madrid) o Linda Caicedo (Real Madrid). Fue el Chelsea ganador de 4 de las últimas 7 ligas inglesas y considerado equipo del Top 5 mundial femenino el que puso sus ojos sobre la delantera de Sibaté. Un trabajo de scouting que tuvo que ver con lo que mostró en el Mundial así como con los 14 goles en 27 encuentros que anotó con el Levante español. 

“Mayra tiene una calidad muy superior a lo que suele verse incluso en el fútbol masculino. Es muy rápida, fuerte, certera, potente, difícil de “atajar”, tiene una gran capacidad para pensar en el equipo, no sólo en ella”, comenta Claudia Bautista, realizadora audiovisual que ha seguido de cerca al fútbol practicado por mujeres en Colombia y nos acompañó en este episodio de Womansplaining sobre la exclusión que han sufrido las mujeres que juegan. 

Según el recientemente publicado Informe Global de Transferencias de la FIFA, 931 jugadores colombianos entre mujeres y hombres cambiaron de equipo durante el 2023. En la rama masculina 855 futbolistas recaudaron un total de $132,4 millones de dólares en transferencias. En la femenina la FIFA documentó 76 fichajes de jugadoras colombianas sin especificar el monto total por esos movimientos. Todavía es objeto de debate si el fichaje de Mayra es el más caro de la historia del fútbol femenino –dependería de si cumple algunos objetivos trazados en su contrato– pero llama la atención que con ese rótulo, sea todavía 25 veces menos de lo que acaba de pagar el modesto Crystal Palace de la Premier League inglesa por Daniel Muñóz (€10,000,000), lateral derecho titular de la Selección Colombia. También se ha reportado que ganaría unas nueve veces menos que lo que recibe Luis Díaz por temporada en el Liverpool. 

“Obviamente esa brecha va a seguir siendo grande si no se le apuesta en cuanto a patrocinadores, si no hay visibilidad, si no hay derechos televisivos, si no hay difusión… Muchas veces ni siquiera la gente sabe cuándo juega cada equipo”, explica sobre este tema Laura Ximena Díaz, periodista deportiva y productora en el Vbar Caracol. Para Bautista esto también se debe a que la estructura del negocio del fútbol exige a las deportistas mejores rendimientos financieros –en formas de estadios llenos y ventas de camisetas– para pasar de los miles a los millones de dólares en transferencias y sueldos. 

Las expertas coinciden en que el fichaje de Mayra es el más importante en la historia del fútbol practicado por mujeres en Colombia y, aún así, no se puede hablar de él sin mencionar el nombre de Yoreli Rincón, la volante santandereana que abrió trocha la década pasada llevando su fútbol a países como Brasil, Italia o Estados Unidos. El primer precedente en el mundo de los fichajes del fútbol practicado por mujeres en el país que encontró Gabriela Ardila, historiadora y autora del libro A las patadas: historias del fútbol practicado por mujeres en Colombia desde 1949 (2023), fue en los dosmiles, cuando las primeras jugadoras colombianas viajaron a Estados Unidos con becas universitarias para jugar en ese país. “En mi investigación también encontré jugadoras que en los 70 salieron a competir a Ecuador pero como equipo completo de colombianas. De la manera que lo estamos viendo hoy en día, es algo que ocurre realmente desde la generación de Yoreli”. 

En ese punto vale mencionar que la misma Yoreli, que ha participado en cuatro Mundiales y ganó la Copa Libertadores con el Atlético Huila en 2018, ha denunciado estar vetada de la Selección Colombia por haber denunciado la brecha salarial entre hombres y mujeres en el deporte, y exigirle a la DIMAYOR –el ente que rige el fútbol practicado en Colombia– mejores condiciones para la liga local. Una historia parecida a la de la retirada centrocampista Isabella Echeverry, que denunció el trato indigno de la Federación Colombiana de Fútbol con las jugadoras en 2019. Pero no hay que irse lejos en el tiempo. El año pasado, salieron a la luz denuncias por unos supuestos retrasos de los pagos por premios a las jugadoras que nos representaron en el pasado Mundial. Y por si fuera poco, la SIC le abrió un pliego de cargos a la DIMAYOR y la FCF por irregularidades en contratos del fútbol practicado por mujeres.

Para Bautista el mensaje que le debería dejar el fichaje de Mayra a entidades como la DIMAYOR y la FCF es “el mismo de siempre: que sean serios con el fútbol practicado, gestionado, dirigido y administrado por mujeres. Que no las subordinen a la estructura del fútbol masculino y les garanticen a las mujeres que trabajan por este deporte condiciones dignas y estables para seguir desarrollándose y darle alegrías a los colombianos”. Sumado a la carga simbólica de su traspaso, está que el 5% del dinero que depositó el Chelsea se repartirá entre los cuatro clubes que la formaron gracias al “mecanismo de solidaridad”, como explicó Jean Albert Martínez, formador de Mayra en el club Real Pasión de Funza. $26,5 millones de pesos que, según él, serán utilizados para mejorar las condiciones del club y desarrollar a más futbolistas al nivel de la ‘9’ de la Selección Colombia. 

Sin embargo Díaz, que conoce y ha hecho parte de estas escuelas formadoras de jugadoras que “funcionan con las uñas”, es enfática en decir que fichajes como el de Mayra no se dan todos los días y por eso es clave que haya un apoyo tanto desde lo público como desde lo privado. “La situación es bien complicada. Claramente hay algunas alcaldías o pequeños empresarios que le apuestan a esto y así llegan patrocinios pero en el amateurismo las jugadoras no ganan un sueldo e incluso cuando ya son profesionales, es todavía muy difícil que logren un contrato a largo plazo en Colombia”. Aquí es clave recordar que la Liga Profesional Femenina de Fútbol de Colombia se lleva jugando de manera intermitente o incompleta desde su creación en 2017 y Mayra hizo parte de las filas de Fortaleza (2017)  y el Deportivo Independiente Medellín (2019) antes de dar el salto a Europa en 2020. 

Más que otra historia de autosuperación personal –de las que está lleno el deporte colombiano– el fichaje de Mayra Ramírez representa la historia colectiva de más de 70 años de mujeres luchando por poder jugar fútbol. “Significa un quiebre en el patrón excluyente del fútbol. La llegada de ella a uno de los mejores equipos del mundo muestra por un lado que hay interés en invertir en fútbol practicado por mujeres a nivel internacional y por otro lado que el fútbol practicado por mujeres en Colombia, a pesar de las pésimas condiciones, tiene un nivel competitivo global y esto es gracias a las jugadoras y no a las instituciones deportivas del país”, concluye Ardila.

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