Isabella Echeverri: más fútbol, menos miedo

Un perfil de una de las promotoras de las denuncias que hoy tienen al fútbol femenino contra las cuerdas y a un entrenador de la selección femenina a punto de ser imputado por la Fiscalía. Aunque en el camino se ha ganado enemigos, ella sólo quiere más fútbol, menos miedo.

por

Carol Sánchez


06.03.2019

—Si el costo de estas denuncias es no volver a la Selección, ¿estarías dispuesta a aceptarlo?

—Absolutamente dispuesta.

Isabella Echeverri lo sabe.

Y no duda.

Sabe que hablar de las condiciones que tienen las jugadoras de la Selección Colombia Femenina de fútbol puede significar no volver a ponerse la camiseta. Y lo acepta. Por eso, lo primero que hizo el 18 de febrero de 2019, antes de publicar el video en el que ella y Melissa Ortíz, también futbolista, afirmaban que se sentían amenazadas, que la Federación Colombiana de Fútbol no les pagaba, que no les cubría los vuelos internacionales, que los uniformes de dotación eran viejos o usados, que existe veto a las jugadoras que se atreven a denunciar estas irregularidades y que ya no tienen miedo, fue escribirle a Melissa “¿Estás lista para que no nos vuelvan a llamar a la Selección?”.

Su pregunta no era infundada. Ya había pasado antes: Daniela Montoya, una de las mejores medio campistas del país, denunció en 2015 que, de los diez millones de pesos que la FCF les había prometido por haber clasificado a los octavos del Mundial de Canadá, sólo les habían entregado siete. Desde ese momento, el técnico Felipe Taborda no la volvió a convocar. Alegaba que se trataba de una decisión técnica, pero Daniela es una de las mejores de la Selección, dice Isabella: “Así que por eso no fue”.

Esta no es la única queja contra Taborda. La Liga Contra el Silencio reveló, el 6 de febrero, testimonios de jugadoras que aseguran que el director técnico que en 2012 empezó entrenando a la Sub17 y en 2014 a toda la selección, les cobraba por entrenarse en un esquema de convocatorias paralelas: llamaba futbolistas extra a las de la lista oficial y ellas viajaban sin seguros, sin el aval de la Federación y cubriendo todos sus gastos. De los cobros, los testimonios afirman que iban desde seiscientos mil hasta diez millones de pesos.

El único no fue Taborda. Hay más. Dos futbolistas de la Sub17, una de ellas menor de edad, denunciaron de forma anónima al portal La Liga Contra el Silencio que sufrieron acoso sexual por parte del entrenador Didier Luna y el preparador físico Sigifredo Alonso. Cada día, las denuncias van escalando. Hoy, se sabe que las jugadoras del equipo femenino de fútbol colombiano se sentían coaccionadas a no denunciar ningún tipo de acoso o irregularidad por miedo a ser retiradas de la Selección.

Tres años después de lo sucedido con Daniela Montoya, el 12 de abril de 2018, y en medio de la Copa América Femenina de Chile, Isabella escribió un tweet en el que celebraba que el futbolista chileno Arturo Vidal apoyara a la selección de mujeres de su país. La respuesta llegó pronto.

—La Federación me mandó a decir con el psicólogo, Rafael Zabaraín: que recordara lo que le había pasado a Daniela Montoya. No tengo pruebas de lo que te estoy diciendo, pero me lo dijeron textualito: «acuérdese lo que le pasó a Daniela Montoya».

También le pidieron que borrara el tweet.

No lo hizo.

Pero ocho horas después escribió uno nuevo: “Aclaro que lo que escribí no lo hice con el ánimo de herir susceptibilidades de nadie. Antes por el contrario, lo dije como una manera de resaltar el fútbol que une a ambos géneros de nuestro país”. En ese momento, su director técnico era Nelson Abadía y el presidente de la FCF Ramón Jesurún. Hoy ambos siguen en esos cargos.

La Federación me mandó a decir con el psicólogo, Rafael Zabaraín: que recordara lo que le había pasado a Daniela Montoya. No tengo pruebas de lo que te estoy diciendo, pero me lo dijeron textualito

“Ahí sí me dio miedo denunciar”, dice. Y, sin embargo, en septiembre de ese mismo año Isabella y Melissa se encontraron en Miami y grabaron un vídeo contando todo lo que ya se sabe. Decidieron esperar un tiempo antes de publicarlo, pero la memoria en la que lo habían guardado se dañó y el vídeo se perdió. Nadie, aparte de ellas dos, lo había visto. No fue suficiente. Las dos futbolistas se volvieron a ver en noviembre en Nueva York, hicieron un nuevo vídeo y lo guardaron otra vez.

En diciembre, Yoreli Rincón y su equipo, el Atlético Huila, ganaron la Copa Libertadores de América Femenina. Una gran hazaña. Desde 1960, año de inicio del torneo, solo dos equipos masculinos colombianos se han llevado el título: Atlético Nacional, en 1989 y 2016, y Once Caldas en el 2004. El torneo femenino se juega apenas hace 10 años y Colombia ya logró su primer campeonato. Sin embargo, el premio de 55 mil dólares, como denunció Yoreli en un vídeo, no iría para ellas sino para el equipo masculino. “Tendremos un reconocimiento que nos dará Diego Perdomo, nuestro presidente, pero es del bolsillo de él”, dijo.

Estas acusaciones fueron desvirtuadas por el presidente de la Dimayor, Jorge Enrique Vélez, quien se refirió a Yoreli, una jugadora profesional, como una “niña” que “hacía mucho daño con sus declaraciones”. Finalmente, Yoreli afirmó que habían logrado llegar a un acuerdo respecto al premio.

Semanas después, el presidente del Deportes Tolima, Gabriel Camargo, hizo la siguiente afirmación: “Pregúntele a los del Huila cómo están de arrepentidos de haber sacado el título y haberle invertido tanta plata. Eso es un caldo de cultivo de lesbianismo tremendo». Yoreli fue una de las primeras jugadoras en exigirle respeto. Hoy, ya no juega más en el Atlético Huila, fue fichada por el Iranduba da Amazônia de Brasil.

Todo esto, mientras Isabella y Melissa encontraban el mejor momento para publicar su vídeo. Tres meses pasaron antes de que decidieran que saldría el viernes 15 de febrero, pero, ese día, las dudas llegaron de nuevo. Así que esperaron.

—El lunes, Meli me escribió: “¿Entonces, el vídeo?”. Le dije: «Bueno, Meli, ¿estás lista para que no nos vuelvan a llamar a la Selección?» Me dijo “sí”. Y listo, lo compartimos las dos al tiempo.

***

La determinación de Isabella no es algo reciente. Desde los 7 años decidió que quería jugar fútbol, pero en su colegio, el Colombo Británico de Medellín, no había equipo femenino. Entonces se integró al de los niños usando la camiseta número 11. Su mamá, Mónica Restrepo, tuvo que firmar una carta “por si le pasaba algo”. En los partidos era normal que los goles fueran marcados por ella y escuchar “mirá, ese niño de pelo largo como juega de bien”, a lo que Juan Camilo, su papá, respondía “no, no es un niño: es mi hija, es Isabella Echeverri”.

Para Isabella todo empezó con una piedrita.

—El fútbol empezó porque mi papá se levantaba muy, muy, temprano y me dejaba en el colegio dos horas antes de la hora de entrada. Él se quedaba conmigo y agarraba una piedrita y empezábamos a jugar como si fuera fútbol. Ya luego iban llegando mis amigos, yo me quedaba jugando con ellos y mi papá se iba. Fue el comienzo de todo.

En 2009 y con 14 años, Isabella empezó a jugar con el Club Deportivo Formas Íntimas, que debe su nombre a la marca de ropa interior que los patrocina y se convirtió en el equipo base para la Selección Antioquia. Fue la primera vez que vio que las mujeres también podían jugar fútbol. Su entrenadora de la época, Liliana Zapata, dice que Isabella tiene carácter, pero del bueno, del que logra cosas.

Una vez, en medio de un partido de Formas Íntimas, la entrenadora le pidió a Isabella que le hiciera un pase a Carolina Arbelaez, hoy jugadora de la Selección. “Oigan a esta”, fue la respuesta, e hizo el pase a donde ella creía. “Se va de la cancha”, gritó Liliana. Isabella salió entonces del partido.

Tan solo tres meses después de empezar en Formas fue convocada a la Selección Antioquia. Con 14 años ya estaba en la Liga Antioqueña de Fútbol, donde Liliana también fue su entrenadora. El carácter de cada una chocaba con el de la otra. Aquí, Isabella llegó a ser castigada con dos meses sin jugar por responder manoteando en un partido a las direcciones técnicas de la entrenadora. Fue una época de rebeldía, dice, su paso por Formas y, sobre todo, Liliana, la ayudaron a “bajar los humos y a ser más centrada”.

El de ella, en todo caso, siempre ha sido un carácter fuerte: cuando estaba por graduarse del colegio, en medio de una clase sus compañeros empezaron a darle golpes en la cabeza a un estudiante que sufría de ataques de epilepsia. Isabella se levantó y les dijo: «Vengan, péguenme a mí a ver si son capaces, y lo que es con él es conmigo de ahora en adelante». Nadie se volvió a meter con él, cuenta Mónica.

No es descabellado pensar que sea Isabella, precisamente, la cara de las denuncias contra la Federación. Y ella lo sabe, siente que es su llamado.

Quedarse callada nunca ha sido lo suyo.

***

En diciembre de 2011 y a los 17 años, Isabella recibió una llamada. Era Ricardo Rozo, el director técnico de la Selección Colombia Femenina, le dijo que estaba convocada para jugar los Sudamericanos con la Sub20 y que le iban a enviar los tiquetes para que viajara a Bogotá.

—Al principio, como uno es súper joven, nada le importa. Pase lo que pase, tú quieres ser parte de esa Selección Colombia. Es tu sueño, es lo que te motiva, tú no quieres decir nada porque le caes mal al entrenador y no te llama para la otra concentración.

Luego, en abril de 2014, Felipe Taborda la subió a la Selección de Mayores. En ese punto, ya no había tiquetes. Isabella cuenta que, en al menos cuatro ocasiones, tuvo que pagar sus vuelos internacionales cuando era convocada a concentraciones. “Si quiere ir, tiene que pagar sus tiquetes”, le decían. También pagó su estadía muchas veces e, incluso, le intentaron vender una camiseta de la selección marcada con su nombre por 100 dólares.

—Llegar a mayores era increíble, nada importaba porque era la ilusión. Ya después pasa el tiempo y uno ve que las cosas van desmejorando. Pero yo no lo había contado antes porque era un amor tan grande que nada lo puede opacar.

El 13 de junio de 2015, Isabella tuvo su debut en un mundial. Colombia le iba ganando uno a cero al tercer mejor equipo del mundo, Francia. En el minuto 82, un cambio: sale Yoreli y entra Isabella. Si Francia marcaba un gol sería su culpa. Así se lo había dicho Felipe Taborda. Sin embargo, pasó lo contrario. Catalina Usme marcó el segundo de Colombia e Isabella pudo celebrar, por primera vez dentro de la cancha, un gol de su selección en un Mundial. Esa fecha se la va a tatuar pronto. Ese Mundial fue el último de Daniela Montoya.

De ahí en adelante todo siguió empeorando. El punto de quiebre fue en 2016, cuando les dijeron que ya no les iban a dar los $60.000 diarios que les daban de viáticos cuando tenían concentraciones nacionales. Ese año se jugaron los Olímpicos de Río. Por la concentración en Colombia las jugadoras recibieron cero pesos. Por los días que jugaron en Brasil, 60 dólares diario de viáticos.

No les dieron nada por jugar.

La situación se hizo insostenible. Tanto que, por diferencias entre las jugadoras y Taborda, el director técnico intentó renunciar después del primer partido en Río y volver a Colombia, según contó Álvaro González Alzate, vicepresidente de la FCF, en una rueda de prensa. Quisieron evitarse el escándalo internacional y, mientras en Colombia a las jugadoras las llamaban ‘las superpoderosas’, en Brasil habían acordado que el asistente técnico, Pedro Alzate, sería quien se encargaría de entrenar al equipo.

—Nosotras mandamos una carta después de los Olímpicos pidiendo las mejoras que estamos pidiendo hoy en día. Se hablaba con los delegados que iban a acompañarnos pero muchas veces decían «No, estamos en competencia, no es un buen momento para hablar de eso».

En septiembre de 2016, Felipe Taborda dejó la Selección y llegó Nelson Abadía. La Federación exigía resultados, pero la condición de las jugadoras era cada vez peor. En 2018, Isabella jugó con la Selección dos torneos: los Juegos Centroamericanos y del Caribe y la Copa América en Chile. En el primero, no lograron pasar la fase de grupos; en el segundo, quedaron de cuarto lugar. No fue suficiente para clasificar al Mundial de Francia 2019.

En Chile, Isabella marcó un gol que ni ella, ni su mamá, van a olvidar nunca. La Selección jugaba contra Uruguay, iba ganando 5-0, Catalina Usme cobró un tiro de esquina e Isabella con la cabeza metió el sexto. Para la celebración buscó a un fotógrafo y se besó la muñeca, justo en el lugar en donde ella y Mónica se tatuaron un símbolo que traduce “unión sagrada”.  Sí, es cierto, no tuvieron buenos resultados en 2018, pero para Isabella fueron dos grandes torneos.

–En realidad, tuve un protagonismo mayor en la Selección, me sentí muy importante, y, a la misma vez, sentí que todo estaba muy mal. Ahí es donde yo me doy cuenta de que tengo que hacer algo por todas las irregularidades que ya habían pasado.

Yo no lo había contado antes porque era un amor tan grande que nada lo puede opacar

***

El mismo día que Isabella y Melissa publicaron el video, Mónica y Juan Camilo se enteraron de que su hija había decidido exponer lo que pasaba dentro de la Selección. “Esto se va a prender”, pensó Mónica. No le extrañó. Esa es su hija, la que un día se fue a Estados Unidos a estudiar y no ha vuelto a casa. La que, a punta de fútbol, logró una beca para hacer dos carreras y dos maestrías antes de los 24 años.

“Lo que pasa es que Isabella es una mujer de mucha actitud, de mucho corazón y de mucha pasión. Ella soñaba con la Selección Antioquia, después con la Selección Colombia y después con irse a Estados Unidos. Todo lo logró”, dice Liliana Zapata. Ahora, el sueño de Isabella no es individual. Piensa en las generaciones que vienen detrás suyo, en que puedan mostrar su talento sin tener que preocuparse por todas las irregularidades que pasan adentro.

Tres días después del vídeo de Isabella y Melissa, la Liga Contra el Silencio publicó el reportaje en el que dos jugadoras de la Selección Colombia Sub17 denunciaban acoso sexual por parte del técnico Didier Luna y el preparador físico Sigifredo Alonso. El 25 de febrero, Carolina Rozo, fisioterapeuta del equipo, denunció que también se sintió acosada sexualmente por Didier. Dijo, además, que había notado comportamientos extraños de él hacia las jugadoras.

Algunas futbolistas salieron en defensa del director técnico y la Federación.

La Fiscalía lo llamó a audiencia de imputación de cargos por acoso sexual.

Las redes sociales se llenaron de mensajes de apoyo a las jugadoras.

La Defensoría del Pueblo le pidió respuestas a la Federación por el presunto acoso sexual y laboral.

Martha Lucía Ramírez, vicepresidenta de Colombia; Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol; Ernesto Lucena Barrero, director de Coldeportes; Ana María Tribin, consejera para la Equidad de la Mujer; y Juliana Pungiluppi, directora del Bienestar Familiar, firmaron un pacto para evitar situaciones como las denunciadas y mejorar las condiciones del fútbol femenino.

Y, solo después de todo esto, la Selección masculina lanzó un comunicado de apoyo a las jugadoras.

Y, aunque Isabella nunca sufrió una situación de acoso sexual, no las desconoce. “Porque un ladrón no robe en la casa de uno no deja de ser ladrón”, dice, “si Didier lo hizo, se está metiendo con una de las nuestras”. Se la juega por la defensa, porque fueron siete años de silencio.

Ahora, “menos miedo, más fútbol” es su consigna. Si no vuelve a la Selección, para ella está bien. Pero, si vuelve, lo hará con orgullo y con la cabeza en alto, sabiendo que ya no tiene que callar por miedo a las consecuencias. El próximo torneo para la Selección femenina son los Juegos Panamericanos de Lima, en junio de 2019.

—¿Tú crees que te van a llamar?

Se ríe.

—Esa es la pregunta del millón. No tengo ni idea. Cuando yo publiqué el vídeo lo hice sabiendo que seguramente no me iban a volver a llamar. Pero la ilusión sigue ahí.

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