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Periodismo en los tiempos de la distracción

Hablamos con varios periodistas sobre cómo cubrieron los medios el video de Gustavo Petro que el Centro Democrático publicó en medio de un debate de control político al fiscal Nestor Humberto Martínez.

por

Sebastián Payán R.


09.12.2018

Son los mejores tiempos para hacer periodismo, son los peores tiempos para hacer periodismo. Son los tiempos de cubrir al Gobierno más impopular en décadas, a un presidente que repite que no gobierna con frivolidad mientras aprovecha para cantar y reunirse con músicos cada vez que puede. Y mientras, los estudiantes y los profesores en las calles pidiendo una educación justa y gratuita. Mientras, se discute una reforma tributaria que ahorca a las clases medias y que fue propuesta por un ministro acusado de faltas éticas.  Mientras, se trata de avanzar en la investigación del caso de corrupción más grande del país y Latinoamérica, pero el fiscal encargado del caso parece ser la persona menos indicada para hacer su trabajo. Y mientras, el Gobierno propone una terna inviable para reemplazar a ese fiscal. Y mientras, el Ministerio de las TIC propone una ley que aterra a productores, periodistas y expertos en medio de una polémica por censura.

Y sin embargo.

La semana pasada los medios hablaron sobre todo de un video en el que el senador Gustavo Petro recibía unos fajos de billetes. La revista Semana le dedicó su portada y quiso hacer lo que ahora siempre quieren hacer los periodistas en estos casos: acuñar un término que pasa a la historia como ‘Narcocasettes’ o ‘Yidispolítica’. En su portada, Semana quiso bautizar el caso como el ‘Petrovideo’. Vicky habló con Petro, Gustavo Gómez habló con Velez, La W habló con de la Espriella. Y así. 

Y con esta sobre atención sobre el asunto, el Centro Democrático consiguió lo que aparentemente querían hacer cuando publicaron un video en medio de un debate que nada tenía que ver con Petro: crear una cortina de humo, atrapar nuestra mirada para que miremos donde nos señalan.

Son, en fin, los mejores y los peores tiempos para hacer periodismo. Hablamos con periodistas sobre lo que no se ha analizado de este cubrimiento: periodismo que no cuestiona la mala práctica tecnológica, periodismo en el que la exposición mediatica se deberá convertir en política de medios, periodismo que replica y no cuestiona.

La chiva ante todo

La entrevista que le hizo Gustavo Gómez, director de La Luciérnaga de Caracol Radio, a Simón Vélez mostró que, por encima de todo, estaba la necesidad de tener la chiva de la primera entrevista con el arquitecto después de que estalló el escándalo de del video de Petro.

Una entrevista que comienza con “¡Maldita suerte la del periodista! Tener la posibilidad de entrar al mundo secreto de tipos tan valiosos como Simón Vélez”, y tener que verse obligado a hablar de un video oscuro, en vez de fijarse en el hombre tan valioso que es Vélez: “¡Habiendo tanta cosa verdaderamente importante para charla con él”. La entrevista, que según el propio Gómez duró más de tres horas, se concentró en la pregunta de si la plata que recibe Petro en el video venía de él o no. Vélez lo negó varias veces. Aunque sí reconoció que él sirvió como intermediario para buscarle plata para las campañas de Petro que dijo que lo logró ‘hablando mierda con sus amigos’.

Nunca le pregunta qué amigos.

Agregó, también varias veces, que en su opinión lo que muestra el video son imágenes ‘sucias’, pero nunca se atrevió a decir si esa plata era producto de la corrupción. El periodista, sin embargo, nunca le pregunta lo obvio: ¿por qué le parece ‘sucia’ la imagen?

La entrevista vino acompañada de una presentación en Caracol Radio entre Gustavo Gómez y Diana Calderón, quien comenzó la exclusiva de última hora con: “la voz que el país reclamaba escuchar”. Y la conversación siguió con varios editoriales de Gómez en los que defendía su transparencia y destacaba su amabilidad: “Yo creo que es de una transparencia única y no tiene ningún interés de decir mentiras”. No sería la última vez que escucharíamos la palabra transparencia, porque luego de que Vélez le comentara al periodista que no tiene suficiente dinero ni para llenar un tarro de galletas en la cocina, le muestra los tarros y Gómez señala que son tan transparentes como él. Una entrevista que se vuelve una suerte de defensa del periodista por su amigo, y se aleja de las preguntas difíciles para hacer otras como: “¿Usted es excéntrico?”, “¿Votaría por Petro?”, “¿Qué es lo mejor de Petro?”.

Y la única forma de terminar una entrevista tan amena es volver al tema de la suerte: “¡Bendida suerta la del periodista!”, y por supuesto, volver a la idealización de la fuente: “Quedó tiempo para charlar sobre Bono, pero no le veo puesto a Simón Vélez el anillo que le regaló en su visita a Colombia. Le pregunto dónde está. Señala el techo del vecino…”

Entonces la entrevista se convierte en una charla entre amigos, en la que lo importante es haber logrado la tan esperada entrevista con Simón Vélez, y se sacrifica el criterio periodístico de preguntar por las explicaciones que no se han dado o se han dado de manera ambigua.

Entonces la entrevista se convierte en una charla entre amigos, en la que lo importante es haber logrado la tan esperada entrevista con Simón Vélez, y se sacrifica el criterio periodístico de preguntar por las explicaciones que no se han dado o se han dado de manera ambigua. El vale todo de la chiva, el tener la entrevista que nadie tenga, incluso cuando se deba hacer de manera cómoda para, como lo citó Gómez, “una persona muy amable, un señor completamente cordial y abierto”. Esta entrevista se convirtió en una fuente de desesperación para el periodista que no pudo estar ahí y hacer las preguntas difíciles o reaccionar a la banalización de sus respuestas.

¿De dónde salió el video? No importa, importa el video

El caso del video de Gustavo Petro difundido durante el debate convocado al Fiscal Néstor Humberto Martínez fue diseñado para redirigir las antenas mediáticas, sociales y políticas hacia Gustavo Petro. Pero no es la primera vez que esto sucede aquí en Colombia. En 2014 se reveló un video del excandidato presidencial por el partido Centro Democrático Óscar Iván Zuluaga, en el que se mostraba una conversación que tuvo con su asesor Luis Alfonso Hoyos sobre los nexos con el hacker Andrés Fernando Sepúlveda. Un video que fue un punto determinante durante la contienda presidencial de 2014 entre Zuluaga y Juan Manuel Santos. La procedencia de este contenido y el de Gustavo Petro también puede ser un punto de análisis sobre el rol de la tecnología en el periodismo. Para Carolina Botero, directora de la Fundación Karisma, organización dedicada a apoyar y difundir el buen uso de las tecnologías en los entornos digitales: “Muchos de los escándalos de ‘chuzadas’ que se repiten frecuentemente en Colombia se dan a conocer gracias a los periodistas”. Botero resalta que por el afán de vernos frente a la posibilidad de publicar estos contenidos, se deja a un lado el análisis del procedimiento de este tipo de videos, que pueden ser instrumentalizados, es decir la tecnología es usada y manipulada en beneficio de un mensaje u objetivo: “Sin que nadie cuestione el rol de la tecnología, no se pregunta cómo realmente funciona y si lo que se dice es lo que es”.  

De igual manera, Botero comenta que aunque se han hecho las preguntas relevantes sobre el video de Gustavo Petro, no se ha analizado el marco legal de este contenido: “Si fue obtenido ilegalmente, si se hackeo un equipo y, sobre todo, si esto lo hizo el estado, como parecen sugerir algunos”. Para Botero la gravedad del asunto es la falta de cuestionamiento sobre la normalización de la vigilancia ilegal de las comunicaciones: “Los periodistas podrían conectar esto con las declaraciones de los abogados de Andrade en el sentido de que la única forma de que se conociera la reunión de su cliente con Petro en Rosales era que su celular estuviera chuzado cuando lo comentó con sus abogados”. ¿Estamos priorizando el análisis del video por encima de su origen?

El ser humano estará cada día más expuesto a que cualquier cosa que haga o diga, así sea una estupidez sin importancia, puede ser grabado, hackeado o manipulado y difundido más adelante para usarlo en su contra

Siguiendo esta misma idea, también es importante resaltar que ya que esta práctica periodística se ha repetido y en los casos muchas veces nos encontramos con materiales antiguos, en su mayoría con tecnología precaria, la exposición tecnológica se podría convertir en un cambio importante dentro de las figuras públicas en Colombia. Salud Hernández dice que nos estamos enfrentando a un futuro preocupante en el que la exposición del ser humano podría ser un punto de quiebre: “El ser humano estará cada día más expuesto a que cualquier cosa que haga o diga, así sea una estupidez sin importancia, puede ser grabado, hackeado o manipulado y difundido más adelante para usarlo en su contra”. Cree que es importante volver a lo planteado por Botero: pensar la procedencia de estos contenidos. Tanto en el caso de Gustavo Petro como el del Fiscal Martínez hay dos grabaciones antiguas: “grabadas por supuestos íntimos amigos, que ponen contra las cuerdas a dos personajes públicos”, comenta Hernández.

Al analizar la procedencia de estos contenidos, Carolina Botero dice que entraríamos a hacer un ejercicio distinto en el que incluso se puede cuestionar más al poder, ya que se pregunta el origen de este contenido, el por qué salió en este momento, quiénes están involucrados, a quiénes beneficia. Los futuros casos de contenidos grabados en un momento determinado y publicado en otro, deberán ser un punto de análisis para las políticas de los medios. Salud Hernández concluye sobre esto: “Los medios tendrán que tener políticas claras para saber cuándo darlos —lo de Petro y Pizano, creo que sí— y cuándo no hacerlo: la señora que grita a su esposo por infiel en un hotel, por ejemplo”.

Cuestionar versus replicar

El 3 de diciembre, cinco días luego del video difundido por la senadora Paloma Valencia, Gustavo Petro publicó un video en su página de Facebook de cuarenta minutos. Durante el video, explicó que no era posible que su amigo de toda la vida Juan Carlos Montés hubiera revelado el video sin haber sido hackeado, mencionó que había sido grabado en el 2005 y no en el 2009, y que sabía de la presencia de la grabadora porque tenía “instintos de hombre que ha vivido en la clandestinidad”. Sin embargo, la duración del video también fue una manera en la que Petro decidió extender su defensa y dejarle la tarea a los medios de analizar parte por parte de lo que decía, evadiendo ciertas explicaciones con la lentitud de su discurso.  Carlos Cortés, de La mesa de centro, cree que este caso se ha convertido en la narrativa de una novela, de una serie de Netflix: “Empezamos con la divulgación del video en medio de un debate que se hace y se construye para distraer la atención. Y ahí se le pone una trampa a los medios, a los periodistas y a la misma audiencia”. La trampa de una cortina de humo. Aunque varios medios han decidido cubrir ambos temas sin perder el hilo investigativo ni del uno ni del otro, la estrategia hacia la audiencia es clara: mire aquí, mire allá, no mire aquí, miré por aquí.

Aunque esta estrategia se conoce, para Cortés el problema para los medios ha sido que se han dejado manejar por la estrategia que le quiera dar Petro a su mensaje: “Su respuesta se ha dado en cámara lenta, por tomos, por entregas, de manera ambigua; lo que termina incentivando un cubrimiento largo, extenso, dramático, lleno de giros, de personajes y de preguntas”. Según el análisis de Cortés, Petro ha entendido que se puede adueñar de su mensaje y construir la manera en que se difunde. Construir una estrategia que puede extender el tiempo su narrativa, pero que puede generar una profunda desconfianza “Yo creo desde mi propia experiencia, que la gente trata de seguir lo que está pasando, trata de conectarse, pero la información viene de una manera muy dispersa”.

Y mientras, se hace periodismo de declaraciones. Los protagonistas —los implicados— hablan entrecomillados y en total control del discurso. Para Alberto Donadio, uno de los periodistas de investigación más importantes del país,  es claro qué es lo que nos falta como periodistas en estos casos: reportería. “Si hubiera reportería, equipos de periodistas en distintos medios estaría ahora dedicado de tiempo completo por dos meses o más a compilar un dossier exhaustivo sobre los bienes de Petro”. Y propone que para guardar equilibrio con el único otro político que lo iguala o supera en votos: “otros equipos de redactores estarían haciendo lo mismo frente a Uribe”. Para él ese sería el verdadero periodismo, uno que se pueda convertir en piloto del avión de las noticias.

Porque si a lo largo de este cubrimiento se ha entrado a analizar parte por parte de lo que está dentro del video, Donadio dice que se debe ir más allá del contenido: “Los periodistas están cumpliendo con preguntar lo básico: dónde, cuándo, quién, por qué. Pero esos son retazos de cosas que se dicen aquí y allá”. Para él, este tipo de coyunturas mediáticas deberían invitar a que los periodistas propongan informes serios, imparciales sobre un patrimonio porque “no solamente servirían para hacer luces sobre acusaciones actuales sino que su utilidad se prolongaría en el tiempo”.

 

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