¿Para qué la segunda vuelta?

Dos vueltas electorales parecen demasiado desgaste de un electorado que a duras penas va a las urnas pero es un mecanismo de apertura política fundamental que expresa el espíritu de la constitución del 91.

por

Miguel Botero Echeverri


01.06.2018

Parece que convocar al electorado a una segunda votación es pedirle demasiado, sobre todo en un país en el que la abstención ronda el 50 %. Salimos a votar el 27 de mayo y tendremos que ir a las urnas de nuevo el 17 de junio a pesar de que Iván Duque ganó en primera vuelta con un margen del 14 %. En otros países ―Mexico y Panamá, por ejemplo― ya tendríamos presidente. En las elecciones a alcaldías y gobernaciones, para no ir más lejos, no existe la segunda vuelta. Pero bastan unos minutos en redes sociales y un poco de seguimiento al movimiento de las fuerzas políticas para entender el propósito del llamado balotaje.

Como explica Miguel García, codirector del Observatorio de la Democracia, el sistema de dos vueltas se instauró con la constituyente del 91 y expresa uno de sus propósitos esenciales: la apertura política y el estímulo del multipartidismo. “La primera vuelta hace viables a terceros partidos y genera una competencia más amplia”. Si tuviéramos una sóla vuelta, Fajardo, Petro y Humberto de la Calle se hubieran derrotado entre sí al dividir a su electorado. El balotaje garantiza la oportunidad de que ese lado del espectro político se re acomode y reúna suficientes votantes para llevar su propuesta a la presidencia.

“El segundo objetivo [del balotaje] es darle al ganador una amplia legitimidad popular”, explica García. Iván Duque lideró la votación con un margen considerable del 14 % sobre Petro pero el triunfo no es cuestión de distancia sino de votación mayoritaria.  Puede ser que tras el balotaje el margen entre los candidatos sea pequeño pero, en cualquier caso, el candidato ganador tendrá la mayoría con más del 50 % de los votos. “Justamente evita críticas como las que le hicieron al triunfo de Petro en la alcaldía referentes a que había sido elegido por un segmento minoritario dado que ganó con menos del 50% de los votos [32 %]”.

Tanto Duque como Petro tendrán que moderar sus discursos para conquistar el voto de centro que dejó Fajardo.

Como se está viendo en estos días de la contienda entre Duque y Petro, en un sistema de dos rondas, la primera desencadena dos movimientos. Uno es entre el electorado. La segunda vuelta les da a los votantes la oportunidad de confirmar o repensar su posición, de votar tras un segundo momento de deliberación. La decisión será difícil para buena parte de los votantes, en particular aquellos que votaron Sergio Fajardo y Humberto de la Calle como opciones de centro.

Como explica Felipe Botero, profesor del departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, buena parte del electorado va a tener que votar con renuencia. “Gran parte de la segunda vuelta va a ser un sector de electores que van a votar en contra del otro”, dice Botero. “Un voto estratégico y con asco: votar con asco por Duque, porque les parece impensable que Petro sea presidente y viceversa”.

El otro movimiento que se inicia hacia la segunda vuelta es el de los candidatos. Tanto Duque como Petro tendrán que moderar sus discursos para conquistar el voto de centro que dejó Fajardo. “Justamente, dado que el sistema estimula la existencia de más competidores en primera, los que pasan a segunda deben atraer votantes que en primera vuelta favorecieron a otros candidatos”, explica García. “Los candidatos que compiten en segunda deben volverse atractivos para esos electores”. Los compromisos que hagan en esa negociación no necesariamente se ven reflejados en el eventual gobierno pero forman mayorías y congregan votantes.

El exalcalde de Bogotá ya está moderando sus propuestas. Ha dicho, por ejemplo, que de llegar a la presidencia no convocaría una constituyente, propuesta que le valió el rechazo de parte del electorado. Duque hizo lo propio. Ya se distanció de su propuesta de unificar las cortes y se definió en entrevista con Patricia Janiot como un candidato de “extremo centro”. En su discurso del domingo pasado declaró que hay que acoger a las bases de excombatientes que le han apostado a la paz tras los acuerdos con las Farc.

Los discursos cambian y las fuerzas políticas se acomodan. Antes de que salgan los resultados, se sabrá qué sectores están con cada candidato y cuáles se mantienen neutrales con miras a la nueva legislatura o las elecciones regionales. Este último es el caso de la Coalición Colombia. Fajardo, Claudia López y Jorge Robledo ya anunciaron su voto en blanco. La  apuesta será mantener autonomía y el impulso de la coalición para las elecciones del 2019.

Por ahora, Petro tiene el apoyo de parte del Polo Democrático  y 24 congresistas de Alianza Verde, incluidos Antonio Navarro Wolf, Angélica Lozano y Antonio Sanguino. Del otro lado, un sector del liberalismo en cabeza de César Gaviria confirmó su adhesión a la campaña de Duque. Al movimiento hacia el uribismo se están sumando la mayoría de congresistas del Partido de la U, Cambio Radical y los conservadores que apoyaron a Vargas Lleras en Primera vuelta.

Gracias a las negociaciones entre la primera y la segunda vuelta, el ganador de las elecciones llegará a la presidencia con un sector político alineado y una capacidad mayor de formar gobierno. En contraprestación, el candidato derrotado tendrá una curul en el senado y un sector de oposición más claramente formado para hacer control político.

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