Nos faltan tres Sus nombres eran Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarr. Hoy nos faltan tres.
Sus nombres eran Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarr. Hoy nos faltan tres.
Sus nombres eran Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarr. Hoy nos faltan tres.
Nos faltan tres.
Nos faltan y nos faltarán por siempre porque Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra no volverán. Nos faltan tres porque no hay forma de sanar la ausencia de una muerte violenta e injusta. La herida está abierta: la amputación terminada. El asesinato de los tres trabajadores del diario El Comercio es un tajo incurable y que solo sabe doler.
Nada los traerá de vuelta. Ni la cacería militar que empezará en la frontera para que los gobiernos de lado y lado puedan ondear otra muerte —otro cuerpo— como trofeo.
Ni nuestras demandas de justicia.
Ni la tristeza.
Ni la desazón.
Así que nos faltan: eran tres y nos faltan.
Y nos faltan porque la muerte de un periodista es el silencio de muchos otros. Porque un reportero que desaparece se lleva con él un centenar de historias. Porque nos siguen matando. A los periodistas de Latinoamérica nos siguen matando.
Porque preguntaste lo que tenías que preguntar a quien se lo tenías que preguntar.
Bang.
Porque supiste lo que otros no y lo tuyo no es quedarte callado.
Bang.
Porque te hiciste a la idea de que con tu trabajo podías mejorar el mundo.
Bang.
Porque “vamos a mostrarles a estos hijosdeputa que con nosotros no se meten”, “porque no ande metiendo las narices donde no le importa”, porque “estos periodistas van a aprender así sea a las malas”.
Bang.
Por eso nos faltan tres. Y nos faltan porque su ausencia suma. Ayer eran 14 los periodistas asesinados en el mundo este año. Hoy son tres más.
Y nos faltan porque mañana nos harán mucha falta, y haremos homenajes y hablaremos con las familias y escribiremos llenos de dolor y rabia. Pero luego pasado mañana la falta será más chica. Y luego un poco más y Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra empezarán a desaparecer. Porque son periodistas y la muerte de periodistas y la muerte de activistas y la muerte de líderes sociales y la muerte de jóvenes y la muerte de mujeres no son tan indelebles como deberían. Porque hoy matan a Jefferson Pureza y a Carlos Dominguez Rodríguez y a Zeeshan Ashraf y a Vijay Singh y a Sandeep Sharma y ya después qué importa.
Nos faltan tres aunque en realidad, a muchos, no le importa que falten tres o cuatro o cien. Y nos faltan, también, porque unos querían eso exactamente.
Nos faltan y no vamos a dejar de decirlo. Porque hacemos más como reporteros que como mártires. Porque ante el estruendo de tres cuerpos la respuesta de dos presidentes no puede ser echarse la culpa entre ellos.
Nos faltan tres y nos faltarán por siempre.
Nos falta Javier Ortega.
Nos falta Paúl Rivas.
Nos falta Efraín Segarra.