A la memoria de Temístocles Machado

A Don Temis le gustaba que los estudiantes conocieran la realidad del país, en campo. Que se aproximaran a las problemáticas sociales, que desde la experiencia entendieran sus luchas. Este texto es un homenaje, de ellos, de los estudiantes, en memoria del más reciente líder social asesinado en Buenaventura.

por

Semillero de Investigación de la Clínica Jurídica en Derecho y Territorio de la Universidad Javeriana


02.02.2018

Temístocles Machado, ‘Don Temis’, como todos lo conocían, era un líder bonaverense, comprometido y convencido de las responsabilidades que tenía de cara a un país carente de inclusión, justicia e igualdad. La primera impresión que daba Don Temis era de ser una persona sumamente amable, respetuosa y tranquila. Esta imagen nunca cambió en el tiempo que pudimos compartir con él y así se mantendrá en nuestras memorias.

A Don Temis lo conocimos una tarde de noviembre del año 2013 en Bogotá. Ese día nos contó acerca del caso por el cual luchó toda su vida: la defensa del territorio en el barrio Isla de la Paz. Contaba que, antes que él, su padre había luchado de igual manera por los derechos de la comunidad y que, gracias a ese esfuerzo, pudieron conseguir la formalización del barrio y  dotarlo de cancha, escuela y un lote para un centro de salud. Ese mismo compromiso que tenía su padre con la comunidad fue el que Don Temis quiso seguir, poniendo a cada acción que realizaba ese mismo afecto fraternal, fe y una sonrisa que le hacía frente a la adversidad. Él quería conseguir el reconocimiento de sus derechos y unas condiciones de vida dignas para su comunidad.

Un tiempo después, Don Temis nos recibió en Buenaventura. «A él le interesaba que los estudiantes fueran allá a conocer la realidad, a ver cómo es que es todo en verdad». Allí, en el barrio Isla de la paz nos contó con minuciosidad todos los pormenores de su lucha por el territorio y por las necesidades de un pueblo al que el país le ha dado la espalda. Isla de la paz es un barrio al lado de la vía alterna interna, por donde salen la mayoría de los productos del puerto al interior del país y, además, una zona proyectada para la expansión portuaria.

Jugar ahí era un acto de resistencia contra los que los quieren desalojar y una forma de concientizar a las nuevas generaciones y animarlos para que se mantuvieran en la misma lucha

Al día siguiente nos reunimos con Don Temis a un costado de la polémica vía alterna interna, el mismo lugar en que el 27 de enero de este año unos hombres le dispararon y lo asesinaron. Desde allí partimos a la cancha, un bastión de la resistencia de los habitantes del barrio Isla de la Paz y por el cual, Don Temis, luchó con todas sus fuerzas. Allí los partidos son un ejercicio deportivo para acercar a los jovenes de los barrios, pero al mismo tiempo son un acto simbólico de defensa del teritorio. Jugar ahí era un acto de resistencia contra los que los quieren desalojar y una forma de concientizar a las nuevas generaciones y animarlos para que se mantuvieran en la misma lucha. Y es que la cancha ha sido objeto de innumerables acciones mediante las cuales algunas personas quisieron despojar a la comunidad de su territorio a través de la fuerza, personajes que hubieran logrado su cometido si no hubiera sido por la oposición firme de la comunidad. Don Temis nos contó que a la cancha habían ingresado tractomulas a dejar contenedores y tubos, así como algunos buldócer.

A medida que nos acercábamos a la cancha podíamos ver como todas las personas rodeaban a Don Temis, lo saludaban y él, con esa sonrisa característica y con toda amabilidad, correspondía a los saludos. Y es que todos conocían a Don Temis, todos sabían cuáles eran sus luchas. Una vez en la cancha pudimos recorrer sus alrededores acompañados por él, quien a la vez nos iba contando todo lo que habían trabajado para mantenerla y la importancia que tomó como un espacio de integración entre los barrios de la Comuna 6 y como un territorio de paz.

Cuando hablamos de Don Temis y pensamos cómo describirlo aparecieron comentarios como: “Una persona que desbordaba amabilidad y cariño”, “Un espíritu luchador e incansable” y “Alguien con una profunda conciencia acerca de la realidad social, tanto de su comunidad como del país”. Alguna vez, en alguna clase, algún profesor comentaba que los abogados eran en sí mismos, defensores de derechos humanos, pues bien, Don Temis nunca necesitó este rótulo porque su vida fue una auténtica y valiosa decisión por la de la defensa de los intereses de los más débiles, de su territorio como medio para el desarrollo vital y de su ciudad como aquel puerto en paz, incluyente y armónico que siempre deseó. Es por ello que la memoria de Don Temis no puede desaparecer, debe perdurar, debe servir para que reflexionemos y trabajemos por una sociedad sin divisiones, prejuicios y en la que realmente se respire un aire de respeto y armonía entre cada uno de nosotros.

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