El asalto y masacre cometidos por el grupo islamista palestino Hamás en Israel el pasado 7 de octubre y el posterior bombardeo y sitio de Israel a Gaza, la franja donde viven cerca de 2,3 millones de palestinos, encendió otro episodio de un amargo conflicto que se remonta a comienzos del siglo XX y que involucra el anhelo de judíos y palestinos por una tierra, la injerencia de Reino Unido y Estados Unidos y de países vecinos como Egipto y Líbano, la imposibilidad de fijar fronteras, la ocupación territorial y militar y los fracasos en la búsqueda de la paz.
En Gaza, el número de muertos y heridos asciende cada día. Hay un bloqueo de alimentos, combustible, medicamentos y electricidad y los gazatíes, conminados por el gobierno israelí a evacuar, no tienen a dónde ir: la situación es insostenible, pero no nueva. De acuerdo con Human Rights Watch, «las autoridades israelíes han reprimido de manera sistemática a los palestinos durante décadas y, desde 2007, han impuesto un confinamiento asolador a la población de Gaza».
Para entender qué pasa y qué se puede esperar, hablamos con el historiador y exprofesor de la Universidad de Los Andes Luis Eduardo Bosemberg, especialista en historia moderna del Mediterráneo y en el conflicto palestino-israelí. Bosemberg no cree que lo que ocurre pueda explicarse en cinco minutos, por eso, en medio de la discusión, sus respuestas apuntan a contextualizar y humanizar, a recordar los derechos humanos y a instar por una negociación que logre la coexistencia de dos Estados libres.
En un conflicto de tantos años y sobre el que hay posturas encontradas, ¿qué no está sujeto a discusión?
La verdad es que la misma presentación de los hechos hoy en día en la posmodernidad ya es relativa. Yo propondría una premisa antes de contestar. La posición que intento tener es una desde el sur, desde Colombia y América Latina. Yo no soy gringo, no soy palestino, no soy israelí. No sé si eso me da la capacidad de ser lo que quiero ser: equidistante. Mi posición, que a muchos molestaría, es: ¿esta respuesta violenta contra otra respuesta violenta tiene la opción militar de triunfar? Esta es la onceava guerra árabe-israelí. ¿Matando a todos los “terroristas” habrá paz y seguridad en Medio Oriente? Yo digo que no.
Como lo pintan hoy el señor Biden y la Unión Europea es un problema de terrorismo. O sea, chicos malos que matan a inocentes israelíes. Esa es la visión del mundo occidental. Entonces: ¿matamos a Hamás que perpetró unos hechos espantosos el fin de semana? ¿Ahí termina el problema? ¿O hay una serie de condiciones desde hace más de 100 años que ha gestado diversos tipos de violencia? Hay palestinos viviendo bajo ocupación militar, hay segregación y segregación legal. Es decir, hay una gran cantidad de oprobios de los cuales los palestinos son víctimas. Occidente no se da cuenta. Cuando mueren judíos el mundo entero se escandaliza y cuando matan a los palestinos, ¿dónde están los europeos criticando?
Entiendo la cantidad de muertos de ambos lados y el sufrimiento de ambos lados. Estamos viendo los cadáveres, el shock de la sangre en la televisión. Pero hay que negociar en medio de la coyuntura, de los odios y de la guerra. Sin la seguridad de los palestinos no hay seguridad en Israel. El problema ocurre cuando los belicosos ganan, los radicales de ambos bandos no han hecho posible que haya paz.
¿Cómo define el ataque de Hamás y por qué ocurrió ahora?
No sabemos exactamente lo que pasó en la reunión de los dirigentes de Hamás ni cuál fue su racionalidad, entonces nos toca lanzar hipótesis, atar cabos. Una de las tragedias del pueblo palestino es que cada vez más es un problema olvidado a nivel global y, aún peor, en Medio Oriente entre sus supuestos hermanos árabes. Al parecer, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salmán, está en este momento en un acercamiento con Israel patrocinado por Estados Unidos. Todo parece indicar que lo que está haciendo Hamás es decir “aquí estamos, el problema palestino existe y debemos ser parte de una agenda global y no ser el pueblo olvidado por todo el mundo, incluyendo los mismos árabes”. Esa es una hipótesis.
¿Y en qué se diferencia ese ataque de las Intifadas o insurrecciones palestinas previas?
Una novedad es la sevicia con la que Hamás se lanzó a masacrar y secuestrar civiles en el sur de Israel. Hubo una reacción extremadamente violenta. Las intifadas anteriores eran con cocteles molotov, cuchillos y piedras, pero ellos estaban armados con fusiles automáticos. ¿De dónde vienen las armas? He ahí la gran pregunta. No se trata de un ejército, no tienen tanques, ni aviones, pero sí da la impresión de que han venido entrenándose de manera muy ágil y desde hace un buen tiempo.
También hay que tener en cuenta a los aliados regionales e internacionales de ambas partes. Hamás no está solo y tampoco Israel. Por ejemplo, Qatar, la petromonarquía situada en el Golfo Pérsico, es muy cercana a Estados Unidos. En Qatar está la base de USAID [Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional]. Sin embargo, Qatar ha tenido una serie de políticas muy diversas y ha mostrado independencia, por ejemplo, al apoyar la reconstrucción de Gaza después de los combates de 2014 y 2021. Los qataríes son claves, pero curiosamente no aparecen en las noticias.
Irán, como otros países del Medio Oriente, en la medida que pueda influye y financia grupos aliados más allá de sus fronteras. Se sabe que patrocina a Hezbolá, la guerrilla y partido político chiita del Líbano que también ha estado en combate con Israel. Hezbolá tiene vínculos con Hamás. A grandes rasgos, todos ellos dicen que Israel les quitó la tierra a los musulmanes y que es un agente de Estados Unidos. A Israel, por su parte, Estados Unidos lo ha apoyado siempre. Biden le acaba de dar carta blanca y hay un portaviones norteamericano en el territorio que creo que busca decir “ojo a cualquier actor que se meta a apoyar a Hamás, porque aquí estamos y le contestaremos”.
«Una de las tragedias del pueblo palestino es que cada vez más es un problema olvidado a nivel global y, aún peor, en Medio Oriente entre sus supuestos hermanos árabes».
¿Qué tanto representa Hamás al pueblo palestino?
Cuando Yasir Arafat quedó como presidente de la Autoridad Nacional Palestina [fundada en 1994 tras los Acuerdos de Oslo entre la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y el gobierno de Israel], ya los palestinos estaban divididos. La gente joven decía que la OLP no había traído la paz ni la liberación. Hamás se fundó en 1987 y, contrario a la Autoridad Nacional Palestina, no reconoce a Israel. En 2007 decidió participar en las elecciones y las ganó, pero tras su conflicto con la Autoridad Palestina actúa solo en la franja de Gaza. Hoy la Autoridad Palestina es una entidad desprestigiada. No ha habido elecciones desde hace varios años, hay corrupción y autoritarismo. Muchos están descontentos.
Ahora, no sé si existen cifras o una encuesta sobre, si hubiera elecciones, quién votaría por quién. ¿Cuántas personas en Palestina apoyan lo que pasó el sábado 7 de octubre? No lo sé. Tampoco sé si, como quieren los israelíes, entre más bombardeada sea la gente más va a estar en contra de Hamás. Ayer escuché a alguien decir en la televisión francesa que la población de Gaza merecía ser castigada porque todos apoyan el terrorismo de Hamás. Eso es justificar el castigo colectivo. ¿De ahí al genocidio cuál es el siguiente paso? ¿Cómo se sabe si todos los habitantes de Gaza apoyan a Hamás?
Usted mencionó la ocupación. Podría ampliar el tema de los colonos y asentamientos israelíes. ¿Cómo explica su avanzada en el territorio?
En el siglo XIX, en el contexto del antisemitismo europeo cristiano, comenzó una migración de judíos hacia Palestina. En aquella época hubo una propuesta importante: que la tierra fuera el primer paso para lograr una comunidad judía. Durante la Primera Guerra Mundial los judíos compraron tierras, aunque aún eran minoría. En el período entre guerras el territorio estuvo bajo control del Imperio Británico como parte del botín que adquirió por derrotar a los otomanos y bajo ese mandato llegaron más judíos. Ya entonces, los palestinos decían que tenían pavor a que los judíos se convirtieran en señores del territorio.
La compra de tierra continuó, pero no se dio a título individual, sino comunitario para sentar las bases de un futuro Estado. Tras la Segunda Guerra Mundial, muchos judíos pensaron fundar un Estado a como dé lugar que los protegiera porque nadie los había protegido. Se sentían aislados de la comunidad internacional, poco apoyados. En 1947 Naciones Unidas otorgó la mitad del territorio a los palestinos y la mitad a los judíos y se produjo la primera guerra árabe-israelí. Israel conquistó el 78% del territorio y logró su primera expansión militar. Eso implicó la expulsión de palestinos de aldeas que luego fueron pobladas por judíos y a las que les cambiaron el nombre y cualquier vestigio árabe. Todavía hay palestinos que les dicen a sus nietos: “Esta es la llave de la casa de tus abuelos que vivieron en tal pueblo que hoy se llama así en tal lugar de Israel”.
El asunto de los colonos es producto de la guerra del 1967 en la que Cisjordania fue invadida por Israel. En los años 70, grupos religiosos judíos, gente que decía: “esto es nuestro porque Dios nos los dio”, llegaron a Cisjordania que estaba ocupada por el Ejército de Israel. Ese es el comienzo de los asentamientos. Hoy los hay en Jerusalén oriental, en Cisjordania y en los altos de Golán. Las personas llegan allá por cuestiones religiosas, pero también por las ventajas económicas.
¿Qué pasó con los palestinos que fueron expulsados?
Ese es el otro gran problema, el de los refugiados. La guerra del 49 dejó 750.000 refugiados. Israel siempre ha dicho que fueron voluntarios, pero está comprobado que hubo expulsión. ¿A dónde fueron? Los más ricos a El Cairo, a Jordania. ¿Pero a dónde fue el campesino? A los campos de refugiados que todavía existen y uno de los cuales fue bombardeado ayer. ¿Cuántos refugiados hay? Se calcula que siete millones. Algunos palestinos dicen: “nosotros queremos que por la vía del derecho internacional los siete millones de refugiados retornen a su patria ancestral dentro del estado de Israel”. Pero Israel no lo va a aceptar.
«Sin la seguridad de los palestinos no hay seguridad en Israel».
¿Por qué esa tierra, particularmente Jerusalén, es importante para el Islam y el Judaísmo?
Esta región es la cuna de la grandes religiones monoteístas. En Jerusalén hubo reinos judíos como el de David y el de Salomón y el último templo fue destruido por el Imperio Romano. Entonces los judíos dicen: “nos expulsaron y tenemos que volver porque es nuestra tierra”. Allí está el Muro de las Lamentaciones, que fue parte del templo. Por su parte, la tradición musulmana dice que Mahoma ascendió al paraíso en un corcel alado desde la Explanada de las Mezquitas, donde hoy está la Mezquita de Al-Aqsa, a metros del Muro de las Lamentaciones. Para los musulmanes, Jerusalén es la tercera ciudad más importante después de La Meca y Medina y por eso no aceptan que esté bajo control político de Israel.
Pero hoy la hegemonía política es de Israel. En 1981 Israel declaró a Jerusalén como su capital única, eterna y no negociable y esa es una de las razones por las que las negociaciones han fracasado. En la del 2000, por ejemplo, con Arafat y Clinton, Arafat les dijo: “yo no puedo aceptar la hegemonía política de Israel sobre la Explanada de las Mezquitas porque me asesinan, me matan al otro día”. ¿Qué pasa con Jerusalén?¿Se comparte? ¿Hay que hacer una división salomónica o que no sea de nadie?
¿Hay antisemitismo en quienes critican al gobierno de Israel?
Cito a un israelí famoso, Tom Segev, un historiador de la llamada Nueva Historia de Israel, que dijo que existen el antisemitismo real y el antisemitismo ficticio. Eso es importante. El antisemitismo real, por supuesto. Existe también en Colombia. Un estudiante una vez me dijo que en un partido de fútbol le habían dicho: “usted es judío”. Los cristianos han sido antisemitas desde siglos atrás. Hubo antisemitismo en Alemania desde la Edad Media, pogromos en la Rusia del siglo XIX, el caso Dreyfus en Francia. Es real. Pero existe el antisemitismo ficticio, el que se instrumentaliza para que Israel pueda tomar acciones que a otro país se le condenarían. ¿Por qué Israel no hace parte de la Corte Penal Internacional? No todo el que critica a Israel es antisemita. Uno está criticando las acciones de un Estado, las políticas represivas de Israel de la ocupación militar.
El presidente Petro comparó a Gaza con el gueto de Varsovia y a las declaraciones del ministro de Defensa de Israel con posturas nazis. ¿Qué opina de esa afirmación?
Durante el siglo XX las izquierdas fueron críticas de Israel y propalestinas. La Unión Soviética fue propalestina y los partidos comunistas han sido propalestinos. Ahí está un poco la explicación del comentario de Petro. Ahí está la Guerra Fría. Israel es aliado de los Estados Unidos, el enemigo de los soviéticos. Petro hace parte de esa izquierda histórica.
¿Ve la posibilidad de una salida negociada?
Lo sucedido el sábado y el domingo es terrorismo salvaje, pero no estoy de acuerdo en volver a la narrativa de que los palestinos son el problema. Eso es el facilismo de la visión en blanco y negro. No resuelve nada decir que los palestinos son los malos y los israelíes los buenos. El odio debe terminar, aunque sea difícil. Y repito: lo entiendo. Se metieron a un kibutz y mataron, hubo secuestros. Es una situación horrible. Ni hablar de la cantidad de muertos en Gaza. Están prohibiendo que entre agua, combustible, comida y medicamentos. ¿Van a matar de hambre a esa población? Hay que optar por la seguridad de los dos Estados. Seguridad como entidades nacionales soberanas, con pleno derecho y fronteras. Entonces yo insto a la negociación. Cito al economista Jeffrey Sachs: que se sienten en un cuarto y no salgan de ahí hasta que no haya paz.