El Covid-19 se esparce por el país y los hospitales, sobre todo los más pequeños, no dan abasto. Esta es la historia de un médico que coordina uno de esos hospitales en Timbiquí, Cauca. Su historia es un reflejo de la situación en el litoral Pacífico.
Mientras el Covid-19 se esparce rápidamente por el país, los hospitales de muchos municipios están atendiendo sus primeros casos graves ante una realidad inquietante: tienen que ver cómo se adaptan porque en una inmensa mayoría no tienen ni los equipos, ni la experiencia, ni el personal médico para enfrentar una pandemia como la del COVID-19. María Fernanda Fitzgerald, periodista de Cerosetenta, habló con coordinador médico en uno de estos hospitales de primer nivel, de esos que solo prestan los servicios más básicos, para entender, ¿qué se siente ser el responsable de un hospital que no tiene cómo hacerle frente a este Coronavirus?
Esta es la transcripción del capítulo
“Atención. Aviso importante. La alcaldesa del municipio de Timbiquí, Cauca le informa a toda la comunidad urbana y rural de todo el municipio de Timbiquí. Primero: tenemos en la cabecera municipal un paciente con todos los síntomas de Covid-19”
El coronavirus llegó a Timbiquí, Cauca, como una noticia de último minuto. Era el sábado 23 de mayo, y ya estaba entrada la noche. La principal emisora del municipio rodó este audio con las instrucciones de la alcaldesa: todo el mundo para su casa, había toque de queda hasta las seis de la mañana del día siguiente. Quien fuera sorprendido afuera sería arrestado. Se extreman medidas de seguridad con la Fuerza Armada en las bocanas de los ríos. Se prohíbe el flujo de pasajeros desde otros municipios.
“Cuidarse es responsabilidad de todos. Atentamente, Neila Yadira Amú, Alcaldesa municipal»
Timbiquí entró en pánico.
La primera paciente era una mujer con antecedentes de asma que al parecer, antes de contagiarse trabajaba en una droguería.
“En el momento que hacemos la prueba rápida, que usted sabe que no es una prueba confirmatoria y da positivo pues inmediatamente me llaman a mi como coordinador y preguntando qué vamos a hacer, Entonces en este momento, cuando la prueba rápida es positiva, la verdad fue como un pequeño caos, o sea, la mayoría no sabían qué hacer”.
Él es el doctor Abraham Torres, coordinador del único hospital de Timbiquí y el médico responsable de atender los casos de coronavirus en el municipio.
“Y yo, bueno, calmémonos, hay que esperar la confirmatoria, esperando que, rogando, que fuera negativa”.
Lograr hablar con el doctor Abraham es difícil. Siempre está ocupado. Entre las urgencias y la coordinación de recursos, no le queda mucho tiempo para entrevistas. Además, la señal de teléfono se cae cada vez que llueve, y llueve mucho, además de que el internet es muy lento. Es un hombre joven, alto, afrocolombiano, como la mayoría de personas en Timbiquí.
Para él, ese pánico inicial era legítimo.
“Todos estaban preocupados porque en esos momentos, la verdad es que los equipos de los elementos de protección personal, no se contaban, no habían llegado al servicio. Todavía estamos a la espera de ellos. E inmediatamente lo que hicimos fue aislar a la paciente, y, continuar lo más rápido posible con el trámite de remisión”.
Tenían que remitir a la paciente a otro hospital porque…
“No podemos manejar esos pacientes bajo ningún contexto en nuestra institución. Era como que, llegue el paciente, lo aislamos y remita ese paciente. Porque no contamos con los elementos de protección personal como te digo”.
El doctor sabía lo que se le venía encima.
“En el momento me informó de del positivo, el coordinador administrativo, con una cara de susto horrible el cual tenía el cual tenía una cara de preocupación. Y pues lo que yo pensé bueno es como bueno, nos llegó esto, medio nos jodimos porque no estamos preparados”.
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Que nos quedemos en casa. Que nos lavemos las manos y no nos toquemos la cara. Que usemos tapabocas. Que desinfectemos lo que tocamos, lo que toca el exterior, lo que es ajeno a la casa. Que no nos juntemos con otros y que si nos toca, que guardemos como mínimo dos metros de distancia. Que seamos asépticos.
Son requisitos difíciles de cumplir en un municipio como Timbiquí, en pleno pacífico colombiano. Un municipio más rural que urbano, de casas de tablones y latas, que se levantan sobre pilares para evitar que se inunden cuando el río se desborda. Casas de techos altos y ventanas pequeñas, oscuras. Un mecanismo para evitar que se caliente mucho el interior con los 30 grados que suelen calentar los días. Aquí no es posible tener ventiladores ni aires, por que al día hay varios cortes de luz.
Timbiquí es húmedo y caliente. La ropa se pega a la piel por el sudor. Tiene agua por todos lados: manglares, ríos, el océano Pacífico y lluvias intensas casi que todo el año. Aún así, no tienen más agua potable que la que cae del cielo, que menos mal, es mucha.
Para llegar allá no hay carreteras. Su única conexión con el resto del país es por aire, desde Cali, en avionetas pequeñas. O por mar y río: después de cinco horas en lancha desde Buenaventura.
Y a pesar de todo, hasta allá llegó el coronavirus. Porque, como dice el doctor Abraham…
“Nosotros somos una zona costera y hay muchas bocanas de algunos ríos. Controlar todas las bocanas es muy difícil entonces es muy fácil que desde Buenaventura entren algunas lanchas ilegales. También hay personas que viajan a Tumaco, entonces es muy fácil que te lleguen desde Nariño y desde el Valle, desde Buenaventura. Entonces la opción, es la forma más clara en que llegó el virus”.
El virus a Timbiquí llegó importado, como pasó en casi todo el mundo. Y a pesar de la cuarentena, el flujo de pasajeros no se ha detenido. Pasajeros que llegan de municipios que están en una situación aterradora, lo dijo la Secretaria de Salud del Valle del Cauca a finales de mayo ante los micrófonos de los noticieros:
“Pues lo de Buenaventura es dramático. En Buenaventura tenemos un índice de positividad del 25% y tenemos la letalidad más alta del país”
La situación también es muy grave en Tumaco, con más de mil cien casos positivos y 45 muertes por Covid-19 hasta el primero de junio
A pesar de que son los dos principales puertos sobre el Pacífico, ninguno de estos municipios está bien preparado para atender el Covid-19. En Tumaco no hay camas de UCI. En Buenaventura, tampoco. Las únicas camas de UCI de la ciudad, que son 12, le pertenecen a una clínica privada y ya casi están llenas. Pero, a diferencia de Timbiquí, ambas ciudades tienen conexión por tierra con las capitales de sus departamentos. Timbiquí en cambio, está aislado, lejos.
Y por eso, la mejor forma de sobrevivir al COVID en Timbiquí, como en muchos pueblos del Pacífico, es evitar contagiarse. Y esa posibilidad, ya no existe.
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“¿Cómo llegué a trabajar acá? Nada, soy timbiquireño 100 por ciento. Estoy aquí al lado de mis papás, de mi gente, y eso me trajo”.
El doctor Abraham Torres es médico hace siete años. Hizo su año rural en Guapi, municipio vecino de Timbiquí, y luego trabajó en varios hospitales del Valle del Cauca, incluyendo a Cali. Dice que comenzó a seguirle el pulso al coronavirus desde enero, leyendo noticias y artículos cuando la enfermedad no había salido todavía de China.
“La verdad siempre uno miraba China y pensaba siempre que estaba muy lejos, muy lejos, y cuando llegó a Colombia, lo primero que pensé, la preocupación, eran mis papás”.
Sus papás son maestros. Él ya jubilado y ella todavía enseña a niños de preescolar. Ambos son mayores: su mamá tiene 64 años y su papá tiene 75 y los dos son hipertensos. Su papá, además, es diabético.
“Sí, el COVID me hizo regresar a Timbiquí, más que todo mirando mis papás eran la población de de alto riesgo. En la cual me me llevó a tomar la decisión que debería cuidarlos a ellos. Y pues acá está la gente que quiero entonces hay que aprovechar y cuidarlos a la gran mayoría de los que se pueda.
Cuenta que antes del 23 de mayo, cuando se supo del primer caso de Covid-19 confirmado, sus días eran relativamente tranquilos.
“Bueno, un día normal en el hospital de Timbiquí antes del Covid-19 solo había un médico para urgencias y hospitalización. Y era como todos los hospitales del país, uno llega, esperando tener un buen turno y que no tenga mucha afluencia de pacientes o de pacientes complicados. Pero (suspiro) hay días complicados, hay días complejos. Los fines de semana a veces tienen más afluencia de pacientes de la zona rural. Siempre es más fluido a nivel de consulta”.
Días complicados, como atender las víctimas de la violencia que ha vivido el municipio. Entre 2002 y 2015, Timbiquí registró, en promedio, dos víctimas por día. Y la violencia no ha dado tregua, ni siquiera por la pandemia.
Aún así, La situación cambió rápido desde el primer caso de Covid-19.
“Ahora en tiempos de Covid-19 en el hospital se trata de implementar un médico para área respiratorias, para pacientes respiratorios, un médico para urgencias generales. pero con la dificultad que tenemos pocos profesionales en medicina. entonces hay una sobre carga de trabajo para los médicos”.
La palabra sobrecarga se queda corta…
“La verdad estos momentos estoy trabajando aproximadamente de 15 a 16 horas por día, siendo de los que menos trabaja. Mis compañeros, por ejemplo, el mes pasado uno de mis compañeros estuvo incapacitado y a los otros les toca trabajar prácticamente 24 horas cada dos días”.
En estos momentos solo hay 4 médicos y 10 enfermeras y el hospital solo tiene 15 camas, cero de UCI y por lo tanto, cero respiradores. Como si fuera poco, 13 de esas camas, ya están ocupadas por una epidemia que en Timbiquí no descansa: la malaria. Es decir, el hospital que dirige el doctor Abraham solo tiene dos camas libres.
“Bueno, malaria tenemos un brote importante. ahora en el momento en el río Saija y pues lo importante de estas dos enfermedades es que sí, estamos conviviendo con una enfermedad nueva que es el coronavirus que tiene una mortalidad importante, pero no nos podemos olvidar de malaria que es nuestro evento que está circulando, va a seguir circulando, y que porque estamos con el brote de la pandemia no nos podemos olvidar de las otras patologías”.
A pesar de todas estas complejidades, que afectan al personal y a los timbiqueños, el doctor Abraham ve en el hospital una casa
“Bueno esa pregunta es un poquito difícil la verdad por qué el hospital yo lo miro como un timbiqueño, lo miro como como si fuera mi casa. ¿Entiendes? entonces la casa a uno siempre la mira desde ese punto el corazón que no te deja ver las falencias que tiene. Pero ¿cómo describirla? Mira, somos un nivel, nivel uno, con muchas necesidades de insumos, con un techo que cuando llueve el hospital se nos inunda, con una sala de pequeñas cirugías que no tienen los elementos adecuados. No se encuentran muchas de las de los materiales para hacer sutura. En lo mejor del hospital sería nuestra sala de parto está más o menos acondicionada y nuestra sala de rayos x. Que al menos tenemos rayos x. Que eso es una pequeña ayuda, o gran ayuda diría yo”.
Y a las dificultades estructurales se le continúan sumando la falta de recursos para lograr atender casos complejos:
“Pero es esta la dificultad que nosotros tenemos que atender pacientes, que digo que son de nivel 2 nivel 3 y nuestro punto de remisión más cercano es Buenaventura, por una lancha rápida. O tenemos que esperar la mayoría de veces a que un avión llegue, y si nos llega un paciente complicado tenemos que esperar hasta 8 o 10 horas, 12 o 16 horas, para sacar a un paciente. Es muy muy compleja esa parte”.
Ya les pasó, también, en tiempos de COVID. Actualmente, Timbiquí tiene 20 casos sospechosos, de los que únicamente se han podido confirmar 5, y están esperando que llegue la confirmación de otros 5. Este retraso en las pruebas viene de la dificultad para transportarlas:
“Por nuestra zona geográfica es muy difícil. Tenemos pacientes sospechosos a los cuales para hacerle una prueba confirmatoria no podemos tomar el examen porque no sabemos por dónde vamos a enviar a las muestras, no sabemos quién las va a recoger, tenemos que coordinar a que haya varias muestras para poder enviarlas. Y durante el transporte puede haber pérdida de las muestras”.
Si vamos sumando, además de la dificultad de acceso, la falta de recursos, la deficiencia en la infraestructura y la falta de materiales y equipos, ahora, también hay casos confirmados de Covid-19 entre el personal médico:
“Yo siempre he tenido claro de que, como profesional de salud, en cualquier momento nos va a tocar vivir una cosa de estas. Contagiarnos de una enfermedad x, de un virus, o de cualquier otra cosa. Entonces siempre he tenido claro que en cualquier momento me iba a tocar a mí”.
Ella esAndrea, una de las enfermeras del hospital de Timbiquí. Tiene 19 años y hace un año y 5 meses trabaja en el hospital. No tiene ni idea cómo se contagió.
“Como te digo, empezó como una gripa, eh, fui perdiendo el olfato me dolía la garganta, sentía dolor en la deglución, eh, me dieron unos dolores de cabeza horribles, unos escalofríos, dolores en el cuerpo, fiebre. empecé a presentar agitación, había momentos en los que estaba bien y momentos en los que se me aceleraba, me dolía el pecho y la agitación se me aceleraba horrible no podía contenerlo y pues como naturalmente siempre le da uno eso como cuando uno está con la fiebre, y los dolores y las cosas y uno no sabe si hago una cosa, si hago otra cosa, me duele. prefiere uno quedarse quieto y que le vaya pasando, respirar profundo, y todo”.
Además de Andrea, hay otro compañero con sospecha de contagio, al que se le hizo prueba de anticuerpos y salió positiva. Pero no se ha podido confirmar porque, como dice el doctor Abraham, vuelve y juega:
“Las pruebas que hemos logrado enviar, han sido vía aérea. Primero se envió, se enviaron por Buenaventura algunas pruebas, enviamos 6 pruebas de las cuales 4 se dañaron. Entonces miramos la la dificultad que es enviarla por por Buenaventura. En estos momentos pues gracias a Dios la patrulla aérea está brindando un apoyo fundamental en llevar esas esas pruebas. Que lo lo peor y lo más lo más difícil y triste es que los encargados de enviar, de llevar las pruebas, son las EPS pero no pudieron coordinar, entre las EPS, enviar algún medio de transporte para sacar las pruebas. No se ha podido coordinar, ha sido imposible que lleguen acuerdo”.
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La iglesia queda hacia las afueras del pueblo y luego de la misa de los domingos, antes de la pandemia, salía una procesión enorme que, mientras cantaba, recorría el pueblo. Sobre el medio día, cuando la temperatura suele alcanzar los 30 grados y la humedad del ambiente sofoca, llegaban hasta un pequeño altar en el que dejaban ofrendas a la virgen. Los creyentes se aglomeraban para rezar.
En la cabecera municipal hay pocas calles pavimentadas, que rodean la plaza principal. No se ven carros, sólo motos. En la plaza hay varias discotecas, desde las que sonaba música a todo volumen todas las noches de la semana, y que se llenaban, sin falta, todas las noches de la semana.
La gente en Timbiquí no está acostumbrada a estar encerrada, la casa pica.
“Sí me ha tocado estar aislada. Muy mal, muy mal. porque como le digo yo soy una persona que comparte mucho con las amistades, con mi familia entonces yo salía de trabajar y bueno llegaba aquí a la casa, me quitaba el uniforme, me bañaba y salía para donde mi familia, salía a compartir mucho con ellos”.
Este lugar, como varios más en Colombia, se entiende en comunidad. La vida aquí se vive en las calles, con los amigos y la familia.
“Nosotros hacemos muchas actividades. Empezamos a hacer como comitivas, que hagamos un arroz con leche hoy, hagamos tal cosa hoy, así mismo es con mis compañeras entonces me siento muy mal, me he sentido muy sola a veces a veces siento que estas enfermedades son de mucho apoyo, porque en serio la moral me ha bajado demasiado”.
Lo que se vive en Timbiquí es frustración. Hacer un quiebre en lo que ha sido la normalidad, frustra. Alejarse de los demás, frustra. Por necesario que sea, quebrar las tradiciones, frustra.
Sin embargo, como dice el doctor Abraham, frustra más la desinformación:
“La verdad la desinformación es la mayor frustración que se vive en estos momentos. Creo que por todo el personal médico que atiende en el día a día. Es en estos momentos es muy común escuchar a la gente de nuestro pueblo decir que las pruebas rápidas que hacemos para COVID están infectadas. O escuchar decir a personas de que no se hacen la prueba por que les que les pasan el virus cuando le hacen la prueba. Es algo ilógico muy frustrante no no sabe qué responderle al paciente. Se respira profundo y. Y nada tratamos de de de de explicarle con la mayor calma posible pero es muy muy frustrante”.
Doctor, ¿usted personalmente se siente frustrado?
“Bueno frustrado, sí la verdad he tenido muchos momentos de frustración. En primer lugar cuando miraba que no llegaban los médicos, o sea, tener que decirle a la gente que que no, que no teníamos médico para hacer una atención de consulta externa, para hacer una atención de control prenatal, o para hacer un adecuado aislamiento de los pacientes. Frustrado cuando no llegaban los elementos de protección personal y las auxiliares o los médicos te piden. Frustrado cuando los de la ambulancia aérea, con un paciente grave se demoran en llegar y nos toca esperar muchísimo tiempo. Frustrado cuando el oxígeno se acaba y nada que llega. Han sido muchos momentos de frustración la verdad”.
Hace una pausa y dice: “Pero bueno vamos poco a poco tratando de dejarlos atrás y tratando de mejorar cada cosa que pasa”.