Hace algunos días recibimos una columna de opinión con una advertencia de su autora: «me gustaría publicarlo pero sólo si es anónimo». Desde que fundamos esta revista decidimos hacerle una guerra a los anónimos y a los nombres cambiados (tanto de autores como de fuentes), cuando el recurso no es estrictamente indispensable. Pensamos que en este caso quizás sí lo era.
Se trata de la columna que publicamos esta semana Anatomía de un mordisco, el testimonio de una jóven que fue agredida violentamente por quien era su novio. Luego de conversar con la autora, y de que ella nos contara las razones por las que prefería no firmar su nota, decidimos publicarla.
El problema fue la foto. No fue fácil ilustrar un texto tan impactante y conmovedor con algo que apelara a los mismos sentimientos sin caer en algo vulgar o repugnante. Yo, desde un principio, tenía la idea de ilustrar con esta foto:
Un morado. Un morado simple y algo impactante pero que al mismo tiempo no era muy claro qué era. La idea parecía buena, pero en el momento en el que Lorenzo, director de la revista, la vió, casi se va para atrás. Le pareció un poco truculento e innecesariamente gore. Y empezó la nueva búsqueda. Surgió la idea de hacer del mordisco el protagonista de la foto. Yo propuse esta:
Pero la desechamos casi automáticamente porque nos pareció algo sosa. Empezamos a pensar en la historia, y en últimas, en la idea de atacar a alguien con un mordisco. Apareció entonces la idea de que un mordisco era algo animal. Eso significó varios minutos de ver sonrisas de chimpancés, bocas de tiburones llenas de dientes, colmillos de perros. Nada nos terminaba de convencer. Entonces Lorenzo propuso un burro. Las palabras con las que encontramos la foto que queríamos fue: «smile donkey». Lorenzo proponía algo que se viera así:
Esta vez fui yo el que no estaba seguro. Me parecía que un burro le rebajaba un poco el tema de la historia. Aunque no era tan escandaloso y desatinado como el morado inicial, creímos que debíamos seguir buscando. Nos quedamos con la idea de los dientes. Una de los aprendizajes mas importantes de esta búsqueda, y que esperamos que lo tengan en cuenta en su vida, es: googlear dientes puede llegar a ser una experiencia horrible. Fueron pantallazos y pantallazos de fotos de niños con caries, infecciones bucales, muecos y prótesis. El tema tampoco era por ahí. Hubo una nueva propuesta de Lorenzo:
Seguíamos inseguros hasta que casi de casualidad, nos estrellamos con la imagen que quedó: la de una radiografía dental. Nos pareció sencilla, extraña pero sin llegar a ser agresiva y, además, nos pareció que daba pié para que el título de la columna fuera más explicativo: escogimos foto y escogimos el título, y después de casi una hora de ver fotos, la historia estaba lista para publicarla.