Menú infantil

A los asistentes al FICCI los recibieron, entre otras cosas, con un voluminoso libro con el listado de las categorías del festival y un desplegable con la programación diaria y un mapa. Un libro que para Alessandra Merlo, profesora de la Universidad de los Andes, parece una suerte de menú infantil con el que los asistentes, que no son niños, se sienten tomados del pelo.

por

Alessandra Merlo


06.03.2019

Imposible desconocer las discusiones que acompañan esta edición 59 del FICCI, así que el viaje hacia Cartagena, día 0 del festival, es de alguna manera para comprobar el valor de esas críticas. Sentados en el avión, nos llegan conversaciones ajenas, de gente de la que no se ve la cara, que hablan de costos, de falta de instalaciones, etc. Por lo demás, ojeo la programación que ya circula y trato de familiarizarme con ella. Sin duda, el libro que estoy leyendo es mucho más interesante. Se llama La Roma de Nanni Moretti y es una guía de la ciudad a través de las películas del director italiano (o una guía de sus películas a través la ciudad Eterna).

Ya en Cartagena, y entre otras cosas, nos entregan un voluminoso libro con el listado de las categorías del festival y un desplegable con la programación diaria y un mapa. Frente a esto parece reconfirmarse la sospecha que se estaba abriendo camino, y es una sospecha que no tiene que ver tanto con las películas (supongo) sino con su presentación. Parecería en efecto que una furia creativa se hubiese adueñado de los organizadores. Entre ficciones, documentales, cortos, largos, homenajes y secciones menores, me encuentro frente a casi treinta categorías cuyos nombres parecen los de unos platos de cocina fusión. O de esos menús infantiles que, para que los niños coman, llaman los platos de siempre con nombres divertidos. Bajo el lema del mestizaje y de la migración, en realidad todo termina confundiéndose, poco o mucho. Y el inminente espectador del FICCI, que no es un niño ni es cinematográficamente inapetente, se siente vagamente tomado del pelo.

Y el inminente espectador del FICCI, que no es un niño ni es cinematográficamente inapetente, se siente vagamente tomado del pelo.

Así que él mismo, el espectador, decide leer los textos, sinopsis y varios que llenan las 480 y más páginas del catálogo. Pequeño momento de ansiedad: ¿lograremos leerlo antes de que empiece el festival? ¿O por lo menos antes de que termine? ¿Y qué haremos después de haberlo leído?
Ahora, la cuestión no es solamente de forma. En todo este juego del acá y del allá lo que se quiere mostrar son – suponemos – las relaciones que unen realidades diferentes. Muy bien. En ese sentido se lee la doble inauguración: en el Centro de Convenciones por un lado y en el Barrio Canapote (Cine en los barrios). Lástima que en gran mapa del desplegable el barrio Canapote ni siquiera aparezca. Queda simplemente “por fuera”. ¿Qué es entonces esa pretensión Cartagenera del festival? No sabemos, o quedamos perplejos.
Mañana, será hablar de películas.

[#OjoPorOjo será nuestro diario en el FICCI, comandado por Alessandra Merlo, literata y teórica del cine. Se entrena con Menú Infantil, una mirada a uno de los regalos de bienvenida del festival.]

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