Las narrativas estéticas del estallido socio político 2021

Una idea: Este estallido social encarna la nueva democracia, documenta cuáles son los sujetos políticos de siglo XXI, se ha convertido en un laboratorio de narrativas ciudadanas y demuestra como hay otros referentes culturales. Y ahí nacen al menos cuatro narrativas: la violenta/militar; la de los espectadores de medios/redes; la activista; la de jóvenes/carnaval. Narrativa […]

por

Omar Rincón


16.05.2021

Una idea: Este estallido social encarna la nueva democracia, documenta cuáles son los sujetos políticos de siglo XXI, se ha convertido en un laboratorio de narrativas ciudadanas y demuestra como hay otros referentes culturales. Y ahí nacen al menos cuatro narrativas: la violenta/militar; la de los espectadores de medios/redes; la activista; la de jóvenes/carnaval.

Narrativa violenta/militar: Todos tenemos un libreto para contarnos, y normalmente nos “recluimos” en este marco interpretativo. Y los medios, el gobierno y el establecimiento repiten su libreto que se estructura desde lo militar y represivo: busca violentos, glorifica la represión, ignora a los ciudadanos, no reconoce su barbarie: le declaran la guerra a los ciudadanos.

Narrativa de los espectadores: En Colombia todo da miedo: el otro, el extraño, los jóvenes, los indígenas, los afros, los trans, las mujeres, los 42% de pobres. Y esos ciudadanos que habitan el miedo se congregan en el odio. Su referencia de mundo es los activismos políticos de la televisión y sus creencias de fakebook y grupos whats app. Y esta narrativa saca todos nuestros males nacionales: racismo, clasismo, machismo, xenofobia, sexismo. Y sobre todo nuestra alma violenta que toma la forma de un lenguaje discriminatorio, agresivo e ignorante: el odio como política.

Narrativas activistas: Las marchas colombianas hasta el 2016 se decían que era de guerrilleros, ahora es de ciudadanos. No es de izquierdistas, narcoterroristas, sindicalistas, sino sobre todo de ciudadanos que activan en sus feminismos, en sus medio ambientalismos, en los derechos humanos, en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, en las causas de cada uno. Una política de muchas causas que movilizan y a las que les ponemos toda la pasión. Y esto no hace a la gente de izquierda, sino que demuestra como hay una nueva ética política feminista, medioambiental, de derechos y de lo común: nuevas éticas para la lucha.

 

Narrativas jóvenes coolture. El estallido social se ha convertido en un laboratorio de narrativas y estéticas. Aparecen nuevas formas desde los jóvenes de todas las clases, feministas, ecologistas que van a la protesta con bronca, mucha indignación, pero en modo carnaval y fiesta en referentes coolture: redes, series, videojuegos, memes… y he aquí un playlist mínimo de lo que encuentro:

ºAlta expresividad: las visualidades que expanden las estéticas de la protesta social vía la caricatura, diseño gráfico, memes, músicas, camisetas, posters…

ºLa calle como espacio de celebración de la democracia: un carnaval, un gozarse el encuentro, un ritual de disentir con alegrías. Performance trans, indígena, punk, rosa, magenta, verde…

ºArtesanía, esos modos propios de hacer vida como el bordado, el tejido, el esténcil, la cartelera, el caminar, reír, gozar, carnavalear

ºInstagram donde compartí, luego marché. Ahí se construyó el modo mundo de la protesta. Los celebrities, lo trendy, los coolture unidos por la protesta. ¿Por qué se unen? Porque el negocio socio está ahí: en los jóvenes.

ºTik Tok para escrachar a los solemnes y divertirse contando posiciones diversas.

ºStreaming, el vivo como para sobrevivir: mostrar en vivo y en directo la represión.

ºHumor: el remake que hace juanpis sobre ese clásico Hitler se entera

Mientras todo esto pasa tenemos a Duque y los medios, en modo Maluma, imponiendo su narrativa militar como la única: una guerra de pueblo contra pueblo, pobres de la policía contra pobres de la ciudadanía. A los ciudadanos habitando la violencia del lenguaje: ese verbo fácil destructor propio de la colombianidad. El twitter como donde habita la opinión pública: la denuncia, el periodismo, la política.

Y mientras tanto el mundo mundial aterrado por lo que pasa en Colombia: Los están matando gritan, quieren entender, suplican paren la matanza. Y este gobierno tan preocupado por su imagen en el mundo, niega lo que se ve: y es como decir que impuestos es solidaridad, una masacre es homicidio colectivo: negar lo evidente.

Por ahora, el símbolo de Colombia y el estallido social es lo militar, el Esmad y la matanza en vivo y en directo. Y es el símbolo que une y junta y hace que más estemos en el estallido.

Hay un nuevo país político que no queremos entender, y hay un presidente que ni entiende, ni manda, ni hace, es la nada…  pero una nada que destruye… y unos medios y militares perdidos en su represión. Este estallido social con mucho poder simbólico demuestra una renovación de la democracia: un quiebre político y cultural para hacer un nuevo país. Patéticamente, solo falta cuántos muertos y damnificados se requieren para que los dueños del poder lo entiendan.

 

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