La historia oral del primer festival de rock al aire libre de Colombia
En 1970 y en pleno Parque Nacional en Bogotá, un parche de hippies y entustiastas de la génesis del rocanrol gestaron el Festival de la Vida, la primera piedra para los grandes festivales musicales en el país. Así fue ese 27 de junio en la voz de algunos de los que estuvieron ahí.
Collage por Ana Sophia Ocampo. Fotos por Gertian Bartelsman.
Antes del Festival Estéreo Picnic, antes de Rock al Parque, incluso antes del Festival de Ancón en Medellín, conocido como ‘el Woodstock colombiano’, fue el Festival de la Vida. Un evento completamente autogestionado celebrado en el Parque Nacional en Bogotá que sería ese broche de oro de una década en la que el rocanrol encontró voz propia entre una juventud bogotana que ya recorría los caminos de la psicodelia entrando los setenta.
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Hablamos con Roberto Fiorilli, el icónico baterista de origen italiano que sentó las bases para el desarrollo del rock en Colombia.
Fue un evento sin precedentes conspirado en pleno Pasaje de la 60 gracias al músculo económico de Tania Moreno, la gran referente del hippismo nacional que en esos días tenía un lucrativo negocio de afiches de bandas en su tienda Thánatos. La curaduría estuvo a cargo de Edgar Restrepo, Humberto Monroy y Roberto Fiorilli, dueños de Zodiaco Discos y miembros de Siglo Cero, la banda cabeza de cartel.
Ese sábado 27 de junio de 1970 La Planta, La Gran Sociedad del Estado, La Caja de Pandora, una banda de Venezuela -que algunos dicen que fue Sky’s White Meditation y otros Elizabeth-, Aeda y Siglo Cero serían las primeras bandas en tocar en un festival de rock al aire libre y además gratuito en el país. Un día entero de rocanrol, marihuana y naturaleza en la que cuentan, se acercaron los hippies pero también familias, curiosos y varios medios de comunicación.
Reunimos las voces de algunos de los que lo vivieron para reconstruir lo que fue un festival histórico del que lastimosamente, apenas se conservan unas pocas fotos y videos.
Tania Moreno
Referente del hippismo colombiano. Fue gestora cultural, habitó comunidades hippies fuera de la ciudad, triunfó con su propia tienda de afiches con imágenes de músicos de la época y formó parte de la banda Génesis.
Al comienzo de los sesenta y al principio del movimiento rock nadie consumía drogas, eso no se conocía y nadie lo había visto. Yo era muy amiga de Los Speakers y las otras bandas que tocaban en Bogotá y ni siquiera se emborrachaban. Si uno salía a tomar con un músico iba máximo por una gaseosa con roscón. Éramos muy sanos, caseros y era una sociedad que todavía no había entrado en todo ese viaje. Lo primero que se probó fue la marihuana, que ya existía aquí, pero estaba muy asociada con el hampa.
En 1970 nosotros organizamos un concierto que fue el más grande de esa época y se celebró en el Parque Nacional. Se llamó el Festival de la Vida y estuve en la organización porque puse unos $10,000 pesos de la época para que se pudiera hacer ese concierto.
Yo tenía un almacén de afiches en en el Pasaje de los Hippies en la 60 y me iba re bien, hacia plata por cantidades. Edgar Restrepo, Humberto Monroy y otros amigos tenían uno de discos, pero los pepos, como les decían a los que consumían drogas, se iban todos locos con una cajita de fósforos a seguirle el ritmo a cualquiera que estuviera tocando un instrumento y no se compraban un disco. En cambio, como mis afiches eran a peso, eso era lleno siempre. Yo financié el concierto y Humberto, Edgar y Roberto Fiorilli se encargaron de la programación musical. Fue el primer concierto gratuito masivo que se hizo en Bogotá.
Lo que hicimos fue mandar a hacer unas tarimas, alquilar unos andamios con plumas encima y la gente se hizo en el pasto. Fue un concierto impresionante y tuvo a algunas de las bandas más famosas de la época. Se hizo a imagen y semejanza de muchos que se estaban haciendo en otras partes del mundo y fue un antecesor a Ancón. Lo más lindo fue que la gente fue a sentarse en paz, escuchar música y fumar bareta en cantidades.
Icónico baterista de origen italiano que durante su juventud, sentó las bases para el desarrollo del rock en Colombia. Una leyenda de culto que hizo parte de bandas como Los Speakers, La Columna de Fuego y Siglo Cero.
Con Tania Moreno, Humberto Monroy y Edgar Restrepo nos hablamos para la idea de hacer un festival porque en el mismo Pasaje de la 60 nosotros teníamos la disquería Zodiaco y ella su tienda de afiches. Los discos se vendían más bien poco mientras que los afiches, que costarían unos tres o cuatro pesos, se vendían por montones y entonces Tania tenía la disponibilidad económica para pagar los andamios con los que se hizo la tarima, se alquiló lo que se necesitaba de sonido y pues se consiguió todo lo que necesitaba plata básicamente.
El Festival de la Vida se hizo con $10,000 pesos de la época, eso era mucha plata. Me acuerdo que llegué al Parque Nacional tempranísimo a ver de dónde se podía sacar corriente y todo porque sí, la ciudad había dado el permiso para hacer esa cosa, pero no teníamos corriente en la tarima entonces me tocó conseguir 150 metros de cable y sacarla de los baños públicos del parque más arriba de la colinita.
La gente respondió muy bien, creo que se calcularon unas 18,000 personas pero no estoy seguro. Y es que los que estábamos ahí no éramos solamente los que nos gustaba el rock, también habían muchas familias, mucha gente que no tenía nada que ver con la movida pero que respondieron increíblemente a ese concierto. Los convencimos de que era algo chévere, sobre todo en una época en la que los pocos que estábamos metidos en eso teníamos que tocar en ambientes privados.
Del show de Siglo Cero me queda muy difícil recordar en qué orden tocamos pero si me acuerdo que invitamos a Margarita Castro a tocar la flauta, aunque nunca hubiera ensayado con la banda. Fue una cosa así espontánea, como todo lo que hicimos, nosotros nunca repetimos un concierto y siempre improvisábamos sobre un giro armónico. Siglo Cero nunca tocó el mismo número dos veces.
La idea siempre fue algo como “que vengan todos los que quieran y la música es para todos» pero muchas veces la gente pisó el cable que montamos sobre la colinita y se nos iba la luz jaja, cosas que pasan en estos eventos. El problema de verdad fue cuando después de las seis de la tarde se vino la noche bogotana y las luces siguieron fallando, pero entonces unos amigos pusieron sus carros a los lados de la tarima y con las luces enfocadas hacia arriba pudimos terminar el concierto.
Álvaro Díaz
Miembro fundador de Los Young Beats, una de las primeras bandas de rock de Bogotá. Trabajó como promotor de eventos con su empresa Colinos Unidos y fue uno de los asistentes al Festival de la Vida.
El Festival de la Vida fue un evento único que marcó un antes y un después, ya han pasado muchos años y no me queda la menor duda. Se habla de unas 15,000 personas. Me acuerdo que ese día fui con la esposa de Humberto Monroy y la dejé más cercana a la tarima, yo preferí irme un poco más arriba porque si uno se hacía más hacia la montaña el sonido era superior, una experiencia maravillosa. Hablar del tema del sonido es importante porque en esa época no había muchos equipos, menos para un evento que fue autogestionado, pero igual se logró que sonara muy, muy bien..
Entre las bandas que tocaron ese día quisiera nombrar primero a Aeda, un grupo que llevaba haciendo ruido desde el ´68 que abrió ese día y me parece que fue de las grandes sorpresas de la jornada. Luego está La Gran Sociedad del Estado, un grupo ya curtido y que movimos con Colinos Unidos por escenarios como el Teatro Iris de Kennedy o el Milán de Fontibón. De lo que más recuerdo de ellos es al baterista Germán Arevalo ‘Marcianito’, un tipo con una calidad y un gusto impresionantes.
También tengo un grato recuerdo de Elizabeth, un grupo de Venezuela severo severo que tenía un manejo espectacular de los equipos y es que aunque no eran grandísimos como los Vox Super Beatles que trajeron Los Flippers o Los Speakers, sabían bien como utilizarlos. Acá a Bogotá vinieron en esa época grupos como Los Crickets de México o los mismos Elizabeth venezolanos que trajeron este estilo de rock heavy más a lo Grand Funk Railroad.
Por último hay que mencionar a Siglo Cero, ¿qué más se puede decir de Siglo Cero? En ese momento Humberto Monroy estaba llegando a una exquisitez total y había mejorado muchísimo con el bajo. Ya se había desprendido de ese uniforme de sticker y toda la pendejada para convertirse en un músico más concreto y con un bajo más poderoso, que era lo que necesitaba esa banda tan diferente para su época. Es una lástima que se haya dañado el master de la grabación de esa presentación y Latinoamérica se tuviera que volver a grabar en estudio. Es una de las grandes pérdidas de nuestra música.
Me encauso en la presentación de Siglo Cero: fue única, absolutamente única. Mientras ellos tocaban y como el escenario daba de espaldas a occidente, los que estábamos al frente de la tarima vimos caer el sol detrás del escenario. Un escenario que no tenía techo, no tenía paredes laterales y no tenía backing. Era un cuadrado donde se montaron los equipos y que fue el protagonista de un festival que le mostró por primera vez a Bogotá otra alternativa de diversión, de música, de baile y de comunidad.
Ángela Isaza
Baterista, cantante y una de las partes del trío Szavesta, considerada como la primera banda de rock compuesta solo por mujeres en Colombia. También haría parte de La Gran Sociedad del Estado.
Dos años antes del festival, en 1968, estábamos viviendo en Estados Unidos con mi familia y vimos toda la explosión de Los Beatles y Los Rolling Stones en televisión. Cuando volvimos a Colombia durante ese mismo año, aquí estaba de moda el Club del Clan y mucho rock mexicano, que era bien distinto al sonido que tenían los británicos. En esa época mi mamá tenía una amiga de toda la vida que era la mamá de Mercedes y Miguel García, dos protagonistas muy importantes del rock en Colombia que se hicieron muy buenos amigos nuestros.
Justo a finales de los sesenta, se vino todo el tema del hippismo a Colombia y yo me metí de adolescente a eso, aunque el tema del rock venía de antes con bandas como Los Speakers, Los Flippers o Los Ampex. Con todo ese tema hippie en auge, que venía desde Estados Unidos y a todos nos parecía muy interesante, mi hermano y Miguel se metieron a aprender guitarra y formaron una banda que se llamó Galaxia Roja, una cosa muy de casa, como la mayoría de bandas nuevas en la época, y yo los estaba escuchando todo el día tocar.
Por esos días llegó Mercedes y me dijo que hiciéramos nuestra propia banda de solo mujeres y a mi me pareció una idea buenísima. En 1968 formamos Szavesta con Mercedes en la guitarra, Berta Pinilla en el bajo y yo en la batería y la voz. Para 1970, cuando fue el Festival de la Vida, a mi no me dejaron ir porque apenas tendría unos 14-15 años, aunque mi hermano sí se presentó con Aeda. En ese momento no nos sentíamos preparadas con Szavesta para llegar a ese escenario porque éramos muy nuevas pero igual me dio mucha rabia no poder asistir.
En esa época ya éramos hippies pero no éramos de irnos a una comuna sino todavía unas niñas muy “de casa”. Ese movimiento a mi me parecía muy importante porque fue durante la Guerra de Vietnam y el lema era paz, amor y rocanrol, algo poderoso en esos días. Yo estaba en esos inicios tocando la batería y ya tenía la alcoba llena de afiches de hippies, varias cosas del Festival de la Vida y fotos del periódico sobre ese festival que fue tan importante en nuestras vidas.
Más adelante me ennovié con Arsecio de La Gran Sociedad del Estado, otra de las bandas de la época de la que hacían parte mis hermanos Carlos y Germán en la guitarra y el bajo. En ese momento pudimos llegar con Szavesta a escenarios como el de la comuna hippie de Lijacá y tocamos junto a varios de los nombres grandes de la época. Teníamos canciones propias y todo iba andando hasta que a Berta ya no la dejaron tocar en la banda porque a su mamá no le gustaba el cuento hippie y no encontramos otra mujer que tocara bajo o quisiera hacer eso. Había mucho machismo y el sueño de Szavesta terminó.
Carlos Isaza
Guitarrista que hizo parte de bandas como Galaxia Roja, Aeda y La Gran Sociedad del Estado. Fue uno de los músicos que se presentaron en el Festival de la Vida y estuvieron en el centro de la movida rock/hippie.
Lo de nosotros en esa época era una actitud, un cambio generacional y cultural que realmente en muchos sectores no gustaba, ni de izquierda ni de derecha. A la gente le incomodaba porque era diferente y desde todo lo que emanaba el hippismo se estaban promoviendo otros valores distintos a los tradicionales. Para esa época yo era todavía un estudiante de bachillerato pero me fascinaba la música y la mayoría de los de los conjuntos éramos así: no músicos que nos gustaba la cosa y hacíamos rock.
Para hablar del Festival de la Vida es importantísimo hablar de la disquería Zodiaco, este proyecto liderado por Humberto Monroy donde conseguíamos los discos en la época por el Parque de la 60 y que fue importante para la creación del evento. Nosotros los de Aeda éramos buenos amigos de ellos y nos invitaron a tocar ahí en un momento en el que nunca se había visto un evento al aire libre de esa magnitud en el país, obviamente con una banda como Siglo Cero liderando y en la que Humberto tocaba el bajo.
Puedo decir que fue algo fantástico, uno de los puntos más altos del movimiento musical que teníamos en esa época y que en realidad era toda una cultura que estábamos dirigiendo desde Colombia siendo muy jóvenes. Me acuerdo que también estuvo La Gran Sociedad del Estado y aunque habían otras propuestas que imitaban lo que hacían en Europa o Estados Unidos, con Aeda nos caracterizamos por tener un estilo propio de rock nacional en español. Ese día fue prácticamente una cuestión de hippies aunque sí se acercaron algunas familias y público particular, que fue bueno porque finalmente la idea era también promocionar a todas estas bandas y al movimiento como tal.
Hay que decir que en ese 1970 era muy difícil hacer música, en primer lugar porque el tema de exportación de instrumentos musicales era muy difícil y muy costosa. Para hacer un evento como este había que convocar a los que tenían instrumentos y encontrar la manera de que los compartieran con los demás para que todas las bandas pudieran tocar. No es como hoy que los festivales ya están equipados con todo, en esa época nos tocaba acopiar sobre todo amplificadores y así era que se hacía.
En los primeros días del rock en Colombia hubo conjuntos muy buenos pero entrados en los setenta se acabó el apoyo y los días de festivales por todo el país y teatros con puertas abiertas se acabaron. Ya no habían conciertos y se dejó de ganar lo poco que se ganaba, pasó a ser puro hobbie y fue imposible continuar. Aquí apoyaban era el vallenato.
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Agradecimientos a Rock Inmarcesible, el proyecto de Felipe Arias y Luis Fernando Rondón que ha sido clave para rescatar la memoria del Festival de la Vida y del rock colombiano en general. Pueden escuchar el podcast que hicieron sobre los 50 años del festival aquí y seguirlos por aquí.