Violentología en el ojo de Stephen Ferry

El fotógrafo y reportero estadounidense retrata con un ojo diferente el conflicto armado en Colombia. Cerosetenta recorrió su última exposición, Claveles Rojos, y conversó con él sobre la fotografía, la guerra y el periodismo que le gusta hacer.

por

Sofía Salas Ungar


19.10.2011

Foto: Laura Linero

Aunque es raro oír a un gringo diciendo con un acento marcado que algo es chévere, a Stephen Ferry le fluye. Él dice reventaron en vez de mataron, tipo y man en vez de señor y me abrí en vez de me fui. Habla de los elenos para referirse a los miembros del ELN y dar papaya es una expresión que domina perfectamente. Esas palabras en boca de un extranjero sólo pueden ser fruto de muchos años de haber vivido el país desde adentro y de conocer los rincones de su gente y geografía mejor que muchos colombianos.

Tal es el caso de este autodenominado fotógrafo de no ficción, quien durante 13 años ha sido reportero gráfico de muchas de las caras del conflicto colombiano. Al cierre de su última exposición, Claveles Rojos, Ferry charló con algunos estudiantes de la Universidad de los Andes sobre la muestra, su visión de nuestra guerra y su libro Violentología, que será publicado en febrero del próximo año.

Todos los grupos tienen alguna cara, o sea, tienen una chapa o un nombre o alguna presentación pública, y no quieren meterse con vainas internacionales. Puede ser la misma injusticia del mundo visto desde otro punto de vista: ciertas vidas parecen tener más valor que otras.

Con sus erres redondas, sus óes que suenan como úes y palabras que se pierden en un idioma ininteligible, Ferry cuenta que el nombre Claveles Rojos nació de una conversación que tuvo en un bar en el Atlántico con un sirviente de una finca. Él le contó que alguna vez le quiso llevar un ramo de claveles rojos a su novia, sus flores preferidas, pero solo pudo encontrar claveles blancos. “Estaba de vuelta para la finca”, recuerda Ferry que le dijo el sirviente, “cuando me encontré con el hijo del patrón, don Pedro. Don Pedro me dice: ¿Usted para dónde va con esas flores? Yo le dije con orgullo: yo estoy llevando las flores a mi novia Juanita.” A esto, el hijo de su patrón le contestó que solo él le llevaba flores a ella y lo empujó al suelo; el empleado, en venganza, lo apuñaló y tiñó de rojo los claveles con su sangre.

Y así como detrás del nombre hay una historia casi surreal, detrás de cada foto se esconde una anécdota que evidencia la memoria prodigiosa de Ferry. Sabe perfectamente quién es cada uno de los personajes y el momento exacto en que fue tomada la foto.

Con la misma propiedad con la que cuenta cómo una foto fue tomada justo después de que una bala perdida entrara al cuarto de hotel en el que dormía un compañero suyo, Stephen Ferry, con sus pantalones y chaqueta de jeans, su gorrito de lana y sus botas amarillas, opina sobre el país, sus conflictos y sus personajes. Cree, por ejemplo, que es más fácil cubrir conflicto para un periodista extranjero que para un local, pues “todos los grupos que tienen alguna cara, o sea, tienen una chapa o un nombre o alguna presentación pública, y no quieren meterse con vainas internacionales. Son líos más grandes. Puede ser la misma injusticia del mundo visto desde otro punto de vista: ciertas vidas parecen tener más valor que otras.”

Ferry se ha encontrado, ha convivido y ha retratado a civiles, guerrilleros, paramilitares, funcionarios públicos, militares, pandilleros, y en general, todo aquel que tenga algo que ver con esta guerra. A la pregunta de cómo acceder a estos grupos él responde que la honestidad es importante: “hay que decir soy el reportero de tal publicación, vengo con tal fin, puedo encontrarme con ustedes y presentar la propuesta y hacer una cobertura en persona.”

No quedan dudas de que Ferry conoce bastante bien la guerra colombiana. Sin embargo él, con cierto humor, o tal vez ironía, asegura que “para ser honesto, no creo que lo entienda; pero sí trato de hacerlo a través de mi trabajo. Para mi es complejo también siendo extranjero, porque uno es sensible al hecho que Colombia ha sido muy estigmatizada. Pero también hay una guerra oculta en este país, una guerra que está cobrando muchas vidas.”

Su sencillez y falta de pretensiones no son propias de una persona que no sólo ha trabajado para National Geographic (uno de los medios más prestigiosos de la fotoreportería), sino que además, ha ganado múltiples premios como el World Press, Foto del Año y Best of Journalism. Sin duda alguna, es un periodista que cree en su labor: “yo creo que es un oficio que forma parte de la naturaleza humana y por ende es importante e incluso inevitable. Siempre va a haber alguien que quiera dedicarse a relatar lo que pasó. Y chévere en un país como éste donde hay mucha tradición periodística.”

Ferry llegó a Colombia en 1995, “me invitaron a dictar un taller en la Fundación Nuevo Periodismo.” Dice que cuando llegó no tenía muy clara la situación del país: “sabía que había un conflicto, pero no le paraba bolas. No es que no me interesara, sino que no tenía mucha información”. Dice haberse sorprendido al enterarse de lo que estaba pasando acá: “como periodista uno se interesa por temas que no están siendo muy cubiertos y que son importantes.”

Violentología: un manual del conflicto colombiano

Este libro que será publicado en 2012 retrata el conflicto armado, su impacto sobre la población civil y el coraje de muchos colombianos para resistir a la violencia por medios pacíficos.

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Ferry ha capturado con su cámara (una vieja maquina Leica de rollo y película en la mayoría de los casos) imágenes claves para el contexto de la guerra en Colombia. Él mismo escribió –con ayuda de investigadores, periodistas e historiadores– su libro Violentología. Además de las fotografías y de los textos, Ferry ha puesto un particular empeño en el diseño del libro, que se imprimirá en papel periódico y que fue diagramado con la tipografía típica de los medios colombianos en la época de La Violencia. La idea de Ferry es hacer un homenaje a la prensa escrita colombiana, a las viejas rutinas de producción de noticias: “la prensa colombiana ha cargado el bulto del conflicto, y ha pagado con las vidas de sus reporteros. Todo lo que yo he hecho aquí es gracias a la prensa colombiana.”

Hay algo que hace que uno quiera seguir hablando con Stephen, tal vez sea la curiosidad que produce esa forma de hablar suya que parece la de un gringo al que un colombiano le está dictando al oído lo que debe decir. Quizás son las ganas de seguir conociendo un país que suena desconocido.

*Sofia Salas es estudiante de Economía y de la Opción en periodismo en la Universidad de los Andes.

 

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