El arte de las externalidades

Yo creo que el convertirnos en hacedores de externalidades positivas puede también tener un impacto real en nuestra calidad de vida

por

Harry Ramos


17.08.2017

Uno de los conceptos más famosos y curiosos de la economía es el de las externalidades, las cuales son esas cosas por las que nosotros no pagamos pero igual nos obligaron a recibir. El ejemplo más famoso de una externalidad es la contaminación, las personas no pagan para vivir en ambientes contaminados pero igual los obligan a sufrir las consecuencias de ello. Otra externalidad puede ser la congestión, al comprar un carro uno no paga por el trancón que lo espera pero igual le toca aguantarse el atasco, el estrés, las groserías y el tiempo perdido por esa externalidad.

Estando en clase de microeconomía era muy fácil identificar externalidades negativas, casi que todos los problemas causados por el hombre hacia la sociedad pueden ser considerados como una de ellas. Sin embargo, el buscar externalidades positivas era todo un reto. A la melancólica y pesimista economía le cuesta identificar con facilidad externalidades que tengan un impacto positivo en los otros. Esto porque la gran mayoría de las actividades humanas que buscan obtener beneficios no están pensando en regalar cosas buenas a los otros, sino en cobrarlas.

No obstante, las externalidades positivas sí existen y están más cerca de lo que imaginamos

El ser humano puede ser una fuente inagotable de estas si deja a un lado su egoísmo y decide empezar a dar sin esperar mucho a cambio. Por ejemplo, los gestos que tenemos de aprecio hacia las otras personas como compartir conocimiento, detalles o momentos más allá de nuestros intereses, pueden ser considerados como una externalidad positiva. Con lo anterior no estoy pretendiendo ser un romántico, estos gestos pueden llegar a tener impactos cuantificables en la productividad o en el desempeño de grupos de trabajo. El tener un buen ambiente de trabajo puede aumentar la productividad de una compañía.

Ahora, alejándonos de la economía, yo creo que el convertirnos en hacedores de externalidades positivas puede también tener un impacto real en nuestra calidad de vida. Dado que si nosotros decidimos dar a los que nos rodean, posiblemente al pasar el tiempo esos gestos que brindan calidad de vida a otros podrán ser retribuidos hacia nosotros. Si llamamos a una persona en su cumpleaños y le damos un poco de felicidad, seguro esa persona al pasar los meses nos llamará cuando quien celebre seamos nosotros. Tal vez, el aceptar un café a ese amigo olvidado permita que él en otra oportunidad te presente al futuro amor de tu vida. El dar de manera generosa a alguien que lo necesite seguro te sumará puntos para que, cuando estés en dificultad – si ese escenario ocurriese – otros se animen a ayudar.

Yo creo que hoy puede ser un buen día para empezar a generar externalidades positivas en nuestro entorno. Puede que lo que le haga falta a nuestros barrios, ciudad o país sean más externalidades, pero de las buenas.

 

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