Día #27

Cómo evitar el contagio del POLICÍAVIRUS…

por

Varios


20.04.2020

Cómo evitar el

CONTAGIO DEL POLICÍAVIRUS

― Si ves en la calle unx vendedorx ambulante no llames al número que da el gobierno para denunciar. Acércate y cómprale algo. Si notaste que no está usando mascarilla o guantes no le recrimines, fíjate si puedes ayudarle con unos. No seas policía.

― Si te enteraste que tu vecinx tiene síntomas o le recomendaron no salir, no te quedes mirando por la ventana a ver si lx sorprendes saliendo a hacer las compras. Pregúntale si necesita algo. No te llenes la boca hablando mal de él/ella porque tuvo que salir y se contagió y según tú es su culpa. No seas policía.

― Si ves gente en la calle caminando por tu barrio intenta no sospechar lo peor, no llames al 123. Igual tenían que ir a trabajar. No todxs tienen el privilegio de encerrarse en casa con la nevera llena. No seas policía.

― Si tienes que salir a hacer las compras intenta no buscar en el/la que está a tu lado una posibilidad de contagio. Saluda. Entabla conversación. El/la otrx no es tu enemigx. No seas policía.

― Si te encuentras a alguien que vive en la calle no te cruces a la otra acera temerosx. Si puedes sal de tu casa con algo de comida, un trozo de pan extra, un poco de agua en una botella. Seguro a alguien le va a servir. Tal vez en momentos como estos te nace la empatía con alguien que no sea un familiar. No seas policía.

EVITEMOS EL CONTAGIO DEL POLICÍAVIRUS!!!

27B.

Los dos minutos de odio

«Lo horrible de los Dos Minutos de Odio no era el que cada uno tuviera que desempeñar allí un papel sino, al contrario, que era absolutamente imposible evitar la participación porque era uno arrastrado irremisiblemente. A los treinta segundos no hacía falta fingir. Un éxtasis de miedo y venganza, un deseo de matar, de torturar, de aplastar rostros con un martillo, parecían recorrer a todos los presentes como una corriente eléctrica convirtiéndole a uno, incluso contra su voluntad, en un loco gesticulador y vociferante. Y sin embargo, a rabia que se sentía era una emoción abstracta e indirecta que podía aplicarse a uno u otro objeto como la llama de una lámpara de soldadura autógena. Así, en un momento determinado, el odio de Winston no se dirigía contra Goldstein, sino contra el propio Gran Hermano, contra el Partido y contra la Policía del Pensamiento; y entonces su corazón estaba de parte del solitario e insultado hereje de la pantalla, único guardián de la verdad y la cordura en un mundo de mentiras. Pero al instante siguiente, se hallaba identificado por completo con la gente que le rodeaba y le parecía verdad todo lo que decían de Goldstein. Entonces, su odio contra el Gran Hermano se transformaba en adoración, y el Gran Hermano se elevaba como una invencible torre, como una valiente roca capaz de resistir los ataques de las hordas asiáticas, y Goldstein, a pesar de su aislamiento, de su desamparo y de la duda que flotaba sobre su existencia misma, aparecía como un siniestro brujo capaz de acabar con la civilización entera tan sólo con el poder de su voz.»

1984, George Orwell

27C.

27D.

https://www.youtube.com/watch?v=H2r3PeEpzy8

Policías (Cops), (1922, 18 min), Edward F. Cline y Buster Keaton

27E.

27F.

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