Colombia paró. Profesores, sindicalistas, estudiantes, y campesinos, afrocolombianos e indígenas, salieron a las calles para protestar por el Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno Duque en las calles de la principales ciudades del país.
Es la tercera gran movilización que tiene que enfrentar este Gobierno, después de la Minga que terminó hace dos semanas y el paro de los estudiantes a finales del año pasado. Por eso, una de las grandes expectativas del Paro Nacional era qué tanto impulso iba a recibir la movilización por parte de la Minga indígena, campesina y afro, que durante 26 días paralizó el suroccidente del país. Aunque el Paro fue convocado por las principales centrales obreras, lideradas por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), el poder de la Minga que se sumó a la movilización tras lograr un acuerdo con el Gobierno antes de Semana Santa tiene asustados a varios por la posibilidad de que se vuelvan a dar bloqueos en las principales vías del país. Cerosetenta confirmó con dos de sus líderes que por ahora eso no va a ocurrir pues esta no es una movilización definitiva para ellos.
Aún así, el Paro Nacional marca el inicio de un pulso más grande entre sectores sociales y el Gobierno de Iván Duque, donde lo que está en juego no son sólo reivindicaciones puntuales sino la posibilidad de crear un movimiento social mucho más grande con agendas comunes. Armar esa confluencia de sectores, sin embargo, es muy complejo. Y los sectores sociales, en especial los que participaron en la Minga, lo saben.
Lo que se logró, lo que está en juego
La fallida visita de Iván Duque a Caldono el pasado 9 de abril se convirtió en una oportunidad para la Minga. Aunque el Presidente viajó al Cauca, como había dicho que lo haría si se levantaban los bloqueos sobre la Panamericana, no se reunió con la Minga por la supuesta posibilidad de que le hicieran un atentado, como anunció un día antes del viaje el Fiscal Néstor Humberto Martínez.
“Se volvió un punto de honor. Si se comprometió a que venía, tiene que honrar ese pacto. Nosotros cumplimos, entregamos la vía, ya no hay movilización por vías de hecho. Él perdió porque incumplió”, dice César William Díaz, vocero de los campesinos y líder de Comité de Integración del Macizo Colombiano (Cima).
“Lo que hizo el Presidente fue prorrogar la minga”, agrega Henry Caballero, asesor histórico e integrante del equipo técnico del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Según él, hay que diferenciar los momentos: uno fue el reivindicativo, lograr llegar a acuerdos puntuales, pero otro es el momento político, “un debate de cuestionamiento a las políticas públicas actuales”.
El primero es importante: “La gente, como dicen, siempre quiere llevar algo en la mochila”. Y en ese aspecto lograron varias cosas. Además de los 10 billones de pesos que están contemplados en el capítulo indígena del Plan de Desarrollo, el Gobierno se comprometió a dar otros 800 mil millones de pesos (el 17 % de lo que pedía la Minga), de los cuales la mayor parte va para los indígenas del Cauca. También se reactivaron las mesas de diálogo con campesinos y afros que estaban suspendidas. Y se acordó incluir un capítulo para los campesinos en el Plan Nacional de Desarrollo donde se reconocen como sujetos de derechos, lo que en últimas implica que se puedan definir partidas presupuestales específicas para este grupo poblacional que según algunos estudios pueden ser 11.7 millones de personas a nivel nacional, casi un 25 %.
El Gobierno también ganó. Se levantó la Minga y se despejó la Panamericana antes de Semana Santa, una fecha clave para el turismo de ciudades como Popayán y Pasto. Además, Duque logró eludir el viaje al Cauca, al menos al principio, y no cedió en todas las pretensiones de la Minga (pedían 4 billones de pesos adicionales a lo que ya está en el Plan de Desarrollo).
Desde que se levantó la Minga ha habido reuniones técnicas para aterrizar los acuerdos y están planeadas otras para finales de abril y mayo con representantes de los ministerios, de las instancias descentralizadas y los líderes de la Minga.
“En lo negociado se está avanzando pero en el diálogo con el Presidente no. Lo que nosotros estamos reclamando es que en el debate público no hay un interlocutor del Gobierno para debatir esos temas con sectores sociales”, dice Caballero.
El Paro Nacional es importante por eso y porque otro de los triunfos de la Minga fue demostrar que “cuando el Cauca para, el Gobierno no se puede hacer el de la vista gorda”, como le dijo a Cerosetenta un experto en movilizaciones sociales del Suroccidente que prefirió no revelar su nombre. Era una oportunidad para dejar constancia de los puntos que quedaron pendientes, para insistir e incidir en que efectivamente los acuerdos logrados queden recogidos en el Plan de Desarrollo. Y sobre todo, para mostrar que en los territorios hay una confluencia de sectores sociales que están descontentos con las políticas de este Gobierno.
Se volvió un punto de honor. Si Duque se comprometió a que venía, tiene que honrar ese pacto. Nosotros cumplimos, entregamos la vía
Lo que se viene
“La expectativa es que la Minga pueda articular. Más que la Minga o el Paro, nuestra intención es promover un espacio nacional para que sectores sociales sean actores políticos, no con fines electorales, pero sí de participación. Nuestro deseo es crear caminos conjuntos, populares, que busquen salidas ante los mecanismos de participación legales que no funcionan”, dice Caballero del CRIC.
“Vamos a hacer un balance para proyectar nuestra agenda nacionalmente en temas compartidos. Es una jornada que se proyecta nacional, en la que estará el movimiento sindical, afro en conjunto (no solo norte del Cauca), campesinos, transportadores, indígenas, estudiantes, trabajadores estatales. No va a haber acciones en la vía pública. La contundencia la va a dar la masividad y la cohesión”, agrega, por su parte, Díaz de Cima.
Lograr esa cohesión es complicado y ellos lo saben. Que cada sector salga a las calles depende de las agendas propias y de poder priorizar las comunes. Es un esfuerzo que requiere recursos. La Minga que terminó el 9 de abril fue una de las más grandes que ha hecho el CRIC en su historia, según Caballero. Y tener tanta gente en las calles, que necesitan comer y dormir, es costoso. Además se enfrentaron a una constante estigmatización como la que acusó a la Minga de estar infiltrada por actores armados. Eso es peligroso. Por cuenta de la Minga, dice Díaz, hubo un muerto, 19 detenidos y 80 heridos. La Policía también contó un muerto entre sus filas.
La Minga es un actor político, social, que va a continuar buscando un diálogo con el Presidente. Eso no implica que si no viene va a haber acciones de hecho. Nosotros vamos a decirle aquí estamos, él ya nos conoce
La historia apremia. En las últimas movilizaciones masivas que ha hecho la Minga en el país, en 2008 y 2013, la cohesión de varios sectores también se soñó pero no se logró. Por ejemplo, en el 2013, la movilización se unió tras la desafortunada frase del presidente Juan Manuel Santos de “el tal paro no existe”. Se creó un movimiento nacional como la Cumbre Agraria, el primer pinito de un movimiento político que lucha por las reivindicaciones sociales de varios sectores. Sin embargo, después de logrados algunos acuerdos puntuales, el movimiento se estancó porque, como dice Caballero, “el tema de la mochila hizo que la gente entrara en otra dinámica y no se pudo aprovechar [el impulso]”.
“Siempre ha habido posibilidades pero se truncan o se hace una lectura equivocada del momento. Pero la necesidad de hacerlo es permanente. En este momento hay mucho descontento y eso genera esperanza en la capacidad de sostener una movilización con organizaciones tan consolidadas como el CRIC”, dice Caballero. Además, lograron un hecho histórico, al menos en el Cauca, y es que los movimientos sociales que participaron (indígenas, campesinos y afros que tienen intereses distintos sobre el territorio) salieron unidos tras la movilización.
Por eso, por ahora, no habrá bloqueos de vías. Para Henry Caballero, no es un mecanismo recurrente, que se pueda usar en todo momento. Díaz, por su parte, dice que los bloqueos se hacen después de agotar vías políticas, institucionales y jurídicas. “Si nos atendieran, la movilización no sería necesaria. La vía Panamericana es nuestro mejor Ministerio. Con la Panamericana hemos logrado más recursos para el Cauca que con cualquier otro mecanismo”.
El Gobierno está avisado. “La Minga es un actor político, social, que va a continuar buscando un diálogo con el Presidente. Eso no implica que si no viene va a haber acciones de hecho. El Presidente dijo que él dialoga con todos pero que no admite mecanismos de presión. Nosotros vamos a decirle aquí estamos, él ya nos conoce”.
La Minga le presentó una propuesta al Presidente Iván Duque para que el diálogo que no se pudo dar en Caldono se dé en Popayán, en la sede de la Universidad Autónoma Indígena e Intercultural, el próximo 20 de mayo. Es una ciudad, capital del departamento, lo que podría eliminar la idea de que le pueden hacer un atentado al Presidente. Esto, a pesar de que Duque ya viajó a municipios retirados del Cauca después de la Minga, primero para un Taller Construyendo País y luego para atender el derrumbe en el municipio de Rosas que cobró varias vidas. Para ese día, ya se sabrá también si los acuerdos quedaron incluidos en el Plan Nacional de Desarrollo. Esperan que sea una reunión con la Minga en conjunto y no, como pretendía el Presidente en Caldono, con unos pocos delegados.
La apuesta es darle un respiro a los bloqueos para insistir en los puntos que para la Minga son importantes. Porque si hay bloqueos, dice Caballero, la gente está pendiente de que haya gasolina, de cómo está la vía, de su vida cotidiana, pero no de lo que está en juego: los temas gruesos como los derechos de los campesinos y de las comunidades, y el modelo de desarrollo que impulsa este Gobierno.
Por eso, esta movilización no es definitiva. En este momento cada quién está aprovechando lo ganado en pro de sus intereses colectivos: el Gobierno, en aprobar su Plan de Desarrollo y la Minga en capitalizar lo ganado. Es, como dice el experto en movilizaciones sociales, una realidad que no se ve en el discurso pero sí en la práctica.
[N. de la E: esta historia fue actualizada tras su publicación]