Frente a la coca sobra la erradicación forzada y falta inteligencia

Hernando Zuleta, director del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes, insiste en que a la política de drogas en las comunidades cocaleras le sobra la erradicación forzada y le falta colaboración con la gente y operaciones de inteligencia.

por

Miguel Botero Echeverri


10.10.2017

En las acciones del Gobierno para reducir los cultivos de coca hay una contradicción profunda. Por un lado, hay acuerdos de sustitución pactados con las comunidades y pensados como proyectos de desarrollo regional. Por el otro, hay afán por mostrar resultados, una meta de reducir la coca en 50 mil hectáreas y un método de erradicación forzada. Los seis campesinos asesinados en Tumaco y los 16 heridos que resultaron de la confrontación con el ejército y la policía son el resultado de esa contradicción y evidencia de las enormes dificultades de la reducción de cultivos en regiones donde hay presencia de grupos criminales y ausencia histórica del Estado.

Hernando Zuleta, economista y director del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes, insiste en que a la política de drogas en las comunidades cocaleras le sobra la erradicación forzada y le falta colaboración con la gente y operaciones de inteligencia. Zuleta habló con 070 sobre lo que pasó en Tumaco, sobre las acciones infructuosas del Estado ante la presión internacional y los ejemplos y caminos que el país debería seguir para reducir los cultivos de coca de manera sostenible. 

¿Qué se puede concluir de lo que sucedió en Tumaco en términos de reducción de cultivos de coca?

Que es un error llegar con la erradicación forzada. Hay una gran extensión de tierra y una especie de monopolio y control del mercado de la coca. Ahí lo que hay que hacer son labores de inteligencia para determinar por dónde sale la droga. Lo otro es pelear con la comunidad. Eso está relacionado con el fenómeno que era el para-estado de las Farc que, mal o bien, daba servicios públicos como la seguridad. El espacio que dejaron no ha sido rápidamente copado por un estado legítimo. Los bienes públicos no están llegando y es normal porque la capacidad de gestión del Estado es limitada. Pero ahora llega el Estado legítimo a enfrentarse con la comunidad. Es un error que viene de la presión y consensos no educados con respecto a la política de drogas.

Si se erradica forzadamente en contra de la comunidad, después la posibilidad de construcción de estado va a ser muy baja en esas regiones

¿Cuáles son esos consensos?

Cuando empieza el incremento de cultivos se dice que con ellos no puede haber paz. Es un ejemplo de un consenso no educado porque no responde a los datos. Hasta el 2013 hubo una correlación entre cultivos y violencia. Del 2013 hasta acá se rompe la correlación. No necesariamente hay más violencia en los territorios cocaleros. Yo diría que hay que hacer una pausa en los procesos de erradicación forzada y acelerar la implementación de los acuerdos. El problema es que la presión internacional y nacional es muy fuerte. El gobierno quiere mostrar una caída en los cultivos. 

Esa caída no necesariamente va a reducir la cantidad de cocaína que está llegando a los mercados finales…

Las autoridades estadounidenses producen datos del mercado mundial de la cocaína. El consumo de cocaína en Estados Unidos y Europa son más o menos estables mientras que los cultivos han tenido unas variaciones grandes. Si se eliminan totalmente los cultivos, se acaba la vaina. ¿Pero es viable? No. Hay un mercado de 600 toneladas anuales. Si se reduce la oferta, hay precios muy altos que son incentivos para que más gente se meta al negocio. La carreta de la bicicleta estática de Santos me parece elocuente pero no se ha traducido en un cambio en la política pública.

¿Entonces el Gobierno no va a lograr nada con la erradicación forzada?

La meta de erradicación forzada es de 50 mil hectáreas. Van en 35 mil. La van a cumplir. La pregunta es a qué costo y qué tan duradero va a ser el resultado. Vemos que hay comunidades que no quieren abandonar este negocio o se manifiestan en contra de la erradicación. Si se erradica forzadamente en contra de la comunidad, después la posibilidad de construcción de Estado va a ser muy baja en esas regiones. Esto es un proceso súper complejo que va a pasar en una generación, no en cinco años. El pacífico, sobre todo, es una zona en la que ejercer un control estatal completo es muy difícil. Si empezamos chocando con la comunidad, empezamos mal.

¿Cuál es la alternativa a la erradicación forzada?

En lugar de erradicadores hace falta una cantidad de gente en las regiones que esté explicando y esté oyendo. Tailandia es un ejemplo de sustitución exitoso. Eso estaba lleno de amapola. Ahora no hay nada. Funcionó a través de fundaciones, sobre todo una de la casa real. Van a las zonas del norte con agentes ilegales y todas las problemáticas que caracterizan a las zonas de cultivos ilícitos. Diseñan un plan de tres etapas. La primera es de supervivencia: a esta gente se le garantizan condiciones mínimas. La siguiente es la de generación de proyectos de desarrollo. La tercera es auto sostenibilidad. Hay que graduar a las comunidades para que no sean dependientes del Estado. Todo eso dura 10 años. Allá hubo erradicación forzada bajo un criterio: si había una zona que era económicamente sostenible en la legalidad, ahí no tenía por qué haber cultivos ilícitos. La erradicación entraba al final de proceso.

¿Por qué son tan importantes las operaciones de inteligencia?

Uno de mis estudiantes está haciendo un estudio sobre el efecto de la destrucción de infraestructura de narcotráfico. El resultado preliminar es que es más eficiente que la erradicación. Los cálculos son que el 9 % del valor de los negocios de narcotráfico está en los cultivos y el 71 % en distribución. Si quiero atacar la cadena de valor, le pego a la distribución, no a los cultivos.

Desde los Andes

En "Coca, cocaína y narcotráfico", Hernando Zuleta estudia los cultivos de coca como problemas de desarrollo y no de criminalidad. Sus conclusiones sirven para pensar las políticas actuales de erradicación y sustitución.

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Pero además la destrucción de laboratorios y rutas reduce la violencia. Según nuestra hipótesis, a medida que uno avanza en la cadena de la industria del narcotráfico, hay más concentración del mercado. Ahí las barreras de entrada son la violencia. Si se reduce el valor de los eslabones donde hay más concentración del mercado, se reduce la necesidad de pelear por la hegemonía en ellos. Eso sí, se ha observado un efecto globo: cuando cayeron los narcos del cartel de Medellín y el de Cali, la violencia se fue para México. Sabemos que parte de los laboratorios de Colombia se han ido a Honduras. Hay un incremento de violencia allá.

El problema de control territorial se resuelve con trabajo con la comunidad pero también con inteligencia: incautaciones, destrucción de laboratorios, interdicción. ¿Cómo se hace una incautación? Con la información de la gente de la región. Eso nos devuelve al tema de que es necesario tener una confianza con las comunidades de las regiones en las que hay cultivos.

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