“Cualquier cosa menos quietos”: cuatro hitos en diez años de Universo Centro

El periódico alternativo hecho desde el ‘antro de redacción’ del bar El Guanábano, en Medellín, llega a su edición número 100 y cumple diez años. El suyo es un ejemplo del coraje necesario para hacer periodismo independiente en Colombia.

Hace diez años un grupo de amigos acordó, en la barra de un bar de Medellín, convocar a gente para que se desnudara como símbolo de protesta en contra de una decisión administrativa: mover el busto de Manuel del Socorro Rodríguez del Parque del Periodista, en el centro de la ciudad. La convocatoria terminó en la publicación de una gaceta con una portada nudista, una decena de artículos, arte central y poesía. Todo lo que defendía el espacio público también como propio. El grupo de amigos no sospechaba que esa sería la primera de cien ediciones de Universo Centro, una publicación periódica que ahora con su centésimo número celebra una década de periodismo independiente. Suena fácil, pero lograrlo ha sido quijotesco.

Hoy son 20 mil ejemplares de distribución gratuita. Mes a mes llegan a más de 400 sitios del Valle de Aburrá, a ciudades como Cali, Cartagena y Manizales, y a zonas tan precolombinas como San Agustín o tan húmedas como Quibdó. Entre ilustradores, escritores, artistas y fotógrafos, son más de 450 personas las que han pasado por las páginas de este periódico que, dicho sea de paso, ha descrito cerca de 150 lugares del centro de Medellín.

Pero no todo es verde menta. Hacer periodismo independiente en Colombia, implica correr riesgos. Por eso, el fotógrafo Juan Fernando Ospina, director de Universo Centro, relata algunos de los obstáculos que este periódico ha superado en lo que nombra ‘una vida crónica’.

1. De jíbaros y otros demonios

Luego del éxito de la primera publicación de Universo Centro, llegó la segunda. Parecía que ya había un compromiso explícito de continuar con la gaceta. Éste se fue robusteciendo y publicó la tercera edición pero, con la cuarta, tuvo su primer golpe de realidad. A comienzos del año 2009, el consejo de redacción recibió una advertencia por parte de los “manes” —los jíbaros dueños de la plaza de vicio del Parque del Periodista, su centro de operaciones—: “El parche no es de ustedes”, les hicieron saber, “es de nosotros, mucho cuidado porque no queremos artistadas”.

Universo Centro cooperó a una ONG con un acto performático que se realizó en esa isla de asfalto, apoyando además la iniciativa de unos grafiteros de pintar la calle que la atraviesa. “Como vieron que lo primero que hicimos fue llamar la atención sobre el lugar —señala Ospina—, se alarmaron. Pero esa no fue una decisión de los manes del combo, les mandaron a decirnos, porque parecía que los duros eran muy cultos y leían el periódico para poder prohibirlo”. No obstante, este no fue el gran demonio.

Un mes más tarde, otros hombres se acercaron a Jhon Jaramillo, entonces dueño del emblemático bar de salsa El Eslabón prendido de la calle Maracaibo, a escasos metros del Parque del Periodista. Jaramillo fue un gran abanderado de Universo, y por eso a él llegó un nuevo mensaje: “Ese periódico que vos estás haciendo con tus amigos es muy bueno, lástima que el periodismo en Colombia sea tan malo. Jhon, ¿vos sabés por qué el periodismo en Colombia es tan malo? Porque los periodistas buenos están muertos. ¿Ustedes de cuáles quieren ser, de los buenos o los malos?”

El comité editorial del periódico hizo caso omiso a la advertencia y siguió en marcha, operando con la misma efectividad con la que lo siguieron haciendo los dealers en la zona. Más allá de pensarse como un acto de rebeldía, en este oficio, es una hazaña.

2. “Los enmermelados”

Universo Centro ha tenido que enfrentarse a uno de los problemas más duros de hacer periodismo independiente: el dinero. En un país en el que cada vez tenemos menos revistas, este periódico llega a su edición 100 luego de muchos esfuerzos para conseguir financiación. En sus diez años, se han presentado en varias ocasiones a la Convocatoria de Estímulos para el Arte y la Cultura, de la Secretaría de Cultura de la Alcaldía de Medellín, entre otras. En tres oportunidades han ganado. También, les han pedido propuestas del sector público y de esto resultó El libro de los parques y luego El libro de los barrios.

Para Ospina, fueron unos proyectos pagados al precio justo, a los que se les “camelló” como demandaban, que jamás fueron orientados en su contenido o enfoque, y que le abrieron la puerta al periódico para mostrar su capacidad editorial. Más adelante, el Metro de Medellín contrató a Universo Centro para la coedición del libro sobre el tranvía.

El hecho más reciente de este tipo fue la contratación con la Administración actual de Medellín, para que Universo Centro hiciera la agenda mensual de programación cultural del centro. Lo acordaron por seis meses y no se renovó y justo ahí, empezó una campaña de desprestigio y persecución a través de canales digitales.

“Envidia. No sabemos si la gente protestaba por Pascual Gaviria—entonces y actual editor—, por su participación en La luciérnaga, o porque su hermano, Alejandro Gaviria, era Ministro de Salud. Desde unas cuentas asociadas al Centro Democrático empezaron a tratarnos públicamente de ‘enmermelados’ y a atacar por cada proyecto que hacíamos. Nos daban un contrato y publicaban la cifra, y nos acusaban de lo que fuera. Hubo como un año en donde no podíamos ganarnos nada, porque inmediatamente había un ejército de ataques, de bullying”, explica Ospina.

 

3. “Cualquier cosa, menos quietos”

Universo Centro llega donde el lector se esconde. Está en regiones como Samaniego, un municipio ubicado en Nariño, frontera con el Ecuador, de donde resultó un lector que escribió al periódico una carta, solicitando tener ejemplares que, desde entonces, recibe en el club deportivo de la zona. Con el aniversario, el responsable escribió nuevamente como un gesto de felicitación:

También está en Chocó, luego de la petición de una pedagoga que esperaba que en la zona se pudiera leer un cubrimiento menos agresivo, tras declarar la delimitación geográfica entre Antioquia y ese departamento.

No se han quedado quietos. Lo que ellos creen que hacen, un periodismo semejante al del siglo XX de magazines y pasquines culturales con arte y literatura, ha mutado. En 2017, Universo Centro se ocupó de la creación, diseño y desarrollo de una cartografía digital: centrodemedellin.co una plataforma online que geolocaliza historias periodísticas presentadas en cuatro categorías: Parques y Espacio Público; Iglesias; Historia y Patrimonio y Arte y Cultura.

La cartografía tiene cuatro puntos cardinales que abarcan el centro de Medellín: Moravia en el norte, San Diego en el sur, Buenos Aires en el oriente y Otrabanda en el occidente, y es un repositorio de información que reúne ocho años de historias publicadas en el periódico Universo Centro.

4. “No solo de aplausos vive la rotativa”

Antes de llegar a la edición número cien, Universo Centro se vio abocado a desaparecer definitivamente en dos ocasiones. Después de superar la primera crisis, gracias al apoyo de amigos patrocinadores, a la segunda decidieron realizar una campaña de crowfounding que ellos llamaron “cowfounding”,porque no es fácil vender “una hijueputa pauta”. Universo Centro, además de becas, sobrevive de pauta. Sí.

Ya habían identificado que un periódico servía como “sobremesa, envoltura para lo de llevar, plato fuerte, postre para el tinto y trago doble”. Pero, en segunda instancia, se dieron cuenta para qué servían sus lectores: devotos, voraces, suscriptores y distraídos. Perdiendo el pudor, agacharon el sombrero ante los mismos en señal de gratitud y como un gesto para pedir dinero.

De no haber tenido éxito con la vaca para reunir fondos, la barra de este bar seguro no habría podido celebrar su centésima edición, cuya portada es el retrato de Miss Universo Cien, vestida con un traje de papel periódico o 450 ideas, diez años y una vida ‘crónica’. El escritor Ricardo Aricapa, a propósito, se le acercó a Ospina hace poco a decirle: “Se jodieron, hermano. Ese periódico ya no es de ustedes, es de la ciudad”. Su aniversario, por demás, enseña la celebración de un periodismo independiente que no ha sido aniquilado en Colombia.

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