Cinco veces que la política se le atravesó a los olímpicos

Hoy, en medio de un clima social y político tenso, arranca la versión XXXI de los juegos olímpicos en Rio de Janeiro. Pero no es la primera vez que esto pasa, no es la primera vez que la competición deportiva más importante del mundo se ve opacada por escándalos extradeportivos.

por

cerosetenta


05.08.2016

1. Berlín, Alemania (1936)

El afroamericano Jesse Owens ganó cuatro medallas de oro en Berlín 1936. Fotos: Wikipedia y AP.

Cuando Jesse Owens consiguió cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936, no sólo derrotó a sus competidores alemanes, sino también al mito de la superioridad de la raza aria que el nazismo quería demostrar con las justas. Una fotografía ha quedado en la memoria como una de las más importantes de la historia de los deportes. En lo más alto del podio el atleta afroamericano realiza un saludo militar con la mano en la frente. Acaba de derrotar en la prueba de salto largo a Carl Ludwig Long, que levanta la mano en saludo fascista. Hasta ese momento, los Juegos Olímpicos habían sido un espectáculo propagandístico perfecto para la Alemania Nazi.

Durante el evento deportivo fueron retirados los afiches que mostraban la persecución antisemita y que anunciaban abiertamente en espacios públicos, hoteles y restaurantes que “los judíos no son bienvenidos”. También fueron suspendidos los ataques contra esta población, pero a la prensa no se le permitió hablar con judíos sin la intermediación de la Gestapo, la policía secreta Nazi. Sin embargo, Hitler había determinado tiempo atrás que solo deportistas arios podrían competir por Alemania. Solo un judío alemán pudo participar, porque su madre no era de esta religión. Con los Juegos Olímpicos de 1936, Alemania limpió temporalmente su imagen. Estados Unidos decidió no boicotear el evento, envió numerosos deportistas judíos en su comitiva y el evento deportivo fue aplaudido por la prensa internacional. Todo fue celebración.

En realidad, los Juegos Olímpicos del 36 habían sido asignados a Berlín antes de la llegada del nazismo al poder —hecho que ocurrió en 1933—, pero su realización le sirvió a Adolfo Hitler para publicitar la enorme maquinaria alemana. Al final, el país local salió victorioso con 33 medallas de oro —89 en total—, contra 24 medallas doradas de Estados Unidos —56 en total—, segundo en la competición. Las victorias de Owens fueron las únicas grietas en la majestuosa mentira con la que el nazismo pretendió publicitar su proyecto y demostrar la superioridad de la raza aria.

Seis años después, el 1 de septiembre de 1939, comenzó la Segunda Guerra Mundial con la invasión alemana de Polonia y se acabó la celebración.

2. Ciudad de México, México (1968)

Tanques del ejercito mexicano en medios de protestas estudiantiles en el Zócalo (1968). Foto: Wikicommons.

De haber comenzado diez días antes, las olimpiadas de 1968 se habrían inaugurado con una masacre. El 2 de febrero se reunieron alrededor de 10 mil estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Ciudad de México. Protestaban por lo que consideraban medidas represivas del gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en contra del movimiento estudiantil. “¡No queremos olimpiadas, queremos revolución!”, gritaba la muchedumbre.

Alrededor de 5.000 soldados rodearon a los manifestantes, mientras francotiradores de la guardia presidencial se apostaron en las ventanas de varios edificios de Tlatelolco, el complejo urbano que rodea la plaza. Las investigaciones apuntan a que fueron estos últimos los que abrieron fuego seguidos por los agentes del Batallón Olimpia, fuerza especial creada para mantener el orden durante los juegos y encargada esa noche de infiltrar las protestas y llegar hasta los voceros. Varios testimonios han señalado que la orden de dispersar la gente a fuego fue del presidente Gustavo Díaz Ordaz y su secretarío Luis Echeverría Álvarez.

La cifra de muertos está enterrada en un lugar incierto entre los 325 asesinatos reportados por The Guardian y las 20 víctimas del conteo gubernamental. El gobierno defendió las medidas como necesarias para garantizar la seguridad de los juegos. Desde entonces se conoce la matanza como “La Masacre de Tlatelolco” y fue el hecho más violento de un año de protestas estudiantiles y obreras en México. A este marco de agitación nacional se sumó la mundial: ese año la Unión Soviética invadió Checoslovaquia, Kennedy y Martin Luther King fueron asesinados y la Guerra de Vietnam tuvo el más sangriento de sus años.

3. Munich, Alemania (1972)

Uno de los terroristas que asesinó a 11 deportistas israelíes en Munich 1972. Foto: AP @ Wikipedia.

La niña del NapalmEl hombre de la plaza de TiananmenLa Lady BabushkaLos aviones que se convierten en bolas de fuego al estrellarse contra el World Trade Center. Hay imágenes que quedaron por siempre tatuadas en la historia visual de la humanidad. Y entre esas imágenes, están los hombres armados sobre los techos, las caras cubiertas por pasamontañas, las presencias temerosas que apenas se asoman por las ventanas, en lo que hoy se conoce como la Masacre de Munich. En 1972, en plena celebración de de los olímpicos en esa ciudad, el grupo palestino terrorista Septiembre Negro secuestró y asesinó a parte equipo olímpico israelí.

La Masacre fue un estallido de violencia en una celebración olímpica que pretendía ser todo lo contrario. Con el peso de los olímpicos de Berlin de 1936, durante el régimen nazi, la entonces Alemania Occidental asumió los del 72 como una forma para contrarrestar el espíritu militar de los olímpicos comandados por Hitler y mostrar al mundo una nueva Alemania democrática y pacífica. Esta intención no fue sólo una frase dentro de los discursos de inauguración. La villa olímpica fue diseñada y construida en contraposición a la de Berlin. En la del 36, los atletas tenían una sola entrada a la villa, una sola avenida en la que los deportistas del mundo entero marchaban como en un evento militar. A la villa de Munich, en cambio, se entraba por todos lados. El estadio principal fue construído sobre una montaña hecha con los escombros que la guerra había dejado de Munich. Las sillas del estadio, empotrado en medio de la “Montaña de los escombros” como si fuera el cráter de un volcán, eran verdes. La intención de los arquitectos era hacer que el estadio se confundiera con el paisaje. Quien visite hoy la villa de la ciudad alemana puede confirmar el éxito de sus intenciones.

Y sin embargo, seis días antes de terminados los juegos, llegó la masacre. El 4 de septiembre, a las 4:40 de la mañana, ocho miembros de Septiembre Negro entraron cargados de AK-47, granadas y pistolas Tokarev TT-33 a las habitaciones en las que el equipo israelí dormía. Sólo en los primeros minutos, cuando los terroristas intentaban tomar control de la situación, dos atletas murieron, ocho lograron escapar y nueve más quedaron bajo el poder de Septiembre Negro. Los palestinos pedían la liberación de 234 prisioneros en Israel y de Andreas Baader y Ulrike Meinhof, ambos fundadores de la Fracción Ejército Rojo alemán y prisioneros en ese país. Si sus demandas no se cumplían, Septiembre Negro asesinaría uno a uno a los atletas israelíes. El secuestro era una expresión más del conflicto entre Israel y Palestina.

Luego de negociaciones infructuosas, en las que llegaron a proponer un canje de policías alemanes por los atletas israelíes, y un fatídico intento de rescate que fue televisado para el mundo entero, el resultado fue atroz. A la 1:30 de la mañana siguiente, 17 personas habían muerto: once atletas, cinco terroristas y un policía. El día siguiente no hubo competiciones en homenaje al equipo israelí. Los olímpicos de Munich, planeados como una celebración de mejores tiempos políticos en el mundo, continuaron el 6 de septiembre.

4. Atlanta, Estados Unidos (1996)

Portadas de diarios estadounidenses tras el atentado en Atlanta 1996.

El 27 de julio de 1996, a la 1:00 a. m., una llamada a través de la línea 911 en Atlanta advirtió: “Hay una bomba en el Centennial Park. Tienen 30 minutos”. Las autoridades no reaccionaron a tiempo para evacuar el parque, y veintidós minutos después, una bomba de 18 kilogramos explotó. Fueron 111 heridos y dos muertos: uno por la explosión y otro por un paro cardiaco debido a la conmoción.

El incidente ocurrió en un concierto gratis en el Centennial Park durante los olímpicos de Atlanta 1996. Los espectadores que no fueron alcanzados por la explosión pensaron que era pólvora. Sólo cayeron en cuenta de la gravedad cuando el humo dejó ver a cientos de personas heridas por los tornillos y clavos que salieron de la explosión. En cuestión de minutos,  el lugar se llenó de ambulancias y bomberos.

El director general del Comité Olímpico de ese entonces, Francois Carrard, anunció después del incidente que los juegos seguirían. Bill Clinton, el entonces presidente de EE. UU., dijo que se tomarían medidas de búsqueda para encontrar al responsable. Nueve años después, en 2003, Eric Robert Rudolph fue arrestado y declarado culpable por este y otros ataques. Los motivos de Rudolf no eran nada más que un gusto enfermizo por los explosivos.

5. Río de Janeiro, Brasil (2016)

Michel Temer y Dilma Rousseff. Foto José Cruz @ Wikicommons

Los Juegos Olímpicos de Río se inauguran en medio de un tenso escenario político. En mayo pasado, el Senado brasileño suspendió provisionalmente a Dilma Rousseff de la presidencia, debido a una investigación por presuntos delitos contables. La próxima semana —en plenas justas olímpicas— se conocerá el resultado del juicio. La presidenta confía en que los Juegos Olímpicos le darán una imagen positiva y lograrán una mayor movilización a su favor. De no ser así, Michel Temer, exvicepresidente de Rouseff y actual presidente interino, continuaría en el cargo, en medio de acusaciones de conspiración y traición por parte de la mandataria suspendida.

Los Juegos no sólo inician en medio de este caldeado escenario del poder brasileño, sino que se enfrentan a la oposición de las clases populares de Río de Janeiro. La Villa Olímpica fue construida en el sur de la ciudad, cerca de las icónicas playas de Ipanema y Copacabana, en una zona llamada Barra. En Barra vivían cientos de familias de escasos recursos, las cuales fueron reubicadas en el norte de la ciudad. Varias de estas familias opusieron resistencia y fueron desalojadas por la policía. Según cifras oficiales, desde 2009 se han reubicado a 77.200 personas en Río de Janeiro para cumplir con los escenarios deportivos y urbanísticos del Mundial de Fútbol de 2014 y los actuales Juegos Olímpicos. Los contradictores afirman que esto se hizo para promocionar y asegurar la zona turística de Río, dividiendo a la ciudad entre ricos y pobres. Incluso el gobierno brasileño construyó un extenso muro a la salida del aeropuerto con la excusa de proteger del ruido de los carros a los habitantes de los barrios pobres. Los críticos dicen que el fin de esa pared es que los turistas no vean la pobreza de Río y se queden con la estampa de una ciudad próspera y feliz. Aquella ciudad ideal que sirve de escenario para Río 2016.

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