Cerrar las piernas para presionar al Estado

Barbacoas, un municipio al sur del país, advierte una nueva protesta de piernas cruzadas para exigir que le construyan la vía que le llevan prometiendo hace más de un siglo y que sigue empantanada por la corrupción.


Ilustración: Juan Andrés Barreto

En una llanura del Pacífico colombiano que abraza la zona montañosa del Nudo de los Pastos, en Nariño, más de trescientas mujeres se alinean para enterrar unas cadenas. El símbolo plata con el que atan su cuerpo como un gesto de abstinencia lo echan bajo tierra cuando dan por terminada la primera gran huelga de piernas cruzadas del Piedemonte costero. Durante más de cien días las mujeres dejaron de tener sexo con sus parejas para reclamar la continuidad de la construcción de una carretera de 55 kilómetros, la única que comunica su pueblo, Barbacoas, con el resto del país. 

Es un municipio tan viejo como las promesas de la vía. Está encerrado por el Telembí, un río que forma un triángulo entre este municipio y sus dos vecinos, Magüí y Roberto Payán. Corre junio de 2011 y en oposición permanente a la pesada suerte de izar la bandera del aislamiento y la corrupción, las barbacoanas recorren las calles de Pasto, Tumaco y Cali hasta llegar al indiferente recinto del Senado, en Bogotá. En esta protesta hay más afrocolombianas que mestizas o indígenas. Tras un implacable silenciamiento histórico por reclamar lo obvio, no optan por hacerlo mediante vías de hecho y eligen, en cambio, las herramientas de lucha y de resistencia no violentas. Y el sexo, que llama más la atención de los foráneos que el hambre o el silencio que intentaron antes sin éxito. 

Aunque obtuvieron la asignación de los recursos necesarios, hoy, nueve años después, advierten otra huelga de sexo porque falta el centavo para el peso: 5 de los 55 kilómetros del viejo camino de herradura que parece maldito desde el siglo XIX siguen siendo una trocha. Las barbacoanas encuentran en lo público una sistemática omisión y bloqueo a la veeduría que hacen a la ejecución de la obra, al menos desde 2011 cuando se organizaron como la Fundación Piernas Cruzadas. Hoy quieren definitivamente que lo que un siglo atrás implicaba quince días de distanciamiento, muerte y peligro, sea por fin una carretera funcional y de uso público.

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Los más de 40 mil habitantes de Barbacoas se negaban a la insana costumbre de despedir las ambulancias como si fueran carros fúnebres. El único hospital del municipio es de primer nivel por lo que conseguir atención para emergencias más graves implica llegar hasta Tumaco, a 158 kilómetros, o hasta Pasto, a 213 kilómetros. En el pasado solo había dos opciones: un recorrido de más de 7 horas por lancha saliendo por el río Telembí hasta llegar al Patía, para luego salir hacia el mar en dirección a Tumaco o transitar por medio de lo que entonces era un río seco, convertido en trocha, desde Barbacoas. La primera era la opción más larga y costosa. La segunda un pésimo augurio. 

“Nadie tenía garantías”, recuerda Sonia de Jesús Vera, la presidenta de la Fundación Piernas Cruzadas. Cuenta que la gente podía pasar la noche entre un vehículo anclado al lodazal o ver los camiones de carga jalando con cuerdas a otros, patinando ambos sobre el barro como vagones de un tren dislocado. 

Acarreaban de un lado a otro por 15 mil pesos, con bultos o personas al lomo sobre un largo kilómetro pantanoso. Era un nudo de muerte porque en este, uno de los lugares con más oro del país, los atropellos han sido de todo tipo: ofensivas guerrilleras, paramilitares, enfrentamientos entre ambos, corredor de estupefacientes, racismo de Estado y la que más los aqueja, la minería. 

Barbacoas es, junto a Tumaco, uno de los municipios con mayor deforestación de la región. Y es lluvioso. Así que cuando llegan las masas de aire que con humedad viajan desde el océano Pacífico, una decena de ríos se salen de su cauce dejando a los habitantes con el agua al cuello. Pese a que no son condiciones meteorológicas favorables para ninguna construcción, podrían ser menos extremas sin un extractivismo minero semejante.

Por eso fueron necesarios los ingenieros militares, porque además de que había presiones extorsivas de cualquier tipo ilegal, como [la vía] está un poco más hacia la cordillera occidental por un andén que llega hasta Tumaco, ha sufrido hostigamiento de las Farc, de paramilitares y de bandas ilegales.

La primera protesta ocurrió en 1998. La comunidad de Barbacoas salió caminando desde la cabecera del pueblo hacia la vía Panamericana, que es la que comunica a Pasto con Tumaco y, con un plantón en el que entre otras detenían el paso de los vehículos, exigieron la construcción de su carretera. 

Era una movilización peligrosa: Diego Enríquez, ex juez promiscuo de Barbacoas, cuenta que mientras las Farc obligó al pueblo a salir para denunciar, fueron los paramilitares los que se opusieron. Su epicentro estaba en Buenavista, un caserío en la mitad de la vía.  “Acusaron todos los líderes de la manifestación de aliados a la guerrilla y los mataron o secuestraron. La manifestación terminó en lo de siempre: desapariciones y muertes”, cuenta Enríquez. 

Fue un antecedente negativo para que la comunidad volviera a exigir nuevamente esa carretera, pero oportuna para establecer una estrategia diferente que llamara la atención del Gobierno Nacional. El juez y Sonia de Jesús Vera empezaron a enviar derechos de petición para conocer la información de la vía Junín-Barbacoas, que debería ser pública.  

Y la protesta sirvió: la vía Junín-Barbacoas empezó a construirse en 2001, en tiempos de presidencia de Andrés Pastrana. Luego llegó Álvaro Uribe que asignó recursos para terminarla: 20 mil millones de pesos en su primer cuatrienio y otros 20 mil en el segundo. El Gobierno le transfirió los recursos al IDEA, el Instituto de Desarrollo de Antioquia y este, a su vez, contrató a la Agencia Logística del Ejército para ejecutar la obra. 

Antonio Navarro Wolff, gobernador de Nariño para la época Uribe, comenta que era importante la presencia del Ejército en la vía porque había economías ilegales y cultivos ilícitos que estaban en contra del desarrollo del proyecto. “Por eso fueron necesarios los ingenieros militares, porque además de que había presiones extorsivas de tipo ilegal, como [la vía] está un poco más hacia la cordillera occidental por un andén que llega hasta Tumaco, ha sufrido hostigamiento de las Farc, de paramilitares y de bandas ilegales”, cuenta. 

Los ingenieros del Ejército, sin embargo, sólo hicieron un primer trayecto de la vía, desde Junín hasta Buenavista. Unos 27 kilómetros, y no todos quedaron pavimentados. Además, faltaba la financiación de la otra mitad: 28 kilómetros desde Buenavista hasta el centro poblado de Barbacoas. 

Ante la situación, las barbacoanas no solo salieron a las calles a protestar en 2011 sino que cruzaron sus piernas. Se basaron en la obra Lisístrata, de Aristófanes, una representación de la Antigua Grecia en donde las mujeres de la Guerra del Peloponeso cancelan el sexo hasta que no cese la confrontación, en este caso, la corrupción. Buscaban que a punta de presión sexual y mediática se destrabara la construcción de la vía. Lo lograron, pero no del todo. 

En 2012 se posesionó el Gobernador Raúl Delgado. Cuando empezó su mandato, cuenta, su primera gestión fue buscar que el IDEA terminara de hacer lo que le hacía falta del primer tramo. Delgado firmó además un contrato plan con el Gobierno de Juan Manuel Santos para asignar el presupuesto que hacía falta para terminar la famosa carretera: 120 mil millones (108 mil que saldrían del bolsillo de la Nación y 12 mil millones del Departamento de Nariño con recursos de regalías). La ejecución sería responsabilidad de la Gobernación que incluso creó un cargo –con todo y página web– que se encargara exclusivamente de revisar ese contrato. Pero ni así se ha podido terminar la vía. 

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Un habitante del municipio cuenta que hace 40 años un sacerdote maldijo la Junín-Barbacoas cuando dijo que “más fácil daba a luz una mula antes de que la vía estuviera terminada. El exgobernador Delgado corrobora el mito. El juez Diego Enríquez agrega otro: que sobre la línea por donde se trazó la trocha había una familia con brujería por oficio, que maldijo con la muerte el paso por ese lugar tras ver derribar su casa.

Sonia Vera, la presidenta de Piernas Cruzadas, los controvierte: “Creemos en el dios de la vida y esas maldiciones de gente con intereses personales no le van a caer a nadie”, dice. Vera no es nativa de la región pero llegó a Barbacoas a sus 14 años con una vida, en sus palabras, de sedentaria. Trabajó en casas de familia para poder salir adelante y desde entonces escuchó los mitos sobre la carretera. Ahora suma 23 años dedicada a la docencia y otros diez empecinada con lograr la cohesión femenina de resistencia a través de la Fundación. 

Admite que el proyecto está listo en un 80 %, y que el nuevo llamado –el segundo por cerrar las piernas–, pretende establecer un diálogo con la nueva administración del departamento para ver qué acción emprenden ellas para minimizar el desbordamiento del río Telembí, el que los inunda, “por todo el daño que ha hecho la minería ilegal”. 

“Los líderes sociales eran amenazados por cuestionar la transparencia del proyecto porque según veíamos por los pliegos de contratación, esa carretera la habían pavimentado más de cuatro veces y claro que no es cierto: la Gobernación no ha sido capaz, desde que recibimos los recursos, de hacerlo. ¡Eso es inaudito y no se justifica!”, exclama Vera.

Los 108 mil millones que ponía la Nación se fueron para la Agencia Logística del Ejército, asegura el exgobernador Delgado, y los 12 mil millones salieron a licitación pública para que los oferentes construyeran el segundo tramo que se dividió en tres partes. La primera, y más larga, estaba a cargo del Ejército; la segunda ya se entregó, y la tercera quedó en veremos porque hubo líos en la contratación.

“El oferente presentó un documento falso y yo fui advertido por la Oficina de Transparencia de la Presidencia y, en un caso sin precedentes en Nariño, declaré la caducidad del contrato y lo asigné, porque la ley así lo permitía, al segundo oferente”, afirma el exgobernador Delgado. 

La licitación quedó lista al final de su Gobierno. Los contratistas ganadores fueron la firma Solarte, que Delgado presentó a Camilo Romero, elegido gobernador para el período 2016 – 2019. Recién elegido, Romero aseguró que “En 1856, es decir, hace 161 años se promulgó el primer decreto para construir una carretera hacia Barbacoas. Más de siglo y medio después la haremos realidad entre todos y todas”. Cuatro años después, sin embargo, de la primera parte solo se ha entregado un 65,5 % y de la tercera un 30,79 %, según la página del proyecto

El Gobierno Nacional actúa como si los barbacoanos no tuvieran el respeto, el valor y el derecho que tienen los ciudadanos de contar con una vida y una carretera digna.

Romero llama al último tramo “el tramo de la discordia” porque es, según dice, “el que ha sido imposible de sacar adelante”. Él no pudo hacerlo porque el segundo oferente que esperaban terminara la obra “empezó a dilatar” porque, en sus palabras, “son de esos empresarios que tienen más abogados que ingenieros”. 

La gobernación de Romero decidió emprender acciones jurídicas contra el contratista porque “se le dieron todos los plazos posibles, acordado con Invías, con reuniones mes tras mes”, y llegaron a la conclusión de que “era imposible que sacaran adelante esa vía, lo que por supuesto es doloroso”, comenta.

Para el ex gobernador el asunto no es un problema de voluntad política sino de los tiempos que implica la vía jurídica.“En un estado social de derecho existe todo ese tejemaneje que finalmente nos ha llevado a perder todo este tiempo para que no se tenga esta obra. La última información que recibí como gobernador es que los recursos iban a quedar liberados y listos para hacer una nueva licitación. Es el viacrucis de lo que significa lo público en este país”, asegura Romero.

Todo este enredo contractual causó que desde hace cinco meses las obras en la vía estén suspendidas. 

Dice, además, que ve la protesta de Piernas Cruzadas como una absolutamente valerosa, justa, respetable, mientras Sonia de Jesús Vera no se explica qué le pasó al exgobernador, “si solo era palabra y cámara porque no le prestó la mayor atención al proyecto”. 

***

La comercialización de los productos que se producen en Barbacoas es bajísima por la inexistencia de la vía. En cambio, el aislamiento sirvió para que floreciera la minería ilegal.  Con ella se afectó la pesca, las cosechas del pancoger (el maíz, el fríjol, la yuca y el plátano) y quedó altamente contaminada el agua por los agentes químicos que emplea. 

La Fundación Piernas Cruzadas propone una solución extrema: usar los desperdicios de la minería para terminar la vía. Corponariño, la autoridad ambiental del departamento, sin embargo, se los prohibió al no otorgarles una licencia. 

“Es solo ir y coger del río todo lo que deja la minería para construir la carretera, pero como es un proyecto de beneficio para la comunidad, existen todas las trabas para que eso sea posible”. En cambio, dice, “el que quiere llevar la retroexcavadora sale y hace sus vueltas sin ningún problema”. 

Algo similar ocurrió con el tramo a cargo de los militares. Cuando la Agencia Logística del Ejército debía ocuparse de la ejecución de la obra, la Unidad Administrativa Especial de la Vía Junín-Barbacoas (que creó el exgobernador Raúl Delgado para a hacer la función que antes hacía el IDEA) tenía que proveerle todos los materiales necesarios para la construcción: llantas, cemento, ACPM, bombillas para el campamento, etc. Pero, según Delgado, los materiales no llegaban. 

Los que nunca dejaron de llegar, comenta Vera, fueron los materiales pesados que alimentan el negocio de la minería ilegal.  

La presidenta de la Fundación asegura que quienes buscan dilatar la obra, “quieren quedarse con una parte de los recursos”. Además, denuncia que ni la Fiscalía, ni la Procuraduría ni las autoridades locales del municipio han querido apoyar a la Fundación en la veeduría que hacen por la carretera. Una tarea que llevan haciendo desde 2011 cuando además las capacitó la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional –USAID– y las conformó como una ‘unidad’ de proyecto. 

“Aunque no han creído tanto en nosotras estamos demostrando que sí se puede. Somos un grupo base de 50 personas que sigue trabajando y estamos convencidas de que por nuestra falta de conocimiento es que nos violan nuestros derechos”, dice Vera. “Miramos muy pertinente la capacitación para reclamar por ellos sin tirar piedras”. 

De Piernas Cruzadas hacen parte jóvenes, amas de casa, docentes, empleadas de la justicia, entre otras. Hoy, nueve años después de la primera huelga de sexo, están capacitando a 70 mujeres de los tres municipios del Telembí en derechos humanos, acceso a la justicia, incidencia política y en resolución de conflictos.

“El Gobierno Nacional actúa como si los barbacoanos no tuvieran el respeto, el valor y el derecho que tienen los ciudadanos de contar con una vida y una carretera digna”, reclama Vera. «Hay un cierto racismo de Estado y no podemos dejarnos convencer que porque somos afro, no tenemos los derechos de cualquier ciudadano. El color no cambia los derechos en alguien”, concluye.

Hoy llegar a Barbacoas puede tardar dos horas, haciendo el mismo recorrido que antes podía demorar hasta tres días. La Fundación Piernas Cruzadas espera que con esta nueva movilización se terminen finalmente las obras, aunque, quienes conocen la vía como el ex gobernador Delgado, dicen que todavía faltan estudios para uno de los tramos más peligrosos: el de La Columpia, que tiene abismo a lado y lado y sobre el que hasta ahora, ninguno de los involucrados dice mucho.

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