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  «Si algo aprendí en estos viajes es que definitivamente es CIERTO que el cuerpo se compone volviendo a su lugar de origen, como lo dijo Gabriel García Márquez.»   Por: María Mónica Acosta   Sábado, 05 de Mayo de 2018. Cinco de la mañana en el aeropuerto El Dorado con 19 kilos de publicidad […]

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María Mónica Acosta


27.05.2018
Córdoba, 6 de mayo de 2018

 

«Si algo aprendí en estos viajes es que definitivamente es CIERTO que el cuerpo se compone volviendo a su lugar de origen, como lo dijo Gabriel García Márquez.»

 

Por: María Mónica Acosta

 

Sábado, 05 de Mayo de 2018. Cinco de la mañana en el aeropuerto El Dorado con 19 kilos de publicidad en una maleta, más la ropa para más de una semana de viaje cerrando internamente la campaña presidencial de Humberto de la Calle Lombana en Medellín, Montería, Sincelejo, Carmen de Bolívar, Cartagena de Indias y cerrar en grande con mi gente en Barranquilla, más varios municipios del Atlántico.

Si algo aprendí en estos viajes es que definitivamente es CIERTO que el cuerpo se compone volviendo a su lugar de origen, como lo dijo Gabriel García Márquez. No sé si es posible poner en palabras el alivio, el respiro que sentía al aterrizar en Montería, llegar a la terminal de transportes de Cartagena (que es una vergüenza), volviendo simplemente a la casa, donde el ritmo del corazón se me desacelera, la respiración se normaliza y los afanes del mundo me abandonan porque con solo llegar a la costa, la vida es aplastante en otras formas menos tiranas.

Fueron varias veces que hice el viaje por estas ciudades. En la costa siempre era por tierra y debo decir que desde que me tocó escuchar siete horas en una buseta el álbum completo de la Checomanía, en repeat, de Montería a Cartagena, no he vuelto a ser la misma. El tiempo se congela en Sucre y Bolívar, y corre huyéndole al tedio en Atlántico y Córdoba. Las glorias pasadas del algodón, de Corozal, de Sincelejo o del Carmen de Bolívar todavía no se van de esas tierras para darle paso a algo distinto a la precariedad.

Y es que es muy jodido que Colombia sea manejada desde una montaña a dos mil seiscientos metros sobre el nivel del mar, sin suficiente oxígeno para acordarse de todos los territorios que abarca esta nación. Sin conocer lo intrincado del territorio,  la idiosincracia de la gente y sin que haya retaliaciones contra los políticos que se roban más de cinco veces la construcción de una carretera.

El que no ve o no siente suyo las cosas no le duele, por eso seguramente y por falta de empuje propio también de los costeños, no tenemos un maldito tren que nos ahorre las ocho horas en bus de Montería a Barranquilla. Ahora que seamos la región Caribe  no quiere decir que las cosas se hagan igual en todo lado.

Hotel El Prado. Barranquilla, Atlántico.

 

La política es un juego muy distinto en Córdoba, Bolívar, Sucre y especialmente en Atlántico que debo decir, se volvieron mis favoritos. La situación de Cartagena de Indias es un reflejo de Bolívar, que está resignado a unos políticos que no conocen la palabra honor u honestidad y que contrastada con Barranquilla y Atlántico, da dolor de estómago.

Todas las cosas que nos dijeron de la política son incluso más complicadas, es un espacio que todavía no se ha terminado de formar porque está contaminado de lo que han sido los narcotraficantes, los paramilitares y el dueño déspota de una finca. Todavía no han entendido del todo que se trata de servir al público. También es un espacio que para hacer algo positivo probablemente toque navegar ciertas curvas peligrosas.

Si algo aprendí es que la mayoría del presupuesto en una campaña se va en pagar taxis para reunirse con líderes, comprar agua y algunas papas para que la gente no se desmaye del calor y del cansancio en los recorridos, o sea para aliviar la sencilla necesidad  de sed y de hambre en nombre de la democracia. La sola convicción de apoyar un candidato flanquea cuando se enfrenta a la mera humanidad.

La  democracia es engorrosa, o sino díganselo a toda mi área de la campaña empacando kits para los testigos electorales y cortando más de ocho mil cintas para las escarapelas de ellos.

Pero es MUY necesaria.

Especialmente hoy y en la encrucijada que estamos como país. Difícilmente alguien llega al poder haciendo cosas que no puedan ser llamadas intachables. Colombia está en un momento decisivo y los invito a todos a votar por el candidato que les parezca que tiene el plan de gobierno más sensato y convenientes para todos como nación.

Cuando me refiero a todos les invito mirar el mapa de Colombia y pensar en:

Cotorra, Córdoba.

Sampués, Sucre.

Ponedera, Atlántico.

María La Baja, Bolívar.

Nechí, Antioquia.

Para mí es Humberto de la Calle Lombana.

PS. No hable de Antioquia porque ellos hacían todo como un relojito y porque aunque tengo una tía paisa que pesa mucho en mi crianza, no me atrevo a escribir sobre ellos porque no tengo el alcance de conocer a fondo todo de su cultura. Los paisas son unos bacanes, solo les falta ser un poco más abiertos y se toman Latinoamérica.

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