Cuando ya llevamos cerca de seis meses en cuarentena, la salud mental de muchos empieza a flaquear. Es normal. Los cuadros depresivos y ansiosos se han hecho más comunes en medio de esta amenaza colectiva frente a la que, aún, parecen existir muy pocas salidas. El temor de muchos psiquiatras es la huella psicológica que pueda dejar este episodio en distintos grupos de riesgo.
Sin embargo, desde la psicología se han empezado a desarrollar una serie de ayudas que permiten que estos episodios no escalen a estados crónicos. Cerosetenta habló con Gabriel Oviedo, médico especialista en psiquiatría y psicoterapeuta, profesor del Departamento de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana y médico del ala de psiquiatría del Hospital San Ignacio, para entender cuáles son los síntomas de la ansiedad y de la depresión y cómo podemos darle un manejo adecuado durante la pandemia.
Cerosetenta: Todos nos estamos sintiendo extraños. Creo que en algún punto hemos tenido un momento de tristeza, de distracción, o de ansiedad. ¿Qué es lo que nos está pasando?
Dr. Gabriel Oviedo: Bueno, actualmente estamos viviendo un episodio de catástrofe. Es como un desastre natural. Existen varias categorías de desastre natural y varias categorías de desastres generados por el hombre. Entre los naturales están las pandemias. Ya hay una experiencia previa, con modelos de estudio de otras pandemias. Tuvimos la fiebre española, con la que murieron cerca de 50 millones de personas. Ya más recientemente se tiene experiencia con el SARS del 2003 que, aunque no se extendió tanto, sí causó secuelas psicológicas a una buena parte de la población. Desde ahí se ha establecido, que de manera global, hay unas respuestas psicológicas y comportamentales. Hay cosas generales como trastornos del sueño, con disminución del sentido de seguridad, dolor de cabeza, dolor muscular, irritabilidad, aislamiento, y también es común empezar a ver trastornos postraumáticos, trastornos depresivos, trastornos de ansiedad, y todo esto se puede ver agudizado si hay diagnósticos psicoemocionales previos, ó abuso de sustancias con potencial adictivo, como el alcohol y ciertos tipos de drogas.
Adicionalmente, viene todo este asunto de las violencias escaladas que están llegando con la cuarentena: la violencia intrafamiliar, la inestabilidad financiera y esta serie de estresores que causan problemas e incertidumbres incluso más profundas y difíciles de sobrellevar.
Todo esto lleva a una serie de respuestas adaptativas. Aquí nadie la está pasando bien del todo. Hace seis meses nuestra vida era muy distinta y en este momento la incertidumbre y la ansiedad marcan nuestras vidas.
¿Qué se puede entender como ansiedad?
Dr. Gabriel Oviedo: La ansiedad es una respuesta emocional que se presenta cuando las personas percibimos o interpretamos situaciones amenazantes o peligrosas. El miedo es útil, cuando es específico. Sin embargo, hay miedos irracionales. Cuando este estado de ansiedad se experimenta constantemente, empieza a ser problemático, porque es una noción de peligro permanente, sin que se dirija hacia algo específico. Es ahí cuando podemos hablar de algo patológico. Y en la ansiedad patológica hay dos grupos grandes: una es la ansiedad generalizada y el otro es el trastorno de ansiedad paroxística, o pánico. La ansiedad generalizada es una reacción aprehensiva sobre algo que no ha sucedido, sobre imaginarios. Ya en la ansiedad paroxística, o ataque de pánico, ocurre una situación aguda e intensa, que hace que exista una reacción corporal en la que el corazón entra en taquicardia, hay dolor en el pecho, dolor agudo de cabeza y las personas experimentan un estado alterado en el que piensan que están muriendo, o se van a quedar en ese estado para siempre. Si estos estados persisten pueden generar problemas en distintos planos interpersonales.
¿Es lo mismo que la depresión?
Es importante diferenciarla de la depresión. Cuando se está en depresión lo que predomina no es el miedo y la alerta, sino una situación vinculada con el ánimo triste o con la imposibilidad para experimentar placer o interés. También se le pueden sumar pensamientos de muerte, la falta de apetito, el decaimiento, el pesimismo, la desesperanza, la falta de deseo sexual y las alteraciones del sueño. En ambos casos, es importante dar un acompañamiento cuando los síntomas se vuelven una constante. Nosotros calculamos señales de peligro cuando son más de dos semanas con estos síntomas.
¿Cómo se han incrementado estos trastornos desde que inició la pandemia?
Dr. Gabriel Oviedo: Bueno, en este momento en el mundo se han hecho varios estudios que muestran que se han incrementado. En general, las tasas de depresión y ansiedad van entre el 5 y 10%. Sin embargo, desde algunos estudios que hemos estado haciendo en mi universidad, hemos notado que en la población joven, a raíz de la cuarentena, los cuadros de depresión y ansiedad han aumentado al 60%. Hemos empezado a detectar que muchas de estas personas no tenían antecedentes genéticos, ni de otros episodios previos de depresión o ansiedad, sino que el estrés directo de la pandemia es lo que ha causado una decaída. Eso es bastante alarmante y todo está directamente relacionado con la situación tan compleja que estamos viviendo.
¿Existen poblaciones más susceptibles a estas situaciones?
Dr. Gabriel Oviedo: Sí. Las personas que ya traían un trastorno psiquiátrico desde antes, en este momento se pueden exacerbar. También, los niños y las personas jóvenes, están viéndose bastante afectadas. Quienes se han contagiado por COVID19 y sus familiares viven un proceso muy complejo, que además es mucho más complicado cuando el paciente muere, pues los familiares no pueden hacer un proceso de duelo adecuado que les permita hacer un cierre a ese ciclo. Las personas de la tercera edad también pueden verse bastante afectadas por estas situaciones, sobre todo por haberse convertido en unas de las más vulnerables. Y finalmente, los trabajadores de la salud y el personal de aseo, que deben estar constantemente al frente de la pandemia y sus vidas se han visto trastocadas por un miedo constante al contagio.
¿Cómo podemos saber que un cuadro depresivo o un cuadro ansioso está aumentando?, es decir, ¿en qué momento debemos preocuparnos?
Dr. Gabriel Oviedo: Es importante volver a hacer la distinción de que la sensación inicial de miedo, o de tristeza, son normales y necesarias para transitar los caminos psicológicos. Ya sabemos que esto pasa a ser patológico cuando pasa a hacer algo que nos impide ser funcionales. Por ejemplo, la sensación de miedo es normal, pero si ese miedo nos lleva a no poder dormir por cinco días, ya no es normal. Es normal estar triste, pero si eso nos lleva a tener una ideación suicida constante, tampoco es normal. Ahí está justamente el problema: cuando las personas empiezan a abandonar esa noción de resiliencia, de que todos estamos pasando por lo mismo y que vamos a salir de esto. Si la persona ya no tiene esperanza o si la persona mantiene un ánimo temeroso o triste, incluso cuando hay un cambio en las situaciones que lo están estresando, entonces podemos empezar a hablar de un cuadro depresivo o ansioso. Por todo esto, podemos resumir las señales de alerta a estos cinco puntos importantes:
1- Si se presentan estos síntomas, durante un mes por lo menos, empeoran y afectan la vida propia y la de los demás.
2- Si existen trastornos del sueño graves. Cambios en los patrones de sueño (dificultad para conciliarlo, para mantenerlo o dormir demasiado)
3- Aislamiento social/ interpersonal
4- Cambios marcados en la personalidad (irritabilidad, explosiones de ira, indiferencia, apatía grave).
5- Cambios de ánimo. No son normales las variaciones bruscas en el estado de ánimo: ir de la tristeza profunda a la euforia puede ser un signo de trastorno bipolar; tampoco que una persona viva triste la mayor parte del día casi todos los días, tenga ideas de muerte o suicidio, sin energía y con ideaciones negativas (síntomas de depresión)
6- Pérdida del contacto con la realidad (ideas extrañas no relacionadas con la expectativa cultural, ideas de delirantes de persecución o influencia, fenómenos sensoperceptivos, experiencias sensoriales no habituales ( alucinaciones), comportamiento gravemente desorganizado o agresivo.
¿Cómo se puede controlar un ataque de ansiedad? Es decir, ¿cuáles serían los primeros auxilios de salud mental que podemos tener para controlar la crisis y empezar a salir de ella?
En el hospital hemos desarrollado una guía de atención a urgencias psicológicas con personas que estamos atendiendo líneas de primeros respondientes en salud mental. Lo primero es que tenemos líneas de escucha activa, que tiene a profesionales en psiquiatría y a personal capacitado para atender las crisis y desescalar. Nosotros en la Javeriana logramos asociarnos con la empresa Claro para crear estas líneas de atención. El primer paso sería entonces esa escucha activa que desescale la crisis y permita reforzar la noción de seguridad. Justo después empezamos a hacer un proceso para alcanzar la calma en la persona y empezamos a dimensionar el problema que lo llevó a este estado. Como tercer paso procuramos localizar una acción concreta que nos lleve a una solución del problema, así sea parcial. Luego iniciamos una etapa de autoeficacia, para analizar todas las posibles soluciones al problema. Finalmente, es importante aportar un sentido de esperanza que permita que la persona vuelva a conectarse con la resiliencia, que en últimas es lo que nos puede ayudar, como humanidad, a sobreponernos a la pandemia.
Es importante notar que es esencial, para estos casos, aportar también con una dieta adecuada, baja en estimulantes. También el ejercicio se hace muy importante, pues permite mantener el equilibrio y desestresar. Mantener una rutina clara que no permita que una sola actividad nos consuma todo el tiempo. El descanso es muy importante y, finalmente, hemos logrado notar que los ejercicios de respiración controlada, o mindfulness, que regulan las funciones del cuerpo, ayudan a despejar la mente.