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El juego imperfecto de la democracia

La guerra no es un camino ni una fatalidad. Y la paz es larga, ardua y llena de sacrificios, pero vale la pena.

por

Marie France Manrique


29.05.2014

Ilustración: Garzón

El juego democrático es complicado y a veces curioso. Por ejemplo, en Europa acaban de llevarse a cabo las elecciones al parlamento europeo. Cada vez más candidatos representan partidos que hablan abiertamente de desmontar la Unión Europea, de regresar a las monedas nacionales, de cerrar las fronteras. Es decir que al parlamento europeo llegan este año, por ejemplo por Francia, 25 diputados que quieren acabar con el parlamento europeo. Paradójico pero ese es el juego democrático.

Estos partidos y sus representantes han aprendido muchas lecciones en los últimos años. Pasaron de ser abiertamente racistas, xenófobos y antisemitas a tener un discurso más moderado que asusta menos. Pero el fondo es muy parecido por no decir igual; y los resultados son los mismos: la desconfianza ante la comunidad europea, la idea que de haber manejado el destino de sus países de manera autárquica, habrían sido inmunes a la crisis y un nacionalismo casi ciego. La Unión Europea es tachada de todos los males y acusada de los peores despropósitos. Y estos partidos, abiertamente hostiles al sistema democrático y al sistema europeo, son elegidos. Como dejar entrar a la ciudad el caballo de Troya, sabiendo que está lleno de soldados enemigos. Tratarán de derribar el sistema desde adentro.

Esos resultados me hacen pensar en la elección colombiana. Oscar Iván Zuluaga no es tan frentero como los partidos de extrema derecha o izquierda europeos, en ningún momento pretende acabar con el Estado o el país. Pretende acabar con todo lo que hizo Santos. La negociación con las FARC, el acercamiento con Venezuela y otros países percibidos como enemigos. Pretende un retorno a la Colombia de Uribe, con todo lo que ello implica. Y eso en el fondo es como el caballo de Troya. Carcomerá el sistema desde adentro.

No nos equivoquemos, el sistema nunca ha sido sano. La corrupción, la exclusión, las élites dominantes, todo aquello existe en el sistema y muchos candidatos han prometido combatir esos males sin lograrlo o quizás sin verdaderamente tratar. Pero el país y el sistema que Uribe dejó era como un queso gruyere, lleno de huecos que trataron de tapar con otras cosas, lleno de mentiras, lleno de robos, lleno de  una mentalidad que predica que para llegar a un resultado todo se vale y no hay que detenerse ante nadie ni nada. No temblará la mano ante ninguna decisión que haya que tomar (mano firme) y los amigos recibirán grandes recompensas por el apoyo (corazón grande).

Lo que Zuluaga está vendiendo es claro: un regreso al pasado. Puede tratar de esconderlo con frases vacías del estilo “Por una Colombia distinta”, pero en el mismo afiche se nos está diciendo lo contrario: Uribe está a su lado, Uribe quien no es su llave para la vicepresidencia; es el ex presidente y jefe del partido que sostiene la candidatura de Zuluaga. El afiche nos dice entonces que una Colombia distinta es un regreso a la Colombia de Uribe o peor aún, a la Colombia que Uribe no terminó de construir a su medida.

Vendrán los troyanos y retomarán la destrucción de las instituciones desde adentro o al menos el moldeo del Estado y de las instituciones para cumplir con sus agendas poco secretas.

Zuluaga nos vende la idea que está del lado de los colombianos. Y en la foto lo vemos al lado del “Gran Colombiano”. No ha sido un misterio desde el lanzamiento de su campaña pero hasta su manera de comunicar es clara, inequívoca… El patrón estará de regreso.

Y el patrón quiere guerra. El patrón quiere bala. El patrón quiere que ese conflicto que permite pescar en rio revuelto no se acabe. El proceso de paz, al que le falta mucho por recorrer y está lejos de ser perfecto, queda liquidado.

Por eso hay que votar. Porque el sistema, imperfecto y humano como es, siempre será mejor que el caballo de Troya que se nos viene encima con otra presidencia de Uribe.

Santos está lejos de ser la mejor opción. Para ganar votos trató de abarcar mucho y cambió mucho de curso. Un ejemplo entre mil: atacar el desempeño como alcalde de Petro e inclusive poner en entredicho sus habilidades como posible jefe de Estado fue un desatino. Ese tipo de declaraciones son dignas de un candidato y no de un presidente y un candidato-presidente no se las puede permitir. Y semanas después recibir el apoyo de Petro a su campaña confunde y aliena votos (sobre todo entre los conservadores).

A pesar de eso y de muchísimas razones más, lo importante es continuar con lo que se está construyendo; la posibilidad de que después de 50 años, podamos contemplar la idea de un país que no se esté destrozando internamente.

La Guerra no es un camino ni una fatalidad. Y la paz es larga, ardua y llena de sacrificios pero vale la pena. Por eso hay que votar por Santos, por eso hay que mantener al patrón lo más lejos posible del poder.

En esta segunda vuelta ni el voto en blanco ni el abstencionismo pueden ser una opción. Tenemos que unirnos para lograr que Santos termine lo que empezó. Un día. Un voto. Apostémosle al juego democrático. Digámosle NO al caballo de Troya, todos sabemos lo que tiene por dentro.

*Marie France Manrique estudió Ciencia Política en la Universidad de los Andes y trabajó en el Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República entre 2000 y 2002.

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