Una vuelta a la Manzana: ¿En qué está el Sistema Distrital de Cuidado en Bogotá?
Si se busca eliminar la violencia contra las mujeres también es necesario hablar de independencia económica y reconocer, redistribuir y reducir el trabajo del cuidado que ellas hacen. Ese es el objetivo del Sistema Distrital de Cuidado, creado en la alcaldía pasada. En este reportaje recorrimos la Manzana del Cuidado de Los Mártires y nos preguntamos: ¿Qué pasa con el Sistema en tiempos del alcalde Galán?
El ruido de las lavadoras-secadoras no es fuerte, son tres máquinas pequeñas. El cuarto donde están es angosto y alargado con una mesa rectangular, bolsas plásticas, un calendario en la pared y dos baldes rebosantes de agua. De lunes a sábado entre las 8 de la mañana y las 3 de la tarde, la gente deja su ropa —salvo ropa interior, sábanas y cobijas— y una hora y media después la recoge limpia y doblada. No pagan nada. La encargada del trabajo y de agendar los turnos se llama María Isabel Montaño, una mujer finita de uniforme azul.
Este es el quinto y más alto piso del Castillo de las Artes, un edificio con apariencia de búnker —fachada color marfil con vidrios polarizados y una taquilla— ubicado en la avenida Caracas con calle 23, en el barrio Santa Fe de la localidad de Los Mártires en Bogotá. Hasta 2017 el lugar era El Castillo, un club donde se ejercía el trabajo sexual. Ese año el CTI de la Fiscalía lo allanó con fines de extinción de dominio tras comprobar su vínculo con el narcotráfico. Entonces pasó a la Sociedad de Activos Especiales (SAE) y durante tres años quedó abandonado hasta que en 2020 el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (Idiprón) y el Instituto Distrital de las Artes (Idartes) solicitaron a la SAE que les permitiera administrarlo y convertirlo en un centro comunitario, artístico y cultural. Eso es hoy, en noviembre de 2024. En este piso cuyas ventanas dan a tejados viejos y más allá a los cerros, amplio e iluminado, con una lámpara de cristal que cuelga del techo porque mucha de la decoración del viejo establecimiento permanece, ahora se dictan clases de yoga.
Porque aquí, además, desde junio de 2021 funciona una Manzana del Cuidado.
Las Manzanas del Cuidado son la expresión más concreta del Sistema Distrital de Cuidado de Bogotá, planeado y puesto en marcha en la Alcaldía anterior. El servicio de lavandería es, a su vez, la forma más fácil de explicar las Manzanas del Cuidado. María Isabel dice que lava la ropa de adultos mayores y habitantes de pagadiarios del Santa Fe —los hospedajes donde se alquila un cuarto o una cama por noche— pero, sobre todo, la de mujeres cuidadoras. Ellas acuden a la lavandería y mientras María Isabel lava se dedican a hacer otras cosas que no sean cuidar.
No es poco. El 90% de las mujeres que viven en Bogotá —casi 4 millones— hace algún tipo de trabajo de cuidado, lo que quiere decir que plancha, limpia, cocina, cuida de niños, niñas, adultos mayores y personas con discapacidad. Casi un millón y medio de mujeres dedica todo su tiempo a esas labores. Dedicar todo el tiempo puede significar no salir de casa, no terminar los estudios, no hacer ejercicio, no tener amistades, no ir al médico ni a cine ni al parque ni a una biblioteca ni a un restaurante ni a la peluquería. Significa no recibir un pago por trabajar. No pasa lo mismo con los hombres quienes, según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, en Colombia emplean 3 horas y 6 minutos diarios al trabajo de cuidado frente a 7 horas y 44 minutos las mujeres. Gracias a la economía feminista, se sabe que esa sobrecarga responde a una división sexual del trabajo y a roles de género impuestos según los cuales las mujeres están hechas para cuidar y los hombres para proveer. El Sistema Distrital de Cuidado, indica un libro publicado el año pasado por la Secretaría Distrital de la Mujer, fue creado “para que las mujeres que viven en Bogotá no siguieran poniendo sus vidas en pausa por cuidar a otros”.
Allí y en otros documentos al respecto se lee que, aunque el distrito ha contado con programas para personas que suelen ser cuidadas como niños y viejos, el Sistema Distrital de Cuidado se enfocó en quienes cuidan. Que busca atender la demanda de cuidado en la ciudad involucrando a hogares, comunidad y sector privado. Que es liderado por la Secretaría Distrital de la Mujer cuya tarea es articular la oferta de servicios de las 13 entidades participantes, entre otras, las secretarías de Integración Social, Salud, Hábitat, Educación y el IDRD. Que sus objetivos se alinean con el concepto de las 3R, desarrollado por la economista británica Diane Elson en 2008, que apuntan a Reconocer el trabajo de las cuidadoras para el sostenimiento de la vida; Redistribuir el cuidado no solo entre mujeres y hombres sino de acuerdo a un principio de corresponsabilidad que involucre al Estado; y Reducir la carga de las mujeres. Que existen otras modalidades de cuidado —los buses y la atención en casa—, pero las Manzanas son el corazón del Sistema.
Las Manzanas del Cuidado: áreas en distintos lugares de Bogotá que ofrecen servicios para las cuidadoras. Los servicios no son nuevos, pero ahora se articulan y concentran en un solo espacio y están repartidos en las categorías de respiro (ejercicio, lavandería), formación (cursos de educación básica y saberes) y generación de ingresos. En una Manzana una cuidadora puede terminar el bachillerato, nadar, bailar, aprender a montar en bicicleta, a tejer mochilas, a manejar un celular o sobre márketing, al tiempo que la persona a la que cuida es cuidada por otras. Hoy hay 24 Manzanas en localidades tan distantes como Suba y Usme, San Cristóbal y Engativá, Ciudad Bolívar y Teusaquillo. Cada una cuenta con una entidad ancla que presta el lugar principal, la central de operaciones, y en buena medida determina los servicios de acuerdo a sus capacidades. La entidad ancla del Castillo de las Artes, donde estamos, es el Idiprón, de la Secretaría de Integración Social. Sin embargo, aun cuando los servicios varíen —por ejemplo, en esta no hay piscina, pero sí clases de pole dance— cada Manzana tiene un equipo inamovible de la Secretaría de la Mujer con una coordinadora, una formadora, una dupla psicojurídica y una tallerista de transformación cultural.
“¿Qué hicieron las Manzanas? Organizaron la oferta y visibilizaron los servicios que había. Dijeron: Esto está pensado o le puede servir a usted que es una persona cuidadora”, dice una excoordinadora de Manzana.
“Es una apuesta importante que el Sistema esté enfocado y restablezca derechos a las mujeres que cuidan porque ellas han quedado de últimas. Evidenciar eso es entender el problema e intentar resolverlo”, agrega una extallerista de transformación cultural.
“Es una apuesta importante que el Sistema esté enfocado y restablezca derechos a las mujeres que cuidan porque ellas han quedado de últimas».
De acuerdo con la Secretaría de la Mujer, de marzo de 2021 a junio de 2023 en las Manzanas del Cuidado hubo 557.000 atenciones. Se ha mencionado que son un referente latinoamericano, un logro histórico de las mujeres, el proyecto insigne de Claudia López. En este, el primer cambio de administración que atraviesan, surge la pregunta por su futuro: Bajo la alcaldía de Carlos Fernando Galán, ¿qué pasará con el Sistema Distrital de Cuidado? ¿Las Manzanas van a seguir?
Una respuesta inmediata es: sí, van a seguir. Una respuesta más honda requiere espacio.
Aquí, entre tanto, bajamos al cuarto piso del Castillo de las Artes.
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La escalera en forma de caracol desemboca en un pasillo oscuro con cuartos a lo largo.
“Todos los lunes, martes y jueves de 2 a 5:30 de la tarde este piso está lleno de mujeres que hacen educación flexible y acá están las chicas con las que ellas dejan a sus hijxs al entrar al salón”, explica Lebeb Infante —pelo corto y asimétrico, botas, energía desbordante—, coordinadora de la Manzana del Cuidado del Castillo de las Artes y desde hace siete años lideresa de la localidad de Los Mártires.
Pasamos a un espacio que funciona como jardín de infantes. Todo es de color blanco o crema, hecho de una materia dulce: una mesita de cuatro puestos, bibliotecas y estantes en la pared, acuarelas, juguetes. Esta tarde dos niños se concentran en unas piezas para armar, pero en otras ocasiones puede haber hasta 10 entre un año y 11, cuentan las profesoras Dalia Quiroga y Cindy Soto, que trabajan con el programa El Arte de Cuidar de la Secretaría de Integración Social. Ellas se dedican a pegar ilustraciones en una cartulina para hacer una actividad infantil a la que titulan Lotería del Autocuidado. En los cuartos contiguos, los lunes, martes y jueves, mientras las niñas y niños pasan al jardín, sus cuidadoras acuden a estudiar. Hoy esa rutina cambió porque, como pasa una o dos veces al mes, la abogada y la psicóloga de la dupla psicojurídica —que atiende a mujeres víctimas o en riesgo de violencia basada en género— dictan un taller sobre los mitos del amor romántico. El salón donde ocurre tiene forma semicircular, un tubo de pole dance, paredes pintadas de verde y azul donde hay un tríptico con la imagen de dos mujeres teniendo sexo, un tablero y varios pupitres.
El taller se detiene para recibir nuestra visita. Algunas y algunos estudiantes, casi todos de mediana edad o adultos mayores y en su mayoría mujeres, se presentan.
“Mi nombre es Miriam Cecilia Mora y de niña estudié hasta segundo de bachillerato. Después me comprometí, tuve a mis hijas y me tocó trabajar para mantenerlas porque mi compañero no respondió”, dice una.
“Yo trabajo en la plaza de Paloquemao y cuando me abordó el profesor tuve mis dudas, pero dije: Voy a darme esa oportunidad. Mis hijos son profesionales y yo por qué no. Al venir me encontré con una sorpresa: personas que valoran a las demás. Ustedes nos enseñaron a pensar, nos sacaron del estatus quo”, dice otro.
“Mi nombre es Marcela Agrado, soy salida de este edificio. Trabajo con el Idiprón con niños y adolescentes aquí. Este espacio fue cogido hace tres años en condiciones infrahumanas. Este piso era el vip donde se comercializaban los cuerpos de las mujeres, se vendían como un trapito. Nosotras hicimos la limpieza, no dejamos tumbar ninguna pared, ningún tubo, todo está intacto. Este es un barrio donde vivimos mujeres que ejercemos el trabajo sexual. Muchas venimos cansadas de nuestra labor de la noche, de la marginalización, y acá encontramos un espacio de paz. A veces nos dormimos en el pupitre o llegamos con hambre y tenemos un plato de comida o unas onces”, dice otra.
“Aura Ligia, venezolana, honrada de ser venezolana y agradecida de estar aquí”, dice otra.
“Mi nombre es Dianei García Rojas, soy desplazada del Caquetá y allá, por dificultades de la violencia, no había posibilidad de tener estudiando a mis muchachos. Yo averigüé y me dijeron: Váyase para el Castillo que allá puede estudiar”, dice otra.
A su lado, también en pupitres, están Juana Muñoz, Lorena Santamaría, Doris Becerra y Jenny Rodríguez, profesoras de la Secretaría de Educación que, aparte de cumplir con su jornada laboral en otras instituciones, dictan clase en esta Manzana. Hace tres años, recién terminada la pandemia, ellas recorrieron la localidad de Los Mártires, golpeando en cada casa y en cada pagadiario, para correr la voz de que en el Castillo de las Artes ahora se podía estudiar. Lo que hoy sucede en este salón es lo que las Manzanas buscan: articular diferentes entidades para prestar servicios a personas cuidadoras.
Sin embargo, no ha sido fácil.
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El Sistema de Cuidado es, en parte, laberíntico, un enjambre. Por ejemplo, la pregunta de cuántas personas trabajan es complicada porque cada entidad aporta contratistas para una actividad puntual, sin que sean exclusivos. Una de las secretarías que más servicios brinda es Integración Social y alrededor de 130 personas están vinculadas desde la Secretaría de la Mujer. En sus cuatro años de funcionamiento el principal logro del Sistema ha sido, así lo señalan varias personas entrevistadas, que se reconozca el trabajo del cuidado, hablar de él, darle entidad. O sea, cumplir con la primera R: Reconocer. El segundo logro quizás sea haber anclado el Sistema a la Política Pública de Mujeres y Equidad de Género 2020-2030 de Bogotá, al Plan de Ordenamiento Territorial Bogotá Reverdece 2022-2035 y a la estructura institucional del distrito con una dirección propia dentro de la Secretaría de la Mujer, lo que asegura su continuidad, sin importar quién gobierne. Aun así, hay cosas por mejorar.
Una extallerista en transformación cultural, cuyo trabajo consistía en explicar a las beneficiarias qué es el cuidado y cuáles son las creencias ancladas en hombres y mujeres para concebirlo como algo solo de mujeres, menciona un problema —originario lo llama— que tiene que ver con no haber aclarado lo suficiente a las entidades distritales en qué consiste el Sistema, qué busca y por qué tiene un enfoque de género. “Ese sigue siendo un lío”, dice la extallerista. “Nosotros teníamos una reunión dirigida por Claudia López con todos los delegados de las secretarías. La reunión salía bien, pero cuando las coordinadoras de las Manzanas intentaban aterrizar las decisiones en el territorio les tocaba lidiar con otras personas de otras secretarías”. Ese malentendido base ocasiona que la articulación propuesta no siempre se logre o dependa demasiado de los acuerdos en cada Manzana. “¿Quién recoge los logros del Sistema Distrital de Cuidado? Había recelos frente a que la Secretaría de la Mujer sacara pecho por las atenciones cuando Integración Social, por ejemplo, decía: Pero si ese servicio fue con mi gente”, recuerda la extallerista.
Ella enumera otros aspectos del Sistema que deben fortalecerse: las alianzas con el sector privado. La atención a cuidadoras de personas con discapacidad, así como a quienes ellas cuidan. La modalidad de atención en casa —enviar a alguien a cuidar—, que tiene que ver con lo anterior porque muchas cuidadoras no pueden dejar a la persona que cuidan, salir de su casa e ir a una Manzana. Esa modalidad necesita presupuesto y más personal no solo teóricamente capacitado, sino con experiencia en cada territorio. ¿Por qué no, propone la extallerista, ampliar las redes comunitarias de cuidadoras y cuidadores?
Varias de sus recomendaciones son las mismas de la Evaluación de operaciones e impacto del Sistema Distrital de Cuidado, un documento de 184 páginas solicitado por las secretarías de la Mujer y Planeación a un centro de investigación independiente y publicado a finales del año pasado. Leerlo es conocer las entrañas del Sistema. La evaluación subraya que con 21 Manzanas entonces y una meta de 45 para 2035, según el POT, la cobertura de las Manzanas del Cuidado va por buen camino, así como el objetivo de alcanzar a la población más vulnerable de Bogotá. Pero la evaluación también señala los riesgos para su funcionamiento entre los que aparecen la falta de recursos, la débil articulación institucional y las barreras de acceso a ciertos servicios. La palabra riesgo es importante: no es que esto ocurra generalizadamente, pero podría.
Por eso la evaluación agrega: “Una preocupación constante del equipo líder del Sistema es la voluntad política de la siguiente administración [entonces no se sabía quién llegaría a la Alcaldía] ya que de esta dependen los recursos financieros para continuar con la operación y el posicionamiento estratégico dentro de la agenda”. El documento encuentra algo que es evidente en El Castillo de las Artes: compromiso y calidad técnica y humana entre quienes trabajan en el Sistema. Basta también entrar al grupo de WhatsApp de una Manzana cualquiera para apreciar el trabajo de una coordinadora. “Buenos días, les recuerdo que inicia el curso de fotografía con el Sena”, “Vamos a entregar 10 pases de cortesía para teatro”, “Inscripciones para el curso Herramientas para cuidadoras”, “Vuelven las terapias de naturaleza”, “Llegan las clases de origami”, “Escuela de la Bici mañana”.
Sin embargo, la evaluación anota que los testimonios de varios y varias contratistas refieren sobrecarga laboral, retrasos en los tiempos de contratación y desgaste emocional, un asunto que necesita atención si se apunta a ampliar los servicios y aumentar el número de beneficiarias.
Nada de esto es ajeno para quienes han tenido o tienen un vínculo con el Sistema de Cuidado.
“Hay que potencializar las Manzanas del Cuidado sin importar la administración que esté porque son un patrimonio de Bogotá».
“Listo, se hacía el nivel uno de inglés. ¿Y después qué? ¿Por qué no se puede hacer el nivel 2? Entonces alguien que ya lo hizo dejaba de ir a la manzana. Si yo de verdad quiero que muchas mujeres tengan tiempo para retomar su proyecto de vida tengo que ampliar la oferta de servicios y hacer que evolucione. Para repensar un proyecto de vida es necesaria la formación y oportunidades de independencia económica. Pero en eso se queda corto”, dice una excoordinadora de Manzana.
“El mensaje sería: hay que potencializar las Manzanas del Cuidado sin importar la administración que esté porque son un patrimonio de Bogotá. Yo he escuchado de Manzanas que tienen hasta lavandería y a la de acá le falta. No tenemos sala de cómputo. No hay televisor, ni proyector para la ofimática. También notamos que ahora que les cambiaron el contrato a los funcionarios se demoraron mucho tiempo y la Manzana se paralizó”, dice una cuidadora.
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Entonces vuelve la pregunta: ¿En esta Alcaldía las Manzanas van a seguir? “Las Manzanas del Cuidado no cierran sus puertas”, tituló un comunicado publicado por la Secretaría de la Mujer el pasado 11 de agosto. “En días recientes se han escuchado rumores alusivos al cierre de las Manzanas del Cuidado (…) Queremos aclarar a la ciudadanía que nuestro Sistema Distrital de Cuidado llegó para quedarse”. Enseguida el comunicado da cifras: 39.810 personas cuidadoras se han graduado o certificado; 191.214 han participado en 866.800 actividades de ejercicio y bienestar; 4.383 utilizaron las lavadoras, lo que contribuyó a liberar su tiempo en un equivalente a 1.279 días. La pregunta podría variar a: Si las Manzanas siguen, ¿de qué manera se transformarán? El Sistema es del tipo de artefactos que requieren movimiento constante. Que las Manzanas continúen iguales no basta. De hecho, así lo señala el Acuerdo 893 de 2023 que institucionaliza el Sistema y que le confiere los principios de No regresividad y Progresividad.
Aunque en términos administrativos el Plan Distrital de Desarrollo de la Alcaldía anterior terminó de implementarse recién a mediados de este año, podría decirse que el alcalde Galán no ha demostrado el “alto nivel de involucramiento con el Sistema” que la Evaluación de operaciones e impacto confiere a la alcaldesa López. Coordinar 13 entidades distritales para ir hacia un mismo lado con un objetivo común —las 3R— requiere de una dirección robusta que no desdibuje el enfoque de género y que se autoevalúe todo el tiempo. O sea, estar pendiente. En su discurso de posesión, el alcalde mencionó que Bogotá era una ciudad pionera en políticas públicas del cuidado y dos meses después, el 4 de marzo, registró en su cuenta de X la instalación de la primera sesión ordinaria del año de la Comisión Intersectorial del Sistema. La Comisión, creada en 2020, tiene entre sus funciones fomentar la corresponsabilidad entre hogares, comunidad, Estado, sector privado y sociedad civil. Asisten representantes de cada una. En el acta de esta quedó registrado el compromiso de inaugurar dos Manzanas en los primeros 100 días de gobierno y en efecto se hizo con el Ecoparque en Ciudad Bolívar —la tercera Manzana de la localidad— y Lago Timiza en Kennedy. El compromiso de inaugurar dos más en Engativá y Rafael Uribe Uribe a partir de julio, aún no se ha cumplido, aunque este noviembre abrió sus puertas la del CADE La Gaitana en Suba. Dice el acta que se espera entregar 6 Manzanas nuevas durante el Plan Distrital de Desarrollo 2024-2028 “Bogotá Camina Segura”. También que se acogerán las recomendaciones de la Evaluaciónde operaciones e impacto, aunque no se puntualiza cómo.
En el Plan de Desarrollo que, como su nombre indica, está enfilado a la seguridad, se menciona la diferencia en la cantidad de horas que mujeres y hombres dedican al trabajo del cuidado, pero no hay un despliegue de lo que se propone hacer con el Sistema en estos cuatro años. “Bogotá Camina Segura se enfocará en la atención a los grupos vulnerables, cualquiera sea su origen”, se lee en el apartado “Bogotá cuida a su gente”, uno de los programas del objetivo relacionado con el bienestar para el que se destinarán 27,3 billones de pesos. La cita lleva a pensar que las cuidadoras, la razón de ser de las Manzanas, no son la prioridad.
En el Plan de la administración anterior 25 metas sectoriales tenían que ver con el Sistema al que se le asignó un presupuesto de 5,2 billones de pesos. En cambio, la estrategia financiera de este nuevo Plan subraya el gastoadicional que el Sistema Distrital de Cuidado requirió en la Alcaldía pasada y al revisar las 425 metas actuales, especialmente las del sector Mujer, el Sistema se nombra solo en dos. Una apunta a “alcanzar 31 Manzanas del Cuidado en operación fortaleciendo los servicios e implementando nuevas estrategias”. La segunda alude a “una estrategia de transformación cultural (…) que posibilite la redistribución de los trabajos de cuidado”.
Una contratista que trabaja en una Manzana cuenta que en julio pasado su equipo fue citado a una reunión en la que les dijeron que esta Alcaldía se proponía avanzar en la redistribución en los hogares, entendidos como la vivienda de familias con madre, padre e hijos. A ella ese en los hogares le genera dudas porque al redistribuir el cuidado únicamente entre hombres y mujeres se podría estar dejando de lado el papel que debe cumplir el Estado en la provisión de losservicios. Además, la contratista se pregunta: si en Bogotá la mayoría de las madres son solteras, ¿con quién van a redistribuir ellas en su hogar?
Otras entrevistadas también se mueven entra la duda y lo que se ha conseguido.
“Sí se ve que este [el cuidado] no es el énfasis como en la Alcaldía de Claudia López, pero sería una oportunidad de decir: Se logró esto con las manzanas, ahora tratemos de redistribuir las cargas y facilitar que las mujeres participen en el mercado laboral. Pero apenas vamos ocho meses de Alcaldía, hay que ver”, dice Ángela Fonseca, doctora en Economía, profesora en la Universidad Javeriana e investigadora del proyecto Género y Economía.
“Puede pasar que se mantengan las cosas, quizás crear más manzanas, pero no es un compromiso fundamental. Aun así, el lugar que hoy tiene el cuidado en la discusión pública hace difícil que echen el Sistema Distrital para atrás. Eso tampoco va a pasar”, dice la abogada Alejandra Trujillo, coordinadora de proyectos de Fescol y experta en economía del cuidado, género y relaciones laborales.
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La visita al Castillo de las Artes va a terminar. Ahora estamos en el primer piso, en un salón que conserva el lujo que debió haber tenido el edificio original antes de ser El Castillo, cuando según notas de prensa era una casona del antiguo barrio Santa Fe. Hay mucho conviviendo aquí: cenefas de yeso y una esfera disco, la imagen de un castillo medieval y la bandera trans, un pendón de las Manzanas del Cuidado y una inscripción forjada en hierro que dice Night Club. Aunque ya cae la tarde, decenas de personas, niños y adultos, no paran de ir de aquí para allá. Tres o cuatro perros también.
Con nosotras —la fotógrafa de Cerosetenta, Lebeb, la coordinadora, y yo— están Laura Gamba y Sebastián Martínez, ambos del Sistema Distrital de Cuidado. Ella es líder del proceso de alianzas y visitas y él integrante del equipo técnico en planeación territorial. Sebastián se vinculó cuando todo empezó y está de acuerdo en que el gran logro del Sistema en estos cuatro años ha sido poner el cuidado en la agenda política y a las mujeres cuidadoras, “una población que históricamente no se entendía como vulnerable”, en el centro. Concede que, además de las futuras seis Manzanas, es necesario dar fuerza a la participación comunitaria, al enfoque diferencial para personas con discapacidad y a la transformación cultural. Menciona la atención en las zonas rurales de Bogotá y dice que los buses del cuidado —dos vehículos pensados para ser una versión móvil de las Manzanas y llegar a donde estas no alcanzan— están detenidos desde el pasado 30 de abril cuando se terminó su contrato de operación hoy a la espera de ser renovado. A la pregunta sobre cómo se imagina el Sistema dentro de unos años, Sebastián responde que lo ideal sería que hubiera 100 o 150 manzanas más, pero que lo verdaderamente soñado sería que el cuidado hiciera parte de la esencia misma de Bogotá.
En medio del salón hay una pasarela cercada por una reja de hierro sobre la que se clava el viejo escudo del Castillo con la figura de tres mujeres desnudas. Se escuchan al unísono distintos tipos de música. Tres mujeres con tacones muy altos practican pole dance y sobre ellas, en un entrepiso están las obras artísticas de una exposición llamada Memorias de un No Museo elaboradas por la colectivas y organizaciones de base comunitaria del barrio con apoyo del Museo Nacional. Samantha García, una persona con experiencia de vida trans y gestora cultural, dice que todo lo que está aquí pertenece a la gente del Santa Fe, que muchas trabajadoras sexuales vienen a la Manzana a lavar su ropa y a estudiar, que es un lugar seguro y de encuentro, que ver la transformación del Castillo es como ver a las rosas florecer en primavera.
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El pasado 9 de septiembre, en un evento público al que acudieron el alcalde Galán y buena parte de su gabinete, se presentó la Estrategia Mujeres, el plan liderado por la Secretaría de la Mujer, transversal a las demás secretarías, para actuar ante cinco violencias identificadas contra las mujeres. Una de esas violencias, la económica, tiene relación con el trabajo de cuidado porque este, al no ser remunerado, impide que quienes cuidan alcancen la independencia económica. Aun así, las declaraciones al respecto por parte del alcalde y sus funcionarios fueron pocas. Se insistió en que las Manzanas continuarán. Al evento llegaron varias mujeres cuidadoras. Allí estaban Juanita Narváez, que vive con su madre de 86 años en Usme y que gracias a la Manzana renovó el amor por la danza. Un grupo de seis mujeres mayores, estudiantes de bachillerato en la Manzana de San Cristóbal. Diana Pajarito, a quien hace unas semanas le dijeron que no había servicio de piscina en la Manzana de Usme porque no había presupuesto para el cloro. Ángela Manrique, psicóloga, participante de instancias como el Comité Operativo de Mujer y Género de Usme, y cuidadora desde chica.
“Es un trabajo escondido, secreto, muy desvalorizado. A mí me ven en la casa, yo lavo, plancho, cocino y: “¿Usted qué hizo? Como no genera dinero, usted no hizo un carajo. Poner el cuidado en la conversación cotidiana es un paso gigantesco, un avance porque antes ni siquiera lo pensábamos”, dice. ¿Faltan cosas por hacer? Claro. Ella tiene propuestas que piden ser escuchadas. Porque para Ángela la apuesta por el Sistema Distrital de Cuidado no solo es del gobierno —sea cual sea— sino de los liderazgos comunitarios, de las mujeres en Bogotá.
Como ella, las cuidadoras no se van a quedar calladas ni quietas.